¡Hola chicos! He decidido empezar el reto de Natsumi Niikura. Lo haré enteramente Ulumi, que es mi pareja favorita. Intentaré hacer las palabras seguidas, pero no garantizo nada. Y sin más dilación, os dejo con la primera palabra, ¡Espero que os guste!

1. Pastelería.

Estaba sentada en los asientos de la sala de espera del aeropuerto, me encontraba algo nerviosa, el vuelo no serían más de dos horas, pero aun así estaba muy nerviosa. De un momento a otro, oí decir por la megafonía del aeropuerto de Barajas, que mi vuelo con destino París iba a despegar.

Cogí mi bolsa de mano y me apresuré a la cola de entrada al avión, más solo me quedé cerca. No me gusta el tener que hacer cola innecesariamente para entrar a los aviones. ¿que más dará entrar antes o después? Vamos a entrar todos y además, luego tienes que estar esperando para que la gente se siente y etcétera etcétera.

Cuando ví que la cola había disminuido visiblemente me coloqué en ella, había gente de toda clase, empresarios que iban mal de tiempo, Mujeres ricas y bastante avaras, Familias con tres hijos, Recién casados que irían a pasar su luna de miel en la cuidad del amor, por lo acaramelados que estaban. Sin darme cuenta ya era mi turno.

¿Pasaporte? - dijo la Azafata

Aquí tiene. - le dije mientras le daba el pasaporte con el billete dentro.

Todo en orden, que tenga un buen vuelo. - dijo la Azafata.

Muchas gracias. - respondí

Emprendí mi camino hacía el avión por los fingers. En cierto modo, tenía curiosidad por viajar en una compañía tan reconocida española, pero a la vez tenía bastante miedo. Al parecer ésta compañía había tenido bastantes problemas al tener una fusión con una línea de Inglaterra. Había tenido bastantes semanas de huelgas y manifestaciones por las calles de Madrid, pero aquí me encontraba, buscando mi asiento. Era el 31E. Me había tocado ventanilla. Cuando me senté al principio no tenía nadie al lado, pero una señora con una cara bastante amistosa se sentó a mi lado.

Durante los primeros 10 minutos, no dirigimos palabra alguna la una hacía la otra, pero al final la señora se decidió a hablar.

Buenas tardes, me llamo Martinez Isabel. - dijo a la vez que me tendía la mano. Curiosamente me lo dijo en Japonés cosa que al parecer me sorprendió tanto que se rió. ¿Sorprendida?

Bastante, no pensé que usted fuese a hablar mi idioma. Encantada, soy Ishiyama Yumi. - le dije. Si usted lo prefiere podemos hablar en Español, le será más fácil.

Sí, lo prefiero. - dijo Isabel.

Si me permite, ¿Puedo hacerle una pregunta? - le dije.

Si, claro claro, pero llámame Isabel por favor - me respondió.

¿Cómo habla mi idioma? - le pregunté

Pues por una sencilla razón. Por motivos de trabajo tengo que viajar durante mucho tiempo hacía países de cualquier tipo, no solo orientales, también occidentales. Por eso sé hablar bastantes leguas, así como el Japonés, Francés, Alemán, Italiano e Inglés. También Español, mi lengua materna. De hecho, me encuentro en éste avión por motivos de trabajo hacía Francia, querida. - dijo la señora.

Es increíble, ¡Que cantidad de leguas que habla! - dije todavía algo alucinada.

La señora se rió, y comenzó a hablar.

Es fácil si estás durante bastante tiempo en otros paises, la comunicación es muy importante. ¿Y tu querida? - preguntó.

¿Y yo qué? - dije

¿Qué por qué estás aquí? ¿Vas a ver a algún novio que tienes por ahí? - me preguntó. Con esa pregunta me ruboricé y se rió.

Es... Algo así - dije todavía ruborizada.

¿Cómo que algo así? - dijo

Es una larga historia. - le dije.

Tengo casi dos largas horas por delante, sentada en un avión. ¿Crees que no tengo tiempo para oír una historia? - dijo

Bueno.. Pues... Todo comenzó cuando fui a estudiar a Francia. Yo trabajo como profesora de Francés y Japonés en la Academia de Idiomas. Y fui a estudiar filología Francesa a Francia. - Fui interrumpida por la señora.

¡AH! - Gritó la señora, a disgusto de varias personas.

