Advertencias: Este fic contiene OoC, mpreg, relación hombre-hombre. Cualquier crítica constructiva y que sirva para mejorar el fic será bien recibida. Cualquier crítica con respecto a mi escritura o mi persona, puede que no la acepte y la borre; puede.

Notas de la Autora: En una loca noche oscura, hace ya algunos meses, cuando tenía vida decidí empezar otro de mis legendarios fics sin final. Después de algunas semanas me di cuenta de que este fluía desde mis dedos y se plasmaba en el Word. Aquí está el resultado. Primer capítulo, veré qué tal la aceptación. El fic está totalmente escrito, son más de 150 páginas en arial 12, no me decepcionen y espero no decepcionarlos yo a ustedes.

Disclaimer: Nada de esto es mío, es JKR a excepción de la trama que es mía. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

~o Las desventuras de un hombre embarazado. Oo~

-Capitulo 1-

Cuando Harry Potter tenía apenas siete años soñó con ser astronauta, de esos que se van de su casa por largas temporadas y la comunicación con su familia era limitada. En aquel entonces él no quería hablar con Vernon, tía Petunia y menos con Dudley así que irse al espacio, a pasar largas temporadas era el empleo perfecto. En el espacio no hay césped que cegar, no hay platos que fregar y no hay gente gritándole o golpeándolo todo el tiempo.

Por las noches, cuando Vernon lo echaba a la calle dado que no habría nadie en casa, miraba las estrellas y deseaba con todas sus fuerzas que algo mágico pasara a su alrededor y lo liberara de ahí.

A los quince años, en Hogwarts decidió que lo que quería hacer era ser auror. Aquellos que pelean contra los magos oscuros y protegen a la sociedad mágica.

En séptimo se dedicó a viajar de un lugar a otro de toda gran Bretaña para encontrar y destruir los objetos que mantenían a su archienemigo con vida, así que lo último en lo que pensó fue en lo que quería hacer para ganarse la vida. Con Hermione a su lado y después Ron, a veces platicaban sobre lo que querían hacer cuando la guerra terminará. Su amiga quería volver a Hogwarts, hacer los EXTASIS y postular a una carrera mágica donde pudiera continuar con su labor de ayudar a los elfos domésticos.

Harry pensó que ya no sabía lo que quería hacer. Tal vez era bueno haciendo lo que estaba haciendo, así que ser auror parecía una buena idea. Pero había probado los sin sabores de una vida de misión. Dormir en tiendas de campaña, comer lo que encontrabas por ahí. Ver siempre las mismas caras. No estaba con una mala compañía, pero quería ver a más gente, que le sonrieran, lo saludaran, intercambiar puntos de vista sobre cualquier cosa. Hablar del clima con un extraño nunca le había parecido tan condenadamente atractivo.

Hermione sólo pensaba en encontrar los horcruxes y cuando Ron no estaba con ellos, ella no hacía mucho más que llorar su ausencia y estar de mal humor. Harry sentía que ser auror era mucha responsabilidad y que quizá todo lo que quería era ver las estrellas por siempre, descansar, probar cosas nuevas y, por supuesto, tener una familia.

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Cuando la guerra terminó, Harry se encontró de pie en el ministerio, fue la primera vez que parpadeó y pensó "¿Qué haré ahora?". Tenía la casa de Grimmauld place y al menos seis meses para ingresar al curso de aurores donde muy amablemente Kingsley lo había solicitado. La carta de la academia estaba en casa de los Weasley junto a todas sus cosas, que en realidad consistían de su viejo baúl de Hogwarts, su escoba y ya.

Todas sus pertenencias, su patrimonio era eso, así que realmente se sintió perdido.

A lo lejos vio una cabellera plateada y supo quién era. Malfoy había quedado peor. No estaba en Azkaban gracias a la confesión de Harry. Aun así no tenía casa; todas sus propiedades habían sido confiscadas mientras aclaraban la situación de Lucius Malfoy por los daños y perjuicios contra la sociedad. Su padre estaba preso mientras los jueces llegaban a un veredicto y su madre se había fugado de la Unión Británica, Harry pensó que él solo no podría con todo y confirmó sus sospechas cuando falló al tratar de reparar la imagen de los Malfoy en varios juicios por sus propiedades.

