Nuevo fanfiction aquí. Ya que 25/10 es el cumpleaños de nuestro amado y soportado Seto Kaiba, necesita reconocimiento y del bueno.
Se me hizo larga esta historia así que la separé en capitulos, por ahora aquí está el primero.
¿Qué necesita el hombre que lo tiene todo? Ya se verá aquí.
Aclaro una cosilla, para referirme a Yami Yugi, Atem o como quieran llamarle, yo lo llamaré 'faraón', 'otro Yuugi' o 'Yuugi', dependiendo la situación. Ya que no me acostumbro a llamarlo Yami, lo siento.
El fanfic no tiene nada que ver con el canon, así que en que parte de la serie transcurre es casi irrelevante, lo que sí es seguro es que es despues de Ciudad Batallas y lo que sería la 4ta temporada, por eso tampoco puedo llamarle 'Atem'.
Cuando se refiere a 'Yuugi' es cuando hablo desde la perspectiva de Kaiba en algunos momentos, de todas maneras me esforcé por dejar en claro cuando Yuugi cambia de cuerpo con el faraón y viceversa.
Ahora si, si no me faltó nada... Disfrutenlo.
Yo no inventé Yugioh ni sus respectivos personajes, sí lo hubiera hecho, 4kids no hubiera tocado Yugioh
Era la primera semana de octubre, el frío comenzaba a invadir la ciudad Domino. Los habitantes ya llevaban sacos gruesos y se quedaban en sus casas para evitar el viento.
Mokuba no era uno de esos que quisieran quedarse encerrados en su casa, como su hermano mayor, quien estaba siendo invadido por pilas y pilas de trabajo que él no pensaba dejar ni por un segundo, lo que frustraba al menor de los Kaiba. Escuchaba constantemente el sonido de las teclas, los papeles siendo removidos, los labios de Seto murmurar cosas.
Su hermano mayor no dormía bien, abusaba del café, no salía muy seguido y casi no hablaba de nada que no sea el trabajo. Sus proyectos lo tenían ahogado en papeleos y reuniones. No tenía descanso.
Mokuba se acercó tímidamente a su hermano, quien escribía con rapidez en el teclado sin dejar de ver la pantalla. Sentado en el escritorio de su habitación, no hacía más que trabajar. -¿Qué necesitas, Mokuba?- Seto preguntó aún sin mirar a su hermano menor.
Mokuba 'saltó' debido a su sorpresa, ya que Seto se había dado cuenta de que estaba presente sin siquiera mirar. ¿Qué iba a decir ahora?
-Digamos que…- Mokuba comenzó a decir sin poder evitar tartamudear. Jugaba con sus dedos nerviosamente mientras pensaba en algo que decir. –Estás trabajando demasiado, hermano. Deberías descansar. –
Seto suspiró mientras seguía escribiendo. –Ya me lo has dicho. – Contestó fríamente.
–P-Pero esta vez no te puedes negar…– Mokuba susurró. Le llamó la atención que ante su susurro el sonido de las teclas se detuvo.
Seto llevó sus manos al borde del escritorio y volteó ligeramente hacia su hermano pequeño. – ¿Qué quieres decir con que no puedo negarme? –
–Porque iremos a esa convención de duelistas. – El silencio invadió la habitación. Mokuba tragó saliva, sabía que Seto no lo aceptaría, sin embargo se sentía obligado a convencerlo. No tenía que hacer más que asistir, y el lugar no le daba la posibilidad de pensar en el trabajo.
–Mokuba…– Seto suspiró. –Sabes el motivo por el cual no acepté ir a esa convención. – Su voz sonaba frustrada y cansada. Aquella convención no era sólo una de duelistas, sino que una organizada por Pegasus J. Crawford, quien había secuestrado al menor de los Kaiba dejando a ambos en una situación bastante comprometida. Seto Kaiba no confiaría ni en su forma de respirar y él sabe que Mokuba tampoco. Entonces, ¿por qué su hermano menor iría a un evento organizado por la persona que les hizo daño?
El niño llevaba su mirada hacia todos los rincones de la habitación asegurándose de no dar con los de su hermano mayor que se fijaba en cada movimiento del pequeño. Era la única manera de sacarlo del trabajo. Sabe que no es un riesgo, lo sabe. No porque confía ciegamente en su hermano, ni porque haya perdonado a Pegasus, sino por alguien más… Alguien que le generaba seguridad desde aquella vez que fue rescatado y apostando todo en esa persona, esperando no correr ningún peligro; mira fijamente a los ojos a Seto, intentando convencerlo con nada más que su mirada.
Los hermanos a veces se comunicaban con gestos, miradas, el simple silencio los hacía entenderse. No necesitaban decir más de lo necesario. Ellos se confiaban todo, o por lo menos, Mokuba le confiaba todo a Seto, pero el mismo parecía reservar ciertos pensamientos que ni su querido hermano menor podía saber. Algunos quizás no se los hacía saber porque era demasiado pequeño para entenderlas o algo sensible pero otras… Seto no quería que nadie las supiera por orgullo.
- Mokuba, no puedo dejar de trabajar en cualquier momento y mucho menos arriesgar tu vida. – Kaiba le puso un punto final volviéndose a la pantalla de su laptop. Mokuba apretó sus dientes frustrado por la testarudez de su hermano.
- Yuugi y los demás participaran en ese evento. – Al escuchar las palabras del insistente niño, Kaiba volvió a suspirar frustrado.
- ¿Y eso qué me garantiza? – Pregunta secamente.
-Pues, Yuugi también sufrió a Pegasus y no confiaría fácilmente en él, y sin embargo…- La explicación del pequeño fue interrumpida por la voz de su hermano que comenzaba a sentirse irritado.
- Lo que hagan ellos no me concierne. – Por más molesto que se sintiera Kaiba, él murmuró aquellas palabras para no responder de manera agresiva a los pedidos inocentes de su hermano menor. Aun así, entendía a lo que apuntaba Mokuba, y no le genera ninguna seguridad. Yuugi también puede confiar ciegamente y caer en una trampa. Nadie se salva, excepto ellos. Entiende que Mokuba esté preocupado por él, pero llevarlo a otro posible problema con Pegasus era casi lo mismo o quizás peor. No lo estaba razonando.
Mokuba lanzó una patada al suelo y suspirando más fuerte que Seto, quien mirando a su hermano menor, pensaría que usaría el berrinche como su mejor arma, la cual no surtirá efecto. Entonces fue cuando el niño le dio la espalda. – Pues, iré con Yuugi. – Era obvio, Mokuba sabía que no funcionarían los berrinches contra el joven terco que ya conocía de cabo a rabo al muchachito. Sin embargo, Yuugi era una de sus mejores amenazas, además que Seto no dejaría a Mokuba solo por ningún motivo, ni mucho menos cuando estará cerca de un ser tan despreciable como Pegasus.
Sintió un calor recorrer su pecho como un fuerte trago de té caliente. Lo quemaba, lo quemaba profundamente. Apretaba sus uñas contra la palma de su mano, pensando en cómo contraatacar con la amenaza de su hermano. Sabía que era capaz de irse solo con Yuugi y los demás idiotas. ¿Por qué insistía tanto? No le estaba dejando opción. ¿Por qué?
Bruscamente se volvió a mirar a su hermano pequeño, quien todavía le daba la espalda y volteaba ligeramente su cabeza para observar al irritado Seto. – ¡Bien! ¡Iré contigo! – Contestó con rabia ocultando parte de su mirada con su liso cabello castaño. Una sonrisa de oreja a oreja formó el rostro del muchachito Mokuba, que corrió alegremente a lanzarse a los hombros de su hermano.
- ¡Prometo que no te arrepentirás! ¡Hermano! – Exclamó con entusiasmo mientras enredaba sus pequeños brazos en el delgado cuello de Seto. No le importaba si su hermano no respondía a su abrazo, pues sabía que no estaba contento con la idea pero ya le dijo, no se arrepentirá, aún si el mismo Seto Kaiba lo dudaba.
La convención se hacía en un salón muy grande, no había muchas habitaciones por recorrer, pues de por sí el salón espacioso le permitía a los invitados a conversar abiertamente, disfrutar de la mejor comida y además, lo que importaba en el evento era su espléndido escenario dónde los mejores duelos iban a suceder ahí arriba.
Estaba lleno de gente, algunos adolescentes y otros jóvenes adultos. Pocos llevaban trajes muy formales, pero los que andaban de manera elegante normalmente se reunían con Pegasus, quien de vez en cuando aparecía por el salón para observar el progreso de su convocatoria.
- ¡Duelistas de Ciudad Domino! – La voz sedosa y madura del presidente de la compañía Ilusiones Industriales se escuchó por todo el salón, llamando la atención de los presentes. El hombre se encontraba posicionado en el escenario, sosteniendo el micrófono con elegancia. – Los he reunido en éste espacio para que demuestren con pura libertad y sin compromisos sus mejores habilidades. Que sus encuentros amistosos sean vistos por todos y no teman en mostrar de lo que son capaces. Para eso vinieron, para eso los reuní. ¡Este es su lugar, duelistas! ¡Quiero que lo aprovechen! - Al acabar su discurso, una ola de aclamaciones inundaron todo el lugar mientras la figura firme de Pegasus se retiraba del escenario.