Perdone señora, ¿le importaría no gritar? Puede molestar a los demás pasajeros. - dijo una Azafata la cual se había acercado expresamente solo para decir eso.

Ah, perdón. - dijo mientras la azafata asentía y se iba. Déjame adivinar, era un profesor de tu facultad.

No que va, Pero si me ha enseñado bastantes cosas. - dije sonriendo

Valla.. casi. - dijo la señora sonriente.

La facultad quedaba muy cerca de mi piso. Todos los días iba andando hacía mis clases. Tenía que levantarme algo pronto ya que tenía la mayoría de las clases por las mañanas. Un día, tuve que desviarme de mi ruta normal, ya que estaban arreglando una de las calles y la tenían cortada. Tuve que idear una ruta nueva, y todas hacían que diese bastantes pruebas. Probé todas, pero la última fue la más efectiva.

*Flashback*

Un día iba caminando por una de esas pequeñas callejuelas de la París más antigua. Me moría de hambre ya que acababa de salir de las clases y no había comido. Ese día tenía más hambre que de costumbre, ya que había salido más tarde por quedarme una hora más en la biblioteca leyendo un libro. Giré en una calle y divisé a lo lejos una Pastelería.

Fui andando lo más rápido que pude, no quería correr tenía demasiada hambre. Entré en esa pequeña pastelería, era bastante pequeña. Desde fuera se veía algo rústica, pero muy bonita. La puerta era de madera, seguramente madera de roble. Me quedé observando cada centímetro de esa fachada de piedra. Luego procedí a abrir la puerta. Cuando entré la pastelería una pequeña campanita que estaba situada en la parte superior de la puerta, sonó. Atrayendo así la atención de toda la tienda. Había solo tres personas, una señora con su hijo, y el vendedor. Me miraron y siguieron a lo suyo. Empecé a inspeccionar el establecimiento, al parecer podías tomar algo allí, pero solo había dos mesas. Empecé a mirar los estantes y me fijé en que en esa pequeña pastelería hacían su propio chocolate. No sabía que comprar. Me encontraba viendo un mostrador con todo tipo de pastelitos. Había de chocolate, nata, crema, había salados. Estaba tan inmersa en el mostrador lleno de tantas delicias que no me dí cuenta de que alguien había entrado en ella. Y entonces lo vi.

Un napolitana de chocolate. La última.

Levanté la mirada y fui a pedir que me envolviesen esa delicia.

¿Me podría dar esa napolitana de chocolate, por favor? - dije a la vez que otra persona.

Entonces miré a esa persona, e iba a decirla un par de cosas entre ellas que yo estaba primero, pero..

Cuando vi esos ojos marrones, ese pelo marrón y despeinado, esa complexión fuerte. Me quedé muda y notaba que me miraba. Empezaba a ruborizarme.

Perdóname, estabas tu primero. Por favor Gérôme, dele la Napolitana a la señorita. - dijo el Chico mientras me guiñaba un ojo y yo empezaba a parecerme cada vez más a un tomate de ensalada.

Gèrôme me preguntó que si me la envolvía y yo que estaba mirando al suelo pude decir con un susurrante sí. El chico pidió una bagette y cuando Gérôme se lo dio, se fue hasta la puerta, la abrió y antes de cerrar, me dijo:

'Por cierto, soy Ulrich, Ulrich Stern. Encantado'

Yo seguía parada esperando a la napolitana, bueno, más bien la napolitana me esperaba a mí ya que estaba encima del mostrador.

¿Señorita? ¿Se encuentra bien? - Me preguntó el pastelero.

¿Eh? Si, si claro.. Tome. - Le dí lo que costaba la napolitana, o puede que más por que me fui corriendo.

Todos los demás días transcurrieron normales. Debo admitir que más de un día fui a esa pastelería a ver si estaba aquél chico. Unos días después, cuando fui a girar para entrar en la calle de la pastelería me choqué con alguien y caí, o eso pensé por que ese alguien me agarró de la muñeca y tiró de mi para que no cayése. Cuando me puse de pie, me preparé a decirle varias cosas, pero como hacía unos días en la pastelería me quedé bloqueada por esos ojos marrones tan cautivadores.

Ah, señorita, perdóneme, últimamente no sé ni por donde camino, y todo por su culpa. - me dijo.

¿Por mi culpa? - le pregunté tartamudeando. Espera, ¿Cómo que por mi culpa? Y yo que le podría haber hecho? ¡si no le conocía!

