AU. Un verano, un viaje, dos jóvenes, ella estudiante brillante y él un chico desconocido para todos.
Ella tiene 20 años y novio. Se va de voluntaria de Nueva York a California a un centro para niños con necesidades educativas especiales. Primera noche, primer problema con un niño que se burla de él joven al que le han asignado para ayudarlo. Kate se sorprende al encontrarse a un chico de su misma edad pero ciego en un sitio como ese, pero la función de Rick es demostrarles a todos que las personas con algún tipo de necesidad diferente, también puede triunfar y llegar a ser alguien en la vida
Denle una oportunidad.
SHE MAKES ME FEEL LIKE HOME'S NOT SO FAR AWAY
Kate se despidió de sus padres tan pronto como Tom tocó a la puerta de su casa, no en balde hoy empezaba su verano en California. Ella era de Nueva York, así que en cierta manera era dejar un poco el nido familiar en el que tanto tiempo Johanna había querido tenerla resguardada. La expectativa la comía por dentro y lo cierto es que agradecía el que Tom la acompañase, pero estaba sacándose el título como animador así que solo podrían pasar juntos el fin de semana antes de que se viese obligado a volver a Nueva York.
Colocaron la maleta de mano en el maletero del descapotable azul para despedirse después de los Beckett.
-Estaré bien mamá, te llamaré cuando lleguemos – se despidió la joven de una emocionada Johanna que intentaba controlar las lágrimas
-Papá... – dijo mientras esta vez era el Sr. Beckett el que abrazaba a su hija
-Cuídate y llama de vez en cuando a casa.
-Lo haré.
-Señora Beckett – se despidió Tom – me encargaré de cuidarla y de que tenga un buen viaje
Johanna le miró frunciendo el ceño. Era cierto que Kate tenía una edad y que Tom era un buen chico, pero ella era su madre y para ella Kate siempre sería su niña.
-¿Has visto como me ha mirado? – le pregunto el joven a su novia una vez que hubo arrancado y se alejaban camino del aeropuerto
-Oh vamos, conoces a mi madre – sonrió Kate – para ella siempre seré su niña
Tom sonrió de lado echándole una mirada de arriba abajo.
-Mmmm, ¿con qué su niña no?
Ambos jóvenes rieron al mismo tiempo mientras Kate encendía la radio, fue a subir el volumen cuando notó como Tom le agarraba la mano llevándosela a sus labios.
-Eh, ¿se puede saber que estás haciendo? –preguntó la joven fingiendo un mohín de enfado – me gusta esta canción.
Tom la miró divertido – a mí me gusta más la chica que me mira en estos momentos, aunque le he visto mejores poses.
Kate rodo los ojos. Era cierto que llevaban como una semana sin verse, pero la efusividad y la idolatría con las que algunas veces se sentía tratada, la abrumaba.
Vio como Tom hacía rodar el botón del volumen consiguiendo que el sonido fue amplificándose mientras la suave brisa veraniega les hacía el trayecto más llevadero y sin verlo venir noto los labios del joven posándose sobre los suyos. Y devolviéndole el beso susurró en ellos – no, si al final conseguirás que te multen.
Tom rio divertido y continuaron el camino hasta el aeropuerto entre arrumacos y anécdotas que les había ido sucediendo al uno y otro a lo largo de esta semana.
-Ya he llamado a mi padre y vendrá a por el coche enseguida. ¿Estas segura de que no has olvidado nada? – pregunto Demming por undécima vez a su novia en la sala de embarque.
Kate la miró con pose de desesperación
-Debería haberte olvidado a ti – contestó reprimiendo una carcajada
-Ja ja ja – respondió éste agarrándola por la cintura – que chiste tiene ella
Esta rio y se desprendió de ese abrazo cuando vio como el resto de los pasajeros que esperaban con ellos empezaban a embarcar.
Una vez subidos en el avión, desconecto los datos del iPhone mientras tomaba asiento pidiéndose ventanilla. Se abrochó el cinturón mientras la voz de una de las azafatas los saludaba y les daba las instrucciones de seguridad, en el momento del despegue.
Apoyo la cabeza en el respaldo del asiento mientras giraba la mirada para enfocarla en la de Tom.
-Hey – susurró irradiando entusiasmo - ¿qué tal vas?
