N/A: ¡Hola de nuevo! Debo informarles que estoy en plenas semanas de exámenes, por eso la tardanza de mi fic u.u, pero cada vez que me demoro en actualizar se me ocurren ideas raras, loquisimas, que casi nunca publico.. pero esta vez se me dio por hacerlo, espero que lo disfruten tanto como yo lo hice escribiendo en plena etapa de estrés para relajarme.. ¡malditos exámenes! T.T

"A la puerta tocó nuevamente el amor"

no sé si dejarlo entrar

no sé si deba mejor decirle adiós..


La estación de Invierno daba una sensación de paz y tranquilidad en el hogar de cierta pelinaranja de ojos grices.

El nombre de esta hermosa mujer era Inoue Orihime, quien era esposa y madre de dos apuestos jóvenes. Tenía una vida, según ella, perfecta ya que eran muy unidos a comparación de la mayoría de familias pudientes del país. Vivían en la parte más prestigiosa de la ciudad, iban a cocteles, conferencias, viajes, en fin; lujo tras lujo. Pero también eran miembros de corporaciones para ayudar a los más pobres y necesitados en todo el mundo.

18 de Enero, día de su aniversario número diesiséis.

Tenían todo preparado para su viaje y celebrar ese día tan especial. Un jet privado los esperaba en el patio trasero de la gran mansión. Aquel hogar contaba con amplias áreas verdes, canchas de fútbol, tennis, volleyball y basketball. No por nada cabían varios medios de transporte que para algunos parecería extravagente y sumamente innesesarios.

- Les repetiré esto sólo una vez más: Ninguna fiesta de locos adolescentes en nuestra ausencia ¿entendido? - sentenció el jefe de la familia Cifer.

Era un hombre alto de tez pálida, tenía grandes ojos verdes, cabellera oscura como la noche, mirada monótona, y admirable estado físico para tener treinta y seis años de edad. Usualmente usaba ropas elegantes y de marca; sin embargo, esta vez vestía una chaqueta de cuero, debajo una camiseta blanca y un par de pantalones oscuros.

- Despreocúpate viejo, ustedes sólo disfruten su aniversario mientras nosotros nos encargamos de todo ¿no es así, Hikaru?- dijo su primogénito.

Él era un joven de diesiséis años, muy apuesto, de ojos verdes, cabellera muy parecida a la de su padre pero de color anaranjada y un ceño fruncido adornaba su rostro con frecuencia. Su modo de ser era único, cuidaba mucho de sus seres queridos, procuraba siempre proteger a los que amaba y admiraba demasiado a su padre mientras adoraba a su madre con cada parte de su ser. Un chico ideal.

- ¿Ya oíste Ulquiorra? Nuestros pequeños respetarán la casa mientras no estemos; estoy muy orgullosa de ustedes, mis amores - Orihime esbozó una radiante sonrisa que dejó perplejos a sus hijos y marido.

Ella aún mantenía ciertos ragos infantiles que la hacían ver deslumbrante y maravillosa a pesar de tener treinta y cinco años de edad. Su larga cabellera anaranjada rozaba sus caderas con gracia, sus grandes ojos grices deleitaban a quien la viese directamente y con el pasar de los años su apariencia era cada vez mejor; ese cuerpo deseado por muchos resultaba siempre ser el foco de las miradas. Cosa que no agradaba nada a los tres hombres de la casa.

- Madre, padre, cuidanese mucho por favor - dijo el menor hijo mirando y palpando los primeros copos de nieve del día.

Su nombre era Kaoru y tenía quince años de edad. Sus ojos eran grices al igual que su madre pero su cabellera era una fución entre negro y naranja con un resultado castaño. Medía igual que su hermano mayor, del mismpo porte al igual que su padre. Buen físico, encantadora sonrisa y valores establecidos en este apuesto joven lo caracterizaban con su forma de ser; respetuoso y analítico.

- No se preocupen, bebés, estaremos de regreso en una semana - la madre se erguió un poco para abrazarlos con ternura y darles un dulce beso en la frente pues siempre los trataba con amor.

