Psicólogo
- ¿Problema?
- ¿Es realmente necesario?
- Sí, por favor
- Eh… no lo sé – se rascó la cabeza de forma pensativa - ¿Aburrimiento?
- Mmm… interesante.
- ¿El aburrimiento es interesante?
- Dependiendo del punto de vista… pero sí.
- Interesante – se rascó la barbilla - ¿Algo más?
- ¿No era yo quien preguntaba?
- Oh, sí – se rió ante la extraña mirada – perdona.
- Muy bien ¿Algo más?
- Eh… no lo sé ¿Debe haber algo más?
- Tú dijiste que tenías aburrimiento.
- Sí…
- ¿Y?
- ¿Y qué?
- ¿Cómo que "y qué"?
- Es que no sé qué más decir.
- Vamos que debe haber algo.
- No lo sé.
- Algo…
- No lo sé.
- Al-go…
- ¡No lo sé! ¡ESTO ES HORRIBLE!
- Oh… histeria de por medio… interesante… muy interesante… - anotó algo en una pequeña libreta.
- ¿Qué escribes?
- Nada del interés del paciente.
- ¿En serio?
- Dime.
- ¿Qué?
- La razón de la histeria.
- ¿Y yo que sé?
- Pues deberías saberlo.
- ¿Y si no lo sé?
- No saldrás de esta consulta.
- No sabía que era obligatoria – la palidez inundó su rostro.
- No lo era – soltó un suspiro de alivio – pero ahora sí.
Se levantó abruptamente.
- NO ¡No! ¡Espera! ¡No puedes hacer eso!
- Mi certificado dice que sí.
- ¡Es falso!
- Hasta que alguien lo demuestre.
- ¡Eso es fraude!
- Tecnicismos… meros tecnicismos… - sonrió – ahora dime.
- ¿Qué? – arrugó el ceño.
- Siéntate antes.
- De acuerdo… ¿Qué?
- ¿Por qué estás aquí?
- Ya te lo dije: aburrimiento.
- También había histeria.
- Bueno, eso también.
- Así que: aburrimiento e histeria ¿Interesante no lo crees?
- No tengo título de médico – respondió con sarcasmo – y dudo mucho que tengas el tuyo.
- Eso no es de tu interés.
Miró el "interesante" aleteo de una mosca cautiva en una vitrina. ¿Por qué estaba atrapada la mosca? ¡Qué tonto!
- ¿Ya acabamos?
- No, acabamos de empezar.
- ¿Y si ya me quiero ir?
- Puedes irte.
- ¡¿QUÉ? ¡Hace un minuto dijiste que era obligatorio!
- ¿Qué harás al respecto?
- ¡No voy a darte la razón!
- De acuerdo…
- ¿No me detendrás?
- ¿Por qué?
- Te advierto que no te dará la razón.
- Muy bien, entonces quédate.
- ¡Bien!
- Bien.
- ¡He dicho que bien!
- Y yo he dicho que está bien.
- ¡No me confundas!
- No lo hago.
- Entonces me voy.
- Hazlo.
- Esto es todo lo que pude soportar – se levantó y fue hasta la puerta.
- Aguarda.
- ¿Qué?
- ¿Por qué viniste a la consulta Arnold?
- ¿Bromeas? Es parte del proyecto escolar y Helga golpea a sus pacientes. Tú me pareciste más… cuerda.
- Oh, gracias.
- Das miedo, Phoebe.
- Lo sé.
Arnold miró hacia el techo Y aquí vamos de nuevo...
- Está bien, me quedo.
- Adelante ¿Problema?
Cabe decir que la cesión continuó por aproximadamente cincuenta minutos más y cuando salió Arnold deseó desesperadamente no volver a caer en las garras de Phoebe, nunca más, psicológicamente hablando, claro está.
¡Hola!
Aquí estoy de nuevo jajaja. Lo sé, sé que debería estar escribiendo La dulce realidad… pero esto me pudo más, en unos días tendré listo el siguiente capítulo de la historia, ténganme un poquito de paciencia ¿Sí?
Mientras tanto les he traído este pequeño one-shot, algo extraño (sin mucho sentido, diría yo) que se originó cuando leía algo extraño y gracioso y me recordó a Helga pero las visitas de Helga al psicólogo están agotadas y déjenme decirles que no fue hasta el final que me decidí por los personajes de la consulta jajaja.
Espero les guste y me lo puedan comentar.
Besos a todos.
Att.
Clyo-Potter