Seto Kaiba no se unió a los aplausos. No, estaba molesto, frustrado, indignado, le costaba describir toda la rabia que estaba sintiendo en ese momento. Sentado como un lobo solitario en una de las mesas del centro, junto con su hermano que se apoyaba en la mitad de la mesa para levantar el ánimo de su hermano mayor. - ¿Ves? No hay nada que temer, hermano. - No había manera. Las falsas palabras de Pegasus no lo harían confiar. ¿Cómo es posible que Mokuba no se diera cuenta? ¿O acaso lo estaba dando todo sólo para que su hermano mayor se escapara del trabajo? Podría haberlo hecho de otro modo, no había necesidad de arriesgarse innecesariamente. Al pensar en ello, no pudo evitar chasquear su lengua demostrando falta de resignación.
Mokuba volvió a llamar su atención cuando las luces se apagaron y sólo había iluminación para el escenario, donde estaban enfrentados Jounouchi Katsuya del lado izquierdo, aquel duelista patético a los ojos de Kaiba que aun así los demás admiraban. Quizás haya ganado algunos duelos y siempre permanecía resistente pero Kaiba no reconocería sus talentos y mucho menos si son motivo de orgullo para su rival, Yuugi Mutou, quien parado en el lado derecho del escenario se enfrentaba al rubio. Lo que más le irritaba a Kaiba era esa sonrisa que le daba apoyo al torpe duelista, cuando comentaba con asombro los logros de Katsuya, que mencionara que tendría un duelo con él, como si fuera la única persona en su mundo. Sí tan sólo Yuugi dejara de pensar en un inútil como él, entonces comenzará a fijarse en el duelo que Kaiba y el Rey de los Duelos tenía pendiente.
No hubo más que decir, ni que pensar, aunque de hecho, Kaiba no se expresaba en voz alta, sólo observaba el duelo entre ambos, notaba la delgada figura de su rival, sus manos que se movían con entusiasmo y la iluminación revelaba las gotas de sudor que comenzaban a mojar su rostro sonriente. Lo recuerda, lo siente, esa excitación que sintió aquella vez que tuvo un duelo con él, quería volver a sentirla. Si tan sólo pudiera estar en ese momento parado justo donde Jounouchi Katsuya se posicionaba, si tan sólo fuera él quien se enfrentara al campeón. Kaiba no se iba a quedar atrás, no podía permitirlo.
El duelo fue duradero, pero acabó con nada más y nada menos que Yuugi Mutou como ganador. Sin embargo, pareció un duelo amistoso, Jounouchi no estaba frustrado, al contrario, lo felicitó a su mejor amigo con un alegre apretón de manos que por alguna razón, provocó un caluroso temblor en el cuerpo del castaño. Ellos formaban un vínculo fuerte que no se encontraba en muchas personas. La amistad que tenían era muy significativa y hasta envidiable, pero Kaiba no, él no se sentiría celoso de algo así, o de que su rival sostenga un apasionado y divertido duelo con otra persona que no sea él.
El desinteresado, Seto Kaiba, apartó su mirada de la escena entre ellos dos, pues tampoco había más que mirar si ellos ya estaban desapareciendo del escenario. Mokuba no ignoró a su hermano para avisarle que se iría a saludar a los duelistas que ahora parecían ser sus amigos. No es para disgusto de Seto, no le molestaba que Mokuba tenga amigos pero, le incomodaba ser parte de sus 'encuentros'. El muchachito se marchó solo. Seto se quedó sentado en la silla, sin nadie a su alrededor, sosteniendo su frío vaso de agua como sí su objetivo fuera solamente beber de ese vaso. Observó cada paso de su hermano menor hasta que desapareció, sólo esperaba que nada la pasara. Podría levantarse e ir a buscarlo pero no quería ir allí, donde están 'esos dos'. No los soportaba.
- Mokuba-boy es encantador.- Sólo una persona es capaz de llamar así al menor de los Kaiba. Los ojos azules reflejaron una mirada desagradable hacia el hombre que se atrevió a hablarle. – No creí que vendrías. – Pegasus llevaba una copa de vino tinto, la sacudía suavemente mientras con la otra mano movía uno de sus cabellos plateados que caían lisamente por sus hombros, era elegante, guapo y a la vez, lleno de trampas a los ojos y experiencia de Kaiba.
- Estoy lleno de sorpresas, Pegasus, así que no me provoques.- Kaiba le contestó secamente, sintiendo como su rabia brotaba en su garganta. Necesitaría un trago de ese vino para calmarse quizás. Una incrédula sonrisa se dibujó en el rostro del ex-portador del ojo del milenio.
- No vine a provocar, Kaiba-boy.- Dijo dando suaves palmadas a la mesa. Hubo unos segundos de suspenso mientras Pegasus mojaba sus delgados labios con vino. –En realidad quería disculparme.- Murmuró seriamente, mirando con fijeza al líquido que bailaba en la copa entre sus manos. Kaiba prácticamente escupía sobre esas palabras, pues no le creía ni una sola y aunque fuera verdad, las disculpas no le sirven de nada más que un gasto de saliva. – No me avergüenza admitirlo, y sé que no te importa, pero al menos quisiera que tengas en cuenta, y tu hermano también, que lamento los problemas que les causé.- Pegasus no cambió su seriedad y sus ojos apuntaron a los azules de Kaiba, quien se mantuvo impasible. Estaba ansiosamente esperando que Kaiba respondiera, lo que no pudo evitar sorprender al muchacho, pues creía que Pegasus fuera más observador y menos infantil.
Seto Kaiba no lo iba a perdonar con facilidad y mucho menos decirle lindas palabras para que se fuera sintiéndose un poco mejor. De hecho, no le dijo nada. Pegasus al sentir su distancia, sonrió. – Es el mes de octubre, Kaiba-boy, y supongo que es inapropiado preguntar qué te gustaría que te regale. – El tono serio y a la vez amable de Pegasus desapareció como si el viento se lo hubiera llevado, haciendo que hable de manera burlona hacia el Presidente de Kaiba Corp., quien sintió un frío temblor al notar que Pegasus estaba hablando de su cumpleaños. ¿Cómo puede saberlo? Tampoco tiene derecho.
Kaiba también olvida frecuentemente el detalle que parte de su información personal como 'fecha de nacimiento' es sencillo de saber para alguien como Pegasus, incluso Yuugi podría saberlo sin preguntarle a Mokuba.
-Desaparece y sería algo maravilloso. – Kaiba contestó con ironía. Pegasus dejó salir una carcajada y volvió tomar de la copa.
-Sin embargo, no sería lo mejor que te hubiera pasado. – Susurró, causando cada vez más que el castaño enfurezca. -¿Qué se le debe dar al hombre que lo tiene todo?- Movía lentamente la copa entre sus pálidas manos de manera pensativa. Kaiba estaba a punto de contestar con ironías pero fue interrumpido nuevamente por Pegasus. – Y sin embargo…- Parecía pensar continuamente en lo que estaba diciendo, como si analizara cada parte de Seto Kaiba. – Sin embargo, algo le falta.- Suspiró.
A Kaiba no le asustaba que Pegasus hablara de él como si lo conociera, pues ya estaba acostumbrado, además, si creen que lo saben todo cuando no saben nada, es mejor así. Luego les caerá la sorpresa.
Pegasus se levantó de la silla y dio indicios de que estaba por largarse, hasta que se despidió con un saludo y una sonrisa amable que a Kaiba le parecieron eternas, no podía esperar a que se alejara de su vista. Hasta que lo hizo, Kaiba intentaba disfrutar sus minutos de soledad pero las palabras de Pegasus volaban inevitablemente por su cabeza.
-'El hombre que lo tiene todo y sin embargo, algo le falta.' – Kaiba repitió en su cabeza. – Que estupidez.-
La convención estaba cerca de acabar. Mokuba estuvo toda la noche con Yuugi y los demás, Kaiba estaba bien solo como se quedó. Pensaba irse en cualquier momento y seguir con su trabajo pero no podía dejar a Mokuba sin avisar. Estaba aburrido, inquieto, molesto. Tenía que hacer algo o acabaría enloqueciendo. Movía su pierna constantemente y tomaba lentos sorbos de agua para mantenerse ocupado. No hubieron duelos interesantes de observar y cada vez que pensaba en uno, sólo recordaba aquel duelo entre Jounouchi Katsuya y Yuugi Mutou, el cual, lamentablemente para Kaiba, fue el mejor hasta ahora. No sabía por qué le molestaba la amistad entre esos dos, no sabía sí era porque él quería tener un duelo contra su rival y no pudo, entonces estaría frustrado, pero no era así, porque no es la primera vez que sentía ésta rabia contra el rubio por culpa del campeón. Tenía que ignorarlo o se volvería algo peor, no quería saber que era, no quería saber nada con Yuugi Mutou, pero era inevitable, siempre estaba ahí, ocupando su cabeza.
