Hola! Soy nueva por aquí y he leído algunas historias muy buenas. LLevabaqueriendo escribir esta historia casi un año pero hasta ahora no había tenido tiempo. Sin más, espero que os guste.

CAPITULO 1: LA LLAMADA

Kate Beckett es una reconocida actriz en Hollywood pero la fama le ha cogido tan de sorpresa que aún no se cree lo que su representante le había aconsejado el día anterior. "Security and Protect" rezaba la tarjeta que no dejaba de mirar mientras los dedos de su mano derecha hacían que diese más y más vueltas.

Ella era una persona humilde que había intentado perseguir el sueño que desde pequeñita había tenido, ser actriz, y ahora que por fin lo había logrado no contaba con la fama, los fans, los eventos, regalos enviados a su casa los cuales eran la mayor parte de sus fans o de admiradores anónimos que no escribían remite y le sacaban varias sonrisas al día, animándola a seguir. Todo ello, era consecuencia directa, sin duda, de cumplir su sueño y, a pesar que ella no lo había pedido estaba feliz del cariño recibido. Hasta ahora. Suspiró y posó de canto la tarjeta en su escritorio, dando ligeros golpecitos.

Ella apreciaba el anonimato y la vida tranquila que había llevado hasta ese preciso momento y esa vida junto con su profesión hacían que fuera feliz. Una felicidad que unos años atrás se le antojaba lejana y bastante utópica. Perdió a sus padres en un accidente cuando apenas tenía 18 años y fue a vivir con su tía Martha Rodgers. La verdad es que no tenía ninguna queja sobre ella, le había dado todo lo que podía necesitar y todo lo que la pobre Martha podía pagar con su sueldo de camarera en el "Vandeer Café" situado en la esquina de E Walton Street con la Avenida Michigan en el centro de Chicago. Martha le había enseñado muchas cosas en los cinco años que vivió junto a ella, pero entre todas esas cosas primaba para ella la mejor lección de su vida: ser más fuerte y aprender que la vida te daba muchas cosas pero sobre todo, había que aprender de lo que la vida te quitaba. La ayudó a superar la muerte de sus padres y eso olvidando su propio dolor ante la muerte de su hermano Jim Beckett. La enseñó a creer en el destino y le hizo ver el valor de la educación para conseguir todo lo que se propusiese en un momento de su vida en el que poco la importaba el instituto y sus sueños habían quedado enterrados bajo un dolor demasiado agudo en su pecho.

Kate consideraba a Martha como su segunda madre y Martha veía en Kate a la hija que nunca tuvo y ambas era el pilar que las había sostenido a la tierra firme en un momento de sus vidas en el que una gran ola se había llevado todo lo que tenían. Gracias a su tía comenzó a trabajar de camarera en el "Vandeer Café" junto a ella y logró ganar con su esfuerzo su propio dinero, todo ello mientras terminaba sus estudios para poder entrar en la Escuela de interpretación de Chicago.

Con tan sólo 23 años llegó a Los Ángeles en busca de algún trabajo y tras recibir varios portazos en la cara entró a trabajar de camarera en una cafetería cercana a unos estudios de televisión.

"- No entiendo cómo me puedes estar haciendo esto Lauren, de verdad, que no entiendo a la gente como tú. Primero me dices que tu sueño es ser actriz, y luego, tras dos días de trabajo en una de las mejores series del país me dices que te has equivocado y ya no quieres trabajar más. ¡Qué rescinda el contrato!- decía una chica bastante menuda, de cara redondeada y bastante dulce que estaba sentada en una de las mesas de la cafetería más cercana a los estudios de televisión de la CBS. Estaba realmente exasperada y Kate quien trabajaba en la cafetería desde hacía realmente unos pocos meses estaba bastante sorprendida al seguir la conversación y, sobre todo, al ver tan cabreada a una de sus clientes habituales que siempre le pedía un café cortado todos los días con amabilidad. No tenía mucho trabajo a esas horas y en el local no había más que cuatro clientes, dos hombres desayunando tardíamente en la barra y las dos mujeres situadas en una mesa junto al ventanal que daba directo a la calle.

- Lanie, eres mi representante y harás lo que a mí me dé la real gana. Además si lo que te preocupa es el dinero que tendré que pagar por romper el contrato, no te alteres tanto. Papá se hará cargo de todos los gastos, como siempre. - dijo la rubia que la acompañaba con una sonrisa y mirando su reloj distraída, como si aquello no fuera con ella.