- Mamá, en un par de años seré mayor de edad - habló Hikaru - No es necesario el apelativo "bebé".

- Ustedes siempre serán mis bebés - ella los tomó de la mano y sonrió - Adiós.

- Portense bien ¿si? No hagan travesuras, esta casa se respeta - recordó Ulquiorra - los quiero mucho muchachos, cuidanse - se despidió su padre del mismo modo, y enseguida acompañó a su mujer para subir al jet privado.

Desde la cabina, su madre veía a su dos hijos mover sus manos en señal de despedida. Apoyó una de sus delicadas manos en la ventana y sutilmente dejó caer una lágrima por su mejilla izquierda. Ulquiorra la tomó de la otra mano y la miró a los ojos para regalarle una ligera sonrisa y besarla para calmar cualquier inquietud y despejarla de las preocupaciones ya que sería su día especial.

- Apenas despegamos y ya los extraño, Ulquiorra - dijo la oji-gris una vez calmada.

- Ya están grandes, no hay por qué afligirse, Orihime - acarició sus rosadas mejillas - Te amo y sólo quiero verte feliz.

- Yo también te amo - sonrió para quedarse dormida en su asiento especial.

xOx

Horas más tarde, los dos jóvenes se encontraban en su hogar como chicos obedientes.

- ¡Santo cielo! Kaoru, ¿te imaginas todo lo que podremos hacer esta semana? - preguntó animado el oji-verde al abrir la cochera de la mansión.

- ¿Qué haces Hikaru? No oíste a nuestro padre, nada de travesuras - recordó el castaño viendolo seriamente.

- Esto no es ninguna travesura, todos saben que los autos de nuestro viejo serán nuestros algún día - dijo de manera obvia.

- Pero.. -

- Vamos.. sólo será un paseo - insistió - ¿Cuál quieres? Tenemos el Lamborgini, Mercedes, Audi..-

- No gracias, prefiero quedarme aquí a salvo, ya sé cómo manejas.

- Como gustes - se acomodó en el auto escogido y lo encendió - volveré en un par de horas.

- Está de más preguntar a dónde irá..

xOx

Era de noche en el hospital central.

El director del lugar era nada más y nada menos que Kurosaki Ichigo, reconocido en varios paises por su labor y experiencia.

Estaba sentado en su escritorio, leyendo su cuarto libro de medicina del día cuando su secretaria entró alborotadamente y sin previo aviso.

- Dr. Perdón pero.. usted sabe quien acaba de llegar - atravesó la puerta tratando de no perder el aliento - Estoy harta de que venga aquí, debería betarla de por vida, así nos facilitaría la vida a todos.

- Silencio Rangiku, ya te dije que no puedo hacerlo hasta haber terminado el proceso de divorcio. Ahora por favor, hasla pasar.

- Esta bien - renegó por ultima vez la rubia de ojos azules para salir de la habitación.

Segundos después estró al lugar una mujer de baja estatura, muy bella y de cabellos oscuros. Sus ojos grandes y de color azúl profundo embriagaba el panorama mientras su delicado cuerpo de porcelana era sumamente atrayente.

- ¿Ahora qué quieres Rukia? - preguntó Ichigo dejando el libro sobre la mesa para verla arqueado una ceja - ¿Más de mi fortuna o ya estás satisfecha?

- Cállate, idIota - habló la pelinegra - Sólo vengo para avisarte que el juez de nuestro proceso postergó el juicio hasta la próxima semana y que lamentablemente debemos esperar.

- Maldición, no soporto un día más como tu esposo ¿y ahora debo esperar una semana más?

- ¿Y crées que para mí no es peor? - se cruzó de brazos.

- Maldi..-

- ¡Dr. emergencia! Un joven gravemente herido en accidente automovilístico, dese prisa, está en sala de Emergencia - avisó Rangiku entrando nuevamente de manera poco profesional.

- Entendido - se paró de su asiento de inmediato - ¿Oíste, verdad Rukia? Me das permiso para ir, mujer desconfiada.