De hecho, Yuugi Mutou estaba ahí, sentado frente a él, observándolo con esa firme mirada y su sonrisa maliciosa. Que insoportable.
- ¿Qué quieres? – Kaiba rompe el hielo con brusquedad. Yuugi mantiene su posición.
-También me da gusto verte.- Yuugi contestó con sarcasmo, lo que causó que Kaiba suspirara.
El castaño no pudo evitar notar que éste Yuugi no era el Yuugi sensible y molestamente amable que siempre suele estar entre sus amigos, sino el sarcástico, firme y molestamente orgulloso que aparece en los duelos nada más. Le llamaba la atención que aquella diferencia se encontrara ahora que no están en un duelo o con algún problema para resolver, pues es entonces que aparece ése Yuugi.
Kaiba sacudió su cabeza.
¿En qué estaba pensando? Yuugi es Yuugi, no hay otro Yuugi que lo hace sentir tan irritado y a la vez intrigado en todo momento que aparece frente a sus ojos. No, eso no existe. Yuugi Mutou no significa nada para él, y Yuugi Mutou es sólo una persona y no hay nadie más ahí que le genere nada. No hay nadie. No es nadie.
- ¿Sucede algo? – Pregunta Yuugi. Parece que se había quedado demasiado tiempo cavilando.
- Vi tu duelo con el cachorro.- Kaiba cambió de tema sin más, aunque no quería hablar de ello. ¿Para qué sacó el tema? Sintió ganas de golpearse a sí mismo en ese instante. No miró a su rival a los ojos, fingió indiferencia llevando el vaso de agua a sus labios.
-¿Y entonces?- Yuugi respondió. No podía Yuugi Mutou ganarle en indiferencia también, ¿verdad?
-Nada. No pensaba que personas como él podían sostener un mazo y mantener un duelo en la manera en que lo hizo.- Siguió sin mirarlo, pero pudo notar cómo al enano le temblaba un parpado.
-¿'Personas como él'?-
-Patéticos.- Le contestó Kaiba sin pensar dos veces. La mesa fue bruscamente golpeada precisamente por Yuugi. Era tan fácil hacerlo perder la paciencia, que era un juego que le fascinaba a Seto Kaiba.
- Yo no pensaba que alguien como tú estaría aquí, sí es un lugar lleno de patéticos.- Yuugi le contestó con ironía tratando de no sonar alarmado. ¡Kaiba seguía sin mirarlo! Que terco.
Entonces fue que el castaño sonrió un poco mientras miraba su vaso. – Que haya un patético en el lugar no significa que los demás lo sean. No creo que ese perro tonto tenga tanta influencia.- Dijo secamente.
Yuugi suspiró con furia, no soportaría que insulten a su amigo de esa manera pero vino aquí por una razón, después de todo, no se puede sacar la naturaleza de su rival. Él era así y así lo aceptaría. Porque así como tiene un corazón seco e irónico, puede que haya momentos que demuestre su bondad y humildad.
-Mokuba me dijo que te obligó a venir.- Yuugi le comentó, intentando salir de la discusión.
-Digamos…- Fue lo único que Kaiba murmuró para contestar. ¿Se estaba haciendo el difícil?
-Me dijo que estabas cansado y no dejabas de trabajar.- Yuugi siguió insistiendo, sonando un poco impaciente. Kaiba seguía indiferente.
-¿Qué quieres, Yuugi?- Kaiba perdió la paciencia mucho más rápido que su rival.
-Quiero dejar de ver esa sombra debajo de tus ojos.- Comenzó a señalar tales ojeras que resaltaban en los brillantes ojos azules del castaño, quien aun así no fijaba mirada con él, pero se sorprendió al notar que Yuugi se estaba preocupando por él. No era cosa de todos los días, ¿o sí?
-No necesito que nadie se preocupe por mi.- Contestó con sencillez, ocultando su sorpresa.
-Entonces, deja de hacer que los demás se preocupen por ti.- Yuugi se mantuvo firmemente mirando al muchacho que pretendía ignorarlo. No podía ser que el arrogante mantuviera una charla sin siquiera mirarlo. Además, él tampoco podía negar su preocupación por su rival. Mokuba sonaba angustiado, Kaiba no dormía lo suficiente y se veía muy exhausto, tenía que relajarse de alguna manera.
A pesar de ser su rival, la persona que le saca la paciencia con facilidad y que insulta a sus amigos, sabe y siente profundamente la bondad en su corazón, aquel que sólo demuestra con facilidad frente a su hermano menor. Pero algo que Kaiba no sabe es que Yuugi lo conoce más de lo que él se conoce a sí mismo, y que así como lo siente su eterno rival, también podría llegar a ser su amigo más leal, pues, así lo era Seth, su sacerdote anteriormente, o al menos eso le dijeron. Si tan sólo tuviera sus recuerdos, sería capaz de comparar aquella relación pasada con ésta del presente, para asegurar que éste mito es verdad.
-Ten un duelo conmigo.- Yuugi volvió a romper el silencio con una genuina sonrisa. Hubo un momento de suspenso antes de que el castaño orgulloso contestara. Sin embargo, antes de decir palabra, finalmente sus brillantes ojos reflejaron el rostro del muchacho. Kaiba lo miró a los ojos y nunca se había sentido tan bien de que eso sucediera.
Desde que Kaiba había visto a su rival contra aquel perro patético que deseaba escuchar esas palabras y nunca pensó que al escucharla de la boca del campeón su corazón latiría con tal rapidez que parecía que se escaparía de su pecho. ¿Estaba ansioso? ¿Feliz? ¡Qué importa! No se negaría ni aunque hubiera un mortal terremoto en éste mismo momento.
Pero tan orgulloso como era Seto Kaiba, no demostraría tal entusiasmo. –Qué modales.- Dijo irónicamente, provocando y esperando con ansias que Yuugi no perdiera la paciencia y dijera de nuevo sus palabras.
Yuugi no pudo evitar reír un poco. Típico Kaiba, siempre haciéndose el difícil. Se levantó de su silla y se posicionó frente a él, cruzando sus brazos. -¿Tendrías un duelo conmigo?- Preguntó con tal suavidad involuntaria que Kaiba se sintió un poco incómodo de que lo haya hecho sentir cómodo. Yuugi podría decir que su terco rival se ruborizó sí no fuera porque fue tan ligero que vagamente se notaba. Y además, era una locura que Kaiba se ruborice de tal manera. Eso nunca pasaría. ¿En qué estaba pensando?
Aun así, ver a Kaiba apartar su mirada con nerviosismo y apretar sus delgados labios al no saber cómo controlarse, resultó ser una reacción adorable a los ojos del otro Yuugi. Mantuvo la imagen en su memoria ya que esto no pasaría todos los días.
Kaiba volvió a mostrarse indiferente y caminó hacia el escenario junto con su rival. Al subir, escuchó el ligero susurro de Yuugi decir que daría lo mejor de él y Kaiba se juró a sí mismo que también lo haría. No pretendía ganar nada con este duelo, y si así era… ¿Para qué tendría un duelo con su rival? Si no esperaba ganar para superarlo, entonces, esto era por diversión. Kaiba no pudo evitar reír ante la palabra 'diversión', que extraña forma de describir este duelo que no define nada más que… ¿Qué define este duelo? Este enfrentamiento significaba algo para él y no sabía qué, pero no iba a distraerse. Aún tenía que ganar, no importa si es por diversión o lo que sea, él iba a ganar.
Kaiba volvió demasiado cansado de la convención, habían llegado demasiado tarde a su casa y el duelo le había sacado energía, sin contar que ya estaba cansado anteriormente. Mokuba no sufrió ningún peligro alrededor de los amigos de Yuugi y se veía bastante feliz, pero no estaba enterado de cómo lo había pasado su hermano mayor, pues no emitía muchos gestos durante el viaje y no le dijo casi nada, aunque Mokuba no necesitaba que su hermano le afirme con palabras el entusiasmo que sentía durante su enfrentamiento con el campeón. Fue tan natural que casi asusta.
Al entrar a la casa, Seto colgó vagamente su saco y se dirigió con pasos lentos a la habitación, Mokuba ilusionado, lo siguió. -¿Vas a descansar, hermano?- Estaba esperando con alegría que su hermano al fin cediera al cansancio pero su sonrisa se desvaneció así como apareció.
-No.- Dijo Seto simplemente. Mokuba detuvo sus pasos para asegurarse de que escuchó bien. ¿Dijo que no? Estaba loco, a este paso encontraría a su hermano mayor durmiendo encima del teclado.
-¿Por qué no? Hermano, estás a punto de desmayar.- El menor de los Kaiba también podía perder la paciencia cuando se trataba de su hermano mayor, estuvieron casi todo el día discutiendo sobre esto. Su plan no había funcionado.
-Tengo que seguir lo que interrumpí para ir a esa aburrida convención.- ¿'Aburrida convención'? Parecía haberla pasado muy bien con Yuugi. Habrá sido una ilusión.
Entonces Mokuba se preguntó si quizás no hubiera llevado a su hermano a esa convención, él estaría durmiendo plácidamente. O tal vez no. ¡Seto nunca descansaba correctamente!