Harry creía que lo habían lanzado a la calle sin nada más que las ropas que llevaba puestas. Ron sospechaba que tenía un As bajo la manga, ya que el Slytherin se veía muy confiado. Y realmente tenía razón. Su andar era tenso, su expresión vacía y las manos no las había aflojado en todo el día. Pero siendo Malfoy, viéndose en la calle, arruinado y solo, estaría desconsolado como en su sexto año cuando lo vio llorando en el baño de Myrtle.

No, Harry no quería pensar en nadie más. Por ese momento y en adelante quería pensar sólo en él. Tomó la resolución de irse a Grimmauld Place a pesar de que la señora Weasley le había dicho que no podía vivir en ese lugar horrible y sin compañía. Harry pensó que le quería quitar lo horrible. Tal vez en algún tiempo también dejaría de estar solo.

Le propuso a Ron y a Hermione que se mudaran con él mientras Hermione entraba a Hogwarts. Ron podía ir a la tienda de Sortilegios Weasley con George desde la chimenea, o por medio de la a parición. Ambos aceptaron y se fueron a vivir de nuevo los tres. Harry no quería perderlos de un día para otro cuando habían pasado siete años de sus vidas viéndose a diario. Quería que el desprendimiento fuera gradual y no sentir que caía sorpresivamente a una laguna y se ahogaba.

Tenía la visión de una entrada lenta a su solitario mundo.

Realmente no era lo que él había querido. Sin querer se había alejado de Ginny, algo en la batalla con Voldemort, en todo el viaje, el año completo que pasó pensando en todo lo había alejado de su idea de formar una familia con ella. Tal vez, cuando la vio a los ojos y descubrió que no era ella lo que quería se dio cuenta de que quería experimentar realmente, conocer a más personas y vivir sin responsabilidades.

Ginny entendió y le dejó la puerta abierta a próximos acercamientos. Harry pensó que no volvería a cruzar esa puerta. La relación con la familia Weasley quedó tan firme como siempre lo había sido, ya que antes que todo había sido el mejor amigo de Ron e hijo adoptivo de Molly.

Con el paso del tiempo ocurrió como lo había predicho. Ron y Hermione salieron de su vida como una constante para verse envueltos en la categoría de "mejores amigos que son pareja por lo tanto los veo pocas veces al mes". Cuando eso sucedió, Harry ya había probado con varias relaciones, terminando todas en el momento en que comenzaba a sentir el agua del lago en la punta de su nariz. No quería asfixiarse con una relación así que optaba sólo por mojar los pies, asumiendo que una relación amorosa era como un lago.

Por supuesto que fue fuera de Hogwarts cuando aprendió a vivir realmente. Aprendió que un par de nalgas redonditas le llamaban la atención, no importaba si estaban en un hombre o una mujer. Y que si despertaba con ganas de ver senos de mujer o penes de hombre también variaba, afortunadamente para él y la poca estabilidad emocional que había obtenido le enseñó que la mayor parte de las veces tenía que ser neutral. Conocer, evaluar y finalmente tomar decisiones. Cuando lo puso en palabras, lo agobiaron un poco por lo cual lo rechazó y simplemente decidió que quería dejarse llevar por las sensaciones que recorrían su cuerpo al conocer a una persona, independientemente del género.

La carrera fue bien. Terminó la academia y descubrió que realmente sí era bueno en eso, como un don que sólo necesitaba ser pulido, adquirir conocimientos y ponerlos en práctica teniendo en cuenta la experiencia. Rara vez resultaba herido ya que tenía mucho cuidado de no caer en San Mungo, porque ahí casi nadie podía visitarlo. Realmente quería evitar las ideas sobre su soledad.

Cuando se cansó de las misiones se decidió por un orden un poco más burocrático. La gente a la que ayudaba con denuncias y seguimientos siempre decía que con ese gran corazón y su capacidad llegaría a Ministro y que a la hora de las votaciones ya contaba con varios votos a su favor. Se sentía agradecido por el cariño que tenían hacia él; muchos aún valoraban en silencio el esfuerzo por luchar contra Voldemort; otros no paraban de recordárselo a cada momento.

Fue un día de verano cualquiera, cuando el viento soplaba hasta colarse en todos los rincones del callejón Diagon. El calor era asfixiante y todos aguardaban bajo los toldos por la sombra. Un joven de cabello castaño y ojos miel se paseó frente a él, tomado de su mano estaba un rubio de ojos azules y una gran barriga de embarazo. Miró a Ron con la expresión de "cómo es eso posible" y el pelirrojo sólo sonrió. Fue tema de conversación para Harry las próximas dos semanas.