- Vete ya - dijo ésta con una mirada de pocos amigos.

Así es, este divorcio era puramente creado por la desconfianza que existían entre esta pareja, razón de múltiples peleas entre ellos en el pasado, únicamente verbales, y por ello no habían tenido hijos en sus ocho años de matrimonio. Algo muy triste pero cierto.

- ¿Qué pasó? - se iba incorporando el pelinaranja en los amplios pasillos de ese moderno hospital.

- Dislocación y contución - informaba Renji, doctor y amigo, mientras leía su plantilla.

Ichigo abrió las puertas de la Sala de Emergencia con ambas manos de manera rápida para ver a un joven recostado en la camilla.

- Hola, me llamo Ichigo Kurosaki y seré tu doctor por lo tanto me tienes que decir exactamente cómo fue el accidente para curar tus heridas.

- Sólo manejaba mi auto, luego una luz muy potente me cegó y ya no recuerdo más - dijo friamente el muchacho.

- Sé más específico, si quieres curarte rápido - advirtió en modo de amenaza.

- Eres un gruñón Dr. Fresita.

- Maldito mocoso, ¿cómo te llamas?

- Cifer Hikaru.

- Veamos Hikaru, ¿tomas alcohol o fumas? - interrogó sacándo una libreta.

- Ni de broma, ninguna de las dos cosas, no soy un idiota para consumir mi vida en eso.

- De acuerdo.. y ¿no sientes dolor? - volvió a pregunar Ichigo ya que le parecía extraño que no se haya quejado de dolor.

- No, para nada, otro doc vino antes que tú y me inyectó algo para eso.

- Así es Kurosaki, alguien tenía que actuar en tu ausensia - se incorporó Uryuu acomodandose los lentes y sonriendo confiadamente.

- En ese caso, te lo dejo, no estoy para mocosos malcriados como éste, tengo muchas cosas qué hacer.. Con permiso - se despidió Ichigo.

- ¿Y a ése qué le ocurre? - preguntó Hikaru extrañado.

- Digamos que está de malas por diferentes motivos - respondió Ishida viendolo salir.

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- Les habla el capitán, estámos atravesanto zona de neblina, por favor mantengan la calma..-

- Se cortó la comunicación - susurró Ulquiorra en voz baja para no preocupar a su mujer.

- ¿Alguien dijo algo? - preguntó la oji-gris somnolienta pues acababa de despertar de una relajante siesta.

- Orihime.. Amor, sólo no te muevas - avisó el peli-negro con las manos.

- ¿Qué? ¿Por..- pero una fuerte sacudida no la dejó terminar.

El jet empezó a mecerse con fuerza y un horroroso zumbido aterrador los hizo alterarse cada vez más. Ulquiorra tomó a su esposa procurando que nada le cayera encima pues todo empezó a desordenarse en segundos. Le puso el chaleco salvavidas rápidamente y la abrazó como nunca antes lo había hecho.

- ¿Qué ocurre ulquiorra? ¡tengo miedo! - gritó asustada mirando todo a su alrededor sintiendo mariposas en el estómago por todas las sacudidas que ese medio de transporte infernal iba haciendo.

- Yo te protegeré - dijo este cerrando los ojos, esperando el desenlace de la situación.

Pronto el jet empezó a descender con rapidez y sin control, el cielo marcaba su caída, sólo las esperanzas y fé podrían salvarlos ahora.

La luz roja del ambiente sonaba escandalosamente, pero pronto el ruido se apagó, todos los vidrios se rompian estruendosamente, las luces intermitentes cegaban a ambos y con todo el dolor del mundo y miedo escondido..

- ¡Te amo Orihime!

- ¡Te amo Ulquiorra!

Un inevitable accidente aéreo se produjo a las 23:34 horas el 18 de Enero.

xOx

Un nuevo día.

Desayunaban en su amplio comedor del sueño su desayuno favorito servido por las sirvientas.

