En sus manos, llevaba una botella de licor justo en la mitad, en el suelo otras 4. Por medio del alcohol intentaba olvidar cada recuerdo que lo aquejaba, ya por ahora solo quería desaparecer, dejar de existir. Miró su mano, una pequeña flor de hojalata, la había hecho para él, pero prefirió no obsequiársela. Tenía cortes y magulladuras en sus manos por el trato al metal, pero creía que todo lo valía por la sonrisa de él.
Flashback:
Miró sus manos unos instantes antes de volver a clavar su vista en la de los fríos y duros ojos del noruego.
-Ya no te quiero, nunca lo hice…sólo fuiste un parásito en mi vida.
Los ojos del danés perdieron su brillo increíblemente, ya no reflejaban ésa alegría viváz, ése sentimiento de superioridad ante sus problemas, y su "inagotable" sonrisa que jamás se apagaría –o eso creía-.
-Entiendo..dejaré de verte, ya no seré una molestia.
Sus labios se curvaron en una estupenda y convincente sonrisa amarga, lo suficiente como para hacer que éste lo dejase de mirar con lástima.
-Yo..no quería esto Mathías, pero ya lo sabías. Yo no te amo.
Por cada palabra, algo en el pecho de Dinamarca se quebraba, se quebraba y lo dejaba sin aliento. Sabía que eso que se quebró, tal vez no tenía reparación, tal vez no volvería a usar.
-No te preocupes Noru, ya no hay problema, ¡El rey sabe lo que hace!
-Eso espero –susurró débilmente Lukas, tal vez el danés mentía, tal vez no. Él era tan impredecible, era difícil saber lo que pensaba.
Fin del Flashback
Y ahí estaba él, borracho y tambaleándose, en dirección hacia la nada. Caminaba por Copenhague, buscando algo con que distraerse, el alcohol le había quitado su capacidad para razonar, pero la tristeza misma le impedía olvidar de sus recuerdos, ya que todo le recordaba a él. A sus rubios cabellos al viento, a su gélida sonrisa que sólo se mostraba con sus pequeños hermanos, a su actitud indiferente y su tono de voz incomunicativo, todo.
-No deberías tomar.
Mientras salía de aquella cantina, con su juicio a medio medir, la vocecita de alguien le hizo voltearse.
-¿Anna? ¿Eres tú? ¿Qué haces aquí?
La silueta de la islandesa se dibujó en el cristal de la ventana de afuera de la cantina gracias a la luz de la luna, pero de un segundo a otro yacía la chica tomando por un brazo al borracho danés.
-Hermano Lukas me contó todo, y como sé que te gusta ésta marca de cerveza y aquí es el único lugar en donde venden, no fue muy difícil dar contigo.
-¿Qué? –moduló Mathías sin entender mucho de aquella situación, ni siquiera se opuso ante el contacto físico que ejercía la chica sobre él, cosa extraña ya que nunca se le pudo acercar, Lukas siempre se lo impidió
-Así como lo oyes, vine a rescatarte –sus pómulos se alzaron en una casta sonrisa, mientras ocultaba bajo sus párpados ése brillo especial que optó por recibir su mirar, dejando a Dinamarca algo desorientado, confundido.
-Anna ¿Nadie sabe que estás aquí?
La islandesa ignoró su pregunta, no quería preocuparle, en vez de eso solo se limitó a golpearle la frente e inflar sus mejillas.
-¿Estás así por mi hermano, verdad?
Mathías bajó su mirada de súbito, como si ésta pesara demasiado para fijarla en ésos orbes violetas, esperanzadores, llenos de una viva inocencia. La chica era lista, tal vez demasiado, el danés solo respondió con una suave caricia en el cabello color plata de la chica y luego de tomar ambas manos de ésta, depositó la pequeña flor en las blancas manos de ella.
De vuelta en la casa nórdica, Mathías entró a la casa, estaba todo en completa paz, todos los demás estaban durmiendo, y bien sabía Mathías que si Noruega lo descubría abrazado a su hermana, lo castraría con una cuchara para helado, tragó grueso de solo pensarlo.
-Ya, t…tranquila, El rey nunca necesitó ayuda, esta no es la excepción –En una táctica rápida, Mathías se soltó del agarre de ésta para evitar que cayese, y se lanzó sobre el sillón, cuando una sombra lo golpeó tan fuerte que lo clavó contra la pared.
