Su primera reacción al llegar no fue quizá la más apropiada, pero tampoco lo era aquella casa. Una gran mansión donde probablemente solo habrían personas estiradas de clase alta muy diferentes a ella. Con sus 16 años recién cumplidos sus padres la trasladaron a Nueva Zelanda, ya que Mebuki Haruno y su esposo Takeshi por motivos de trabajos no podían obligarla ni mucho menos forzarla a cambiar de colegio ni de amistades cada 5 meses por cuestiones laborales.

Cuando llegó al aeropuerto solo pudo divisar a un hombre muy alto con cara de pocos amigos con una pequeña nota entre las manos que indicada su nombre. Diciéndole así, que a él se tenia que dirigir. Ese extraño ser se presentó como Kakuzo y sería el encargado de trasladarla a su nueva casa. Pensó que seria un pequeño apartamento tipo estudio, pero jamás una mansión. Asimismo, esperaba encontrar un taxi para ellos fuera del aeropuerto, no un auto con aspecto fúnebre al igual que el tal Kakuzo.

Suspirando se encaminó con sus maletas en la mano hasta la entrada de la lujosa casa. Ésta tenia un portón y un lado podía notarse el nombre de la familia poseedora de tan ostentoso sitio "Uchiha" ahora viviría con ellos, es decir, con completos extraños. Según su padre, habían llegado a un acuerdo con los Uchiha para que ella pudiera vivir en esa casa y estudiar en la preparatoria los años que le faltaban e inmediatamente culminada esta etapa ella podría decidir si regresar a su querido Japón o ingresar directamente a la universidad que se les ofrecía de manera automática. A ella particularmente no le agradaba para nada tener que vivir con extraños. Ese no era su sitio. Ella no era más que una muchacha normal en un mundo lleno de lujos donde no encajaría. Sin embargo, había prometido a sus padres que haría lo mejor que pudiera para hacerlos sentir orgullosos. Según tenia entendido la familia Uchiha era muy poderosa en todo el continente, así que sus progenitores se encargaron de decirle y dejarle muy claro que vivir en el mismo techo que ellos, era un honor...

Basura.

Al encaminarse a la entrada, el portón se abrió automáticamente sin ella hacer nada.. Aterrador. Llegó a la puerta de la gran residencia. Tocó dos veces, pero nadie abrió, así que ella tomó la libertad de adentrarse. Aunque no sin antes buscar entre su cartera una cara con el sello y firma de un tal Fugaku Uchiha, el señor de la casa. Con eso no debería de tener ningún problema para poder acceder ni a la estancia ni a la escuela, según sus padres, claro está. Una vez dentro pudo notar que la casa se encontraba en penumbras. Todo, absolutamente todo estaba oscuro. No podía distinguir bien la decoración debido a la falta de luz, pero se quitaba el nombre a que estaba inspirada en la época clasista. Acercándose a una de las ventanas que estaba tapada por una espesa cortina, impidiendo la penetración de claridad, estiró la mano para escurrirla, pero un fuerte y firme apretón en su muñeca la detuvo.

Una anciana con un ceño muy fruncido y una boca estrecha inclinada en una mueca de desagrado la detuvo.

-"Hay que ver que eres mal educada" Sakura no comprendía del todo bien.

-Sakura: "¿Disculpe?"

-"Que eres una mal educada. ¿Quién te ha dicho que puedes tocar algún ápice de esta casa?"

Vaya, aquella señora no bromeaba. La miraba de una manera sumamente despectiva.

-Sakura: "Lo lamento mucho" estaba cansándose de la actitud de esa señora - "toque varias veces, pero nadie abrió. No pretendía que esperara medio siglo allí plantada como un árbol"

-"Aparte de mal educada, respondona. Más te vale que aprendas a controlar esa lengua si es que de verdad deseas conservarla"

Maldita vieja. solo en ese momento soltó el fuerte agarre que mantuvo en su muñeca.

Mierda. Todo esto era extraño. Había una sensación en esa casa y con las personas que había conocido hasta ahora que no le agradaba o quizás eran imaginaciones suyas por el cambio de ambiente.

-"Sígueme"

Deberían de considerar deporte extremo el caminar en esa casa. Habían candelabros de cristales decorando las paredes con unas velas que en vez de iluminar daban un aspecto mas tétrico. "Doña amabilidad" se detuvo en una habitación de doble puerta. La abrió lentamente. Sakura esperaba que allí hubiera claridad. No era fanática de la penumbra. Era de hecho, para ella frustrante. Sin embargo, la luminosidad no llego. La "maldita vieja" encendió las luces y allí las lamparas que decoraban el salón si eran "normales" hablando en su español. La luz allí tenia un color dorado. La habitación era grande, demasiado en realidad. Había una sala de estar, más allá un arco que daba hacia donde se encontraba la cama. Ésta tenia un dosel. También había una peinadora con muchos objetos en ella. Objetos que luego sakura se encargaría de registrar. Una puerta estaba al fondo. Supuso que era el baño y también había una ventana que al igual que en salón de la entrada de la casa, estaba cubierta con cortinas oscuras.

-"Ésta es tu habitación. En la cama está tu nuevo uniforme. Vístete y preparate para ir a clase"

¿Clase? ¿A las 8 de la noche? ¿Que demonios...?

-Sakura: "Disculpe pero, ¿cómo es posible que vaya a clase tan tarde?"