Él aún tenía pesadillas de cuerpos blancos y huesudos saliendo de un caldero gigante a pesar de todo lo que ha visto después de eso.

~oOo~

Cinco años habían pasado desde que les pidió a Ron y Hermione que se mudaran con él. Cinco años desde que decidió separarse de Ginny; y ella lo aceptara sin problemas. Ahora ella, así como sus mejores amigos estaban casados y lejos. Harry saltaba de relación en relación sin encontrar en una persona lo que buscaba. Alguien con quien hacer una familia, para no estar solo nunca más.

Uno de los usuarios de sus servicios en la oficina había terminado en la prisión del ministerio por golpear a un auror e intentar fugarse después de un robo. Tenía que verlo para comenzar con el proceso de sacarlo de ahí, que incluía el juicio y lo que decidirían para pagar el agravio.

El pasillo estaba oscuro, sólo iluminado por la luz que salía de cada celda. Sólo dos celdas de las casi veinte que había, estaban ocupadas. Él se dirigía a la número siete, por el rabillo del ojo vio en la segunda celda que su ocupante estaba acostado en el catre, dándole la espalda. Sus pasos resonaron por todo el pasillo sin detenerse, pero sí vio algo de movimiento por el ocupante misterioso.

Se encaminó sin más distracciones a la celda a donde se dirigía. Sin problemas habló con el joven, le dio a firmar algunos papeles. Pasó el menor tiempo con el sujeto, después salió apresuradamente siempre atrás del mismo guardia. Cosa curiosa al pasar junto a la otra celda ocupada, no se le ocurrió voltear hasta que el sujeto dentro de ahí llamó su atención bruscamente.

—Vaya, Potter —Harry gritó y dio un salto pegando su cuerpo a la celda frente a la ocupada por el sujeto—. ¿Qué haces por estos lugares? ¿Molestando a los pobres presos, como buen auror que eres?

—¿Qué demonios… haces aquí, Malfoy? —Harry sólo podía ver su cara que brillaba fantasmalmente con la luz blanca que desprendía la bombilla sobre el rubio. Su cabellera plateada, atada tras la nuca y dejando escapar unos mechones por su frente casi tapando por completo todo su ojo derecho.

—Ah, ¿no te lo dijeron? Es mi residencia actual —la sonrisa de Malfoy era burlesca, como si disfrutara de la situación y no fuera él quien estuviera privado de su libertad.

Malfoy tenía mala pinta. Además de que parecía muy cansado, las ojeras bajo sus ojos estaban muy marcadas, su cabello se veía sucio. Tenía puesta una chaqueta de cuero, como de motociclista, unos pantalones de mezclilla que terminaban dentro de unas botas de piel de dragón y un enorme y redondo vientre de embarazo.

Un enorme y redondo vientre de… a Harry se le trabaron los pensamientos en esa frase. Olvidó si era Malfoy quien estaba frente a él o si un guardia estaba esperando a que siguiera caminando. Levantó la mirada hasta los ojos del chico frente a él y la expresión del rubio cambió por un ligero instante hasta que recuperó la misma sonrisa de medio lado. Burlón.

—Lo notaste.

—¿Sus cargos? — se dirigió Potter hacía el guardia. El hombre puso cara de tonto al verse solicitado y carraspeó antes de hablar.

—Llegó aquí hace una semana por disturbios en un bar. Sólo tenía que pasa aquí veinticuatro horas pero golpeó al guardia en turno y lo dejaron unos días más— el hombre volvió a carraspear y se jaló el cuello de la túnica—. Le tocaba irse el día de hoy, pero no quiso.

Eran casi las ocho de la noche. Cuando Harry volvió a enfrentar la cara del rubio, éste estaba echado en el catre, dándole la espalda de nuevo.

—Abre la puerta —el guardia se puso rígido y con su palma extendida dio un golpecito a su frente. Sacó las llaves de su cinturón y abrió la reja—. Malfoy, levántate, sales hoy.

Un ronquido falso y estruendoso se escuchó por parte del hombre y Harry, exasperado, bufó y giró los ojos. —Malfoy, vámonos.

—¿Qué? —Se sentó, recargando la espalda en la pared tras él. Quedó más que nada recostado—. No soy tu responsabilidad, mi caso ya lo están revisando.

—No hay nada que revisar, cumpliste la sentencia, esto no es un hotel, tienes que salir.