- ¿Estás seguro que ya te sientes mejor Hikaru? me diste un buen susto cuando me llamaron del hospital - comentó Kaoru dando un mordisco a su sandwich.

- Sí, ya te lo dije, te juro que no volverá a pasar. Pero.. nada de esto a nuestros padre, prométemelo.

- Te lo prometo, no quiero que se preocupen por nada - tranqulizó el castaño amablemente.

- Jóvenes Hikaru y Kaoru, una llamada del Hospital central - avisó una sirvienta cortésmente.

- Que extraño, no recuerdo haber olvidado nada en ese lugar - se dijo a sí mismo el oji-verde.

- Yo contesto - habló Kaoru - Aló, sí, diga..

Su semblante alegre poco a poco fue cambiando en impacto e incredulidad.

- K-Kaoru.. ¿Qué ocurre? ¿Por qué pones esa cara? - se exasperó el hermano mayor sacudiendolo por los hombros muy preocupado.

- N-N-Nuestra M-Madre - tartamudeó con cara de horror - Está gravemente herida.. su vuelo.. su vuelo cayó en picada.

Los ojos verdes del apuesto joven se abrieron con sorpresa y en segundos su corazón empezó a latir descontroladamente.

x DEJEN REVIEW x

Una luz blanca era todo lo que recordaba.

Estaba hechada en una amplia cama del hospital, tenía medio cuerpo envuelto en vendas blancas. Su mirada cansada lo decía todo. No había dicho palabra alguna desde que despertó, no entendía qué hacía en ese lugar. Y pronto llegaron un par de doctores.

- Será mejor llamar a sus familiares cuanto antes, es doloroso pero será mejor decirlo aquí - dijo el peli-rojo.

- Si crees que es lo mejor - se resignó el peli-azul acomodándose los lentes.

- D-Disculpen..

- Oh, ya despertó - notó Uryuu - enseguida entrará su doctor.

- Por favor no se esfuerze, debe descansar - recomendó Renji de igual modo.

- Pero yo..-

- Muy bien qué tenemos aquí - se presentó de improviso el Dr. Kurosaki con su característica bata blanca, pantalones oscuros y mirada sosegada.

- Contución y varios huesos rotos, necesita operación urgente - explicó Uryuu de forma rápida.

- Ya veo. Disculpe ¿Cuál es su nombre? - preguntó Ichigo monótonamente.

- Inoue Orihime - repondió con la cabeza gacha.

- Anotado..- dijo él anotando algo en su libreta.

- Doctor ¿DONDE ESTÁ MI ESPOSO? - no pudo más y soltó la pregunta al borde del llanto.

Ichigo vio sus ojos cristalinos mientras su pecho sintió un fuerte punzón y no pudo evitar emitir cierta condolencia.

Tragó fuerte y con tacto le dijo la terrible noticia.

- Lo lamento mucho, pero.. él falleció.

Los ojos grices de la mujer se llenaron de lágrimas y empezó a dejarlas caer como si no hubiera un mañana. Sacudía la cabeza negándoselo todo a sí misma, pero tenía que ver la realidad de las cosas.. tenía que entender que estas cosas pasan. Nadie es vulnerable a las desgracias de la vida diaria, todo tiene un comienzo y un final. Por más dinero que tengan, nadie tiene la vida comprada.

Lamentablemente ella no pudo más, y con un acto reflejo, tomó a su doctor y lo abrazó humedeciendo el hombro de éste.

- Yo lo amaba, lo amo y lo amaré por toda mi vida.

Ichigo se sintió raro durante esos instantes.

Ninguna doctora, enferma o paciente jamás lo había abrazado de ese modo pues nadie se atrevía a tocar a la más grande personalidad del lugar.

- Muy bien chicos, supongo que es aquí.. habitación 109 - Rukia señaló con la mano derecha la puerta de la habitación.

- Gracias - dijeron Hikaru y Karoru al unisono para abrir la puerta apresurados.

Está de más describir la cara que pusieron los tres cuando presenciaron aquella extraña escena entre Ichigo y Orihime.

¿CONTINUARÁ?