Este fic ha sido creado para los "Desafíos" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".

Disclaimer: Nada del potterverso me pertenece, todo es de J.K Rowling.


DECISIONES


Miras los cuerpos de tus amigos sin poder creértelo aún. El horror plasmado en cada centímetro de la casa derruida te cala hasta los huesos.

Las lágrimas fluyen desde tus ojos sin cesar, siendo cada una de ellas un recuerdo vivido con aquellas personas que reposan a tus pies. Te inclinas y les cierras los ojos con una mano temblorosa.

Siempre serían tus amigos y, por ello, siempre estarían en tu corazón. El llanto de un bebé hizo que desviaras tus ojos hacia tu ahijado. Tan pequeño e inocente, sin saber la catástrofe que acababa de cambiar su vida para siempre. Y todo por culpa de un traidor.

La sangre te hirvió mientras tu mirada se nublaba. Esa rata rastrera había vendido a tus amigos, sus amigos, al peor canalla que puede existir. Y no le ibas a permitir que siguiera viviendo. No se merecía seguir respirando aquel aire que James ya no podía respirar.

Sabías que no podrías matarlo cuando llegara la hora de la verdad, pero te gustaba pensar que sí o que, al menos, podrías lograr que se entregara a los aurores. Porque aquel asesinato no iba a quedar impune, para nada.

Estabas a punto de desaparecerte cuando el llanto del bebé sonó, esta vez más fuerte. Miraste en su dirección, indeciso; él también había perdido mucho hoy, no se merecía estar más solo.

Te acercaste a él y lo cogiste en brazos, provocando que, en poco segundos, dejara de llorar y te mirara fijamente con aquellos ojos verdes. Sonríes y crees que luego puedes ir perfectamente a buscar a Peter, ahora necesitas encontrar un lugar menos lúgubre para Harry.

Te desapareces y apareces en tu casa de la infancia, no es que sea el mejor sitio, pero no sabes dónde ir.

Entras en la casa lentamente, pensando que tu madre quizás esté dormida. Había oído que era lo que llevaba haciendo desde que tu padre murió.

Llevase el bebé a tu habitación y lo acuestas en tu cama, enrollándole muy bien entre las sábanas para que no pueda moverse.

Luego, te diriges a la habitación de tus padres y no encuentras allí a Walburga. Confuso, vas hacia el salón y la encuentras allí, de pie, mirando fijamente el tapiz.

—¿Madre? —susurras despacio, preparado para recibir gritos por su parte y maldiciones. Walburga se gira lentamente y te mira con los ojos vacíos de emoción, abriéndolos poco a poco.

—¿Sirius? ¿Eres tú? —el joven asintió despacio—. ¿No estoy soñando?

—No, mamá. Estoy aquí, yo… —comenzaste a decir cuando fuiste interrumpido por Walburga al lanzarse a tus brazos y comenzar a llorar. La abrazaste muy fuerte y lloraste con ella la muerte de tu padre, la desaparición de tu hermano y la pérdida de tus amigos.

Estuvisteis segundos, minutos, horas, abrazados y llorando, todo el tiempo que necesitasteis para liberar a vuestro corazón de las sogas que lo mantenían atrapado.

Cuando os sentisteis aliviados, Walburga te besó en la frente y volvió a abrazarte. Al terminar, te miró y pudiste observar una nueva vitalidad en su rostro surcado de arrugas.

—Si tu padre te viera ahora… estaría tan orgulloso de ti —susurró Walburga mientras unas lágrimas salían de sus ojos—. Gracias por volver, hijo.

—No sabía a dónde ir, mamá —replicaste y le contaste todo lo que había pasado. Ella evitó mencionar el hecho de que te juntaras con sangre sucias y aceptó encargarse de tu ahijado. Además, te convenció para que no fueras detrás de esa rata. Al menos no por el momento.

Más tarde, juntos, preparasteis la habitación para Harry allí donde había estado la de Regulus y, una vez acabasteis, te acostaste en la cama de tu madre, con ella, abrazados. Igual que hacías cuando eras pequeño y tenías miedo.

Al fin volvías a estar con tu familia, o lo que quedaba de ella.


FIN