¿Cómo es que se llega a una situación así?

¿Cómo es que todo cambia en tan solo un segundo?

Y...

¿Por qué sentía que estaba viviendo el cliché de una aburrida película?

No lo sabía, pero en tan solo dos horas su "vida tranquila y perfecta" se convirtió en objetos tirados por todo su departamento y un par de ojitos que derramaban lágrimas suplicantes. Oh si, Sakata Gintoki estaba metido en un lío, el cual, haría pagar a su causante cuando se atreva a volver a poner un pie en su casa.

. . .

6 Horas Antes:

-Eres un vago inútil sin remedio-. Fueron las palabras de una mujer mayor que estaba sentada en una silla frente a un gran escritorio lleno de papeles.

Pero, lo que más resaltaba en ese escritorio era una hoja que ella recién había dejado sobre este luego de leerla, además de que también resaltaba una placa que tenía escrita la palabra "Directora". Porque eso es lo que esa mujer era, la directora de una de las mejores preparatorias de Edo, la Preparatoria Gintama.

-No vine por tu opinión vieja, solo vine a dejar la hoja esa-. Respondió un joven que estaba sentado en la silla de frente con sus pies sobre el mismo escritorio.

La mujer suspiro por las palabras del joven, se quedó mirándolo un par de segundos preguntándose en sus adentros como es que ese chico había cambiado tanto en tan poco tiempo. Aunque su expresión facial no lo demostrará se sintió decepcionada, por él, por ella, por su propia escuela; siempre le era duro ver como uno de sus alumnos abandonaba su escuela.

-Gintoki, voy a preguntártelo una vez más... ¿De verdad estas seguro de salirte de la escuela cuando solo te falta un año para graduarte?-. Le cuestionó.-Si ya eres un inútil, al menos conviértete en un inútil con estudios.

-Hablo enserio vieja bruja, este lugar no es para mí, deja de insistir-. Respondió el.-Soy un adulto legal y no puedes hacer nada, aunque tampoco es que cambie mucho mi vida cuando ya vivía sólo y esas cosas, sólo estoy saliéndome de la escuela

-Si ya sé que eres legal, el que te dio ese derecho es el ser más estúpido del planeta-. Respondió la mujer de mala gana.-Pero está bien haz lo que quieras, espero que no tardes mucho en darte cuenta de tu error.

-Sí, si como digas-. Murmuró él.

Sin decirle una palabra más a la mujer que tenía en frente tomo su desgastada mochila y salió de la oficina de la Directora, sería la última vez que estaría ahí o en cualquier otro punto de la instalación escolar. Se sintió feliz, realizado y libre, él sabía que la escuela o los estudios no era algo muy suyo por eso estaba feliz, ya jamás volvería a poner un pie en ese lugar.

Gintoki salió tarareando una alegre melodía, aspiraba profundamente cada cinco minutos diciéndose a si mismo que ese era el aroma de la libertad. Se dio cuenta de que era bastante temprano por lo que se dio su tiempo para pasear por las calles antes de llegar a su casa y prepares algo de comer.

Su primer día de libertad iba bastante bien.

. . .

3 Horas y Media Antes:

Había pasado casi todo el día dando vueltas por la ciudad, de alguna manera se sentía cansado por ello Gintoki subía lentamente las escaleras del viejo edificio en el que vivía. Él vivía en el último departamento del último piso por lo que cada vez que llegaba a su hogar maldecía cada escalón y hacía planes para instalar un elevador de uso exclusivo para él, pero primero tenía que pagar el alquiler.

Cuando Gintoki subió lo suficiente, su teléfono recibió la señal de internet de su vecino de abajo, la cual a veces tomaba prestada, en ese segundo su teléfono comenzó a recibir cientos de mensajes por lo que se vio obligado a detenerse en el pasillo para poder ver quien le había estado molestando.

La mayoría eran de sus conocidos que le preguntaban dónde estaba así que decidió ignorarlos. Pero los restantes llamaron su atención, eran del número de un viejo y detestable conocido suyo o más bien conocido de la dueña del departamento que el rentaba. Eso le pareció extraño, las veces que había hablado con ese hombre eran contadas, la mayoría eran cuando ese hombre necesitaba que alguien le hiciera un favor y los hacia pues por la simple razón de que el hombre pagaba. Aun así, comenzó a preguntarse muchas cosas.

-¿De dónde diablos saco mi número este loco?-. Se preguntó Gintoki.

En ese momento su teléfono comenzó a sonar, era una llamada. Gintoki se empezó a reír pensando que el "loco" había sido una forma de invocar ese hombre.

-¿Quién es y qué quiere?-. Cuestionó Gintoki respondiendo a la llamada.

-Ya era hora de que contestaras muchacho, te he mandado mensajes todo el día-. Hablo el hombre.

-Aja y... ¿qué quiere?-. Cuestionó despreciativo.

-Necesito que hagas algo por mí-. Pronunció el hombre pero Gintoki no le respondió, dejo pasar unos minutos pero el joven no decía nada.-Voy a pagarte...

-¿De qué se trata?-. Respondió interesado.

