Jasper se asomó a la terraza y observo la hermosa noche, tranquila como pocas. Esto contrastaba con lo que sucedería dentro de unas pocas horas. Año Nuevo.
Las personas, emocionadas, saldrían a la calle y, armando alboroto, festejarían la llegada de 1950. Por desgracia, el pequeño y hermoso duende, llamado Alice, que lo acompañaba desde hacía ya un año y un poco más, pertenencia a ese grupo de personas.
Para ella, cualquier fecha que entrara en un calendario (y las que no, también) eran motivo de festejo.
El vampiro sureño, no salía de su asombro. Alice no recordaba nada de su pasado, había vagado por más de 30 años, solo para encontrarse con él y, aun así, era la persona más dichosa del mundo. Quizá, después de tanto tiempo, la vampiresa había enloquecido. Lo había visto por primera vez, y no sintió miedo, a pesar de las millones de cicatrices que cubrían todo su cuerpo y su "perfecto" (sonaba muy narcisista, sobretodo en su mente) rostro ¿Podían los vampiros enloquecer? No. Pero, si pudieran, Alice definitivamente estaba cuerda. Sus emociones, tan bellas y puras, eran también reales. Y Jasper lo sabía.
Allí, sin duda, el loco era él. Loco, por dejar que un duendecillo hiperactivo lo llevara de aquí para allí, lo peinara y lo despeinara, lo desvistiera y lo vistiera, cual maniquí. Locura o amor. Aposto por lo primero, ya que ni el hombre más enamorado haría eso. Pero… ahora que lo pensaba… él era, de seguro, el hombre más enamorado de la tierra. Y Alice, la más amada.
Pero, esto no era lo que le preocupaba. El problema, era la fecha. 3I de Diciembre de 1949. De nuevo, año nuevo. Si de humano esto no le agradaba, ¿Qué haría ahora? Únicamente sonreía por Alice, porque ella era feliz.
La melancolía, la nostalgia, un poco de desesperación y un deje de tristeza, se sentían en el ambiente. Y Alice lo noto. Noto que su prometido no estaba bien. No por su don, sino por su postura. Jasper estaba recostado en la pared, con hombros caídos, labios tensos y la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha. Parecía un niño pequeño enfadado con su madre, en lugar del caballero sureño siempre dispuesto a proteger a su dama.
Ella se acercó grácil y silenciosamente, asustándolo. Solo lo miro, con ojos curiosos que incitaban a revelarle todo su pesar.
Pero Jasper no hablo hasta después de media hora, cuando estuvo meditando que decirle. Alice espero pacientemente.
-Lo siento. Nunca me gustaron estas fechas- Se disculpó. Ella aun podía distinguir el acento propio de Texas.
-No debes lamentarte por sentir eso. Solo, dime lo que pasa. Te entenderé, o por lo menos puedo intentarlo- Contesto, con voz de soprano.
Jasper la miro, y supo que podía confiar en ella. Como había estado haciendo durante todos esos meses.
-Me pone nostálgico. No me gusta esto. Por más que para todos sea divertido, a mí me recuerda que solo es otro año más en la eternidad.-Luego, la miro con culpabilidad- Eso, y que también me muestra todo el tiempo que estuve sin ti- Se acercó más- cometiendo errores que ahora debo pagar.
Hacia una semana, Alice había visto que María aún estaba buscando a Jasper y que planeaba hacerles una visita. El ex confederado temía por la vida de su compañera, la razón de que siguiera en este mundo. Sabía muy bien lo vengativa y sádica que podía ser.
-Jazz- Le respondió, tomando su rostro entre sus manos- no le temo a tu ex - Bromeo esta, riendo levemente.
Pero a Jasper no le causo gracia y resoplo, a modo de protesta. Alice comprendió que realmente la amaba, tanto como ella a él. No era que no lo supiera pero le encantaba oírlo.
-No has cometido ningún error. Viviste lo que tenías que vivir, al igual que yo. Así debía ser. La vida nos preparó de distintas formas, porque nos íbamos a encontrar sí o sí. Soy la mujer más feliz, gracias a ti. ¿Crees que María podrá separarnos? Nada lo hará, porque después de cada tormenta sale el sol.- El vampiro quiso interrumpir, pero Alice siguió hablando igual- ¿De verdad vas a dar todo por perdido antes de emprender el viaje? Tenemos toda una eternidad por delante, porque ya no es ni tuya ni mía, es nuestra. Y, si a esa arpía se le ocurre si quiera hacerme daño, confió que mi caballero sureño estará aquí para protegerme. El destino no es tan cruel como se cree, debes confiar en que todo saldrá bien-
Jasper se quedó sin habla, porque Alice había resumido dos horas de tortuosas reflexiones en unas hermosas frases.
Ambos se fundieron en un dulce beso, sabiendo que ya tendrían toda una eternidad para preocuparse de las cosas, que de pronto, dejaron de ser importantes.
