Bien, este es el primer fic que escribo asíq ue espero que os guste^^
El fic cambia solo parte del último capítulo del anime así que no es muy complicado seguirlo, así que si alguien no ha terminado de verlo y no quiere que le hagan spoiler por favor no lo veais. Al resto espero que os guste^^.
CAPITULO I, SOY MIKU:
El despertador sonó y el dulce sueño en el que era capaz de comerme un bol gigantesco de ramen terminó de inmediato haciéndome volver al mundo real, recordándome que tenía que ir al instituto. Resignada me levanté, me duché, me puse el uniforme y tras peinarme bajé a la cocina.
- Buenos días – me dijo Kagome.
- Hola mamá – iba a prepararme el desayuno, pero miré el reloj y… - ¡Llego tarde!
- ¿No me digas? – dijo sarcásticamente, yo le quité el sándwich que estaba a punto de comerse y salí disparada por la puerta mientras me lo metía en la boca y arreglaba la posición de mi bolsa como podía.
- ¡Te quiero! – dije a modo de despedida y salí dispara por el patio del templo. Corrí como alma que lleva al diablo en dirección al tren.
Mi nombre es Miku Higurashi, mi madre me tuvo con tan solo quince años, desconozco el paradero o aspecto de mi padre, ni siquiera sé si está vivo. Lo único que sé con seguridad es que se trataba de un medio-demonio y en consecuencia yo soy un cuarto-demonio
Mi madre, Kagome Higurashi, nunca me habla de ello, de hecho las pocas veces que he sacado el tema su rostro se oscurece y se vuelve una persona distante durante horas, es algo terrible, así que nunca he vuelto a preguntar. Por lo que deduzco es que mi padre fue una mala persona que cuando se enteró que estaba embarazada la dejó y no quiso saber nada de ella.
No me hace ninguna gracia ser fruto de una relación así, y mucho menos que algún tipo de tal calibre pudiera reclamarme como su hija. De hecho estuve durante casi dos años de mi vida en una constante nube de depresión y auto-reproche. Pero mi mejor amiga me sacó de aquello de la forma más inesperada posible y volví a ver el mundo como lo hacía antes.
Ya había dejado de darme importancia todo lo relacionado con mi padre, si no estaba aquí para verme crecer, él se lo perdía. Si había decidido abandonarnos era cosa suya y a mi ya me importaba muy poco quien fuera. Tenía a Kagome a mi lado y con eso me bastaba, así no tenía que compartir amor…
Llegué al colegio cuando sonaba la campana. Entré en el salón sin hacer el menor ruido posible, pero… parecía que el profesor tenía orejas de demonio porque era capaz de oírme hasta estando de espaldas, eso o que tuviera una cámara en la clase conectada a un pantalla que escondía entre las hojas del libro.
- Señorita Higurahi, llega tarde.
- ¿No me diga? – murmuré para mi misma, pero me oyó.
- ¿Esta utilizando el sarcasmo conmigo Higurashi?
- No, solo era un comentario.
- Bien – hizo una de esas pausas en las que se puede cortar la tensión con una cuchara - antes de que tenga más excusas para mandarla al director, le sugeriría que se sentara en su sitio – resoplé y me dejé caer en mi silla.
- Si sigues así, realmente vas a acabar yendo – me murmuró mi mejor amiga que se sentaba a mi lado
- Lleva amenazándome desde que empezamos el curso, es un farol…
- señorita Higurashi, espero que esté hablando para pedir los apuntes perdidos…
- Por supuesto – sonreí a Sakura.
- ¿Lo ves? – ella tornó los ojos y empezamos a atender a la clase.
A la hora de comer estábamos en la azotea, con un grupo de cuatro chicos y tres chicas más, todos ellos pertenecientes al grupo de tiro con arco, al que había pertenecido el año pasado, y al que tanto idolatraba Sakura.
Yo me dedicaba a saborearme mi comida mientras Sakura me contaba el problema que tenía con un chico con el que estaba saliendo, pero quería cortar, las otras chicas la escuchaban anonadadas, pero para mi habían perdido valor esas quejas a partir del ligue numero diez.
- Tu problema es que aceptas todas las propuestas de los chicos que te invitan a salir – y no me extrañaba, Sakura era una mezcla entre inglesa y japonesa, tenía el pelo de un castaño claro con mechas rubias, unos ojos grandes y azules como el mar y una piel perfecta. Las mezclas siempre eran bonitas, la miraras por donde la miraras
- Es que no sé si me van a gustar, a lo mejor uno de ellos puede ser mi hombre perfecto…
- Pe… - iba a decir algo, pero una presencia me congeló las venas. Estaba muy lejos pero su olor me resultaba familiar y era el ser más poderoso y con más fuerza demoniaca que había sentido nunca.
