Los personajes de CCS no me pertenecen. El resto de personajes y esta historia son de mi entera imaginación.
Por años, la humanidad había gozado de lo que ellos podían llamar "paz", pues pese a ciertos conflictos entre las distintas naciones, nada había logrado ser lo suficientemente grave como para una guerra. Todo esto hasta que "El contrato" apareció.
En un principio, todos creían que se trataba de una leyenda, un simple rumor de Oriente, pero cuando ciertos sucesos comenzaron a ocurrir en distintas partes del mundo, supieron que aquel contrato era una realidad.
Xia Xue, la creadora del contrato, era una bruja que vivía de sus tretas hacia los humanos. Viajaba alrededor del mundo engañando a quien se le cruzara en el camino para así venderles hechizos y encantamientos que, según ella, los sacarían de apuros. Con el tiempo, la fama de estafadora de Xia fue conocida por lo que eran muy pocas la personas que caían bajo sus mentiras.
Tras un par de años en el olvido, Xia regresaría con algo nuevo entre manos: El contrato, su más grande obra maestra. Ella escogía a individuos en situaciones desesperadas para que lo firmaran, poniendo frente a ellos una solución rápida y certera. Deudas, problemas de amor, familiares próximos a fallecer por alguna enfermedad, razones usuales por las que el contrato se firmaba ya que en este se prometía que el problema en cuestión sería solucionado de inmediato. Luego de que los primeros en firmar el contrato notarán su eficacia, el rumor se corrió a lo largo del mundo, haciendo que ahora fueran las personas quienes buscaban a Xia hasta su residencia en Hong Kong. Todo iba a pedir de boca para quienes obtenían algo del contrato, y siempre habrían quienes pagaban el doble por querer lograr sus deseos. Como todo contrato, el de Xia tenía un precio: asesinato. Quien firmara el contrato, tenía doce días para asesinar a una persona en específico, un objetivo que Xia nombraba, si no lograba cumplirlo antes de que el doceavo día se cumpliera, el contrato se rompía. Como era de esperarse, muchos no lograron cumplir con su parte del trato, causando que sobre ellos cayera la maldición de este, convertirse en hombres lobo y así servir a Xia, siendo ella la única capaz de controlar aquellas criaturas. Xia dejó libres a los hombres lobo en distintas partes del mundo, ellos eran seres despiadados que atacaban a todo humano que se les cruzara en el camino y no por hambre, simplemente con la intención de causarles daño, y así fue como aquellos dejaron miles de muertes a su paso.
El daño y las pérdidas a manos de los hombres lobo había sido demasiado tras cinco años de los sucesos, por ello, los dirigentes de distintas partes del mundo llegaron a un acuerdo con Xia, habían acordado entregarle un continente para que llevara a todos los licántropos y ahí los mantuviera recluidos además de una considerable suma de dinero en distintas monedas. Xia no estaba del todo satisfecha con esto por lo que se negó a aceptar el trato y continúo repartiendo el contrato, logrando reunir más hombres lobo hasta que estos superaron en número a los humanos, consiguiéndole el dominio de gran parte del mundo junto a su ejército de licántropos.
Trescientos años después, la codicia de Xia había logrado que, en lugar de un solo continente, cada parte del mundo fuera dividida en dos partes: La región Canis, en donde todos los hombres lobo vivían, y la región Sapiens, en donde residían los humanos. El mundo había quedado bajo el control total de la bruja, y todo aquel que siquiera pensara en revelarse en su contra, terminaba sin vida bajo las garras de sus lobos.
Cada dos semanas, una familia tenía bajo su cargo la entrega de los animales para la alimentación. Su obligación era llevarlos hasta la frontera, liberarlos tras las rejas y luego retirarse. Cada dos semanas era así y aunque pareciera un tanto peligroso, las fronteras contaban con guardias especiales que estaban atentos por si los hombres lobo intentaban cruzar. Hasta la fecha, se habían creado armas para atacar contra los licántropos, sin embargo ninguna había tenido éxito pues piel gruesa de aquellas criaturas los protegía de cualquier tipo de bala, incluso de las de plata, pese a aquella leyenda urbana en donde un relicario de plata había herido a un lobo, aún no se había visto ningún daño en ellos ni usando dicho material.
