¡Hola de nuevo! Tras una pequeña tanda de one-shots, tenía ganas de escribir alguna historia un poco más larga así que aquí la tenéis. Tengo que empezar el Frain que comenté anteriormente, ya tengo el primer capítulo pensado pero como ese quiero que quede perfecto lo iré escribiendo con más calma.

Espero que os guste esta historia, me apetecía mucho escribir algo así, centrado solo en el maravilloso Bad Touch, que son mis personajes favoritos tanto en mujeres como en hombres. Se puede decir que este sexteto de locos me tiene enamorada.

Por si alguien no se aclara con los nombres aquí los dejo: Antonio (España), Gilbert (Prusia), Francis (Francia), Isabel (Fem!España), Julchen (Fem!Prusia) y Francesca (Fem!Francia).

Hetalia no me pertenece. Es propiedad de Himaruya.


Antonio se encontraba en el vestíbulo del cine, esperando a que sus amigos regresaran de donde quisiera que hubieran ido. Estaba sentado en una de las grandes butacas y estuvo a punto de quedarse dormido un par de veces. Había tenido un día muy largo, su vuelo apenas había aterrizado cuando ya debería de haber llegado a la reunión que tenían esa mañana los países miembros de la Unión Europea. Además de llegar considerablemente tarde y ganarse una bronca de Alemania, sus amigos le habían obligado a ir a comer con él por lo que tampoco se había podido echar una siesta. Y ahora tenía que tragarse una película por su culpa. Un thriller de acción que narraba la historia de unos contrabandistas árabes. Lo mejor para terminar el dichoso día.

Aburrido, comenzó a mirar a las diferentes personas que entraban y salían del cine. Casi todo era gente joven ya que era un miércoles por la noche. La vista de Antonio se detuvo en el puesto de palomitas al oír una voz estridente que se hacía notar sobre las demás.

-¡¿Cómo que no me podéis dar el maxi-cubo?!

-Perdone señorita pero el cubo que le incluye la oferta es el mediano.

-¡Me da igual! Yo quiero el grande. ¡Démelo!

La dueña de aquellos gritos era una chica que captó la atención de Antonio desde que posó sus ojos sobre ella. Tenía el cabello extremadamente largo, llegándole a la cadera pero lo que más chocaba era el color de este. Era de un blanco plateado pero se notaba que no era decolorado, ya que por lo que parecía de lejos, sus pestañas lucían del mismo color. Le recordaba mucho a alguien al que conocía muy bien.

-Pues tendrá que pagar aparte el cubo.

-Y una mierda, no es mi culpa que hagáis tan malas ofertas. En todo caso pagaré la diferencia entre el mediano y el maxi, pero ni de coña pago otro entero.

-No se preocupe, ya pago yo el cubo de la señorita – Antonio había sacado su cartera y se disponía a pagar cuando la chica le agarró del brazo para detenerle.

-No quiero pagarlo porque no me da la gana, no porque no tenga dinero. No necesito que un extraño me compre nada.

Antonio se volteó a mirarla y se encontró con unos desafiantes ojos rojos que tenían un brillo… ¿azulado? La cara de esa chica le había embelesado, se parecía tanto y a la vez tan poco a la de…

-¿Se puede saber qué estás mirando? ¿Tengo monos en la cara? – Antonio volvió en sí y se dispuso a contestar a la chica.

-Perdona, es que nunca había visto… ¿cómo te hiciste esa cicatriz?

La chica se llevó una mano a su mejilla derecha tapando la cicatriz que recorría esta, y se ruborizó al instante. Antonio estaba casi seguro de que los ojos se le volvieron vidriosos, perdiendo ese aire desafiante que desprendía, pero no le dio tiempo a comprobarlo ya que la joven se dio la vuelta y se marchó a pasos agigantados.

-Perdone señorita, ¡se olvida su combo! – gritó la dependienta sin tener ningún efecto sobre la albina.

Antonio recogió el cubo de palomitas que había pagado y regresó a la butaca, donde ya le estaban esperando sus amigos.

-¿Se puede saber dónde diablos estabas Toño? La película está a punto de empezar – Gilbert miró las palomitas - ¿Tú tienes hambre siempre o cómo va esto? – España observó fijamente a su amigo y se acercó a su cara más de lo normal - ¿Qué puñetas haces ahora?

-Nada, estaba comprobando algo – dijo sin dejar de mirar al alemán con los ojos entrecerrados, poniendo una expresión bastante cómica - Gil, ¿tienes algún secreto que no nos hayas contado? Como una hermana gemela secreta o algo así…

Aquellas palabras desataron la risa del tercero que no comprendía la actitud del moreno pero que la situación le parecía de lo más entretenida. Francis era un chico alto, rubio, con una melena un tanto larga que recogía elegantemente en una coleta baja. Sus ojos eran de un azul intenso pero a diferencia de los de los nórdicos, no se mostraban fríos, sino que poseían un brillo divertido que le daba a la cara del francés su característico toque travieso. Su apariencia y su clase le convertían en el centro de las miradas de muchas mujeres e incluso de algún que otro hombre.