Pero se resignó, con un "haz lo que quieras" se largó de la habitación de su hermano, quien estaba ahora sentado tecleando en su escritorio.
Su cabeza latía, escribía y escribía no sabiendo lo que hacía. Quizás no era tan buena idea seguir trabajando con tanto sueño, podría cometer algún error irremediable, pero no había tiempo, no tenía que parar o sus proyectos se arruinarían y todo por lo que había luchado se perderá torpemente. No quería preocupar a Mokuba, no quería preocupar a nadie, nadie debía preocuparse por él, si él sabía lo que hacía, no era estúpido. No arriesgaría su salud sabiendo que si hace tal cosa perdería todo de cualquier manera.
El ruido de la puerta rechinando causó que su cabeza pesara una tonelada. ¿Quién se atrevía a molestarlo a estas horas? Isono tenía que ser, pues no lo dejaba en paz hace unos minutos.
- Isono, ya te dije que no quiero nada. No me molestes. – Dijo sin mirar y con brusquedad, pero al escuchar la voz tierna de un niño, hizo su mejor esfuerzo por calmarse. Era Mokuba.
-Hermano, te traje un poco de café. Pensé que lo necesitarías.- Dijo la voz temblorosa de Mokuba, quien parecía completamente entregado al hecho de que su hermano no descansaría bien esta noche.
Seto sintió la calidez de su hermano, él no se había ido a dormir sabiendo que él estaría trabajando. Se ocupó de prepararle un café incluso. Así que lo mínimo que podía hacer era sonreírle en respuesta mientras tomaba la taza. – Sí no puedes con ellos, únete a ellos.- Seto murmuró aún con una sonrisa.
Mokuba se vio un poco atolondrado pero le devolvió una pequeña sonrisa.- ¿Eso se aplica a mí?- Y era la verdad, el pequeño ya estaba resignado, no discutiría con él. Se relajó al escuchar reír a su hermano mayor ante su comentario.
Observó atentamente cómo Seto tomaba y disfrutaba de su café, el niño suspiro de alivio y se lanzó de espaldas a la gran cama del castaño. A pesar de lo poco que estaba Seto en su cama, su aroma se sentía en las almohadas.
-¿Planeas dormir aquí?- Pregunta Seto sin mirarlo.
-Por supuesto, ya que tú no la ocuparás.- Dijo Mokuba con ironía.
Por supuesto que Seto iba a ocupar la cama, pero no era el momento, todavía tenía que terminar con algunas cosas y luego entonces se iría a dormir.
El tiempo pasaba y Seto no terminaba, podía sentir a Mokuba con su mirada penetrante esperando a que caiga exhausto. La taza sólo tenía una pequeña cantidad de café que ya no valía nada. Sus ojos y su cabeza ya no pesaban tanto, se sentía ligero pero ya no quería trabajar, quería dormir lo más pronto posible. Tenía que dejarlo.
Guardó el archivo en el que estaba escribiendo y cerró su laptop. Escuchó como Mokuba 'saltó' de la cama y con una sonrisa de oreja a oreja le ofreció la cama.
Se sentía raro, Mokuba tenía la fuerza para moverlo un poco, quería dormir pero no estaba agotado. Estaba mareado de alguna manera.
-¿Cómo te sientes?- Pregunta Mokuba tratando de ocultar su entusiasmo mientras lo ayudaba a sentarse en la cama.
No sabía cómo contestar, pero no lo pensó tanto y las palabras rodaron fácilmente de su lengua.-Relajado.- Y quizás era así como se sentía, la preocupación e inquietud que suele sentir había desaparecido.
La sonrisa de Mokuba se amplió. –Duerme bien, hermano.- Dijo al ver que Seto apoyaba su cabeza en las almohadas, ya preparado para dormirse en cualquier momento.
Algo lo detuvo de cerrar los ojos, quería hablar con su hermano, había algo que quedó en su cabeza y ahora se sentía en condiciones de preguntar sin preocupaciones. –Mokuba.- El muchacho se volteó sorprendido. Su hermano menor era todo oídos y sin embargo, Seto se rehusó a aclarar una duda importante por una demasiado básica. Le estaba costando decidir. - ¿Cómo estás? – Unos segundos de silencio rodeando la sala. La pregunta de Seto dejó atónito a Mokuba.
- Yo…- Comenzó a decir tartamudeando. ¿Acaso lo escuchó bien? –Estoy bien, hermano.- Contestó con dificultad. ¿Por qué le había preguntado algo así ahora?
Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Seto y se levantó un poco sólo para abrazar a su hermano menor. -¿Tú cómo estás?- Preguntó Mokuba con la voz ahogada en el hombro de su hermano.
-Bien. De hecho, muy bien.- Contestó. Su voz sonaba suave.
-¿Y cómo estuviste en la convención? Casi no te vi.- Mokuba siguió preguntando. Tenía que probar a éste Seto relajado que lo tomó por sorpresa.
Parecía pensativo, como si dudara de dejar salir las palabras, pero sin embargo, volvieron a salir con facilidad. –No fue la gran cosa, Mokuba. – Dijo Seto, sonando como el hermano arrogante que Mokuba conoce.-Pero…-
-¿'Pero…'?- Insistió Mokuba. Él ya sabía por dónde venían sus dudas. Se alejó un poco de él para ver mejor su rostro y reflejaba que sentía mucha confusión.
-Al final no la pasé tan mal.- No eran palabras que normalmente sonarían de la boca de su hermano, pero Mokuba ya lo conocía demasiado para saber qué era lo que pasaba por su cabeza, o más bien… quien pasaba por su cabeza.
Cruzado de brazos le sonríe con incredulidad.- Es por Yuugi.- Dijo con seguridad. Sabía que ese entusiasmo no lo imaginó. Su hermano mayor estaba prácticamente feliz al enfrentarse a su rival. No había nada que los desanimara.
Seto se ruborizó al escuchar tal nombre. ¿Se ruborizó? Mokuba no podía creer lo que estaba viendo. ¿Por qué se avergonzaba tanto? Cualquiera se emocionaría al encontrar un rival digno, pero… ¿Había algo más?
-Mokuba…- El muchachito estaba impaciente por escuchar lo que iba a decir. No le importaba si no dormía en toda la noche, esto lo iba a aprovechar. –No sé qué pasó hoy pero, me sentí muy cómodo a su lado.- El tema salió con demasiada facilidad y sin embargo, parece como si le costara la vida tener que hablar de ello. Mokuba comprende que Seto no sabe manejar sus sentimientos a la perfección y que le sería sencillo ahora que estaba relajado, por lo menos resolverían sus dudas.
Cuando Mokuba estuvo a punto de hablar, Seto lo interrumpió.- Sin embargo, no es… No es él.- Entonces fue que el menor de los Kaiba le costó procesar aquellas palabras. Seto sabía complicar las cosas, pero lo remedió enseguida. – Es como si hubiera otra persona dentro de él.- La idea le asustó a Mokuba e incluso Seto se sentía loco al decirlo. Eso era completamente imposible, ¿verdad?
Ambos recuerdan haber escuchado en Ciudad Batallas que Yuugi les confesó que él era el alma de un faraón de tres mil años de antigüedad dentro del cuerpo del joven. Seto no lo quería creer, era demasiado. Y aun así, no lo pudo evitar, podía ver a otra persona cada vez que lo miraba, en los duelos, en cada problema que estuvieron juntos. Su ceño fruncido, su voz firme y esa sonrisa arrogante, eso era lo que le resultaba interesante de él y precisamente no le pertenecía al Yuugi amable, sensible y bondadoso. Eran distintos y Seto lo podía sentir. Entonces… Él se sentía cómodo con el otro Yuugi.
-Bueno, hermano, es verdad que hay 'otro Yuugi' alrededor de ellos.- Mencionó Mokuba un poco dudoso, pues a él le costaba menos que a su hermano creerlo pero de todas maneras le costaba. Escuchaba a los amigos de Yuugi mencionar que había otro Yuugi y todavía recordaba esa confesión en Ciudad Batallas. Explicaría los cambios de actitud del joven duelista. - ¿Crees que sea verdad? –
Seto sacude ligeramente su cabeza. – No lo sé. – Dijo vagamente mientras volvía a apoyar su cabeza en las almohadas y la cubría ligeramente con el cobertor. –Sólo sé que me gusta estar con él.- Murmuró, llegando a los oídos de su hermano menor. Si no hubiera estado tan cerca quizás no lo hubiera escuchado y, oh, de lo que se hubiera perdido al no escucharlo.-El otro Yuugi…- Susurró con una pequeña sonrisa.
-¿Quieres decir que te gusta, hermano?- Preguntó Mokuba sin dudar pero era demasiado tarde, su hermano mayor ya se había quedado dormido. ¿Qué fue todo eso? No estaba soñando, prácticamente Seto Kaiba dijo que le gustaba el otro Yuugi, más bien, admitió que había otro. Fueron demasiadas rarezas en una sola noche. Mokuba también necesitaba descansar, pero no se olvidaría de esto.
