"Per aspera, ad astra…" Seneca; (4A.d.C.–65), filósofo, político, orador y escritor romano.
Todos los personajes son de Masashi Kishimoto y la historia es de Hitoyo Shinozaki.
Prólogo
Advertencias:
OcC.
AU.
Yaoi (SasuNaru).
Long-shot.
La siempre presente falta de ortografía.
El lector podría morir de aburrimiento.
Una cegadora luz iluminó el pequeño escenario, atrayendo todas las miradas del bar y silenciando todavía más los pocos murmullos entusiastas que sobresalían por encima de la suave música, una delicada melodía que resonaba con tranquilidad en el establecimiento. Una inusual mercancía sería subastada esa noche… Por su puesto, inusual para cualquier otro tipo de sitio que no fuera el Otogakure (1), pero incluso en esta ocasión, el preciado objeto era raro para los estándares del exclusivo lugar.
- Nuestra siguiente pieza es un chico nacido en Japón, pero de ascendencia germana –comenzó a escucharse una voz ligeramente burlona a través del micrófono.
La voz le pertenecía a un muchacho que sobrepasaba con facilidad la veintena, pero que sería extraño que tuviera más de treinta años. Vestía un impecable traje blanco, de pantalón y saco sencillos, que llevaba sin abotonar, combinado con una elegante camisa de un rosa pálido. El hombre portaba unos anteojos de montura redonda sobre el puente de la nariz, cuyo reflejo en ocasiones no permitía ver su oscura mirada, y que junto con dos mechones de cabello azul a los costados de la cara, enmarcaba una exasperante expresión de superioridad. El resto del pelo lo recogió en una sencilla coleta.
- Aunque no lo parezca, el chico es universitario. Sé que no pueden creerlo por su suave piel, de un color que parece acabar de ser bronceada por el sol –dijo el presentador ensanchando un poco más su burlona sonrisa.
Evidentemente lo que le causaba tanta gracia al hombre, era el inusual tipo de palabras que salían de su boca, tan chocante con su carácter. Demasiado dulces, demasiado delicadas, demasiado tiernas; pero en fin, al final, el trabajo era el trabajo.
El ruido de un arrastrar de cadenas llamó la atención del presentador, que por primera vez en la noche apartó la vista de los futuros clientes para enfocarla en la escena que se desarrollaba en medio del escenario. No pudo evitar que una pequeña risilla se escapara de su boca.
La famosa pieza a subastar, la pieza central de esa noche, y la más esperada, no era otra cosa que un muchacho joven, de sedoso cabello rubio y ojos asombrosamente azules, que no lucían como era debido, ya que se encontraban entrecerrados a causa del adormecimiento provocado por la droga. Era bastante alto, aunque con una complexión delgada, lo que lo hacía parecer más joven, y justo en ese momento, mostraba su desnudez en todo su esplendor, a menos que pudiera considerarse prenda de vestir el collar de cuero negro que usaba en el cuello. Una cadena de metal llegaba hasta el accesorio, la cual era sostenida a su vez por un hombre fornido, que además sujetaba al muchacho con fuerza, ayudado por otro hombre del lado contrario, más fornido todavía si eso fuera posible.
Aunque esos datos por lo general carecían de importancia, quien dirigía la subasta no venció la tentación de husmear entre las hojas que sostenía en la mano hasta ver impreso el nombre del muchacho. "Uzumaki Naruto", un hombre cuya vida como hasta ahora la conocía acababa de terminar.
- Es completamente virgen, como pueden verlo con sus propios ojos… -dijo entonces el hombre de cabello azul, regresando su atención a la audiencia, mientras que los otros dos hombres que sujetaban al rubio lo obligaban a sentarse sobre el frío suelo, y para total vergüenza del muchacho, también lo obligaban a abrir las piernas y exhibir su entrepierna a todos los presentes.
Murmullos excitados se esparcieron por todo el bar, provocando que la sangre se agolpara en el rostro de Naruto, más a causa de la furia y el coraje, que debido a la vergüenza. Sacando fuerzas desde lo profundo de su subconsciente, el muchacho sujetó de pronto la cadena y tiró de ella hasta lograr que el hombre a su izquierda se fuera de bruces al suelo. No le importó mucho que de paso se lastimara sus cervicales, pero el Uzumaki si resintió el entrar de una jeringa en su brazo derecho, que introdujo más droga dentro de su cuerpo.
Nunca usarían la fuerza contra una mercancía en venta, ese era un lujo exclusivo del cliente, así que por lo pronto el joven podía sentirse completamente a salvo de los golpes.
- Y también como pueden ver, es un bello ejemplar que pide a gritos ser domado -dijo el presentador con muy buen humor, esta vez sin lograr que una abierta carcajada escapara de su boca, sonido que fue coreado de buena gana por el resto de los presentes-. Empezare la oferta con 50 millones.
- ¡55 millones! –fue la primera propuesta en ser dada.
- ¡60 millones! –lo retó otra voz que se encontraba al fondo del salón, y unas risas bajas resonaron al darse cuenta de que quien había hablado era una suave voz femenina. No cabía duda de que hasta las mujeres querían darse sus gustos de vez en cuando, y de que las que tenían la manera de concederse sus caprichos no se la pensaban mucho para hacerlo.
