Disclaimer: Los personajes de Rurouni Kenshin les pertenecen a sus respectivos autores, editoriales y productoras. Es una historia destinada sólo al entretenimiento y sin fines de lucro.
Traducción del fic "Twenty" de Madkat89.
Kaoru se secó distraídamente el sudor de la frente, tratando de ignorar al hombre que la esperaba en la puerta. Había ido a enseñar a un dojo al otro lado del pueblo, esperando que ese lapso de tiempo alejada de él la ayudaría a aclarar su mente y a tener una mejor perspectiva de las cosas. No obstante, en su prisa por alejarse de él, había olvidado su paraguas. Y cierto pelirrojo exasperante solo tuvo que seguirla para llevárselo, esbozando su sonrisa de rurouni y diciendo que 'Sessha no podía dejar que Kaoru-dono se mojara.' Al escuchar eso, sintió su corazón romperse un poco más pero se mantuvo impasible, una habilidad que había desarrollado el último año. Intentó que volviera, pero el insistió en esperarla. Sin ganas de hacer una escena, aceptó y siguió enseñando.
Más tarde, el ultimo estudiante se había marchado y ella ya no lo podía evitar más. Fue hacia él, pero no pudo sonreírle. Sin hablar, esperó a que abriera el paraguas, luego se adentraron a la lluvia torrencial. La lluvia golpeaba constantemente al paraguas y ella no intentaba hablar. Pensó que él trató de hablar un par de veces, pero cuando desviaba la mirada, él se encogía de hombros y jugueteaba con el mango del paraguas.
El silencio entre ambos era raro, no exactamente pesado, pero no era un silencio confortable. Kaoru dejó escapar un suspiro inaudible. Ella no era una persona melancólica, si tenía algún problema o algo que la preocupara, usualmente lo manifestaba. Pero últimamente tenía muchas cosas en la cabeza y se encontraba a sí misma retirándose de las personas a su alrededor mientras trataba de saber qué hacer. Era algo que tenía que descubrirlo por sí misma, pero se sentía culpable de cerrarse a Kenshin. Volvió su cabeza hacia él y estaba por hablarle cuando percibió un movimiento cerca de ellos. Dándose la vuelta, se sorprendió de ver a una joven mujer esforzándose por cargar un montón de paquetes y sostener su paraguas al mismo tiempo. Luego, tropezó y cayó, haciendo que sus paquetes y su paraguas volaran.
Kenshin corrió inmediatamente hacia ella, dejando a Kaoru desprotegida de la lluvia. Ella se apresuró a seguirlo, sintiendo la humedad traspasar sus ropas. De todos modos, no podía culparlo por su prisa en ayudar a alguien. Era una de las cosas que ella amaba de él. Los alcanzó mientras él ayudaba a la chica a pararse. Su respiración se detuvo cuando se percató de cuán encantadora era la joven. Su cabello azabache estaba recogido en un peinado femenino que combinaba perfectamente con su kimono rosado. Un suave rubor cubría sus mejillas, atrayendo la mirada hacia su elegante nariz, ojos color chocolate, y piel de porcelana. Sus labios dibujaban una sonrisa tímida, haciéndola lucir como una adorable muñeca china.
La voz de Kenshin era un ruido profundo desde donde estaba arrodillado, - ¿Está bien, señorita?
Mirando a través de sus pestañas, ella respondió, con una voz suave y dulce. - Mi tobillo, yo, creo que se ha torcido.
Colocó el paraguas para protegerlos de la lluvia mientras hábilmente inspeccionaba su tobillo. Confirmando el diagnóstico de la chica, insistió en llevarla a su casa, que estaba calle arriba según ella le dijo. Asegurándose de que ella sostenía el paraguas, ni siquiera miró a Kaoru antes de irse.
