DIARIOS DE CAZA I: CAZADORES DE ARENA
Disclaimer: los personajes me pertenecen, pero el mundo en el que se encuentran es propiedad de CAPCOM.
N/A: Primera parte de la saga de Diarios de Caza.
CAPÍTULO I: ORGULLO DE PESCADOR
Una llamarada letal cruza ante mis ojos. Algunas ascuas, ajenas al peligro, quedan flotando en el aire, frente a mí. Mas no presto ya atención a su baile. Oigo un aleteo sobre mi cabeza, presiento el fin. Y recuerdo todo lo que sufrí y luché por mi sueño. Un rugido de ultratumba celebra la inminente victoria de la caza, aturdiendo mis sentidos y obligándome a caer en la cruda realidad. Miro al cielo, pero el casco, la ceniza y el cansancio me nublan la vista. No me permito una lágrima, no ahora; obligo a mi cobarde valor a salir de su escondite y me deshago del yelmo. Ya veo cómo baja en picado hacía mí. Y miro desafiante lo último que veré: unos ojos azules cargados de furia animal.
La aldea dormitaba tranquila cuando el ruido del barco a lo lejos la despertó, previniendo de su llegada. En pocos minutos la pescadera estaba en su puesto lista para recibir a sus chicos con su preciada mercancía.
Poco después toda la población de Tatuee se ocupaba de sus quehaceres diarios. El barco ya había llegado, tras una larga temporada de pesca. Arrowanas, atunes, un par de sarqs y montones de peces dorados. Todo se descargaba mientras una sonrisa se dibuja en el rostro de Mamma.
- ¡Buen trabajo!- felicitó ella a sus chicos- no sé de dónde demonios habéis sacado todo esto y no sé si quiero saberlo, ¡pero lo declaro nuestro lugar de pesca oficial!
- ¡Ja! Pues prepárate para hacerte rica porque no creo que nadie más se atreva a acercarse por allí.
- Un lugar peligroso ¿eh? Bueno, por eso crié siete hijos tan valientes y fornidos como vosotros.
- Deberías alegrarte de lo que te hemos traído- dijo el menor de ellos- porque no pienso volver.
- ¿Y tú te haces llamar marinero?- se burló otro- tú lo tienes el barro en las venas ¡venga, hombre! ¿dónde ha quedado eso de "vamos a patearle el trasero a ese Ludroth melenudo"?
- ¡Dejaos de cháchara y a trabajar!- los riñó su madre- Voy a empezar a vender, ya decidiremos más tarde si volvéis allí o no.
El jefe de la aldea salió de su choza. Todavía no se acostumbraba a ser quién debía encargarse de que todo vaya bien. El barco de pesca había llegado con todos sus tripulantes, afortunadamente. Cada vez que se marchaban temía por sus vidas, como si de frágiles florecillas se tratasen en lugar de rudos marineros con experiencia. Ahora entendía a su padre. Y cómo lo echaba de menos. Volvió la vista. Miró el bosque. Cuánta gente perdida entre sus árboles se conocía… y cuánta no se había descubierto aún.
Se dispuso a despertar a sus aprendices cuando advirtió de reojo una sombra en el portón de la aldea. Miró mejor. "La responsabilidad me está volviendo paranoico" se dijo. Meneó la cabeza y volvió a la rutina que tiraba de él.