- ¡75! –se escuchó desde la primera fila.
- 75 millones, por el caballero de la mesa de la izquierda –aceptó el hombre de cabello azul-. ¿Alguien da más?
- ¡95 millones! –fue el grito que se escuchó en la mesa siguiente a la de la anterior propuesta. El entusiasta participante parecía ser en realidad el asistente del verdadero interesado, un hombre mayor sentado a su lado, de porte orgulloso y con una densa nube de humo de tabaco rodeándolo.
- Tenemos 95 millones, ¿alguien ofrece más? –siguió presionando el presentador con una sonrisa. Si conseguía que el precio superara los 100 millones, entonces su salario se vería considerablemente aumentado esa semana.
- ¿Qué tal una patada justo en…? –empezó a decir una ronca voz proveniente desde el muchacho semiinconsciente, antes de que una ruda mano le fuera colocada sobre los labios.
- Esa boca que tienes… –lo regañó el hombre a su izquierda, aquel que había arrojado al piso con anterioridad-, después estará muy ocupada como para hablar –dijo con cizaña, su fétido aliento cayéndole al rubio de manera desagradable sobre el lóbulo de la oreja.
- ¿Nadie ofrece más? ¿Nadie? – preguntó el presentador con cierta decepción en su voz, sin prestarle atención al alarido de dolor que soltó su compañero al ser mordido por el muchacho-. Entonces, vendido por…
- 200… -fue el murmullo casi imperceptible que se dejó oír en medio de la algarabía de la subasta. Para el resto de los presentes ese susurro podría haber pasado desapercibido, pero no para el entrenado oído del presentador, quien se quedó estático en su lugar al imaginar la suma de dinero.
- ¡¿Qué…? – gritó el hombre de cabello azul a través del micrófono-. ¿¡De quién fue esa última oferta?
Una mano tranquila se elevó en medio de las mesas, y el silencio comenzó a abrirse paso entre los presentes, hasta que toda la atención se concentró en la persona dispuesta a pagar una cantidad tan extrema, aunque fuera por una mercancía de tal calidad.
El joven, un muchacho de a lo mucho veintitantos años, vestido con un elegante trajo negro, bajo el que resaltaba una camisa roja, permaneció impasible ante el mar de miradas que se clavaban en su figura. Al contrario, prefirió cruzarse de piernas y tomar un sorbo de la copa de vino que había pedido, para disfrutar el tiempo mientras llegaba la pieza por la que había asistido especialmente al Otogakure.
No le gustaba repetir las cosas, bien lo sabía todo aquel que lo conociera, pero su ceño frunciéndose repentinamente se lo demostró con claridad a los presentes.
- Dije 200 millones de yenes, en efectivo –afirmó el hombre, inclinando un poco su cabeza y recargado su mano contra su mejilla izquierda, provocando al mismo tiempo que su cabello negro también lo hiciera. La actitud de superioridad del moreno, como si todo en el mundo girara según sus designios, era aún más exasperante que el comportamiento burlón del presentador.
- Es Uchiha Sasuke… -dijo una voz en medio del silencio, ya que hasta la música relajante había parado de sonar.
Pero el hombre de cabello azul no necesitaba que le dijeran quien era la persona que ofertaba en la subasta para saberlo. Todos en el bajo mundo sabía perfectamente quien era Uchiha Sasuke, o al menos debería saberlo, si no quería meterse en grandes problemas.
Una gota de sudor resbaló por la frente del presentador. Esto podía tornarse en un asunto delicado, a juzgar por el impaciente repiqueteo de dedos que ahora comenzaba el Uchiha sobre la superficie de la mesa, y requeriría de la intervención personal de Orochimaru-sama, ¡pero justo en esos momentos el jefe no aparecía!
Una media sonrisa se esparció sobre la cara del comprador al reparar en el nerviosismo del presentador.
- ¿O acaso prefieres un cheque, Kabuto? –preguntó Sasuke, con la voz cargada de burla.
(1) Otogakure no Sato es, literalmente, la Aldea Oculta del Sonido. Muy original de mi parte ._.
lol Van cuatro y faltan 10, Kuroi Yukie XD Para los que se les hace conocida la historia, espero que la disfruten :B Como sabrán es algo corta u.u Pero tendré que modificarle varias cosas, detalles, por la personalidad de Naru y del teme XD Quiero anunciarles que por primera, única y ultima vez, estoy visitando la Ciudad de México, justo ahora subo el capitulo desde el hotel *u* Nunca pensé viajar, pero se dio y hay que aprovecharlo XD Hibari ¬¬ Es decir, Hibari *u* Lo siento, la costumbre u.u Gracias por las correcciones XD ¡Nos leemos mañana! Ah, por cierto para susisan, y el resto que tuviera la misma duda, también a mis otros fanfics les tocara actualización en estos días.
Zaludos
Zaphy
Sela Yal than Rami usa te, finta Zaphyrla... Temo si la ura le.