Vivía en el siglo XXI, donde ya no quedaban demonios, por lo que cualquier ser que tuviera un poco más de energía demoniaca que yo me sorprendería. Pero no era el hecho de que fuera más poderoso que yo, si no que me era familiar, venía directo hacia aquí y la espada que portaba era mucho más poderosa que él.
- Tú – estaba de espaldas a las rejas de la azotea, pero podía sentirlo perfectamente detrás de mí. Mis amigos pusieron cara de asombro y luego de asustados; sin embargo yo me di la vuelta tranquilamente y me encontré cara a cara con un chico que rondaría entre los 17 y los 20 años. Iba vestido con un atuendo completamente rojo y la espada que portaba estaba completamente oxidada y vieja. Pero lo que más me llamó la tención no fueron sus orejas de perro, sino el precioso pelo plateado que le caí por la espalda y le llegaba hasta más abajo del muslo. Que se parecía demasiado al mío.
- ¿me hablas a mi?
- ¿A quien sino? – tenía el ceño fruncido, pero su mirada no mostraba ningún sentimiento, miré a mi alrededor y vi que todos seguían allí. Me puse de pie - ¿Dónde está Kagome? – eso me dejó en shock ¿de qué conocía ese maleducado a mi madre?
- ¿Tengo cara de ir a decirte algo al respecto? – Frunció más el ceño – A demás, ¿no tengo ninguna intención de decirle nada a un desconocido?
- No soy ningún desconocido, al menos para Kagome, dime ¿qué relación tienes con ella?
- ¿Te repito lo mismo? No pienso decirle nada a un desconocido, y menos a uno que me exige la respuesta – apretó fuertemente los puños.
- Ya te he dicho que la conozco niña.
- ¿Y tú vas a garantizármelo? Dime ¿cómo te llamas? – se lo pensó unos segundos antes de responder, como si le diera rabia.
- Inuyasha, me llamo Inuyasha – en ese momento noté como si una parte de mí se quebrara y quedé en estado de shock, ¿Inuyasha? ¿El chico delante de mí acababa de decir que era Inuyasha? Entonces… ¿eso lo convertía en mi padre? Era un medio-demonio (podía sentir su parte humana,) tenía el pelo del mismo color que el mío y se llamaba Inuyasha, además de que conocía a mi madre. Lo único que no encuadraba es que aparentaba ser un adolescente, pero seguro que el tema de la edad para los demonios y medio-demonios (y a lo mejor para los cuarto-demonios) era diferente que para los humanos – Mira niña no tengo todo el día así que o me dices donde está Kagome o… - salí de mi estado de shock tan enfadada que una catástrofe natural se quedaría corto para describirlo.
- ¡¿O qué? ¿Sacaras esa espada oxidada he intentarás matarme? – sabía que era muy poderosa y que era muy, muy probable que ese no fuera su verdadero aspecto, pero me estaba sacando de mi casillas. Si realmente era mi padre, el que había abandonado a mi madre, no tenía ningún derecho a venir exigiendo cosas, aunque no parecía saber que era su hija, a lo mejor ni se lo imaginaba.
- No me tientes… - pero antes de que pudiera sacar la espada una ráfaga de viento pasó jugando entre mis cabellos con el olor de mi madre impregnado en él. Giré la cabeza bruscamente y la vi andando en dirección a la puerta del instituto ¿qué hacía ella allí? Pero antes de poder reaccionar Inuyasha había saltado y se plantó delante de mi madre, en la calle, varios pisos por debajo de nosotros.
Corrí a la barandilla, donde me siguieron todo mis amigos, consiguiente que me clavara el pico en la tripa, pero me tuve que aguantar.
- ¿Qué demonios ha sido eso? – me preguntó Sakura mientras mantenía los ojos en mi madre, que llevaba un buena rato en estado de shock, y no me extrañaba nada.
- Si lo supiera… - no podía decirle que pensaba que un chico que a sus ojos tenía nuestra edad podía ser mi padre – te lo diría.
- Es que ha aparecido así tan de repente… parecía salido de la nada.
- Yo ni siquiera lo he visto aparecer – pero lo había sentido – de repente he oído: "tú" y os habéis puesto a temblar.