Pasaron varios días de aquella confesión y dos para el cumpleaños de Seto Kaiba. Mokuba ya tenía preparada su jugada, el mejor regalo que podía darle o al menos, el que él pensaba que era el mejor para Seto. El menor no iba a olvidar aquella confesión tan importante e iba a hacer uso de ella para cambiar el rumbo de la vida de su hermano mayor. Así estaría feliz, así volvería a sonreír.
Mientras Kaiba estaba en la oficina, el muchacho se tomó la libertad de ir a la tienda de juegos donde Yuugi y su abuelo trabajaban. Tomó valor para lo que estaba a punto de hacer.
Yuugi con su sonrisa amable le atendió a la puerta, estaba junto con Jounouchi, Honda y Anzu. Siempre lo saludaban amistosamente, y por la cara que llevaba el muchachito, pensaron que venía a pedirles ayuda. No la ayuda que ellos pensaban, pero si la necesitaba.
Se reunieron en la sala de estar de la casa del joven duelista. Mokuba no estaba para nada nervioso, sabía que por lo menos una persona lo entendería y sabía quién sería exactamente. -¿Acaso ocurrió algo malo con tu hermano, Mokuba-kun?- Preguntó Anzu con ternura mientras le alcanzaba una taza de té. Mokuba sacudió la cabeza para negarlo.
-Vine a pedirles un favor.- Dijo el menor de los Kaiba.
-¿Es por su cumpleaños?- Dijo Yuugi con interés. Mokuba se los había mencionado en la convención y Yuugi no olvida tal detalle, sobre todo cuando intenta hacer amistades con Kaiba.
Mokuba se detuvo a observar las facciones del rival de su hermano. – No es 'el otro Yuugi'.- Pensó el muchacho al notar el rostro amable del campeón.
-¿¡Y a quién le importa el cumpleaños de ese ricachón!?- Exclamó Jounouchi en tono burlón mientras se sentaba en el apoya brazos del sillón. Mokuba ignoró aquel comentario y siguió con su objetivo.
-Necesito regalarle algo que sólo ustedes me pueden dar.- Dijo al tomar un sorbo de té. Los demás se quedaron pensativos, manteniendo el silencio por unos segundos.
-¿Qué podría querer Kaiba-kun?- Preguntó Anzu.
Entonces, una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en el rostro de Mokuba y levantó su dedo índice para señalar a Yuugi, quien lo miró confundido.
-¿¡Queeé!? ¿¡Quiere otro duelo!?- Preguntó Honda atolondrado. Mokuba sacudió impacientemente su cabeza para negar de nuevo.
-Lo quiere a él. A Yuugi.- Dijo manteniendo su sonrisa. – Más bien, al 'otro' Yuugi.- Otro silencio incomodo se desarrolló en la sala.
-No comprendo,- Comenzó a decir Jounouchi torpemente, pero antes de seguir cuestionando las intenciones del pequeño, el antes mencionado apareció lanzando un destello en el rompecabezas.
Esa mirada que asustaba estaba ahora en el rostro del joven duelista. –Al fin apareces, 'otro Yuugi'.- Mokuba pensó triunfante.
-¿Qué quiere Kaiba de mi exactamente?- Pregunta el otro Yuugi con su tono amenazante y su ceño profundamente fruncido.
-Puedo pensar en muchas cosas, Yuugi, y sin duda no sabría cómo contestarte esa pregunta.- Dice Mokuba en su cabeza, sabía que su hermano quería estar con el otro Yuugi pero no sabía cuáles eran sus sentimientos por él para describirlos a la perfección. Sin embargo, siempre pudo notar cierto interés y cariño que podría llegar a tener por su rival. Quizás… ¿Quería una amistad?
-¿Y cómo es que quiere al 'otro' Yuugi sí nunca creyó en eso?- Pregunta Honda con sospechas.
-No lo sé, sólo sé que hace unos días me había dicho que le gustaba estar con el 'otro' Yuugi. Se veía muy pensativo con respecto a ese tema.- Dijo Mokuba con simpleza, pero Yuugi no lo tomó con sencillez. Su corazón pesaba una tonelada al escuchar tal cosa, y sentía sus mejillas arder. ¿Qué le estaba pasando?
-Yo creo que Mokuba-kun está diciendo la verdad.- Le dice una voz que sólo el otro Yuugi podía escuchar, era su compañero, Yuugi mismo.
-Compañero…- La voz del faraón sonaba temblorosa. ¿Cómo era posible que Kaiba dijera semejante cosa? ¿Y por qué quería creer eso?
-Se veía muy feliz contigo en aquella convención.- Le dijo Yuugi con ternura. –Otro yo, creo que deberías pasar el rato con él y comprobarlo por ti mismo. – Las palabras de su compañero sólo dejaron aún más confundido al faraón. Yuugi podía ser demasiado confiado, no era posible que sea verdad.
-Soy su rival, no hay manera que él y yo podamos llevarnos de otra forma.- Le contestó el faraón completamente resignado.
-Sé que tú quieres que sea distinto…- Le murmuró su compañero y sólo sintió su corazón latir con rapidez.-Sé lo que sientes por él.- Yuugi y el faraón compartían cuerpo y sus mentes estaban conectadas, ambos conocían cada detalle de cada uno y no se les escapaba ningún sentimiento, así que era obvio que Yuugi se diera cuenta, sin embargo, ni siquiera el faraón tiene en claro qué es lo que siente por su rival. ¿Respeto? Quizás. ¿Amor? No lo sabe. Sólo sabe que quisiera con todo su corazón que establecieran una relación completamente normal y amistosa, que Kaiba fuera capaz de confiar en él. No podía evitar preocuparse, ni tampoco irritarse, ni tampoco dejaba de pensar en él y Yuugi sabía todo eso. Yuugi sabía lo bien que el faraón se sintió al enfrentarse amistosamente a su rival en un duelo, sin nada en juego.
-Kaiba y yo…- Trató de pensar en lo inimaginable, ¿él cerca de Kaiba? Qué locura, no puede ni tomar su mano. No hay posibilidad que pueda sobrepasar esa barrera de rivalidad que el orgullo de ambos construyó.
-¡Vaya! ¡Pero si te has puesto como un tomate!- Exclamó Mokuba entre risas al observar el rostro ya no tan firme del faraón. Sus mejillas rojas delataban una expresión no tan cómoda.
-Déjate de rodeos, Mokuba, explícanos la situación.- Demandó Jounouchi tratando de no distraerse por la alarmante reacción de su amigo.
Mokuba sacudió sus manos y relajó su espalda en el respaldo del sillón, aclarando su garganta y comenzó a hablar. –Como mi hermano trabaja sin descanso, yo lo obligué a ir a esa convención. Cuando llegamos a casa, mi hermano insistía en seguir trabajando, por lo tanto, yo no tuve más remedio que colocarle un par de calmantes en su café.- Se detuvo para reír desvergonzadamente.-Entonces es cuando comenzó a parlotear con ternura y mencionó que la convención dejó de ser aburrida gracias al otro Yuugi. Dijo que había notado como es que Yuugi era otro en estas situaciones y que era 'ese otro' el que lo hacía sentir bien.- Mokuba observó con detalle las reacciones del faraón. Sin duda parecía sentir algo por su hermano, era definitivo. Él también se ve distinto al lado de su rival, y al escuchar esto, su rostro se tiñó de rojo, sus labios apretados y su mirada yendo para cualquier lado. Estaba incómodo.
Entonces Jounouchi sólo contestó con una carcajada al igual que Honda. – ¡Ya lo puedo imaginar!- Dijo el rubio entre risas. Anzu les lanzó una mirada penetrante para callarlos. Esto era serio. Sí Kaiba de verdad sentía algo por el otro Yuugi, entonces, no deberían burlarse.
-Entonces, ¿a Kaiba-kun le gusta el otro Yuugi? – Preguntó Anzu inocentemente. Mokuba sacudió su cabeza.
-No lo sé, eso fue lo único que me dijo, y al día siguiente no recordaba nada y si le decía algo, moriría de vergüenza y a mí me haría la tarde imposible. Hasta ahora, él no sabe de esto.- Contestó el muchachito.
Anzu se detuvo a mirar a su amigo, el protagonista de este problema, quien se veía demasiado confundido, como si estuviera mareado, intentando todavía procesar todo lo que escuchó. -¿Tú qué opinas, Yuugi? – Preguntó suavemente para llamar su atención. Pues, él era el involucrado y tenía que decir algo al respecto, antes de tomar cualquier decisión.
Al escuchar su nombre, levantó rápidamente su cabeza y miró a los ojos a la muchacha, quien tenía una mirada de preocupación.
¿Qué debía opinar? No sabía sí era cierto. Sus sentimientos también corrían riesgo. Era el momento de la verdad, en que el faraón se cuestionaría demasiadas cosas con respecto a Kaiba, en que pondría a prueba su corazón para poner a prueba el de su rival. ¿Acaso saldría perdiendo ésta vez?
-¿Cuál es tu plan, Mokuba? – Preguntó el faraón, pues, el chico no vino hasta aquí sólo para decir eso, estaba en sus ojos.