Kate vio como la pequeña mujer, como la llamaba ella para sí misma, cambiaba la tonalidad de su cara a morado y sus ojos desprendían fuego tras las siguientes palabras de la rubia:

- Si no tienes nada más que decirme, me largo. Tengo cita para hacerme la pedicura con mi hermana. Toma esta es la tarjeta de contacto de mi padre, él pagará el dinero que tú le digas. Un placer, ya nos veremos.- y dejando la tarjeta en la mesa se levantó y se fue sin tan siquiera dedicarle una sola mirada a su representante y ya ni hablar de alguna palabra de agradecimiento.

Kate se quedó quieta mirando la reacción que esperaba tendría la mujer. Sin embargo, pasaron varios minutos y Lanie seguía mirando la puerta y tratando de acompasar la respiración. Kate decidió acercarse a ella por si necesitaba algo, a parte claro de contratar un sicario para matar a la rubia teñida- niña de papá que acababa de salir del establecimiento, por lo menos es lo que Kate hubiese hecho en el lugar de la menuda mujer.

- Buenas, ¿necesita alguna cosa más?- preguntó al llegar a su lado, amablemente e incluso con miedo de que la morena explotara en aquel instante.

Pasaron unos segundos y no hubo contestación alguna. Kate incluso pudo escuchar el vuelo de una mosca que trataba de salir a la calle a través del ventanal que tenía a la derecha. Se comenzó a inquietar de verás, porque aunque era cierto que lo que acababa de pasar podría cabrear e incluso poner al límite a cualquiera, esa reacción era bastante preocupante e, incluso, exagerada. Aunque claro, ella sólo había sido partícipe de una conversación no de la historia entera.

- Perdone ¿se encuentra, usted, bien?- insistió amablemente y dotando a su voz de un tono un tanto preocupado.

Kate se comenzó a hartar de estar parada como una tonta e incluso pensó si no la había dado un sincope a la morena y debería de estar llamando a una ambulancia en ese mismo momento. A pesar de ese pensamiento y ya con desesperación, y un poco asustada decidió dejar a un lado la amabilidad y educación y pasar a la acción. Dejó a un lado la libreta amarilla con el bolígrafo a juego que era su mayor aliado en el trabajo diario y se acercó a ella, la miró directo a los ojos a apenas diez centímetros de su cara y comprobó que la mujer ni siquiera pestañeaba con lo que comenzó a moverla suavemente de los hombros al tiempo que decía: oiga, vuelva a la tierra, venga, no me haga esto que tampoco ha sido para tanto.

Tras decir esto acompañado de dos ligeras tortas en la mejilla derecha de la morena, esta última reaccionó, haciendo que la pobre Kate pegara un salto asustada que casi logró que se cayera de culo.

- ¡Será posible! ¡Cómo que no ha sido para tanto! ¡Es una niñata, voy a perder miles de dólares por su culpa, por no decir que he dejado de lado oportunidades mejores que esa rubia teñida! Además, lo más seguro que frente a estas pérdidas mi jefe me despida y yo no sé qué haré porque le voy a decir una cosa:¡No todos tenemos un padre millonario que nos arregla todos los problemas a golpe de talonario!- explotó la mujer que definitivamente había logrado enfocar sus ojos y había expresado todo su cabreo y frustración a voces, haciendo aspavientos y con cara de desquiciada lo que logró que los pocos clientes que quedaban se giraran a mirar claramente aterrorizados. Kate miró a su alrededor cuando consiguió recuperar el equilibrio perdido y con una mirada tranquilizadora y una media sonrisa dulce hizo que los clientes suspiraran y volvieran a lo que estuvieran haciendo. Finalmente, Kate pidiendo permiso con la mirada a la menuda mujer, se sentó a su lado poniendo una mano sobre la de la morena dándole un suave apretón.

-¿Mejor? .- preguntó. A veces es necesario soltar todo lo que nos hace mal así sin pensarlo, a dejarlo dentro y dejar que nos coma.- y Kate sonrió.

- Sí, bueno, pero creo que hubiese sido mejor hacerlo sin público delante.- contestó la morena bastante sonrojada al percatarse del lugar en el que estaba y todo lo que había ocurrido, agachando la mirada y retirando la mano.

- Puede ser.- se rió suavemente Kate. Pero créeme que por aquí se ven cosas peores, no pasa nada.- se encogió de hombros levantándose preparada para volver tras la barra al ver que la morena volvía a ser una persona normal.

- Muchas gracias, mi nombre es Lanie Parish.- sonrío tendiéndole la mano.

- Kate Beckett y de nada.- contestó estrechándole la mano. ¿Necesitas algo? ¿Algo que tomar?.- preguntó.

