Prefacio
Los jaloneos constantes y los tirones sobre los cardenales que inundaban mis brazos hacían el momento aun más dramático… Me empujaban, a veces tiraban de mi cabello y otras simplemente me aventaban bruscamente, sin importar las veces que caía al suelo pedregoso raspando constantemente mis rodillas contra las piedras filosas, sin importarles que fuera mujer, o que fuera, como ellos; un ser humano
…Como aun animal, o al menos creo…así me consideraban, una rebelde más.
No fue necesario Divisar aquel paredón, color grisáceo y repleto de manchas con tonalidad café, anaranjado y rojo… Tampoco tuve que fijarme en los soldados frente a aquella pared, cargando sus escopetas y acomodados en una perfecta fila india…
Me recordé a mi misma que no debía llorar ni temer, y que…de todas las cosas que me llegué una ve a plantear: Morir por seguirlo a el, era la mejor forma de acabar…
No me di cuenta cuando ya no tenían a nosotros contra la pared….de espaldas a nuestros acompañantes. Suspiré y sin poder impedirlo, mis lagrimas comenzaron a correr libres cuando escuché las escopetas alzarse todas juntas …directo hacia nosotros…..
…Íbamos a morir…Nos iban a fusilar.
