ÉL CHICO "ESPECIAL".

Después de tanto insistir… después de tantos no… después de tantas dudas y aun con tantos miedos… Finalmente si iba a ir. En verdad iba a ir! Había leído tanto de ese lugar! se había soñado estas últimas semanas cruzando las enormes puertas. Imaginando los pasillos e incluso el olor del césped. Todo era maravilla para él por el momento, la emoción cuando compro el uniforme fue algo excepcional, el callejón Diagon era uno de los lugares más increíbles que sus ojos habían visto y su cuerpo había experimentado. Cuando compro su varita no pudo evitar llorar de la emoción, ¡lo había escogido a él! El sentimiento cuando la toco fue como si hubiera encontrado una parte de su cuerpo que había perdido tiempo atrás. En definitiva era una experiencia que permanecería por siempre en su memoria. Es por eso que no entendía porque su padre se negaba a vivir en ese maravilloso mundo, era el lugar a donde pertenecían… después de esto ahí iba a pertenecer.

´Remus…' Su padre entro; tenía la misma mirada acongojada. Al parecer, esa mirada había aparecido al mismo tiempo que sus sueños con la entrada de Hogwarths. '¿como estas?' El pequeño Remus nivelo su sonrisa y es que el gesto de su padre no hacia ninguna armonía con lo que Remus sentía en su interior; unas inmensas ganas de ya ponerse el uniforme.

'bien papá, ya estoy listo.' El pequeño dijo poniéndose su suéter. El padre lo miro y no pudo evitar tragar saliva, sentía escalofríos por debajo de la piel. '¿Mamá ya tiene el desayuno?' pensó en cualquier cosa para desviar la atención de su padre y su madre era el único tema que podía robar toda su atención.

'si, ella hizo waffles. Tus favoritos de hecho…' pensó en su esposa cocinando alegremente en la cocina. Remus se alivio al verlo, al menos así pudo distraerlo sobre esa errónea idea de convencerlo de no ir a Hogwarths. Además iba a comer waffles! Y de chocolate. :D

'Perfectos para hoy!' Remus dijo sonriente, siguiendo el hilo del tema. Su padre asintió aun pensando en su querida esposa, después miro a su hijo; él tenía los ojos de la mujer de su vida. Ese color miel, dulce, honesto e inocente. Sintió una opresión en el pecho. Si, Remus había heredado los ojos de la mujer a la que mas amaba en el planeta, haría cualquier cosa por ella, al igual que por su hijo. Por lo tanto le dolía en el alma cuando veía esa mirada triste. Era como el peor castigo que podía recibir. Por suerte, pocas veces había experimentado eso con su esposa, pero su hijo… esa era otra historia. Una historia que lo había marcado para siempre, de la que se arrepentía todas las mañanas de su vida. Acaricio el rostro de su hijo y le sonrió amorosamente. 'Remus, hijo.' Se acerco a él. Remus apretó su suéter, conocía ese tono de su padre; no iba a detenerse hasta el último minuto. 'sé que estas muy emocionado...' Tomo su hombro y lo miro de frente. 'yo también lo estuve ese día.' Remus veía a su papá sonreír pero en el fondo sabía que rogaba porque no fuera. 'escucha hijo…' El pequeño arrugo su frente frustrado de la misma situación. Él si quería ir. Entendía los peligros que su padre alcanzaba a ver, él también los había repasado y los tenía muy presentes pero tenía la corazonada que allá podía encontrarle solución a su "problema". 'sabes que no eres igual a ellos.' Al pequeño se le nublaron los ojos de inmediato, sabía a qué se refería y cada vez que hablaban de eso, revivía el dolor inconscientemente. 'no…' al padre se le rompió el corazón cuando su pequeño cerró los ojos conteniendo las lagrimas. 'no es eso.' Lo abrazo de inmediato, esperando que su hijo sintiera lo arrepentido que estaba; por lo que había dicho y por todo lo demás. 'es que no quiero que te lastimen…' le dijo el también con la voz quebrada. Lo que al niño le pareció irónico, porque quien más lo lastimaba… era él mismo. 'escucha…' Remus miro a su padre de frente, todavía tenía rastros de lagrimas en sus ojos miel, el padre sintió un remolino que ardía en su estomago; odiaba ver esos ojos miel tristes, lo mataba. Saco un pañuelo de su bolsillo y los limpio, Remus todavía levantaba sus hombros a causa de las lágrimas que había derramado, se mantuvo quieto mientras su padre limpiaba sus mejillas. 'olvídalo.' Le dijo el padre con el nudo en la garganta. 've a desayunar mientras yo bajo tu maleta ¿de acuerdo?' Remus asintió sonriendo ligeramente, sabía que su padre estaba haciendo todo lo posible para que se sintiera mejor y eso lo valoraba. 'Perdóname por todo.' Remus ahora vio las lagrimas contenidas en los ojos de su padre y es que el adulto estaba reviviendo todo el pasado. Una vez más tenía una guerra interna consigo mismo. Un hombre lobo le había arruinado la vida y lo odiaba, sentía el calor en su estomago aun latente, pero era absurdo querer odiarlos, no podía hacerlo… su hijo era uno de ellos. Cada mes revivía todo ese dolor, cada mes desconocía a su pequeño; le parecía imposible que él fuera así. Escuchaba sus gritos y moría con cada uno de ellos. Y conforme habían pasado los meses, esas noches se volvían eternas, una más incontrolable que la anterior. Odiaba decirlo, pero su hijo… ese pequeñito pálido, traga libros, de ojos color miel con cabello combinable; era una amenaza. Una amenaza que no le deseaba a nadie. Solo a una persona, pero… esa persona seguramente ya lo veía como un juego. Miro a su hijo, en definitiva él no era como ese monstruo. Tal vez tenían la misma maldición pero no tenían el mismo corazón, con tan solo ver esos ojos miel lo sabías. La vida tenía que recompensarle a su hijo de alguna manera tanto dolor. Remus miro a su padre con las lágrimas corriendo por sus mejillas y un nudo de culpa se enrosco en su estomaguito.

'voy a estar bien papá.' El niño trato de consolarlo limpiándole las lagrimas con su manos. El padre se conmovió tanto con el gesto de su pequeño, sin duda era un chico especial.

'Te amo hijo.' El hombre lo abrazo, Remus sintió en el abrazo los mismos sentimientos de auxilio que su papá sentía ya pasada la noche de la transformación, el hombre lo envolvía fuertemente entre sus brazos. 'eres especial Remus, no lo olvides.' Eso conmovió al pequeño y él también lo apretó fuerte. A pesar de saber que su padre estaba haciendo diferencias en su cabeza. Era inevitable para él y lo comprendía, pero no significaba que le gustara esas diferencias que su papá hacia con él, porque Remus no quería sentirse diferente. Se lo repetía así mismo todos los días antes de ir a dormir, trataba de integrarse a cualquier forma, por lo que lo devastaba que sus propios padres hicieran esas diferencias notables, sabía lo que era y lo odiaba. Por lo que entrar a Hogwarths se volvió en su única esperanza, iba a encontrarle cura a su demencia ahí. Lo lograría, esa era su meta. No quería ser diferente, ya no. No quería que le dijeran que era especial, porque sabía lo que ellos trataban de decir con ser "especial"; un monstruo, peligroso e inhumano. Que mejor forma de matar sus ánimos… y es por la misma razón que no se iba a detener, no esta vez. Por el amor que le tenía a sus padres y por el que se tenía a sí mismo, iba acabar con este estrés vano; era listo, ya encontraría alguna forma de solucionarlo. Él iba a ser normal a toda costa.