-El 25 de octubre es el cumpleaños de mi hermano, y quisiera regalarle un tiempo contigo.- Mokuba dijo seriamente, preocupado por la respuesta del campeón.
El faraón tragó saliva y mordió sus labios. -¿Cómo funcionaría eso?- Preguntó, pues sabía que no sería tan simple.
-Tendrás que estar con él por dos días y le servirás.- Dijo Mokuba casi demandante, sonando muy orgulloso. El faraón dejó de pensar tanto y sintió como su parpado temblaba. ¿Servirle? ¿Al caprichoso de Kaiba?
-De ninguna manera, Mokuba. Esto debe ser una broma.- Dijo el faraón tratando de ser diplomático.
-Será divertido, otro yo.- La voz sonó dentro de él, ¿acaso Yuugi estaba de acuerdo?
-Compañero, no le serviré a Kaiba, ni tampoco me ataré a él las 24 horas del día.- El faraón le contestó indignado.
-Vamos, sé que quieres. Además, no serán 24 sino 48 horas. ¿Qué te parece?- Yuugi parecía estar disfrutando esto. –Si consigues que Kaiba-kun abra su corazón, lo demás será pan comido, hasta no querrán alejarse uno del otro.- Comenzó a reír un poco. Si, definitivamente lo estaba disfrutando. Y el faraón no pudo evitar ruborizarse de nuevo.
-Compañero, no lo haré.- Dijo con firmeza.
-Entonces, tendré que obligarte.- Las palabras de su compañero dejaron atónito al faraón. ¿Por qué Yuugi insistía tanto?
No tuvo tiempo de discutir, porque ahora se encontraba de nuevo dentro del rompecabezas. Yuugi había cambiado a propósito. ¡Iba a tomar la decisión por él!
-De acuerdo, Mokuba-kun, mi otro yo estará con Kaiba-kun.- Dijo Yuugi con orgullo, casi como si fuera una meta por cumplir. Mokuba se sorprendió al ver que Yuugi cambió de repente. Le costaba acostumbrarse. Sin embargo, sonrió sin quejas.
-No confío en dejar a mi amigo a solas con alguien como Kaiba, pero si Yuugi lo aprueba, no tengo nada más que decir. – Dijo Jounouchi con resignación. El rubio desconfiaba plenamente en Kaiba y no le importaba si quería saltar por un jardín de flores, no se quedaría tranquilo al saber que su mejor amigo estaría con un cretino como Kaiba, aun cuando el mismo Yuugi insiste en que hay un lado bondadoso y humilde en él. A pesar de estar en contra, él siempre apoyará ciegamente las decisiones de su amigo. Lo mismo que Honda y Anzu.
-Iré a buscarte ésta noche, quiero sorprenderlo en la mañana. No te vayas a dormir.- Dijo Mokuba al prepararse para irse, su tono de voz era demasiado acelerado, Yuugi no era el único que le parecía divertido este plan. Los amigos del faraón también les resultaba interesante pero desconfiaban un poco de las intenciones del presidente de Kaiba Corp.
El joven duelista lo despidió con una sonrisa y en la sala sólo quedaron sus amigos, quienes todavía procesaban todo lo sucedido. - ¿Le crees?- Preguntó Jounouchi mientras se acariciaba la sien con la punta de sus dedos.
Yuugi no podía sentirse más feliz, tenía un buen presentimiento en todo esto. Siempre quiso que su otro yo tenga libertad, además, quería llevarse bien con Kaiba, sabía que su otro yo era la única persona capaz de entenderlo y hacerlo entrar en razón. Yuugi era consciente del vínculo entre el faraón y Kaiba, y que también eran demasiado orgullosos como para admitirlo. Esta es una oportunidad única.
-¡Por supuesto! ¿No es obvio? – La respuesta sorprendió un poco a los presentes en la sala.
-Bueno, es verdad que Kaiba-kun se veía interesado en el otro Yuugi.- Comentó Anzu llevando su mano al mentón de manera pensativa. –Pero no creo que sea un interés amistoso.-
-Más bien obsesivo. Yuugi no te confíes.- Añade Honda. Yuugi aun así se mantenía firme a su decisión.
El joven duelista sacudió su cabeza.-Kaiba-kun y mi otro yo tienen una relación complicada, que no es peligrosa para ninguno de los dos, sino positiva.-
El rubio chasqueó su lengua. – Ninguna relación con ese cretino puede ser positiva.- Comentó Jounouchi.
Yuugi comprende la desconfianza de sus amigos y sobretodo el de Jounouchi, pero no pudo evitar reír al notarlo, suele olvidar que él es el único capaz de escuchar los sentimientos del faraón ya que compartían un mismo cuerpo.
-Jounouchi-kun, sé que Kaiba-kun en el fondo puede llegar a ser una buena persona. – Dijo Yuugi con seguridad.
-¿Qué te hace decir eso?- Le pregunta Honda secamente.
-Kaiba-kun demuestra ser un duelista respetable a los ojos de mi otro yo, además, cuando de Mokuba-kun se trata puede hasta entregar su vida si es necesario.- Contestó recordando el Reino de los Duelistas, cuando amenazó con suicidarse si perdía el duelo. No estaba siendo caprichoso ni ambicioso, sino que tenía que salvar la vida de su hermano. Tampoco olvidará aquella vez que salvó la vida de Anzu, cuando Marik poseía a Jounouchi, obligándolo a tener un duelo a muerte contra su amigo.
-Entiendo que exista una posibilidad de que seamos amigos con Kaiba-kun pero, no veo la necesidad de tener que hacerlo su sirviente, Yuugi.- Anzu habló casi con indignación. Yuugi no pudo evitar reír de nuevo.
-Porque si fuera una simple salida amistosa, acabarían peleando y no se volverían a ver. En cambio, si están obligados a convivir dos días, quizás haya un avance en su relación.- Contestó con simpleza. A Yuugi no le importaba la mirada dudosa de Anzu, o los gruñidos de Jounouchi y Honda, sabía que todo saldría bien al final. –Son demasiado orgullosos, pero esto funcionará. Ya lo verán.-
El faraón nunca se había sentido tan nervioso. Esta vez, Yuugi no estaba de su lado, y lo peor de todo, lo obligaría a tomar una decisión. Él hubiera aceptado salir con Kaiba, pero no tiene por qué estar dos días conviviendo con él. Sería agotador.
Quería estar con él de otra manera, la idea de conocerlo mejor era interesante. Que haya una oportunidad de establecer una amistad con su rival era intrigante. Estaba dispuesto a realizar el desafío de abrir su corazón. Pero tener que ser su 'sirviente' era un plan insulso. Seguramente Yuugi se ocupó de que ése plan no se lleve a cabo, podría estar a favor de que conviva con su rival y no por eso aceptaría algo tan tonto como ser sirviente de Kaiba.
Frío, mucho frío, tenía un mal presentimiento, sus piernas temblaban. Yuugi no lo dejaría solo, ¿verdad?
Abrió sus ojos y escuchaba la voz de un niño llamarlo. ¿Por qué Yuugi lo dejó salir del rompecabezas? ¿Había un problema?
Estaba parado, el ambiente era frío, no llevaba el uniforme ni el pijama de Yuugi. Enfrente un espejo lo reflejaba vestido con un chaleco negro y una camisa blanca elegantemente arreglada junto unos pantalones de vestir que combinaban con el chaleco. A su lado… ¿Mokuba? Tenía un frasco de perfume, el cual no dudó ni dos segundos en echarle una gran cantidad en todo su cuerpo.
La habitación en la que estaba era inmensa, una gran ventana cubierta por unas cortinas finas y blancas. La luz del sol era casi inexistente todavía. Sólo se escuchaba la voz de Mokuba y la propia respiración del faraón, quien comenzaba a sentirse mareado y confundido.
-Vamos a despertar a mi hermano.- Dijo Mokuba con alegría mientras tiraba del brazo del duelista, quien atolondrado se suelta con brusquedad.
¿Despertar… a Kaiba?
- ¿Dónde estoy? – Logró pronunciar el faraón. Yuugi nunca lo llamaba sin avisar, tenía que hablar con él.
Al llevar su mano hacia el rompecabezas sólo pudo sentirla chocar contra su pecho, pues no había nada colgado alrededor de su cuello, ni siquiera el rompecabezas. No había notado que el menor de los Kaiba llevaba en su mano aquel artículo. ¿Por qué?
-Oh, el 'otro' Yuugi.- Dice Mokuba con una sonrisa maliciosa. El faraón no pudo evitar levantar una ceja ante tal expresión. – Yuugi y yo hicimos el trato de que estarías aquí conviviendo por dos días con mi hermano. Ahora mismo irías a despertarlo.- Esto último lo dijo guiñando un ojo.
El faraón pestañeó varias veces mientras procesaba lo que sucedía. –Entonces, estoy en su casa.- 'Mansión' fue lo primero en lo que pensó, pero quería sonar sutil. –No tengo que 'servirle', ¿verdad?- Dijo con las esperanzas de que la respuesta sea 'no', sin embargo, cayeron destrozadas al ver la reacción del muchachito.
