Aclaraciones: Todos los personajes de Resident Evil pertenecen a CAPCOM. Esta historia no está escrita con fines lucrativos y simplemente pretende entretener a los lectores.
Post Resident Evil 6.
Agente, esposo y... ¡¿Papá?!
— ¡Ya llegué! —
El recinto se encontraba escaso de luz alguna y sin embargo, el hombre podía sentir la calidez que su hogar desprendía. El tenue brillo de la lámpara proveniente de la habitación marital, se hacía notar débilmente por el pasillo que conllevaba a la misma; paseó su mirada por la sala de estar y no pudo contener una sonrisa ladeada al observar la fotografía de sus nupcias, sobre la mesa de centro. Cómo amaba a esa mujer.
Dirigió sus pasos hacia el corredor y más que pronto, encontró a su adorada esposa, envuelta entre las sábanas de algodón, con la espalda apoyada sobre las impecables almohadas. La luz del portátil iluminaba su rostro de porcelana y en cuanto la fémina notó su presencia dentro de la habitación, cerró súbitamente el aparato para mirarlo con cierta angustia.
El diván al costado del lecho matrimonial, parecía intacto y las cortinas sobre las ventanas detrás del mismo, impedían la vista de una noche sonriente a causa de la luna creciente. Algunos papeles se regaban por encima de la cómoda y el espejo sobre ésta, reflejaba la figura de la mujer que mantenía un silencio total ante la llegada de su conyugue.
— Parece que hubieses visto un fantasma. — se burló vagamente y depositó el saco de tela dentro del cesto de ropa sucia.
— Llegas más temprano de lo normal. — la pelirroja se estiró perezosamente para poder levantarse de la cama. Descalza, alcanzó al agente de gobierno y depositó un suave beso sobre sus labios — Cámbiate para cenar. —
— Tengo… — el hombre no permitió que su mujer avanzara un paso más y rodeó su cintura, aprisionando su torneado cuerpo contra el suyo. Los ojos verde-azulados lo escrutaron con picardía al mismo tiempo que los largos dedos de pianista que ella poseía, se paseaban traviesos por los anchos brazos del varón — Otros planes para esta noche. —
Hundió su rostro en el cuello de la activista y aspiró el aroma de su perfume con esencia de rosas. Cerró sus ojos y dejó que sus instintos lo guiaran por el templo de su diosa; besos empezaron a cubrir la clavícula de la muchacha y él no dudó que le sería extremadamente fácil despojarla de la camisa de tirantes celeste y los pantalones cortos lilas tampoco presentaban dificultad alguna — Leon… — escuchó su nombre salir en un suspiro cansado — Hoy no… —
Se detuvo de inmediato para separarse un poco de ella y observarla mejor, sin desprender sus manos de la pequeña cintura. No parecía tener algún malestar físico y supuso que tal vez, se había comportado de manera desconsiderada al no pensar en que algo pudo haberle pasado en el transcurso del día.
— ¿Pasó algo malo? ¿Tu hermano está bien? ¿Te llamaron de TerraSave? — indagó con preocupación.
— No pasó nada, Chris está bien y milagrosamente, TerraSave está dejando que disfrute de mis vacaciones — rió animadamente y tomó a Kennedy por ambas manos — Sólo… me siento cansada, he lavado la ropa y la espalda me mata. — Claire besó nuevamente a su esposo y salió de la habitación con rumbo a la cocina.
No quería empezar con una pelea, sabía que ella no era demasiado buena a la hora de mentir y no pudo evitar ver el cesto de ropa lleno hasta el tope. Sí que debía estar mal para que usara una excusa tan vaga como esa ¿Qué estaba ocultando? Se vio tentado a indagar en el computador de Redfield menor; no obstante, descartó rápidamente aquella idea, al recordar que el aparato contenía altas medidas de seguridad.
— ¡Leon! ¡¿Quieres té o café?! — escuchó la voz de la pelirroja desde la otra pieza y la pequeña aguja de la incógnita empezó a clavarle el pecho.
Hacía ya dos años que llevaban casados y dentro de poco celebrarían su tercer aniversario. Su noviazgo fue demasiado corto para el hermano de la chica y por un momento, pensó que tendría que raptarla ante la posible negativa. No obstante, las personas que conformaban su reducido círculo social, estaban de acuerdo que ya era hora que ambos sentaran cabeza; el tiempo de amistad que llevaban no había transcurrido en vano y el cariño fue transformándose en el amor que habían callado por culpa de las diferentes circunstancias en las que se encontraron, mismo amor que las personas a su alrededor notaron desde el primer momento en el que volvieron a verlos convivir juntos.
La boda fue sencilla y pasaron una inolvidable luna de miel en el Caribe. Jamás olvidaría el momento en el que la vio entrar vestida de blanco por la puerta de la iglesia. El brillo que su ser angelical desprendía, era hermosamente perfecto; aquellos ojos poseedores de playas caribeñas, lo observaron con infinita ternura y sus labios sonrosados susurraron un leve "Te amo" antes de unirse en el beso que los años habían aplazado. El fuego de su interior ardió con fiereza y acepto protegerla y amarla en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separase.