Kaoru sintió un dolor en su corazón. Sabía que debería alegrarse de que él pensara de que era capaz de cuidarse sola, pero dolía que él estuviera tan pendiente de esa encantadora extraña que ni siquiera tuviera tiempo de ver que ella seguía allí. Levantando los paquetes de la chica, se cubrió con su paraguas lo mejor que pudo para no mojarse más antes antes de seguir a regañadientes a Kenshin y a esa chica. Inclinó su cabeza bajo la lluvia, tratando desesperadamente de mantener su impasible fachada. No necesitaba que los extraños vieran su tristeza. Finalmente llegó ante una puerta cerrada e incómoda tocó con uno de sus pies. Un chico abrió la puerta, de expresión hosca, - ¿Qué?
Ella soltó los paquetes, - Tu hermana dejó esto.
Él los agarró y los tiró en el interior. Mirándola, le preguntó de manera ruda, - ¿Por qué estás empapada? ¿Eres tan estúpida como para salir bajo la lluvia?
Dejando atrás la urgencia de abofetearlo, le dijo, - Mi compañero trajo a tu hermana, ¿está todavía aquí?
Él resopló. - ¿Quieres decir el idiota con el que mi hermana quiere casarse? Sí, está aún aquí.
Escuchando el crujido del mango del paraguas que ella sostenía fuertemente, lo dejó bruscamente en sus manos. - Dile que me adelantaré.
Se dio la vuelta y se fue, con la lluvia permitiéndole esconder un par de lágrimas que caían por su rostro. Caminó tranquilamente por varios minutos hasta llegar al dojo. Kenshin no la había alcanzado. Empapada hasta los huesos, trastabilló cansadamente al interior del dojo, saltando de la sorpresa cuando Yahiko gritó, - ¡Oy, Busu!
Volviéndose para encararlo, lo vio súbitamente ceñudo, con la preocupación evidente en su rostro. - ¿Kaoru, estás bien?
Preguntándose qué había visto en su cara como para preocuparse y usar su nombre, ella se enderezó y le sonrió cansada. - Estoy bien, Yahiko-chan. Sólo estoy cansada.
Él exclamó, pero su voz carecía de su acostumbrado entusiasmo, su preocupación era demasiado evidente. - ¿Por qué no comes? Kenshin ya dejó la comida lista.
Ella negó con la cabeza y bajó la mirada. - No, no tengo hambre. Me daré un bañó y me iré a la cama, ¿sí?
Él asintió lentamente, con expresión dudosa. - ¿Segura de que estás bien?
Ella le despeinó el cabello, - Sí, estaré bien. Además, mañana tienes libre. No entrenaremos.
Dándose la vuelta antes de que él le preguntara por qué, dejó la habitación, sintiendo la preocupada mirada de Yahiko fija en su espalda.
Kenshin levantó fácilmente a la chica herida y la llevó donde ella le indicó que vivía, seguro de que Kaoru lo seguiría. Todo lo que él quería era dejar a esa chica en su casa así podría regresar con Kaoru. Algo la estaba molestando y planeaba hablar con ella en el camino. Ésa era la razón por la que le había llevado el paraguas, así tendrían oportunidad de hablar sin interrupciones. Justo estaba por hablarle cuando vieron a la joven tropezar y caer. Se frustró al ser interrumpido cuando había encontrado valor para hablar, pero su buena conciencia no podía dejar a la chica tirada.
Maldiciendo el infortunio que había causado su tobillo torcido y que tuviera que ser cargada, él golpeó la puerta y esperó impacientemente. Fue abierta rápidamente por una mujer, seguramente su madre. Una rara combinación de sorpresa y resignación cruzó su rostro al ser invitado a entrar. Lo guió a una habitación y le indicó que la dejara sobre una silla.
Kenshin bajó a la chica gentilmente tal y como la madre le había indicado. Ella se aferró a él antes de soltarlo a regañadientes, acomodándose y todavía agarrando el paraguas, sonriéndole. Él cerró el paraguas, frunciendo el ceño al darse cuenta de que había dejado a Kaoru sin un paraguas en su prisa por dejar a la chica en su casa. Se dio vuelta para volver con Kaoru cuando fue detenido por la madre quien le ofreció una toalla.