-¡Por supuesto que tienes que servirle! ¡Ese fue el trato!- Le aclaró sacudiendo el rompecabezas. – Si no lo haces, deberás esperar otro día más para que te devuelva esto. Ése fue el trato que hicimos con Yuugi.- Dijo como si fuera algo obvio.
El otro Yuugi no podía sentirse más indignado. Despertó en un lugar desconocido, haciendo no sabe qué, sin previo aviso de su compañero. Además que firmó un contrato sin haber tocado la pluma.
Suspiró. No será tan malo. Serán sólo dos días… Sólo dos días.
Mokuba se acercó a su oído y le susurró algo que tenía que decirle a Kaiba cuando lo despertara.
Sus ojos se abrieron como platos, su pecho se cerró, sentía como si le faltara el aire. Que humillante. Pero… Serán sólo dos días.
Faltaba un día para el cumpleaños del castaño, quien dormía con cierta dificultad ya que empezó a sentir un peso entre sus piernas y algo que lo sacudía con fuerza.
-No molestes.- Pensó o murmuró, no lo sabe, su cabeza pesaba y rogaba por descanso. Sin embargo, con cierta dificultad, abrió los ojos y vio nada más y nada menos que a Yuugi. Cerró los ojos para luego de unos segundos, volver a abrirlos completamente. ¡Era Yuugi! Su pecho pesaba y sus piernas temblaban con debilidad. ¿Acaso era otro sueño? Se sentía tan real.
-Buenos días, Kaiba.- Murmuró Yuugi con desanimo, sentado encima de las piernas de su rival, quien le echó un ojo despierto para observar con detalle la expresión del duelista, que tenía sus mejillas teñidas de rojo y evitaba el contacto directo con los ojos azules del recién despertado. Sus manos las apoyaba en sus propias piernas y arañaba la tela de sus pantalones, intentando no tocar siquiera la rodilla de Kaiba.
Una mano pequeña golpeó el hombro de Yuugi. Era la mano de Mokuba, se había acercado a susurrarle algo, casi como sí lo regañara, aun cuando tenía una sonrisa divertida. Entonces fue que pareció temblar un parpado de Yuugi y apretó aún más el puño que sostenía sus propias piernas. Kaiba pudo sentir como se tensaba encima de él.
El faraón suspiró. –Seto-sama.- Tartamudeó en un tono demasiado bajo, con su ceño profundamente fruncido y mordiendo su labio tratando de ocultar su vergüenza. ¿Qué estaba pasando? Kaiba arqueó una ceja y miró fijamente a su hermano pequeño que se reía por lo bajo.
¿'Seto-sama'? ¿¡'Seto-sama'!? ¿Acaso su gran y arrogante rival acaba de llamarlo 'Seto-sama'? ¿Qué clase de juego estaba jugando? Además, sentado encima de sus piernas, podía sentir la calidez y el peso de su cuerpo en sus rodillas.
Tomó la almohada más cercana y usó sus primeras fuerzas para lanzarla a la cara del duelista. El faraón la detuvo con rapidez y tiró de ella, casi haciendo que Kaiba perdiera el equilibrio.
-Ni se te ocurra, Kaiba. Que a partir de estos dos días seré tu sirviente y a los sirvientes se los protege.- Le dijo el otro Yuugi con el corriente tono firme y amenazante. De ahora en delante debía aceptar su rol en esta gran mansión.
-¿Qué pretendes?- Preguntó Kaiba con brusquedad, sin apartar la fiera mirada hacia su rival.-No necesito de ningún sirviente, y mucho menos si eres tú.- Su rabia le hizo olvidar que Yuugi aún seguía encima de él y que a sus rostros le faltaban poco para rozarse de lo cerca que estaban, tan es así que pudo sentir el aroma de uno de sus perfumes sobre el duelista que tanto lo irritaba. Esta sensación placentera de tenerlo tan cerca la sacudió de su cabeza empujando al joven duelista contra el suelo de madera. El ruido de su delgado cuerpo chocando contra el piso no le movió ni un pelo al furioso castaño.
Las palabras de Kaiba rebotaron en la cabeza del faraón mientras sentía todo su cuerpo sacudirse ante el impacto de la caída. Estaba gozando de alivio al ver el rechazo de Kaiba, quizás Mokuba recapacite al notar la reacción negativa de su hermano. Al recuperarse del dolor, el faraón se volteó a mirar a Mokuba, quien… ¡todavía sonreía!
-No tienes remedio, hermano.- Dijo el muchachito sacudiendo su cabeza, sin vergüenza alguna. Kaiba le hizo un gesto para que se acerque y comenzaron a susurrar.
-¿Qué es esto, Mokuba?- Le preguntó sin querer ocultar su molestia.
El pequeño todavía no borraba su alegría. –Es tu regalo, hermano.- Los ojos de Kaiba se abrieron como platos. Se acarició la sien deseando que fuera una broma de mal gusto. -¡Vamos! ¿Acaso no quieres que él sea tu sirviente por dos días? Él hará lo que tú quieras, hermano. Estará a tu disposición por dos días.- Mokuba intentó hacer énfasis en los 'dos días'.
-Sí, Mokuba, sé a lo que significa cuando dices que alguien será mi sirviente.- Dijo levantando su mano con impaciencia. –Pero esto es inusual.- Kaiba observó a Yuugi, quien ya se había levantado. Notó que andaba bien vestido, quizás para la ocasión o lo que quedaba del día. Quería acostumbrarse a la idea de que su rival, aquel irritante duelista estará disponible para él por aproximadamente 48 horas. ¿Por qué Mokuba ofrecería semejante cosa?
Sin embargo, pensándolo bien, podrá controlar lo que hace, será capaz de provocarlo para que haga lo que él quisiera, lo que sea. Estará lejos de sus empalagosos amigos, no podrá estar con su querido Jounouchi. La idea era tan tentadora que Kaiba no tuvo vergüenza de sonreír un poco, lo que alteró al joven duelista.
-¿Aceptas? ¿Hermano?- Insiste Mokuba maliciosamente.
Por supuesto que aceptaría mantener a su rival lejos de esos patanes y sobretodo, que esté a su servicio. A pesar de haberlo negado hace un minuto, al pensarlo por segunda vez, se enteró de los beneficios.
-Vasallo, prepárame ropa limpia. Tengo que ir a trabajar.- Kaiba dijo apuntando a Yuugi, disfrutando su prepotencia.
-Ah, nada de eso. Ni hoy ni mañana irás a trabajar.- Mokuba le apuntó casi olvidándose que él era el hermano menor. Kaiba no pudo evitar reír suavemente mientras con incredulidad arqueaba una ceja observando la torpe sonrisa de su hermanito.
-Vasallo, la ropa.- Ordenó el castaño con insistencia, ignorando la expresión de indignación que tenía su rival. Mokuba se posicionó frente a su hermano mayor, borrando su sonrisa y formando un ceño fruncido.
-¿No escuchaste lo que dije? No irás a trabajar.- El faraón observaba la lucha de quién era más prepotente y se preguntaba sí esto pasaba todas las mañanas en esta mansión. Quizás era su oportunidad para tomar el rompecabezas e irse, pero, Mokuba todavía tenía el rompecabezas en su mano. El pequeño estaba controlando la situación de ambos.-Tienes prohibida la entrada a Kaiba Corp., y tu laptop fue confiscada.- Al escuchar esto, Kaiba chasqueó la lengua.
-¿Qué clase de broma es ésta, Mokuba?- El mayor de los Kaiba comenzó alzando la voz. –Sabes que no puedo dejar abandonados los proyectos así nada más.- La corporación debía mantenerse en constante movimiento con cada proyecto llevado a cabo, y Kaiba era quien los controlaba, sí llegaba a faltar un solo día, perdería el manejo de la situación y todo su esfuerzo sería en vano. Mokuba sabía eso.
-No por nada soy el vicepresidente, hermano. Confía en mí.- Dijo el pequeño con orgullo. Kaiba no estaba muy convencido con la idea, pero era interesante poner a prueba a Mokuba, sin embargo perderá la oportunidad de manejar unos trabajos como él los tenía planeados y no iba a dejarle un peso tan grande a su hermano menor. Kaiba no podía negar que estuviera cansado, que si no hubiera nada más que hacer, sólo dormiría. Y la presencia de Yuugi en su mansión, llamándose a sí mismo sirviente, era muy tentador. Se veía tan frustrado y confundido, sus ojos que lo miraban con rabia. Sabía que su rival estaba buscando la oportunidad para escaparse, pero Kaiba no dejaría que eso pase. El faraón—Yuugi- no se escaparía de sus manos.
-Como sea.- Murmuró a regañadientes sin darse cuenta que se había quedado unos segundos mirando los brillantes ojos de su 'sirviente'.
Mokuba aplaudió victorioso, apurándose para salir de la habitación. –Sabía que no te negarías, hermano. Ahora mismo iré con Isono y verás que no te fallaré.- Antes de dar un paso más para irse, volvió a mirar a ambos duelistas. – Recuerda que ahora Yuugi está a tu disposición. – Luego de guiñar su ojo, se va corriendo antes de que cualquiera pueda decir algo.