El sol estaba a punto de ponerse, la familia de turno se apresuraba a dejar a los animales en la frontera pero por desgracia, al ser tantos algunos se habían escapado antes de cruzar la reja por lo que les tomaría tiempo el poder llevarlos a donde debían estar.
—¡Rápido, apresúrense, ya casi cae el sol!— el padre de familia corría junto con los animales para así poder reunirlos mientras sus hijos, dos jóvenes y un niño, le ayudaban a llevar a los animales desde muy detrás. No siempre les permitía ayudar de aquella manera, pero era tarde y los animales debían estar en su sitio pronto.
—¡Sakura, ten cuidado!— una joven de castaño cabello corría junto con los animales, pasando con ellos más allá la reja. Llevaba un par de años con aquella familia y los animales de la granja se sentían en confianza cerca de ella, por ello había optado por guiarlos ella misma hacia la frontera. No estaba de acuerdo a lo que hacían con los pobres animales, le repugnaba y dolía que su crianza fuera sola y únicamente para el consumo sádico de los hombres lobo, pero sin tener una mejor opción para mantener a los humanos a salvo, no tenía de otra más que aceptarlo y ayudar.
Tras una larga hora corriendo, los animales al fin estaban en su sitio con la joven aún a su lado. Los guardias y la familia la llamaban con miedo en sus rostros pues faltaba poco para la noche, sin embargo la joven se había detenido a calmar a un par de corderos que parecían presentir el peligro inminente. —Shhh… Tranquilos, todo va a estar bien…— Era injusto mentirles y se sentía mal por ello, pero de otra forma la seguirían hasta la frontera y no tendría tiempo de volver a guiarlos a su sitio . Cuando al fin llego al cruce de la frontera, llevo una mano a su pecho, mirando con pesar a los animales desde ahí. —Oh no… ¡No! No, no, no…—
—¿Qué sucede Sakura?—
—¡Mi collar! El que me dieron mis padres ¡Debí haberlo perdido cuando estaba con los corderos! Tengo- ¡Tengo que ir por el!—
Pese a los gritos de todos, Sakura volvió a correr en dirección del otro lado, pasando la reja poco antes de que los guardias la cerrarán. Con cada paso, la luz del sol se iba desvaneciendo más y más, pronto la oscuridad caería sobre el lugar. Sakura había olvidado por completo lo que sucedería con ello, solo pensaba en lo difícil que le sería el buscar el collar a oscuras. Sin perder tiempo corrió hasta llegar de nuevo al punto donde se había quedado antes y al llegar, Sakura se lanzó al suelo inmediatamente para comenzar a buscar entre el césped aquel collar. Movía sus manos de manera frenética sobre el suelo, gateando de un lado a otro pero todos sus esfuerzos parecían ser en vano.
El sol había desaparecido segundos atrás y con este, la espesa noche apareció. La familia aún seguía gritando el nombre de la joven mientras que la guardia les impedía pasar pues sabían que de ir más personas seria aún más peligroso, lo único que habían podido hacer era mantener la gran reja abierta, esperando que la joven volviera.
De pronto, un aullido en la lejanía dejaría a todos estáticos pues aquello anunciaba el momento, era su momento y hoy al ser día de alimentarse, llegarían a la frontera en minutos.
Sakura seguía sin prestar atención a su alrededor, estaba empeñada en encontrar aquel collar, esto hasta que sintió como la tierra debajo de ella comenzaba a temblar. La joven alzo su rostro notando una especie de nube de polvo se acercaba a toda velocidad hacia donde ella estaba. Al fin había caído en la cuenta de lo que estaba a punto de suceder, y aún más cuando los animales comenzaron a correr desenfrenados hacia todos lados en busca de algún refugio.
Sakura intento ponerse de pie para comenzar a correr hacia la reja, pero le fue imposible ya que no sólo los animales se cruzaban en su camino, también aquel temblor incrementaba su fuerza a cada segundo, haciéndola tropezar por todo el trayecto hasta caer de bruces.