Sintiendo un tirón en su manga, se volvió para ver a la chica mirándolo de una manera que lo hizo sentir incómodo, y alarmándolo de manera inconsciente. Diría que lo estaba mirando con adoración, pero al borde del flirteo. Trataba de zafarse amablemente de su agarre, queriendo volver con Kaoru sin demora, cuando de repente ella empezó a hablarle a su madre de cuán fuerte y amable era, cómo la había cargado con facilidad, etc, etc.
Sintiéndose cada vez más nervioso e incómodo, se sintió aliviado cuando pudo liberarse del agarre de la chica. Luego, su madre le ofreció te y no pudo negarse. Sintiendo que su frustración crecía, aceptó a regañadientes, preocupándose cada vez más por Kaoru. Debería haber llegado en ese momento, ella los estaba siguiendo, ¿verdad? Sabía que podía cuidarse sola, pero aún no había llegado y su ausencia hacía que Battousai se removiese de manera inquietante. Mirando a la puerta, vio a un chico de aspecto hosco entrar a la habitación y apoyándose contra la pared, con el ceño fruncido. Y la chica todavía hablaba, no dejándolo decir ni una sola palabra.
Finalmente, después de varios minutos durante los cuales Kenshin se sentía más y más agitado, ella se detuvo para respirar y él vio su oportunidad. - Sessha lo siente, pero sessha tiene que irse. Sessha estaba yendo con Kaoru-dono a casa y sessha necesita regresar con ella. - Estaba tan concentrado en su necesidad de escapar, que no vio un destello de ira en los ojos de la joven.
El chico bufó y Kenshin lo miró expectante.
Curvando sus hombros levemente con el escrutinio del otro, el chico habló de mala gana, - Ella vino con los paquetes y el paraguas. Parecía una rata ahogada. Me dijo que te dijera que se adelantaría.
Preocupado, Kenshin rápidamente se excusó. Apresurándose hacia el dojo, pensó en Kaoru. Algo había sucedido con ella. Por eso él quería hablar con ella. Ella se había alejado de ellos, como si tuviera una profunda tristeza. Hasta su ki lo reflejaba, su acostumbrado fuego estaba apagado y contenido. Algo estaba pesándole. Incluso la había descubierto mirar distraídamente el calendario varias veces en las últimas semanas. Trató de preguntarle varias veces de manera sutil qué pasaba, pero ella lo evitaba, escondiéndose tras una máscara de alegría.
Llegó al dojo y fue hasta la cocina. Se sorprendió de ver a Yahiko allí, con una preocupante, pensativa mirada en su rostro.
Al no ver signos de Kaoru, preguntó, - Hola, Yahiko-kun. ¿Has visto a Kaoru-dono?
Yahiko se dirigió hacia él, - Hola Kenshin. Ella llegó hace unos minutos, empapada. ¿Qué sucedió? Pensé que fuiste a buscarla.
- Lo hice, pero alguien necesitaba la ayuda de sessha, así que ella se adelantó, eso fue lo que hizo. - Sintió algo de rabia hacia la chica por demorarlo tanto, pero mantuvo cuidadosamente su personalidad rurouni en su sitio. - ¿Por qué no buscas a Kaoru-dono mientras sessha empieza a hacer la sopa de miso?
Yahiko sacudió levemente la cabeza. - No tiene hambre. Tomó un baño rápido y se fue a la cama. ¿Hay algo malo con ella? - Trataba de sonar casual, pero Kenshin vio el temor de perderla brillando en sus ojos.
Kenshin colocó una mano sobre su hombro. - No te preocupes, Yahiko. Kaoru-dono está cansada, sí que lo está. Nada más. Si algo la molestara, nos haremos cargo, ¿verdad?
Algo de preocupación empezó a liberarse de los hombros de Yahiko. - Por supuesto, Busu es nuestra y la cuidaremos. Probablemente es alguna cosa de chicas. ¿Ya está lista la cena?
Contento de aliviar a Yahiko, Kenshin se dispuso a servir. Aun así, seguía preocupado. Algo le sucedía a Kaoru y él iba a llegar hasta el fondo del asunto así fuera la última cosa que hiciera.