El faraón no podía sentir nada más que humillación, Kaiba lo había llamado 'vasallo' y ahora estaría solo con él en la habitación, seguramente recibiría ordenes hasta caer exhausto y aun así, seguiría recibiendo más órdenes. Serán dos días muy largos y el 'otro' Yuugi, no le encuentra un sentido alguno a éste espectáculo. No podía dejar que Mokuba se quedara con el rompecabezas.
Antes de que Kaiba vuelva ridiculizarlo con un sobrenombre, el faraón salió a las corridas a buscar a Mokuba, quien aún llevaba en sus manos el artículo del milenio.
-No puedes quedarte con él.- Dijo el duelista señalando torpemente el rompecabezas en las pequeñas manos del muchacho, quien comenzó a reírse.
-Está en el trato, 'faraón'. No te preocupes, te lo devolveré a los dos días.- Dijo con malicia. Mokuba observó con detalle al artefacto en sus manos, notando un poco lo pesado que era, y como llamaría la atención en las oficinas de Kaiba Corp. –Aunque, estaría mejor en manos de alguno de tus amigos. – Agregó pensativo.
El faraón sintió su pecho desinflarse de alivio. Sería pan comido convencer a sus amigos de que le devuelvan el rompecabezas, pues no se veían muy convencidos de la relación con Kaiba. –Jounouchi.- Pensó sin dudar, él era quien más la llevaría la contra a cualquiera de los Kaiba.
-Se lo daré a Anzu.- Decidió el muchacho con simpleza.
-¡No!- Exclamó el faraón repentinamente. –Tiene clase de danza y será un peso para ella.- El duelista pensó la excusa con rapidez, sin saber si era verdad, apostando todo y con esperanzas de que el pequeño le creyera.
-Entonces, ¿a quién se lo doy?- Preguntó impaciente.
-Jounouchi.- El faraón contestó con seguridad, tratando de evitar que una torpe sonrisa llena de ilusiones se dibuje en su rostro. Mokuba mordió su labio, pensando en la mala relación que existe entre su hermano y el rubio, pero recuerda que dijo que no se iba a oponer, entonces…
-Está bien. Tu tesoro estará a salvo con él. No vayas a pedirle que te lo dé.- Mokuba le dio la espalda a quien ahora rebalsaba de alegría. Faltaría poco para encontrar una oportunidad de llamar a Jounouchi y pedirle el rompecabezas.
Volvió a la puerta de la habitación de su rival, para mirar sí tenía la suerte de que se encontrara dormido pero antes de poder tocar el picaporte, una fuerza brusca abre la puerta y revela la figura alta y provocativa de Kaiba. El faraón pudo notar la diferencia de altura al enfrentarse a él, su cabeza no llegaba a los hombros del castaño. Sin embargo, no había manera de que Kaiba sea una amenaza para él. Sus ojos azules lo reflejaban pero no demostraban odio, ni rabia, se veían calmados.
-A desayunar, vasallo.- Dijo sin más.
El faraón no pudo evitar hacer una mueca ante el sobrenombre. Que fuera su sirviente no le daba el derecho de llamarlo como quisiera. Se merecía respeto.
Caminaron por los pasillos iluminados por el sol que poco a poco salía. Eran amplios, no se podía negar que había ventanas y muchas puertas. El faraón resistió a la tentación de abrirlas todas. Sacudió su cabeza, abandonando su fascinación por la decoración de la mansión y concentrándose en encontrar un buen momento para salir a buscar a Jounouchi.
Llegaron a la cocina, la cual también era bastante amplia, y una pequeña ventana con cortinas que iluminaba el piso de cerámica. Todo se veía tan limpio y reluciente, que era cómodo el simple hecho de pensar en sentarse a admirar la mañana en la cocina solamente.
Notó que Kaiba lo ignoró durante todo el camino y tiempo que estaba en la cocina, hasta se había preparado su propio café, casi como si fuera una rutina. Su rival estaba aún en pijamas cuando él no podía estar más formal. Le resultaba inusual verlo tan casual que la idea lo hacía temblar.
-Pensé que era tu sirviente.- El faraón rompió el hielo con ironía, apuntando al hecho de que Kaiba se preparó su café sin pedirlo antes.
Con la luz solar, el faraón podía observar con más detalles las ojeras de su rival, causando un nudo de preocupación en su garganta.
-Sólo yo sé cómo me gusta mi café.- Contestó con soberbia mientras se sentaba en una de las sillas que acompañaban a una mesa redonda.
El faraón no pudo evitar mirarlo con curiosidad, a pesar de ser su 'vasallo' como tanto dice, en realidad no le agrada que le sirvan. Pero no le sorprende, estuvo mucho tiempo enfrentándose a Kaiba como para conocer cada detalle de su personalidad.
Sonrió al pensarlo. –Tan testarudo.- Dijo en su cabeza, sin apartar sus ojos del castaño.
Kaiba notó que lo miraban y su incomodidad aumentó.- ¿Qué me ves? ¿Acaso esperas que te prepare tu café, vasallo?- Apuntó con impaciencia.
El faraón suspiró.-No soy tu vasallo, Kaiba, no creas que tienes poder sobre mi sólo porque estaré aquí para 'hacerte favores' por dos días.- Finalmente le planteó. Kaiba no fijó su mirada en él, demostrando indiferencia.
-Estás para servirme, vasallo, no me reclames.-
-No soy 'vasallo', soy Yuugi, 'Yuugi'.- Insistió el faraón mientras se apoyaba en la mesa para enfrentar al impasible de Kaiba, quien aún no lo miraba. Sin embargo, sintió una presión en su pecho al llamarse a sí mismo como su compañero, pues, él realmente no era Yuugi. Él es el 'faraón sin nombre', el 'otro Yuugi'. No tenía una identidad muy clara en estos momentos, lo que causó que sintiera la angustia formarse en su corazón.
Sacudió su cabeza, quería retractarse, él no era Yuugi, por alguna razón le molestaba la idea de que Kaiba se refiriera a él como 'Yuugi', como si fueran ambos la misma persona cuando no era así. Pero plantearle aquella situación sólo generaría otra discusión agotadora.
Kaiba tomó de su café, mirando hacia otro lado que no sea él. Estaba muy cansado, sólo quería levantarse e irse a dormir nuevamente, pero con su rival rondando por la mansión, no sería capaz de pegar pestaña. Llevó sus ojos finalmente hacia los de Yuugi, quien tenía la mirada perdida y los labios apretados. ¿Qué rayos le pasaba?
El castaño dejó la taza apoyada en la mesa y se levantó sin más. Volvió a la cafetera y llenó otra taza con café, añadiendo unas cuantas cucharadas de azúcar. El faraón sólo se mantuvo en su posición, confundido.
Kaiba apoyó la nueva taza con café frente a su rival y volvió a sentarse a beber de su taza, sin decir esta boca es mía.
El faraón arqueó una ceja, llevó su mirada hacia el interior de la taza que contenía un líquido oscuro y espumoso con un fuerte y tentador olor. -¿Qué es esto?- Pregunta con torpeza.
-¿Nunca tomaste café?- Dice el castaño bruscamente. El faraón no podía entender por qué Kaiba le ofrecería una taza de café, cuando hace unos segundos lo estaba llamando 'vasallo'. –Veo que no me equivoqué al deducir que no sabías cómo prepararte uno. – Comentó con indiferencia. El joven duelista trató de detener una risa incrédula. ¿Esa era su excusa? ¿Por qué Kaiba se tomaría el trabajo de prepararle una taza de café? - Bebe.- Sonó más como una orden que como una sugerencia.
El faraón, sin quejas, tomó con ambas manos los costados de la taza, sintiendo su peso y el calor placentero en ésta fría mañana. Suspiró ante la relajación y acercó la taza a sus labios, oliendo el aroma fuerte del café. El líquido llegó a su lengua, la dulzura del azúcar mezclado con lo agrio del café era una sensación perfecta. Nunca había tenido la oportunidad de probar semejante bebida y ahora que lo siente invadiendo su lengua, se dio cuenta de que se estaba perdiendo una delicia.
Kaiba vio la relajación de su rival y sonrió internamente. Él no suele prepararse el café con azúcar, sin embargo, dedujo que a Yuugi le gustaría lo dulce, y añadió una buena cantidad de azúcar para opacar lo agrío del café. Triunfante comprobó que su teoría era correcta.
El resto del desayuno lo disfrutaron en silencio.
Adelanto del siguiente capitulo:
El faraón quiso mirarlo con todo el odio posible pero no pudo, ya que al alcanzar sus ojos, notó que su mirada estaba pérdida y casi pareciera que estaría arrepentido o angustiado por algo. – Kaiba…- Murmuró el otro Yuugi. El mismo no reaccionó, entonces el faraón decidió insistir con más firmeza. -Kaiba.- El castaño sacudió su cabeza pero decidió no mirar a su rival, quien estaba preocupado por él.
Parece que todo va bien en la mansion Kaiba, soleado, tranquilo y dulcemente callado.
Lamento si hubo algun error. En fin, pronto subiré el que sigue.
Manden review, mp o lo que sea.