-Necesito que cuides de alguien-. Explicó.-Serán solo dos horas y yo le recogeré después.

-No soy niñera-. Respondió.

-¡Escúchame no te llamaría si tuviera otra opción!-. Gritó desesperado.-Pero la situación es urgente...

-Ya que-. Suspiró Gintoki.- ¿A quién tengo que cuidar o qué?-. Cuestionó.

-Ya estoy llegando a tu casa...-. Respondió el hombre.

-¿Que? ¿De qué habla?-. Cuestionaba Gintoki exaltado.

Pero la llamada se había dado por terminada, el chico se sintió molesto mientras maldecía al hombre. No paso mucho cuando de la nada escucho como abajo un auto frenaba abruptamente e incluso escucho un golpe que lo hizo pensar que había chocado. Gintoki supo inmediatamente que el hombre había llegado.

Antes de que el chico tuviera otro pensamiento, la puerta de su departamento comenzó a ser golpeada con la desesperación de una colegia que es perseguida en una película de terror. Gintoki rodó los ojos levantándose lentamente del sofá con la única intención de tardarse más y desesperar al hombre que, obviamente le llamaba.

-Ya voy, ya voy-. Se anunció antes de abrir la puerta.

Cuando la abrió frente a él estaba un hombre varios años mayor que el con un elegante traje y un peluquín desacomodado. No lo pudo evitar y comenzó a reírse de la imagen del hombre en sus adentros.

-Sakata Gintoki-. Pronunció el hombre respirando profundamente como si tratara de recuperar el aliento.

-Umibozu...-. Respondió él.- ¿Y bien? ¿A quién tengo que cuidar? ¿A usted?-. Cuestionó con una sonrisa de lado.

-No me hagas perder el tiempo con tus bromas-. Respondió el hombre tajante.

Gintoki lo ignoro, en su lugar dirigió su vista al portafolios que el hombre tenía, posiblemente en ese lugar tendrían su paga. Pero algo llamo su atención, había un par de manitas rodeando la pierna del hombre... Tal vez no se había dado cuenta o tal vez solo él podía verlas porque se trataba de un fantasma. Entonces, una pequeña cabeza se asomó desde detrás de la pierna del hombre, su cabello. Era rojizo además pudo ver que tenía un enormes y brillantes ojos azules.

Si, lo más seguro es que sea un fantasma.

-¡Gintoki te estoy hablando!-. Gritó el hombre haciéndolo volver a la realidad.

-¡¿Que?!-. Gritó exaltado.

-Te decía que cuidaras de mi hijita-. Dijo el hombre.

Lo siguiente que ocurrió fue que ese hombre llevo sus manos a la cabeza del fantasma, le dio un par de palmaditas a lo que el fantasma se escondió de nuevo detrás de la pierna del hombre. Pero no paso mucho hasta que el fantasma mismo salió de su escondite quedando frente a Gintoki.

El fantasma parecía una pequeña y adorable niña de cuatro años.

-Esta es mi hija, Kagura-. Hablo el hombre posando de nuevo su mano sobre la niña.

Oh, no era un fantasma...

-¡Un segundo viejo!-. Gritó Gintoki.-Yo no cuido niños tan pequeños

-Pues lo harás por que ya se me hizo tarde-. Ordenó tajante.

Gintoki intento replicar, pero el hombre le ignoró arrodillándose ante la pequeña.

-Papi tiene que ir a atender un asunto, pero vas a esta bien aquí mi pequeña-. Pronunció sonriéndole.

La pequeña solo asintió con la cabeza. El hombre chillo abrazándola antes de ponerse de pie, Gintoki se sintió asqueado al ver como alguien tan aterrador se veía ridículamente meloso con una niña.

-Es mi princesa, le falta un cabello y veras las consecuencias-. Amenazó el hombre tomando del cuello de la camisa a Gintoki quien no le quedo más que asentir.

El hombre tomo sus cosas, se despidió de nuevo de su hija y salió corriendo del departamento. "Genial, no me pagó" se quejó mentalmente Gintoki mientas miraba con resignación a la pequeña niña que estaba mirándolo.

Tal vez era tonta o tal vez era de esas niñas mimadas que lloran cuando no tienen algo, sea lo que sea, Gintoki ya se sentía fastidiado de ella y de que estuviera mirándolo.

-¿Cómo dijo que se llamaba?-. Se preguntó Gintoki, la pequeña ladeo la cabeza.- ¿Tan siquiera hablará?-. Se preguntó antes de mostrar una falsa sonrisa para dirigirse a la pequeña.-Hay... ¿cómo te llamas?

La niña parpadeo. "Genial, no habla" pensó Gintoki.

-¿Cómo te damas tú?-. Cuestionó ella, el supuso que quiso decir "llamas".

Pero ¿porque estaba preguntado cuando había sido el quien pregunto primero?

-Dime tú primero-. Respondió el.

-Papi ya me pedsento-. Respondió ella con obviedad.

-¿Y qué? ¿No puedes presentarte de nuevo?-. Cuestionó Gintoki, "es más astuta de lo que parece" pensó.