—No quiero —se cruzó de brazos y volteó la cabeza hacia otro lado que no fuera ninguno de los dos hombres—. ¿Qué harás?

—Obligarte —chasqueó los dedos—. Sácalo, por favor.

Draco escuchó la ronca voz del enorme guardia que había estado junto al gryffindor todo el tiempo. Volvió a verse inmediatamente perdido y su cara no pudo expresar otra cosa que no fuera puro terror. Harry se descubrió recodando el día del juicio de Malfoy y como este salió del ministerio con las manos vacías. No podía creer que hubiera terminado así; había tanto que saber.

El guardia llegó hasta Draco y lo tomó de los brazos cruzados y lo levantó como si no fuera más que un costal con plumas. Draco gruñó algo ininteligible para Harry, pero el guardia soltó una risita.

—No puedes hacer esto, Potter. Esto se sale totalmente de tu jurisdicción. No eres tan poderoso; estaré aquí de vuelta más rápido que lo que tarda una snitch en perderse en el campo.

—Que contrariedad. Unos luchan por no entrar y tú luchas por no salir —los tres se encaminaron a la puerta que dividía el escritorio de los guardias en turno y las celdas. Harry encabezaba la cuadrilla, seguido del guardia que arrastraba a Malfoy.

Cuando el guardia estuvo a punto de arrojar al rubio hasta el breve pasillo que daba al elevador, Malfoy gritó algo sobre sus cosas.

—No eran gran cosa.

—Las cintas de mis botas, no puedo caminar así. Mi cinto y mi valija.

Harry estaba nervioso. No sabía que fuerza extraña lo había llevado a tomar la decisión de sacarlo de ahí. Su palabra tenía peso y lo cargos del hombre habían quedado levantados hacía varias horas antes. Para disimular el temblor de sus manos intentó parecer desinteresado revisando los papeles que le habían firmado recientemente pero se descubrió siendo incapaz de controlar el temblor de los pergaminos, por lo cual se puso a remover su maletín, buscándole un lugar a los papeles.

El rubio pasó a su lado y él apenas si se dio cuenta.

—Ey Malfoy —corrió Potter—. ¿Por qué estás molesto?

—¿Molesto yo? —Draco levantó la mano mostrándole la señal más grosera con el dedo medio de la mano—, para nada. —Se giró y siguió su camino.

Para su desgracia sólo había un elevador así que Harry y el viajaron lo que parecieron años, en un terrible silencio. Pasó cerca de un minuto antes de que Potter volviera a hablar.

—¿Por qué no querías salir? ¿Te estás ocultando de alguien?

—No, no me estoy ocultando de nadie. No quería salir porque ahí adentro es más seguro que acá afuera.

—Entonces te estás cuidando de alguien —dijo Harry. Draco se había abrochado la chaqueta y ahora disimulaba un poco el vientre. Dicho de otro modo, ya no era tan fácil distraerse con él.

—¡No, Potter, no me estoy escondiendo ni cuidando de nadie! Deja de ver conspiraciones donde no las hay. ¿Vamos a jugar a las preguntas incomodas? Bien. Por dónde empiezo…

—No estoy jugando a nada. Deja el colegio atrás.

—Prefiero dejarte atrás a ti —diciendo esto, sonó la campanilla que anunciaba que había llegado a su destino y las rejillas se abrieron. Ante esto, el rubio salió como impulsado por un cohete. Harry lo siguió, dándole alcance en la salida hacia el mundo Muggle. Lo tomó por el codo y lo giró.

—Deja el colegio atrás, Malfoy. Sólo quería ser de ayuda.

—No lo eres, lo arruinaste. Siempre apareces en mi vida para meterme en problemas.

La caseta de teléfono apareció frente a ellos y Malfoy se metió. Harry no quería quedarse atrás así que se metió también antes de que la puerta se cerrara. El espacio era reducido así que quedaron de frente, el aparato telefónico clavándose en el hombro de ambos, Draco se movió para acomodarse mientras seguía gruñendo lo cual ocasionó que su vientre chocara contra el estómago de Harry.

El moreno agachó la cabeza y se le quedó viendo, Malfoy se puso colorado y se giró por lo tanto el teléfono se le clavó en la espalda y su estómago quedó a centímetros del vidrio de la caseta. Habían salido por fin al mundo muggle y se percataron de la intensa tormenta de ese momento. Cuando se detuvo, Malfoy intentó abrirla, dándose cuenta de que definitivamente había quedado en mala posición y eran hombres demasiado grandes para meterse en esa cabina tan estrecha.

