Hi!

Bueno, este reto lo puso MiissApple en el foro de los Story Weavers. Y yo, que no puedo parar quieta, corrí a escribir una viñeta sobre Ollivanders. Es más que nada mi visión personal de él coffmisparanoiascoff.

Disclaimer: Ninguno de estos personajes me pertenecen, todos son propiedad de Jotaká y no tengo intención de robárselos. Tampoco gano dinero por este fic (ojalá).

Y sin más, disfruten el fic.

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Ollivander

By Dark Rachel

Una tienda pequeña, lúgubre.

Una cantidad de polvo insana.

Estanterías y más estanterías de varitas, apiladas. Algunas llevan tantos años que apenas logra recordar cuando las hizo, ni dónde. Y sin embargo, puede recordar de qué están hechas, y qué criaturas le proveyeron. Aquella que parece a punto de caerse mide treinta y dos centímetros y medio, está hecha de madera de sauce y contiene un pelo de unicornio. Es más, recuerda que aquella era una de las más hermosas criaturas que jamás ha visto. La que está justo a su derecha mide treinta y nueve centímetros, madera de ébano, nervio de corazón de dragón.

Cada una de esas piezas es una parte de él, de su alma y su corazón. Horas entregadas a construir esos artefactos. Una vida dedicada a ellas. Y ahora, por primera vez se siente solo.

Ha oído la noticia. Recuerda a esa muchacha. Recuerda su varita. Recuerda su mirada inocente. Once años tenía cuando la vio. Pelirroja, ojos verdes, mirada intensa, pero sumamente ingenua.

Y cinco minutos después, él. Ojos oscuros y cabello negro, rebelde. Llevaba gafas y una sonrisa arrogante en la cara.

James Potter. Lily Evans. En apenas quince minutos les vendió sus varitas a ambos. Tan distintos. Y ahora estaban muertos. Su hijo desaparecido en algún lugar. Y todo por aquella varita que vendió en 1937, a un niño moreno, con la mirada sombría y un profundo interés por cuanto le rodeaba.

Un tal Tom Marvolo Riddle.

Ese Señor Tenebroso que durante años les ha hecho esconderse, del que han huido todos, aterrados. Y ahora se ha ido. Pero Ollivander no sabe qué pensar. Vendió esa varita, es poderosa. Muy poderosa. Y conoció a aquel muchacho que más tarde se convirtió en el mago más temido de todos los tiempos.

Por eso no sabe qué pensar. ¿Debería marcharse lejos? ¿Tendría que coger todas sus varitas y huir? Ollivander sabe que el mundo puede volver a la ruina en cualquier momento. Lo sabe porque lo leyó en sus ojos, en los ojos de aquel niño prácticamente diabólico.

Hoy la gente celebra, baila, canta. Porque Aquel que no debe ser nombrado ha caído. Pero él está solo, en el fondo de su tienda, con sus varitas. Y, por primera vez en años, desearía tener a alguien con él, desearía poder compartir su vida con alguien.

Pero no lo hará. Lo sabe, y por eso se maldice a sí mismo, por eso golpea la pared con el puño y grita. Porque Ollivander nació para estar solo. Solo con sus varitas.

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