-No...-. Respondió ella.

"Maldita mocosa" la maldijo Gintoki.

-Bien...-. Suspiró resignado.-Me llamo Gintoki.

-Kintoki-. Repitió ella.

-No, Gintoki-. Corrigió.

-Gindoki-. Dijo ella.

-¡No tonta! Es Gintoki-. Gritó harto.

-Gintoki...-. Dijo ella para después sonreír.-Gintoki, Gintoki, ¡Gin-chan!-. Exclamó alegré.-Kagura se llama Kagura-. Le dijo señalándose a sí misma.

-Sí, sí mucho gusto Kagura-. Respondió el.-No me llames "Gin-chan"

La pequeña no le respondió, estaba cantando una alegré melodía que tenía por letra el nombre de él, le pareció realmente desesperante escucharla.

-Oye Kagura-. La llamó, la pequeña callo su cantar dirigiendo su vista a él.-Juega por la casa o ve televisión, tu papi no tardará.

-Papi fue con onii-chan-. Respondió la pequeña, él no entendió exactamente qué quiso decir.

-Pues el volverá pronto así que vete por ahí-. Le dijo llevándola consigo hasta la sala.

En una hora y medio el pequeño departamento se había convertido en un verdadero desastre. De algún modo, esa pequeña pelirroja había conseguido tirar el sofá, los cubiertos y las sábanas además de comerse los postres que el tan celosamente protegía Gintoki. Jamás en su vida en su vida había experimentado al dolor de cabeza ni mucho menos se había detenido a contar los segundos en el reloj. Se juró a sí mismo no volver a cuidar un sólo niño en su vida, ni siquiera a sus propios hijos.

-Gin-chan, Gin-chan ¿dónde está papi?-. Preguntó Kagura tirando del pantalón de Gintoki

La niña hacia la misma pregunta aproximadamente cada media hora y para desgracia de él, siempre tenía la misma respuesta.

-El aún no...-. Sus palabras se vieron interrumpidas por el sonido de su teléfono.

De nuevo era una llamada, el mismo número que hace apenas un rato le había dejado ese horrible dolor de cabeza con pies.

-Gintoki-. Habló la voz al otro lado del teléfono.

-¡Hay viejo ha pasado mucho!-. Exclamó Gintoki, "demasiado" pensó para sí mismo fijando su vista en Kagura.- ¿Ya vienes por tu pequeña princesa?

-Pues, veras mi asunto se complicó un poco más-. Respondió.

-¿Una hora más?-. Cuestionó temeroso.

-Gintoki... Debes saber que he hablado con Otose-san antes de llamarte-. Gintoki se sintió incomodo por aquellas palabras.-El asunto que tengo es algo bastante complicado... De hecho, te pediré que cuides de Kagura por algo un poco más extenso que una hora, por supuesto que te pagaré mucho más...

-¿Que tanto?-. Exigió saber.

-Última llamada para el vuelo 184- Se pudo escuchar al fondo.

-Habla con Otose-san a ella le he dejado todo para que cuides de Kagura estas dos semanas...-. Le respondió el hombre apurado.

Antes de que Gintoki le diera una respuesta llena de palabras altisonantes. La pequeña Kagura le arrebato el teléfono.

-¡Papi!-. Gritó Kagura.

-¡Mocosa dame eso!-. Le grito Gintoki, estaba a punto de arrebatárselo de las manos cuando se dio cuenta de que la pequeña estaba muy atenta escuchando la voz de su padre.

"¿Le estará diciendo que no vendrá por ella?" se preguntó el.

Cuando su padre dio por terminada la llamada Kagura dejo caer el teléfono al suelo. Sus ojitos se llenaban de lágrimas mientras decía la misma palabra con la voz cada vez más entrecortada.

-Papi...-. Dijo por última vez explotando en llanto.-¡Onii-chan!

Bien, ahora ese tipo de desastre era el que más detestaba. La pequeña lloraba de una forma tan desgarradora que muy posiblemente pondría a llorar a cualquiera que la escuchara.

-Oye... Silencio-. Dijo Gintoki en un inútil intento de que la niña se detuviera.

"¿Cómo llegue a esto?" se preguntaba, si ella seguía así tal vez él también lloraría.

-Kagura no quiere estar sola-. Sollozo la pequeña.

-Hey no vas a estar sola...-. Le dijo Gintoki.

Como si fuera arte de magia los llantos cesaron con la pequeña mirándolo suplicante.

-Mami ya no está...-. Dijo ella.

-Bueno, eh... Tu familia no está aquí pero te vas a quedar aquí-. Le dijo, "lo que tengo que hacer para que se calle, bien ya tengo un plan iré y se la dejare a la vieja bruja" pensó.-Así que ya se cierra la boca.

-¿Me voy a quedar con Gin-chan?-. Preguntó ella.

"¿Cómo llegue a esto?" se preguntó el buscando su respuesta en el techo.

-Sí, te vas a quedar con Gin-chan-. Suspiró.

Maldita suerte que tenía, de su primer día de libertad paso a encerrarse en la jaula de niñeras... Al menos le pagarían.