-¿Dónde demonios estabas? –Lukas apareció tras la puerta, seguido de un montón de brillos extraños, que a los ojos del noruego eran "seres mágicos".
-H-hermano... ¡Basta! Él no ha hecho nada! –pero el noruego le había ignorado, golpeando al danés.
Dinamarca se despegó del muro y se sacudió um poco su ropa, seguido de una boba sonrisa característica de él.
-Tranquilo Noru.. yo solo—
-Y apestas a alcohol, debería golpearte –El noruego se colocó frente a éste, mientras la sombra verde lo levantaba por su camisa, hasta que algo lo detuvo.
-¡Ya basta! -La islandesa se había cruzado entre el golpe inminente, azotándola contra el suelo.
Los ojos de Mathías no daban cabida a lo que observaba, la chica se había interpuesto entre el golpe, y ahora estaba en el suelo, inconciente. Lukas se levantó tambaleante, no entendía nada, ¿Su amada hermanita lo había hecho?, Y lo que era peor: la había golpeado. Su labio inferior comenzó a temblar, presa del terror, se supone que la protegería y ahora la había golpeado. Se levantó y se acercó a ella para ayudarle, pero el cuerpo de Mathías se había cruzado.
-¿Acaso quieres golpearla de nuevo? –la desafiante voz de Mathías reflejaba ira hacia quien amaba.
... yo no... ¡Esto es tú culpa! Y-yo no quería golpearla… ¡Quería golpearte a ti!
-¡Pero lo hiciste! –El danés ahora le miraba con odio, y ante la mirada incrédula del noruego y su voz inaudible, tomó el cuerpo de la chica y lo abrazó contra el suyo, subió las escaleras y se encerró en su cuarto con el de ella.
Lukas se mordió su labio y subió junto a él, golpeando la puerta.
-¡Ábrela en éste mismo instante! –sentenció demandante, a lo que recibió un simple "No, despertarás a tu hermana". Lukas se mordió su labio, lleno de rabia y susurró "Si le haces algo, te mataré", luego de eso se encerró también en su habitación, meditando acerca de las circunstancias recientes.
Mientras tanto, Mathías había recostado a la chica en su cama, mirándole el golpe que tenía en su frente y los raspones sangrantes de sus brazos, los trozos de la pared se habían clavado en éstos, y con mucha paciencia Mathías curó y vendó cada herida de sus brazos, hasta que la chica abrió los ojos.
-¿D-dónde estoy? –susurró mientras se incorporaba en la cama lentamente.
-Estás en mi habitación, te desmayaste y—
-Lo recuerdo, también recuerdo los golpes.. y …
-Tranquila, todo está bien.
-Yo...no quería que esto pasara.. –sus ojos se empañaron en lágrimas, que comenzaron a caer en sus ojos.
-Tranquila... Sé que no es mucho consuelo pero.. yo estoy aquí –Dicho esto, se acercó a la cama y rodeó con sus brazos el frágil cuerpo de la chica, que en comparación al de él, era muy pequeño. Se sintió morir cuando la sintió temblar en sus brazos, le había llenado de ternura, de ésa ternura que Lukas siempre le negó y que ahora ella lo hacía y sin mayor esfuerzo.
"Si tú estás aquí, me siento mejor" pensó la chica en su mente, después de aferrarse a la espalda del chico y llorar amargamente, hasta poder conciliar el sueño en los brazos del danés.
Mathías la recostó otra vez y la cubrió con su abrigo, luego la observó dormir, con tanta serenidad, pero aún así ése gran moretón que lucía en su rostro y que contrastaba en la situación, sin querer acarició la mejilla de ésta y al final, salió de la habitación. Sentía que cada instante que pasaba a su lado, el hielo que destrozó y congeló su corazón, se deshacía y volvía a latir, lo más curioso era que la chica venía del "país del hielo", y aún así se sentía arder. Por ahora dejó de lado todo pensamiento, la resaca empezaba a tornar sus efectos, y como había pasado gran parte de la noche en compañía y cuidando de Anna, se recostó en una silla en completa soledad del balcón, mirándo el amanecer.