Ambos tenían buenas ideas para salir de ahí, pero en conjunto eran una mala combinación. Cuando Harry lo inmovilizó, jalando hacía su cuerpo con una mano y con la otra empujando la puerta fue cuando el rubio se quedó quieto al fin, agachó la mirada y los mechones de su cabello le taparon prácticamente toda la cara. Salió en silencio, despacio y sin levantar la mirada.

Cuando estuvieron libres y a un metro de distancia, Harry se puso el maletín sobre la cabeza para cubrir sus gafas; Draco sólo se giró y se encaminó a un rumbo desconocido, como si no hubiera estado en ningún momento frente a otro ser humano.

—Espera, Malfoy. Vamos a mi casa, ahí podrás secarte. No es bueno que andes por la vida empapado. Puedes enfermar.

Malfoy detuvo sus pasos ante estas palabras, se giró a verlo y suspiró muy profundo. Le hizo una seña, que claramente se entendió como "sigue caminando, entonces". Harry le dio alcance, encorvándose y dando pequeños saltitos. Estaba totalmente empapado pero quería hacer la ilusión de que sus lentes seguían secos.

Se decidieron por ir en taxi, dado que no quería arriesgar a Malfoy a una despartición por medio de la aparición. No sabía muy bien, pero al parecer las mujeres con embarazos avanzados no podían hacerlo. O al menos Hermione se lo había dejado claro cada que tenían que ir a algún lugar y ya se les había hecho tarde.

Subieron al taxi y el chofer se giró para mirarlos y sus ojos casi se salen de las orbitas si no hubieran estado conectados a músculos, nervios y vasos sanguíneos. Miró directamente el vientre de Malfoy después su cara, para volver la mirada al vientre del rubio. Estaba gesticulando para comenzar a gritar cuando Harry sacó la varita y pronunció un confundus.

Draco estaba pegado al sillón, con el costado empujando la puerta y una cara de terror digna de una fotografía. El taxista se giró, puso las manos en el volante y condujo sin decir nada. Se miraron a los ojos por un par de segundo y después cada uno giró su mirada a la calle. Draco comenzó a temblar, el frío le estaba llegando a los huesos y Harry se percató de eso. En su cabeza comenzó a planear un itinerario para cuando llegaran a Grimmauld Place.

Bajaron del vehículo frente al número once de grimmauld place, pagaron al taxista que aún estaba medio ido y caminaron hacía la línea divisoria del once y trece. Entraron cuando la casa se materializó frente a ellos. Harry no le quitó las protecciones a la casa ya que al principio no quería hordas de periodistas frente a su puerta y ahora simplemente no le interesaba tener que disimular que su casa no existía ahí.

Notas finales: Aquí viene lo bueno, se supone que ahora están considerando la idea de dejarme un review y decirme qué les parece el primer capítulo y qué esperan de los posteriores. Como les dije, el fic está terminado, así que para quien me conoce: no lo dejaré incompleto.

Recomendaciones: Seguiré la idea de Xanath y ellas. Nadie me paga por la publicidad, lo hago porque de verdad me gustan los fics.

Pueden pasar a leer la traducción de Xanath, Railway lands o Must Love Quidditch. Ambas traducciones buenísimas.

Pueden también leer a Lady Une Barton, lo que tenga en puerta, ahorita es ANO o conocido entre muggles como El juego de los recién casados. Léanlo y déjenle reviews, se pone muuuuy bueno.

Aunque ya está terminado, me parece excelente, Bajo las palabras de KitsuneEri. Anímenla para que vuelva a escribir algo, es una excelente escritora.

Y ya que andamos en el camino, pasen a leer And An Owl Named Romeo, traducción que encontraran en mi perfil. ¡Enamórense de Romeo!

La parte del adiós: Sale, ya me extendí. Sin más me retiro, nada más recuerden que si no hay reviews no hay continuación, espero que comprendan que es necesaria su opinión para no perder mí tiempo de estar actualizando algo que nadie lee. Si no comentan yo entiendo que no leen, así es esto. Conste, no es chantaje, nada más mi punto de vista. Para que luego no digan que a Chuchita se la bolsearon.

Chiste: ¿Por qué no?

Llega Pepito al parque y se le acerca un amiguito y le dice:
-Eh Pepito, tienes puesto un zapato café y otro negro.
Pepito le contesta:
-Y eso no es nada, en mi casa tengo otro par igualito.