- No es verdad – se quejó uno de los chicos. Inuyasha empezó a zarandear a mi madre que seguía en estado de shock.
- Nooo – utilicé la ironía – que va – mi madre reaccionó y le pegó una bofetada, haciendo que retrocediera unos metros.
- Tienes que estar de broma Inuyasha – conseguí oír de los labios de mi madre, gracias a mi oído.
- ¿Qué coño ha sido eso? – Murmuró Sakura - ¿por qué le ha pegado?
- ¿tengo pinta de poder oír lo que están diciendo? – dije mientras ella refunfuñaba.
- ¡Sientate! – dijo mi madre e Inuyasha se incrustó en el suelo, dejándonos a todos atónitos y pensando si reírnos o asustarnos. Acto seguido dio media vuelta y se largó por donde había venido dejando allí a Inuyasha.
- Vale, eso si que ha sido raro – murmuró una de las chicas.
- Sabemos que tu madre trabajaba como sacerdotisa del templo – dijo una – pero no que fuera una de verdad, de hecho no sabíamos que existían
- No creo que eso tenga que ver con la segunda profesión de mi madre.
- ¿A no?
- Voy a tener que someterla a un interrogatorio esta noche – sonreí malévolamente, pero no nos dio tiempo a nada más porque sonó el timbre y tuvimos que volver a clase.
Por la tarde, tras ir a tomar algo con Sakura al centro y pasarnos por el centro comercial, llegué a mi casa a la hora de cenar con tantas preguntas en la cabeza que empezaba a echar humo, pero también me daba miedo preguntar, porque como mi madre se volviera a encerrar en su mundo la casa iba a estar algo callada los próximos días…
Y para mi sorpresa, mamá estaba en casa, y por la cantidad de cosas cocinadas que había pude suponer que se había tomado el día libre. Pero eso no era bueno, cuando mi madre cocinaba de forma compulsiva es que algo iba mal.
- Hola Miku ¿qué tal el instituto? – demasiado contenta para lo que había pasado…
- Bien – dejé la mochila en el salón y entré en la cocina – a excepción de un chico que casualmente se llamaba Inuyasha me ha preguntado donde estabas.
- Y no le habrás dicho nada – afirmo.
- ¿Suelo hacer lo que me dicen?
- No – sonrió de forma nostálgica – más te valía – sonreí como una niña pequeña.
- Pero mamá… ¿quién es?
- ¿Quién? – ahora se estaba haciendo la loca.
- Ya sabes… el chico ese de… - me paré al percibir su presencia. Me volteé a tiempo para verlo entrar por la puerta de la cocina.
- Sientate – murmuró mi madre e Inuyasha se estampó contra el suelo, pero se levantó lo más rápido que pudo para no dejar pasar a mi madre. Cuando esta fue a abrir la boca para mandarlo al suelo de nuevo se la tapó.
- Necesito hablar contigo – le miré a los ojos mientras me sentaba en la encimera con una galleta en la boca, pero no vi absolutamente ningún sentimiento en sus ojos, nada que me indicara que quiso alguna vez a mi madre; o ese tipo era un monstruo o se había transformado en un robot.
- Tienes un minuto – consiguió decir mi madre al cabo de un minuto de lucha interior y este le retiro la mano de la boca.
- Kikio se está muriendo.
- Sientate… - Kagome estaba en frente de él, temblando; estuve tentada de saltar de la encimera, abrazarla y echar a patadas a aquel individuo pero… - ¿Con qué derecho me vienes a decir esto? – el medio-demonio se levantó.
- No habría venido, si no hubiera sido mi última opción, por favor, necesito tu ayuda.
- Al suelo – tras conseguir abrir un boquete en el suelo, Kagome pasó por encima y salió de la cocina. Iría a su habitación y no saldría en unos días. Yo suspiré, nunca me había dejado entrar en esa parte de su mundo, la que se relacionaba con su pasado, no podía hacer nada, era una batalla interior que había decidido luchar sola y a mí me había dejado completamente al margen; por lo que si intentaba ir a consolarla solo empeoraría las cosas, había aprendido eso ya mucho tiempo atrás.
Inuyasha se levantó, dispuesto a seguir a mi madre, pero eso era algo que no iba a permitir, necesita al menos unos días para digerir esto… ¿cómo podía mi madre haberse enamorado de un tipo con tampoco sentido común? (también quedaba la opción de que no se hubiera enamorado y mi padre perteneciera a los Yakuza, pero no tenía el cuerpo tatuado así que no podía ser) cogí uno de los cuchillos, lo lancé y se clavó a pocos centímetros de su cara que ya se disponía a avanzar.