Si, desde que la conocí en la pastelería ha rondado siempre mi mente. Si me permite, ¿Me podría complacer diciéndome su nombre? - dijo Ulrich

¿Eh? Poporsupuesto, soy Yumi, Yumi Ishiyama. - dije algo ruborizada por sus palabras.

Precioso su nombre, Yumi. Encantado de conocerla. - dijo mientras se iba.

Gragracías. - dije.

A partir de ese día, fui todos y cada uno de los días de la semana, incluidos sábados y fue hasta pasado un mes que me encontré al chico.

Señorita Yumi, un placer verla de nuevo. Si no la importa, ¿Me dejaría acompañarla a su casa? - me dijo

Eh, si, si, claro. ¿Pero te importaría dejar de hablarme de usted? - dije

Por supuesto. - dijo

Durante el trayecto me preguntó muchas cosas, entre ellas, que de dónde era, si estaba estudiando, y cuánto llevaba en Francia. De él aprendí que era Alemán, llevaba desde pequeño estudiando en Francia, y que era hijo de un importante empresario de Alemania. Llegamos a mi casa y se despidió de mi con un beso, y emprendió la marcha hacía su casa. Me ruboricé bastante.

A partir de ese día, me esperaba todos los días a la salida de la facultad para acompañarme a casa. Empezamos a ser amigos, hasta que un día, no se resistió y me invitó a una cita formal y yo acepte gustosa. Teníamos un lazo bastante fuerte.

Llegó el gran día y estaba muy nerviosa, no sabía ni que ponerme, ni como vestirme ni nada. Entonces, llamé a una vieja amiga. Aelita.

La pelirrosa llegó lo más rápido posible y consigo trajo una plancha de pelo, rizador, lacas, vestidos y zapatos, parecía que acababa que robar en una tienda de ropa. Me miró, e hizo un gesto de disgusto, sacó todos los vestidos que había traído, había rosas, sobretodo rosas, uno azul marino, y otro morado. Opté por el azul marino, y ella no se sorprendió para nada, solo puso cara de disgusto, seguro que sabía que iba a escoger ese. Normal, era el más oscuro. Según ella estaba preciosa, me había peinado el pelo, no se para qué dentro de un tiempo estaría a su libre albedrío, me recogió solo un lado con dos horquillas. Se oyó el timbre, era él, seguro que era él. Aelita corrió por el apartamento hacía la puerta, y entonces, soltó un gritito. Fui hasta la puerta, respiré hondo y abrí.

Ulrich abrió muchísimo los ojos. Lo sabía, yo lo sabía, era demasiado. Entonces el castaño habló.

Vaya Yumi... estás... ¡Magnifica! - dijo Sonriendo. Me tendió la mano, y yo la acepté. Cerré la puerta encerrando a una Aelita sonriente dentro.

Toda la velada fue fascinante, hablamos de temas variados, entre ellos uno nos sorprendió bastante, los dos practicábamos Pencak Silat. Cuando terminamos de cenar, paseamos por toda la París antigua, estuvimos en Notre Damn, y cuando fuimos a los Campos Elíseos, me sorprendió, me entregó un ramo de rosas rojas, y además, sin saber como me acabó besando.

Los demás meses pasaron parecidos, lo único diferente. Eramos pareja.

*Fin del Flashback*

Pero cuando terminé la universidad, me salió un trabajo aquí en España, por lo que tuve que mudarme. Pero estamos en continuo contacto, nos vemos todos los meses, ya sea en España o en Francia, hay veces que hasta hemos viajado a países contiguos para cambiar algo de aires. En uno de esos viajes, me pidió Matrimonio. Todo fue perfecto. Y ahora me veo en un avión viajando a Francia para casarme en dos semanas. - terminé de contarle a Isabel.

Vaya... ¡Qué historia más fascinante! - dijo la señora.

¿De verdad? - dije, pero fui cortada por la voz de una azafata diciendo que pronto nuestro vuelo aterrizaría, por lo que debíamos abrocharnos el cinturón.

Todo lo que quedó de viaje transcurrió normal, seguimos hablando. Y yo no podía estar más deseosa de bajar de ese avión para encontrarme al amor de mi vida. Ulrich Stern.


¿Qué os ha parecido? Espero que os haya gustado, mucho, mucho, muchísiiiiiiiiiiimo. Espero que me dejéis reviews. PD: No se si he escrito bien Notre Damn, creo que lo he españolizado un poquito.