Él había renunciado a la espía de rojo para siempre, ella había enterrado los recuerdos de viejos amores y juntos, aceptaron tomar un nuevo rumbo hacia su nueva vida como marido y mujer. El trabajo de ambos no significó un problema en lo absoluto y entendían la posición profesional que el otro desempeñaba, el dinero fue más que suficiente para comprar un pequeño departamento en Washington y las peleas comunes de toda pareja, empezaban a salir a la luz como algo natural del tiempo.
Sin embargo, el agente no se consideraba un paranoico. La pelirroja había estado intercambiando llamadas y mensajes de texto con su buen amigo Ark Thompson, demasiado seguido para su gusto personal. No desconfiaba de su compañero y mucho menos de Claire; pero había ese algo que no encajaba entre las recientes vacaciones que la menor de los Redfield había solicitado, y la petición de Thompson de poder quedarse dos meses como mínimo en Washington. Esos dos algo tramaban y presentía que él era el único en no darse cuenta de lo que pasaba.
— ¡Leon! — Alzó su vista del suelo y vio a Claire situada en el marco de la puerta de la habitación — Llevas parado ahí más de diez minutos, ven a comer. —
— Lo lamento. — tendría tiempo para meditar a la hora de dormir. La comida se enfriaba y la mirada severa que su mujercita le regalaba, no era una de las mejores que ella poseía.
— Leon, llamando a tierra. — el chasquido de unos dedos a pocos centímetros de su rostro, logró sacarlo de sus pensamientos. Analizó la ruma de papeles apilados encima de su escritorio y más que pronto adivinó cuál sería la expresión que tendría Ingrid Hunnigan, quien se encontraba en frente suyo de brazos cruzados. Le esperaba un largo sermón por parte de la morena.
— Hunnigan, lo lamento, he pasado mala noche y… —
— No trates de darme excusas a mí, Leon. — Primer error, la mujer odiaba que le justificaran un acto incorrecto — ¿Qué te está pasando? —
— No es nada, simplemente… —
— Te lo voy a volver a preguntar. — Segundo error, negarle lo evidente — ¿Qué te está pasando? Desde que TerraSave le dio vacaciones a Claire, has estado en otro mundo, perdido en tus propios pensamientos. — No se resistió e Ingrid apoyó ambas manos en la madera, para poder encarar a su amigo.
Tenía bastante aprecio por la pareja y siempre pensó que cualquier mujer que no fuera Ada Wong, sería perfecta para Kennedy. Nunca imaginó que el hombre llegaría a contraer nupcias con la hermana del capitán Redfield, y mucho menos pudo enterarse desde que época había nacido su reciente interés romántico por ella. Mas cuando la invitación a la boda se le fue entregada por el mismo agente, no cabía en su sorpresa y muy en el fondo, sintió como la emoción y felicidad la embargaba ante la buena nueva.
— ¿Crees que Claire me sería infiel? — Leon jamás se andaba con rodeos y, sin embargo, bastante fue su sorpresa al escuchar aquella pregunta ¿Claire siéndole infiel? Ni en sus más excéntricos sueños pudo imaginar tal cosa.
— Lo dudo mucho… — Contestó — Sinceramente, no considero que Claire sea… ese tipo de mujeres. —
— ¿Sabes por qué Ark ha solicitado quedarse en la ciudad? —
— ¡Pero hombre! ¿A qué viene esa pregunta? — Fue entonces cuando la morena pudo darse cuenta de lo que Kennedy trataba de insinuar. Su cerebro no podía procesarlo y al analizar la expresión de fastidio que su contrario llevaba encima, parecía ser que hablaba muy en serio — ¡Eso es estúpido! ¿Cómo puedes pensar algo así? —
— Sólo piénsalo Hunnigan, después de que Claire solicitara sus vacaciones, Ark pidió a la agencia dos meses en la ciudad y… —
Más que pronto, escucharon una carcajada bastante conocida, por parte del reciente mencionado en la conversación. Llevaba el móvil pegado al oído y ambos personajes lo observaron pasar animosamente, por el largo pasillo — Te veré ahí. — logró escuchar Ingrid y Leon no pudo evitar dirigirle una mirada acusatoria, por tratar de defender al tipo que supuestamente andaba en algún enrollo con su esposa. No era una prueba contundente para saber si Claire tenía algo con Thompson, puesto que tampoco podían asegurar que estuviera hablando con la misma.
— Pienso que estás siendo paranoico. — opinó la mujer, ajustándose los anteojos sobre el tabique de la nariz — No conozco demasiado al agente Thompson pero sé que es buen amigo tuyo y… —
— ¿Puedes ayudarme? —
— ¿Ayudarte en qué? —
— Sólo… has lo que yo te diga, no va a quitarte mucho tiempo. —
La observó de pies a cabeza, estaba deslumbrante con aquel vestido azul entallado a su hermosa figura de sirena. Su melena roja iba libremente jugando con el viento y los labios rosados cual cerezo, lo llamaban a la tentación de querer tomarla ahí mismo. Llevaba una bolsa de tamaño mediano color gris y sus zapatos de tacón resonaban por el elegante restaurante; fue inevitable que miradas indeseables por parte de los varones en el lugar, se posaran en su esposa y volvió a sentir aquel bichito dentro suyo, aquel que le provocaba sentimientos encontrados de orgullo y frustración.