Los gruñidos de aquellas criaturas eran cortos pero amenazantes, ansiosos por atrapar a sus presas entre las garras y devorarles. Algunos habían logrado abalanzarse sobre los indefensos animales, devorando estos sin ningún pudor. Otros tan solo les propinaban fuertes mordidas y sin dejarlos ir, corrían de vuelta al bosque.
Sakura se arrodillo como pudo, alzando un poco la mirada solo para darse cuenta que faltaba menos de un metro para que uno de los licántropos llegara a ella. Sabía que su vida estaba en peligro, sabía que sólo era cuestión de esperar su inminente muerte a cargo de los hombres lobo. Con lágrimas cayendo por sus mejillas, Sakura tomo su rostro entre las manos, cerrando con fuerza sus ojos. Ahora se arrepentía de volver pues ahora no sólo perdería una joya, perdería la vida. En ese momento solo podía pensar en su familia y lo mucho que lamentaba el no volver a verlos, se quedó inmóvil mientras esperaba ser devorada por una de aquellas bestias y rezaba porque todo pasará rápido.
Alrededor de la joven, los hombres lobo seguían avanzando, derribando uno a uno los animales hasta dejarla a ella sola en aquel lugar. Uno de ellos la había divisado a lo lejos, impulsándose con sus patas delanteras, corrió a gran velocidad, abriéndose paso para llegar hasta su presa. Su presencia era imponente, más que la de cualquier hombre lobo en esa manada y a diferencia del resto, su pelaje era de un marrón claro, cualquiera habría notado de inmediato que él era el Alfa en ese grupo. Como cualquier otro en esa manada, en segundos habría devorado la figura frente a él, sin embargo, había algo en ella que le llamó la atención. Conforme se acercaba pudo sentir su olor, uno que le era familiar y en lugar de atacarla, se detuvo frente a ella, tomando una posición erguida, a menos de un paso de ella. Su respiración era agitada y aunque sus fauces estaban entre abiertas, no tenia intención de comérsela, aunque el mismo desconocía la razón.
Le pareció extraño el hecho de que aún no la hubieran atacado por lo que abrió con lentitud sus ojos solo para encontrarse con la figura de aquel licántropo que la veía fijamente. Sintió un gran pánico al estar frente a él, tanto que ni siquiera era capaz de gritar o de moverse. Quería saber por qué no la había atacado aún, por que la veía tan fijamente. De pronto, otros hombres lobo notaron a Sakura y de inmediato corrieron hacia ella con la intención de devorarla, pero el hombre lobo frente a ella les impidió el paso, empujando a todos aquellos que se acercaban, y aún cuando estos insistían en llegar a ella, él continuaba alejándolos hasta que, con un audible rugido les hizo entender que debían desistir de una buena vez.
Sakura no entendía lo que pasaba, aquel licántropo parecía estar protegiéndola, por un momento pensó que por ser humana tendría pena de ella, pero rápidamente este pensamiento pasó a ser otro pues también se le ocurrió que lo que deseaba era no compartirla con nadie. Para ese momento había logrado ponerse de pie y sin perder tiempo, corrió tan rápido como sus piernas le permitían, sin siquiera mirar atrás, o al menos no hasta que llegó al otro lado de la reja, en donde volvió su mirada a aquel hombre lobo que permanecía en el mismo lugar, y aún la veía fijamente.
¡Hola otra vez!
Se que ha pasado mucho desde que prometí este nuevo fic pero han pasado muchas cosas xD
Esta historia, como les había dicho, tendrá más fantasía que mi fic anterior. Quiero aclarar que el tema de los hombres lobo es algo muy nuevo para mí así que no esperen que sepa algo de los lobos de Teen Wolf por ejemplo, todo en la historia es de mi propia invención o parte de la ligera investigación que hice de los hombres lobo, por eso quiero que sepan que las actualizaciones tardarán mucho más que las de Espérame, aunque prometo hacerlas lo más pronto posible.
Espero les guste este nuevo fic y nos leemos en el siguiente capítulo! ^^