- ¿Pero qué te crees que haces criaja? - ¿criaja? ¿Me acababa de llamar criaja? Este no salía vivo de la cocina.
- ¿Tú eres idiota o te lo haces? No puedes salir corriendo detrás de ella como si no hubiera pasado nada.
- No tengo tiempo para lloriqueos – realmente este tipo era una piedra de mármol con la palabra idiota escrito en la frente, ¿es qué no entendía que mi madre estaba sufriendo? – Kikio no lo tiene
- Pues vas a tener que tenerlo, porque ella necesita tiempo para pensar, y si no se lo das no va a ayudar a esa tal Kikio – me mantuvo la mirada, con una intensidad superior a la mía normal, pero me había llamado criaja, y mi enfado con aquel tipo estaba por las nubes. Al final retiró la mirada soltando un suspiro que lo desinfló y relajó.
- No sé que tiene que pensar.
- ¿Quién esa Kikio? – dije pasando del comentario que había conseguido que se me enervaran más los nervios.
- ¿Por qué iba a tener que contestarte? ¿Y dónde están Souta, y la madre y el abuelo de Kagome?
- ¿Por qué iba a tener que contestarte? – frunció el ceño y yo coloqué mis codos sobre mis rodillas - ¿QUIEN-ES-K-I-K-I-O? – volví a preguntar, primero me miró frunciendo el ceño, pero luego resopló.
- Es… algo así como mi mujer – se me atragantó el trozo de galleta que estaba mordisqueando. ¿No estaría hablando en serio? ¿Había venido a mi madre después de dieciséis años ha pedirle que salvara a otra mujer? Que además intuía que tenía que ver en el abandono… o este tipo estaba loco o muy desesperado - ¿Dónde están ellos?
- ¿Quiénes?
- ¡su familia, las personas que viven aquí! – le miré ladeando la cabeza y luego levanté las manos.
- Yo soy su familia, si te refieres a Souta, vive en el centro de Tokio, su madre vive por ahí y el abuelo murió hace cuatro años…
- ¿Cómo qué eres su familia? ¿Acaso vives aquí?
- Claro que vivo aquí, soy su hija – pareció entrar en un semi-estado de shock, pero en seguido gritó…
- ¿Su hija? – Inuyasha abrió tanto los ojos que pensé que se le saldrían de las órbitas. El hecho de que fuera su hija, era algo que no podíamos esconder, pero no pensaba decirle que él era mi padre, no sé si en el fondo se merecía saberlo…
- Sí – dije tranquilamente mientras él seguía atónito – como veo que no vas a irte, el sillón es tuyo – dije poniendo un bol algo de la pasta que mi madre había preparado.
- ¿El sillón?
- Si esa cosa alargada que está en el salón, ahí podrás dormir – empecé a comer con tranquilidad mientras Inuyasha me observaba con detenimiento - ¿tengo monos en la cara?
- Me recuerdas un poco a alguien a quien no tengo mucho aprecio…
- ¿Asi? – Levanté la ceja curiosa y sin dejar de comer crucé las piernas encima de la encimera - ¿A quién? - como no fuera el mismo…
- Un demonio llamado Koga – noté que una pequeña parte de mí se resquebrajaba al oír eso.
- ¿Koga?
- Si, ambos tenéis la misma manía de retar con la mirada y ser algo arrogantes – "tú también" estuve a punto de decir, pero me callé.
- ¿Qué clase de demonio?
- Un demonio lobo – la tensión se había relajado tan poco a poco que ni me había dado cuenta, pero ahora, de alguna forma u otra no estaba enfadada con él, más bien estaba curiosa por lo que se escondía detrás de él y cuanta parte de su pasado estaba relacionado con el de mi madre. Iba a decir algo más, pero Sakura me llamó al móvil; me despedí de Inuyasha y tras dejar el plato en el friegaplatos subí a mi habitación.
Allí me pasé cerca de una hora hablando con ella por el móvil, hasta que sus padres le dieron un toque por lo que gastaba en el saldo telefónico y me hizo prometer que al día siguiente llegaría puntual antes de colgar. Me puse el pijama y sin preocuparme de si Inuyasha había ido al salón me quedé dormida.
Bueno espero que os haya gustado, normalmente no me gusta cambiar los personajes del anime, pero es que es una gran idea que tuve y tenía que escribirla, si os ha gustado sería genial que me lo contarais en los reviews
Gracias!