-¿Tú estás tonto? ¿Qué te han hecho en estos minutos que te hemos dejado solo? ¿Holanda ha venido a drogarte o qué? – el alemán seguía con lo suyo.

-No idiota, es que… me he encontrado con una chica que era igualita a ti.

Eso llamó la atención de los otros dos, que se acercaron a observarle con atención. No era algo normal encontrarse con alguien como Gilbert. Era albino, y eso significaba que tenía una piel extremadamente pálida, un cabello plateado y unos ojos de un color carmesí que en más de una ocasión le causaba algún que otro susto a alguien. Y es que el chico era bastante alto y además se entrenaba con frecuencia, por lo que su cuerpo musculado le acababa de dar su habitual apariencia amenazante. Aunque luego fuera más bien un perro ladrador y poco mordedor.

-¿Cómo que igualita a mí? ¿Era albina?

-Sí, exacto pero…

-Joder Toño, todos los albinos se parecen a mí. Es raro verlos, pero ahí están. Tampoco es para que te pongas como un puto psicópata.

-Que no, que no era solo su apariencia. Su forma de ser era igualita a la tuya – Gilbert había desviado la mirada de Antonio pero en cambio, la atención del francés se hizo mayor.

-¿Quieres decir que se comportaba de la misma forma egocéntrica, infantil y prepotente que este idiota? – Francis se ganó una mirada de odio por parte del ofendido.

-Mira quién habla.

Francis y Gilbert comenzaron una absurda discusión sobre quién era más egocéntrico, pero Toño se apresuró a detenerlos.

-No os estáis centrando en lo más importante. Ahora mismo, se encuentra en alguna sala de este cine una chica que es igual tanto personal como físicamente a Gilbert, ¿no queréis encontrarla?

Francis y Gilbert se miraron para después dirigir la mirada a su amigo español.

-Está bien, seré capaz de pasar de la gran película que he escogido para encontrar a una chica tan genial como yo – Gilbert hizo una breve pausa - Bien, ¿para qué sala se fue?

-No tengo ni idea.

-¿Sabes la película que iba a ver?

-Eeeem, no.

-¿A qué piso subió?

-Ni idea.

-Joder Toño, ¿qué coño has estado haciendo además de ir a comprar palomitas para cebarte?

-Ay Antoine, Antoine, Antoine – dijo Francis pasándole un brazo por los hombros - ¿nunca cambiarás verdad?

-No pude averiguar nada, estábamos hablando y de pronto se molestó por algo y se largó.

-¿Se molestó? ¿Qué hiciste?

-¿Yo? Nada. No dije nada. Ya te he dicho que era tan rara como Gilbert – esta vez fue Antonio el que se ganó la mirada de odio del albino.

-Bueno mirar, es imposible encontrarla. No podemos ir entrando sala por sala a buscarla porque además de que seguramente nos echarían, las salas están completamente a oscuras y sería imposible distinguirla - Antonio miró al suelo con cara de decepción por lo que Francis intentó animarle – Lo único que podemos hacer es entrar a ver nuestra película y rezar porque a la salida nos la encontremos.

Sus dos compañeros asintieron y comenzaron a subir las escaleras hacia su sala correspondiente.

-Correr, que con la de anuncios que ponen con suerte solo nos habremos perdido los primeros cinco minutos – Gilbert aceleró subiendo los escalones de dos en dos y fue el primero en entrar en la sala.

La película, tal y como esperaba Antonio, era un total tormento por lo que se quedó dormido y Gilbert aprovechó para robarle el cubo de palomitas.

-Luego a ver quién es el que se ceba – dijo el francés en apenas un susurro.

-Anda, deja de hacerte el digno y coge, que sé que lo estás deseando.

El francés sonrió en la oscuridad y alargó el brazo para coger un puñado de palomitas.

La película terminó y los dos amigos despertaron al bello durmiente después de esconder las pruebas de su crimen.

-¿Qué tal el sueñecito? – preguntó divertido Francis.

-¿Sueñecito? Qué va, si estaba viéndola.

-Pues tenías los ojos muy cerrados – continuó el juego Gilbert.

-Tenía los ojos cerrados pero la estaba escuchando.

-Ya claro, ¿y cómo acababa?

-Oye, ¿y mis palomitas?

Los dos amigos se giraron y aceleraron el paso.

-Creo que cuando has subido no las llevabas. Te las debiste dejar en el vestíbulo.

-Que no, yo juraría que subí con ellas.

-Ay Antoine… estás despistadillo hoy ¿eh?

-No sé… supongo que me las habré dejado. Con el hambre que tengo yo ahora… - los dos culpables resoplaron aliviados – y tú Francis deja de llamarme "Antoine" o comenzaré a llamarte Francisco.

El albino se echó a reír como siempre hacía al escuchar las disputas de sus dos amigos, hasta que se acordó de la chica.