- Ahora mismo me tomaría algo mucho más fuerte de lo que servís aquí, pero un café cortado estaría bien.- contestó y Kate se fue para preparar el pedido con una sonrisa. Le había caído bien la tal Lanie, la verdad es que ella no tenía ni una sola amiga, para ella Martha era su segunda madre y su mejor amiga. Además que tras la muerte de sus padres se encerró en sí misma y luego cuando logró vivir con ello, se encerró en el trabajo y en sus estudios tanto que perdió totalmente la oportunidad de hacer amigos nuevos y perdió completamente a sus viejos amigos.

Cuando volvió a la mesa Lanie le hizo un gesto para que se sentase con ella, Kate al ver que no había mucho trabajo se sentó a su lado y comenzaron a hablar. Bueno más Lanie que tras el shock inicial comenzó a contarla en qué trabajaba y cómo llegó a trabajar con la rubia de bote. Kate se reía a cada tanto de las expresiones utilizadas por la morena para referirse a los pijos de Hollywood como ella los llamaba. Finalmente, Lanie tras un silencia, para nada incómodo que llegó tras un ataque de risa de ambas, preguntó.

- ¿Bueno y tú qué? ¿Cómo has llegado aquí? ¿Cuál es tu historia?- se interesó.

- Eso sí que es una larga historia, pero te la haré corta: llegué hace un año aquí tras terminar mis estudios de interpretación en Chicago y logré este trabajo que de momento me da de comer.- contestó encogiéndose de hombros y mostrando una sonrisa para nada convencida que Lanie, en seguida, notó.

- Ya, ahora dime la verdad.- dijo Lanie, ante la sorpresa de Kate. Mira, esta ciudad no es un lugar fácil y menos para una chica sola.- Kate asintió, dándole la razón.

- Tienes razón, vine aquí porque quería ser actriz, pero ya ves, aquí estoy y bueno es verdad que no me quejo, podría ser mucho peor, al menos tengo un trabajo que me ayuda a seguir adelante y sigo teniendo la esperanza que algún día lograré ser lo que siempre quise ser.- contestó esta vez con una sonrisa sincera que Lanie inmediatamente respondió.

- Hey, tengo una idea.- abrió los ojos de repente la morena. ¿Te gustaría que yo fuese tu representante?- preguntó realmente entusiasmada e ilusionada.

- Lanie, no tengo dinero con el que pagarte.- dijo Kate bastante avergonzada.

- No, no, escúchame. yo necesito a alguien para cubrir la ausencia de la niñata.- dijo con cierto desdén al recordarla. Verás, la serie aún no ha estrenado temporada, es más, apenas está comenzando el rodaje y es un personaje nuevo. Sólo ha rodado un par de escenas y mi jefe me exigirá a alguien para que la sustituya en un día, si no me despedirá ya que él perderá mucho dinero. Así que, en realidad, me haces un favor, mientras yo te ayudo a escalar un poquito más para que alcances lo que realmente quieres. Además eres perfecta para el papel, mucho más guapa que esa. Mi jefe estará encantado.- le guiño un ojo, haciendo que Kate sonriera emocionada y bastante sonrojada, consiguiendo, finalmente, que aceptara."

Kate sonrió al recordar cómo había conocido a su gran amiga y representante cuatro años atrás. Luego de eso, le presentó al jefe, el cuál tras ver algunos videos que tenía guardados de su paso por la prestigiosa Escuela de Interpretación de Chicago, la contrató de inmediato y la presentó al director de la serie haciendo que desde ese mismo instante comenzase su carrera.

Terminó la temporada de dicha serie, Lanie le consiguió un papel en una película que obtuvo gran éxito en taquilla y que se llevó un Óscar a mejor dirección, tras eso algún cameo en series de gran alcance y share en el país acompañados de doblajes en películas de animación y de ahí hasta que logró el papel protagonista de una serie que llevaba ya dos temporadas y cada vez obtenía mayor reconocimiento. Tanto que había resultado como consecuencia la llamada que había recibido de su amiga, rogándole que considerará la posibilidad de contratar un guardaespaldas.

Kate entendía la preocupación de su amiga pero no lo consideraba necesario, era verdad que junto con los mensajes cariñosos que recibía, últimamente los acompañaban algunos amenazadores, sin embargo Kate sostenía que no a todos les podía gustar su trabajo y que estas cosas pasaban continuamente en el entorno en el que se movía. Ella aún estaba comenzando y no era ninguna Angelina Jolie ni Jennifer Aniston. Sólo era Katherine Beckett, una chica que acababa de comenzar a labrarse un futuro.