La chaqueta de América
Disclamer: Hetalia no me pertenece; pertenece a sus respectivos creadores(as).
Antonio todavía tenía puesta esa chaqueta, no es que hiciera frió en su casa, claro que no, lo que ocurría es que esa chaqueta pertenecía a América, era la misma con la que Alfred lo había tapado para que no se congelara en esa conferencia mundial para discutir posibles soluciones para el calentamiento global mientras esperaban a sus colegas, que dicho sea de paso habían llegado tarde debido a un embotellamiento causado por una protesta estudiantil, a Alfred y a el poco les había importado las disculpas que los demás les habían dado por su tardanza.
Aunque se alegraba de que ya hubieran llegado a la conferencia y que no les hubiera pasado nada en medio de esa protesta estudiantil, al español no le hubiera importado que sus colegas se hubiesen tardado unos minutos u horas más en llegar; se la había pasado estupendamente con el americano y cuando Inglaterra pregunto que habían estado haciendo durante su ausencia, Alfred le había dicho al ingles que Antonio y el se habían quedado dormidos en sus asientos, cansados de tanto esperar, Antonio no pudo mas que disimular una sonrisa, si el ingles supiera…
Después de del primer beso que le había dado al americano con la boca llena de ensalada, vinieron muchos mas acompañados de caricias torpes y al final se había hecho uno con el chico rubio y de ojos azules en el baño de esa habitación. Al terminar después de haberse lavado, vestido y borrado las pruebas del delito, se habían quedado charlando como si nada hubiera pasado.
Después de que la conferencia término y sus colegas se retiraron, no si antes disculparse nuevamente por su tardanza, el español y el americano se quedaron solos en esa habitación otra vez.
-Oye Alfred–llamo el español, rompiendo el silencio que había llenado el lugar desde que el resto de las naciones se retirara.
-¿Qué pasa España?-pregunto el americano, recogiendo los documentos que había llevado para la conferencia, aunque Arthur lo tachara de inmaduro e irresponsable, Alfred tomaba muy en serio el ser un país
-Yo quería hablar contigo sobre…- el español titubeo, de seguro el americano le pediría que olvidara lo que había pasado entre ellos.
-¿Lo que paso entre nosotros?–completo el americano, al ver que el castaño se había quedado en silencio de repente.
-Si-el español tomo aire y continuo-mira Alfred yo…han pasado tantas cosas entre nosotros hoy-Antonio titubeo nervioso, no sabia cual seria la reacción del rubio ante esa situación.
-No digas nada–murmuro el americano al notar el nerviosismo del chico de ojos verdes–lo que paso entre nosotros hoy fue genial y no tengo motivos para lamentarlo
-¿en serio?- exclamo el español aliviado ante aquella confesión
-Si-dijo el americano saliendo de la oficina
-Oye Alfred espera- lo llamo nuevamente Antonio
-¿Qué pasa Antonio?-Pregunto el chico de ojos azules
-Tu chaqueta-dijo suavemente el castaño
-Ah si eso-dijo el americano-puedes quedártela-dijo sonriendo
Desde entonces, Antonio casi nunca se quitaba esa chaqueta, menos mal que Romano estaba en su casa pasando las vacaciones con Feliciano y no lo visitaría hasta la siguiente semana, pero por si acaso guardaría la chaqueta en un rincón especial en el fondo de su armario.
Fin