-"Veo que no te informaron mucho. Alistate. Vendré en media hora"

Esa "maldita vieja" se fue y la dejó sola. Música para sus oídos. Esa mujer la intimidaba. La miraba como si no fuera nadie. Entendía que no provenía de una familia tan importante como para la que esa señora servia, pero no soportaba sus constantes miradas de desaprobación.

Sin pensar mucho, se dirigió al baño. No tenia mucho tiempo.

¿Qué tan presumidos podrían ser los que vivían allí? Ese cuarto de baño era más grande que la casa en la que ella vivía en Japón. Tenia un jacuzzi, una ducha, un lavado bastante amplio con todo tipo de productos. Supuso que al igual que con los cubiertos, ellos sabrían para qué se usaba cada uno de esos artefactos. Opto por darse una ducha rápida, luego habría tiempo para la tina relajante de agua caliente, espumas, velas aromáticas y todo tipo de esencias.

Al salir de nuevo a "su habitación" se acercó a la cama. Dios, estaba cansada. Acaba de volar 16 horas y ahora resulta que su escuela de "niños mimados" era tan especial que tendría que ir de noche sin ni siquiera tener consideración con ella. Comenzó a analizar su "uniforme" Para ella parecía más el uniforme de una puta que de una señorita que asistía a una escuela prestigiosa.

La falda, de color vino tinto, le llegaba por lo menos 15 dedos por encima de la rodilla. Una camisa rosa pálido muy ajustada se ceñía a su cuerpo y la chaqueta del mismo color que la falda también se le veía muy ajustada. Sus zapatos, eran unos tacones de 7cm, además tenia que usar unas medias, rosa pálido también, que le llegaban por las rodillas y que poseían lazos a los lados.

Una autentica puta.

Su cabello, que le llegaba más abajo de los hombros, lo dejo suelto. Ni siquiera le dio tiempo de curiosear las pertenencias que habían en la peinadora. La "maldita vieja" hizo acto de presencia en su habitación.

-"Mi nombre es Chiyo. Llevo trabajando en esta casa más de lo que puedas imaginar. Aquí no serás la bebita de mami y papi. Estarás a cargo de la familia Uchiha. Debes entender que tienes que aprender a comportarte como toda una señorita. Ellos son personas muy importantes y no merecen que personas como tú los avergüencen. Te sugiero seriamente que de verdad controles la lengua. Los jóvenes amos de esta casa tienen mal temperamento. Olvidate de querer pasear a la hora que te de la gana, para ello deberás pedir permiso. Tu escuela es la secundaria Nisshinkan. Su horario es de 9pm a 3am. Es una escuela especial, así que siéntete afortunada. Kakuzo, te llevará de ida y vuelta. Cuando los jóvenes amos lo decidan comenzarás a viajar con ellos"

¿Jóvenes amos? Y una mierda. Quería callar a esa vieja bruja que parecía creer que tenia dominio sobre ella.

-Chiyo: "Ahora, vamos. Es hora de que te vayas"

Así, ambas bajaron por el mismo pasillo por el que subieron. Al abrir la puerta principal sus ojos tardaron un poco en adaptarse a luz. Luz que por cierto agradecía y a la cual había extrañado. Kakuzo la esperaba con la puerta del "auto fúnebre" abierta. Se sentía como una muerta en vida viajando en esa cosa.

El trayecto hasta Nisshinkan no duró mucho, quizás unos 20 minutos, pensó que hasta de podría ir caminando, claro si es que los "jóvenes amos" se lo permitían. Jodida mierda.

Al llegar notó que esa escuela era igual o más tenebrosa que la "casona" de los Uchiha. ¿Por qué todo era tan horrible? Miró a su al rededor. Las personas allí presentes la miraban como si tuviese 3 cabezas. Imbéciles.

Antes de irse, Kakuzo le había entregado un folleto. Al abrirlo se dio cuenta que era un mapa. Comenzó a encaminarse al interior del "prestigioso reciento" pero una rubia alta, de senos voluminosos, ojos azules y reflejos hechos en su cabello de princesa, también azules se paraba frente a ella con una cara que le recordaba justamente a la que había puesto la vieja bruja Chiyo cuando la vio acercándose a las cortinas.

-Sakura: "¿Quieres algo?"

-"Eres una maldita. ¿Cómo te atreves... Cómo te atreves si quiera a pisar esta escuela? Y peor aun, ¿cómo es que vives en la casa Uchiha? Tú una simple..." Fue interrumpida por un rubio, de por lo menos 1.80 de ojos azules también y muy apuesto por cierto, que posó su mano en el hombro de aquella chica que parecía que en cualquier momento saltaría encima de ella a matarla sin un por qué válido.

-"Ino, no seas borde. Esto no te concierne"

Ino: "¡Callate Naruto! Sasuke es mi futuro esposo. Todos saben quién es. Ella no está al nivel de un Uchiha. No es más que una simple puta." - sacudió bruscamente la mano del rubio que tal parece se llamaba Naruto y continuó con su retahíla - "No perteneces aquí, ¿me entiendes? Tú no eres nadie y nunca lo serás"

Dicho esto, se fue dejándola completamente en blanco.

¿Quién demonios era esa loca? Jamás en su vida la había visto, además, ¿qué le importaba a Sakura si ella se casaba o no? Ni siquiera conocía a ese tal Sasuke o como sea.

Naruto suspiró, introdujo las manos en sus bolsillos y se quedó por una milésima de segundo observando a Sakura. De hecho, todos los presentes lo hacían y murmuraban cosas que ella no llegaba a entender. De pronto, ese tal Naruto sonrió.

Naruto: "Un placer conocerte, Sakura Haruno" y sin más se alejó de allí.