"La venganza es rubia y baila La Macarena"

Es bien sabido que a lo largo de la vida, las personas pueden cometer dos tipos de equivocaciones: Errores y Horrores. Esta es la historia de cómo lo que parecía ser un pequeño y sin importancia error dentro de los miles de deslices que nuestro querido Príncipe de Slytherin podía cometer, se convierte en una verdadera catástrofe.

Todo comenzó una tarde en un oscuro laboratorio clandestino, mientras que la lluvia torrencial caía en los alrededores del castillo volviéndolos completamente intransitables. Los estudiantes de aquella institución mental disfrazada del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería se encontraban en el gran comedor, atiborrándose con tanta azúcar como les fuera posible antes de que llegara la hora de dormir y, por consiguiente, la de levantarse para regresar a sus hogares por vacaciones de navidad al día siguiente.

Todos, menos uno.

Entre calderos malolientes y artefactos tan inentendibles como un examen de matemáticas, un maniático pero laborioso personaje recitaba palabras en otro idioma, con un tono maligno. De fondo, una de las melodías más siniestras de las últimas décadas (algo así como "Yo soy loca con mi tigre… loca, loca, loca"). Una luz brillante se coló por las ventanas del calabozo, y un sonoro trueno arremetió en la oscuridad de la noche.

El oscuro personaje maldijo por lo bajo. Nunca había intentado hacer algo tan difícil como en ese momento. Y, sin embargo… Si lo conseguía, si tenía éxito en su empresa, lograría vengarse del desgraciado que le había humillado a ÉL, Draco-soy-el-rubio-platinado-más-irresistible-del-mundo-Malfoy.

Otro trueno resonó y, junto a éste, algo cayó del escritorio. "¿Qué es esto?" Draco cogió lo que parecía ser una especie de diario de vida. Leyó lo primero que encontró y casi sufre un infarto.

Querido Diario:

Hoy lo he visto y casi me desmayo ¡Es tan guapo! Su cabello grasoso; su nariz ganchuda; su piel hecha en Hawaian-Closet… ¡LO AMO TANTO! ¿Podrá algún día fijarse en mí? Daría lo que fuera por estar con él. A veces nos imagino juntos disfrutando de nuestro amor: Él, yo, un traje de látex…

¡Viene hacia mí! Luego te cuento que pasó… ¡AAAAHHHH!

Tuya 4ever&ever,

La Hermy que ama a Snappy

El cerebro de Malfoy demoró unos minutos en comprender el contenido real de la información que acababa de recibir. El silencio permitía escuchar el ruido que Chipi, el ratoncito en su cerebro, hacía al correr en su ruedita para hámster. Diez minutos y un chocolate más tarde, Malfoy figuraba muy instalado en su silla con las piernas estiradas y reposando sobre el escritorio mientras que revisaba frenéticamente las hojas previas a la leída.

Noviembre 4

Querido Diario:

Tengo algo increíble que confesarte. Hoy me di cuenta de que me gusta alguien… A quién siempre he tenido que odiar! Hoy me he pillado mirándole con mucha atención y pensando en sus ojos negros, taaaaaaan profundos e interesantes…. ¡Pero no debería pensar así! ¡Es horrible y desagradable y agresivo y con ese aire de misterio que lo hace inevitablemente atractivo!

Te lo cuento a ti porque eres lo único en que puedo confiar; si Harry o Ron se llegan a enterar, no lo comprenderían ¡Se espantarían! Quizás me enviarían a San Mungo por creerme demente… Y entonces ¿quién cuidaría de mis experimentos? ¿Quién sobornaría a Harry con ropa interior ajena a cambio de popularidad? ¿Quién evitaría que Ron cantara en la ducha? Y, por todas las amantes barbudas de Merlín ¡¿QUIÉN LE ROBARÍA EL SOMBRERO AL PROFESOR?

Debo ir a clases, te cuento más luego.

Hermy

Terminó de leer y cerró el cuaderno de golpe. Esto era más de lo que había soñado para comenzar su venganza, ¡era casi como una señal divina! Y una vez que lo lograra, nadie tendría por qué enterarse de lo que había sucedido un mes antes. Miró al interior del caldero que se encontraba a su lado y rió.

Por fin alguien tendría que bailar la macarena. Y esa persona no sería él.