DISCLAIMER. Nada es mío, ninguna intención de lucro.
ADVERTENCIAS. Leve slash
Note. Mi primer Fic de SPN, así que quizás no haya quedado tan bien. Espero disfruten
Summary. Cass tenía distintas formas de asfixiarlo, con sus ojos, con su invasión a su espacio personal, con su voz soltando de aquella forma su nombre como jamás nadie lo había hecho.
Words. 470
A S F I X I A R
Cuando Castiel le miraba así, con esos ojos profundos, desprovistos de toda maldad, de todo que no fuese esa fe ciega y brillante, él no sabía que le sucedía.
Cuando Castiel le consolaba sin palabras, con un simple roce de su hombro contra el suyo, Dean no sabía qué era eso que se le apretaba en el pecho, de verdad que no, y eso que él no pensaba en eso, para nada, no se decojonaba noches en vela cuestionandose qué le sucedía cuando Castiel andaba cerca, para nada.
Castiel, Cass, tenía distintas formas de mirarlo, de asfixiarlo, porque sí, eso era lo que hacía el Ángel cuando fijaba sus ojos en él, cuando invadía su bendito espacio personal, cuando pronunciaba su nombre de esa forma que debería ser prohibida, porque cuando Cass unía las letras y soltaba su nombre, para él, incluso sonaba casi celestial. Y eso que Dean jamás uniría su persona con un adjetivo como ese, já, celestial sus cojones.
Cuando aparecía de pronto, con un leve batir de alas antes, como si le susurrara que estaba llegando, Dean se asfixiaba y tenía que cerrar sus ojos y recordarse, que Cass, Castiel, era un Ángel del señor, por mucho que ese Dios no quisiese ser encontrado. Y eso Dean tampoco lo entendía, él siempre iba a querer ser encontrado por Castiel. Pero Dean no entendía mucho sobre Castiel, sólo que desde una parte hasta ahora todo lo que sentía era asfixia, y no le agradaba, para nada.
Y fue por eso, porque no entendía, porque estaba harto de toda aquella sensación puñetera, que lo hizo. Que tras otro suave batir de alas agarró fuerte (quizás no tan fuerte, que él era un humano mierda) a Castiel y besó sus labios, con desesperación, casi con angustia, porque no le había visto en días, ¡Días! y a cada hora se asfixiaba más y más, y por ello cuando lo tuvo en frente, sólo actuó, puro instinto, le besó y Cass sabía a cielo, a una tarde manejando en su nena con música fuerte.
Dean no esperaba nada. Nada, y cuando Cass jadeó (¡Sí! Un Ángel del señor) contra su boca, sentía que de nuevo le faltaba el aire, y quería más, por eso presionó más y hundió su lengua en la otra boca, ansioso, hambriento. De Castiel, de Cass.
Y cuando Castiel, tímidamente, chocó su lengua con la suya, Dean se supo perdido, muchas gracias. Estrechó su cuerpo con el del Ángel, disfrutando de la cercanía, de la boca de Castiel, y sin siquiera notarlo la opresión que por meses lo tenía con los nervios de punta se esfumó, él demasiado preocupado en quitarle esa gabardina absurda y enorme a Castiel como para reparar en ello, en devorarle el cuello, cualquier recoveco de piel que su boca y manos alcanzaran.