Rodeó la pequeña cintura de Redfield con uno de sus brazos, y le indicó con su mano libre donde se encontraba la mesa reservada para ambos. El largo de la prenda por encima de la rodilla, dejaba a la vista aquellas torneadas y largas piernas, sus caderas se contoneaban al ritmo de un vals inglés y el escote de corazón mostrando sus buenos atributos, no tardó en causar la envidia del resto de mujeres.
Las mesas se repartían ordenadamente por el recinto, el gran candelabro colgando del techo iluminaba lo suficiente para hacer del salón, lo que toda pareja quiere para su aniversario de bodas: ambiente cálido para una velada inolvidable; velas en cada mesa adornando el decorado y las pinturas colgando de la pared color crema, daban un perfecto toque artístico que la pelirroja admiraba deslumbrada.
Tomaron asiento en sus respectivos lugares, en silencio absoluto. Y entonces observó la carpeta que traía consigo. Un dolor punzante se instaló dentro de su pecho y la negación ante "lo evidente" empezaba a carcomerlo lenta y agonizantemente.
Nunca antes se sintió peor…
— Leon… — su nombre pronunciado por aquel canturreo de sirena, logró sacarlo de su ensimismamiento — Tengo algo para ti. —
— No debiste molestarte. — acotó, viendo como Redfield menor sacaba una caja envuelta en papel de regalo, la cual, pronto estuvo entre sus manos. Las mejillas de Claire adquirieron un color rojizo y susurró muy por lo bajo — Feliz Aniversario. —
Sonrió y le dedicó una mirada cariñosa. Estaba a punto de descubrir el contenido de la dichosa caja, cuando el mesero llegó con algo… que le parecía bastante inusual — Aquí está, como lo pidió, señora Kennedy. — el muchacho que no parecía tener más de 3 décadas cumplidas, guiñó un ojo a la mencionada y ésta agradeció con un movimiento de cabeza.
Leon no parecía entender nada de lo que estaba pasando ¿Qué acaso no se suponía que era una sorpresa haberla llevado a aquel restaurante que ella tanto anheló visitar?
Un pequeño plato con una diminuta cuchara se encontraban servidos en su delante. Dentro del pocillo, una masa amarillenta que no tenía mal aspecto, se encontraba a la espera de ser consumida — ¿Qué es esto? — intrigó mientras seguía analizando los objetos de menor tamaño.
— Dímelo tú… — Rió con algo de diversión y el rubio, cual obediente perro fiel, tomó la cucharilla de plata y dio un bocado a lo que, sus papilas gustativas designaron como papilla para bebé — ¿Está bueno? —
— No sé cómo pude dejar de comer estas cosas. — le siguió el juego, llevándose una nueva cucharada de papilla a la boca.
— Bien, tienes toda la noche para seguir degustando tal manjar. — Alejó el plato del alcance de Leon y señaló el regalo con la mirada — Ábrelo. —
Empezaba a preocuparle lo que Claire le tenía preparado, después de todo, siempre había que temer a un Redfield. Tomó el paquete y deshizo el listón que mantenía la tapa sujeta al resto del objeto, desenvolvió el papel crepé que terminaba de cubrir el regalo y más que pronto, ante sus ojos, se cernían dos objetos que jamás pensó verlos hasta ese día; y empezó a vivir una situación, la cual ni siquiera imaginó experimentarla.
Un pequeño ropón celeste se encontraba dentro de la caja, en él, se podía observar el bordado de una oveja adormitada y el cuello redondo iba decorado con pequeñas Z. Las manoplas se encontraban a un costado de la prenda y él no pudo resistirse a tomar la tela entre sus manos, elevándolo hasta quedar en frente de su rostro; su mente quedó en blanco y pronto, sus ojos se posaron sobre el objeto alargado que había quedado en el interior del paquete.
La ropa quedó en segundo plano e intentó descifrar qué significaban las dos líneas que se mostraban en aquella prueba de…
— Estoy embarazada. — Volvió a aquellos ojos marinos — Vas a ser papá… —
Bien…
¡He vuelto desde las sombras! Nueva imagen, nuevo nombre, nuevas historias. Y empezamos con un Cleon. Tengamos en claro que esta historia se desarrolla después de Resident Evil 6, así que Piers, Neil y Steve ya están bajo tierra.
Sinceramente, tengo intenciones de dejarlo como un corto one-shot. Sin embargo, si hay apoyo por parte de los lectores, y desean que se convierta en una pequeña historia, con gusto la escribiré; de no ser así, quedará tal y como está.
Se agradece el tiempo dedicado de lectura, ojala y haya sido de su agrado. Si tienen alguna opinión que decir, es bien recibida.