-Chicos, dejar la discusión y correr al vestíbulo. Tenemos que encontrar a mi genial doble.

Los tres comenzaron a correr escaleras abajo, esquivando a la gente a duras penas y estando a punto de tragarse el suelo en más de una ocasión. Al llegar a la entrada, recorrieron el lugar atentamente pero no encontraron a la chica. No había ni rastro.

-¿Seguro Toño que no lo has soñado? Es decir, soy genial y seguro que te gustaría que yo fuera una mujer porque así podrías tener la mejor novia del mundo pero… esto ha sido pasarse.

-Que no gilipollas, que era real – la vista de Antonio se posó sobre la dependienta del puesto de comida – preguntarle a ella, ya veréis.

Sin esperar a que los otros le siguieran, se acercó al mostrador y se apoyó sobre él, provocando un notable rubor en la chica. Y es que Antonio era muy guapo. Era alto, con un cuerpo tonificado y más moreno de lo habitual debido al sol. Tenía el pelo de un marrón chocolate intenso, un tanto ondulado y con algún que otro remolino que hacía que siempre lo llevara alborotado. Pero el toque de gracia lo tenía en su cara, sus facciones marcadas le daban ese aspecto atractivo tan típico de las zonas del sur, y sus expresivos ojos verdes destacando sobre esas facciones le servían como arma para atrapar a cualquier mujer. Y si eso no le funcionaba, solo tenía que enseñar brevemente su sonrisa, convirtiendo así su rostro duro en el de un niño dulce y adorable, que terminaba por derretir a cualquiera.

-Perdona, siento molestarla pero, ¿sería tan amable de describirle a mis dos amigos a la chica que ha montado antes el pequeño espectáculo?

-S-sí claro – la chica se puso todavía más nerviosa al ver cómo se acercaban Francis y Gilbert. Y es que los tres juntos imponían a cualquiera – la chica fue un tanto… - hizo una pausa – impulsiva – Francis escondió una carcajada ante la descripción de la dependienta – aunque al final se fue sin nada. No sé para qué tanto alboroto.

-Y ya para terminar de entretenerte y que nos odies un poquito por eso – dijo con la sonrisa letal de conquista - ¿Te importaría describirla físicamente?

La chica, que estaba hipnotizada mirando la carita de niño bueno de España, comenzó a hacer la descripción.

-Pues era bastante llamativa… era… - dirigió una mirada a Gilbert – como tú. Osea no quiero ofenderte pero es que la chica era…

-Albina. Tranquila preciosa, no le ofendes, está acostumbrado a estas cosas –el rubor de la chica se acentuó más. Francis miró al español riéndose entre dientes al ver cómo estaba tratando a la dependienta. Lo que hacía porque la chica se distrajera de su trabajo y solo se centrara en hablar con ellos.

-Y perdona la pregunta pero… ¿esa chica es tu novia? – los ojos de Francis se abrieron como platos. Sí que iba directa, y Antonio lo había conseguido con una sola sonrisa. Le invitaría a una cerveza después por eso.

-No, no lo es. Yo estoy soltero y sin compromiso – una mano agarró el cuello del español separándolo de la barra.

-Andando gigoló. Gracias por sus amables palabras señorita.

Prusia pasaba de seguir observando a su amigo ligar con una chica de la que iba a pasar minutos más tarde. El idiota no se daba ni cuenta de lo que hacía pero él lo conocía muy bien. Hablaba siendo encantador y no se daba cuenta de que las mujeres se imaginaban otras cosas. Luego él se largaba y las dejaba con las ilusiones rotas. Esto iba a acabar igual pero por lo menos pretendía perder menos tiempo.

Ya fuera del cine, comenzaron a dirigirse a su hotel. Francis había insistido en ir a tomar algo con la excusa de que Toño había dicho que tenía hambre, pero la idea no cuajó. Al llegar al hotel, se despidieron en el vestíbulo, quedando a las ocho de la mañana para asistir a la dichosa reunión del día siguiente. Antonio se dirigió hacia los pasillos del ala oeste y cogió el ascensor. Salió de él arrastrando los pies durante todo el camino hasta su habitación. Tenía tanto sueño que se había olvidado del hambre qué tenía. Se puso el pijama a duras penas y cayó derrotado sobre la cama. Antes de quedarse dormido un último pensamiento pasó por su mente.

¿Quién diablos era esa chica y por qué se parecía tanto a Gilbert?


Bueno, pues aquí el primer capítulo. Ha sido más cortito de lo habitual debido a que es un poco introductorio. ¿Qué os ha parecido? ¿Os gusta la idea?

Espero que sí porque la verdad me gusta mucho cómo ha quedado y quería escribir algo así porque no he encontrado apenas fics en los que relacionen a los seis del bad touch trio a la vez. Muchas gracias por leer.

PD: siento las posibles faltas de ortografía.

PD2: los reviews y los favs me gustan mucho.