-Veo que no tan bien como tú – contestó el joven divertido
-Sabes que todavía no me creo que me hayan dejado hacer un viaje de este tipo.
-Bueno, tal vez hayan ayudado las dos matrículas de honor que les has sacado.
Kate meneo la cabeza divertida – así me haces sentir una empollona, cosa que no me considero.
-Oh no, ahí llevas razón, eres muchas cosas – dijo remarcando ese muchas con un guiño de ojos – menos una empollona. Me ha tocado el lote completo contigo.
Kate lo ignoró como cada vez que empezaba con esas. Muchas veces había salido con su cuadrilla y conocía a los amigos de Tom. Para ellos ella era una tía que estaba buena y con la que no les importaría acostarse. Y en el fondo los entendía no dejaban de ser tíos de 20 a 24 años. Pero a veces echaba en falta encontrar a un tío con el que poder hablar cara a cara sin que la mirada de este acabase en su cuerpo.
-Eh, voy a ponerme los cascos, ¿quieres escuchar música? – le preguntó sacándola de sus sumideros personales Tom
-Lo cierto es que prefiero echarme una cabezada. Esta noche pasada prácticamente no he dormido organizando los últimos detalles del viaje
-En ese caso, duerme nena, porque está noche te tengo algo preparado.
Esto hizo incorporarse a la joven.
-¡Oh no! Sabes como soy, ahora dímelo
Demming negó con la cabeza
-¿En serio?
-Perdería el toque de misterio.
Esta vez fue Kate la que alzando una ceja meneo la cabeza volviendo a recostarse.
-Hemos llegado dormilona – la zarandeo suavemente el joven
-Mmmm, ¿qué? – consiguió decir la joven todavía dormida
-Que ya estamos en California y como comprenderás no podemos instalarnos en el avión por muy confortable que te resulte.
Kate se desperezó al escuchar que ya habían aterrizado. California la esperaba. Por fin estaba allí.
Habían pasado toda la tarde recolocando y preparando el apartamento que sería durante 3 meses el hogar de Kate, el centro al que iba como voluntaria a jornada completa le había ofertado una de las habitaciones para que pudiese instalarse allí. Pero la joven era demasiado independiente y sabía cuándo entraba pero no cuando salía, además el horario de voluntariado la tenía ocupada de 9 a 14 y de 16 a 19. Por lo que contando con su propio apartamento tenía la libertad de poder salir con más comodidad sin miedo a molestar a alguien en el caso de demorarse o llegar entrada la madrugada.
-No me convence el dejarte viviendo aquí sola – comento alzando la voz el joven desde el salón mientras esperaba que Kate se cambiase – no conoces la ciudad. ¿Y si te pierdes?, ¿y si te pasa algo?
La joven salió a los pocos minutos con unos pitillos negros ajustados, acompañados de unos tacones altos y una blusa de raso en color vainilla. Acompañaba al conjunto una cazadora de cuero beige en la que sobresalía de uno de los bolsillos la funda del iPhone.
Se había cogido la melena en una coleta alta de la que caían unos tirabuzones marcados y se había aplicado algo de sombra en los ojos.
Demming la miro de arriba abajo apresurándose a abrazarla por la cintura mientras conseguían cerrar la puerta.
-¿Vas a decirme ahora a donde me llevas? – le pregunto la joven cuando vio como éste pedía un taxi?
-Me gustaría, pero no puedo.
-¿Bolsas de comida?
-Eh, te conozco. No digas nada. No quiero que presupongas.
Kate sonrió y sacó el iPhone aprovechando para llamar a casa. Demming aprovecho para mirarla, era el último fin de semana que pasaría con ella hasta dentro de unas cuantas semanas y lo cierto es que eso le generaba cierto miedo que no se atrevía a reconocer ¿y si allí ella conocía a alguien mejor que él?, ¿y si la distancia los separaba?
Volvió a la realidad justo cuando Kate terminaba de despedirse de sus padres.
-¿todo bien? – le preguntó intentando apartar sus miedos y temores por un rato
-Bueno… eso me ha dicho papá, pero he notado a mi madre algo baja de moral. ¿Podrás visitarles a tu vuelta para asegurarles que en verdad estoy bien? – preguntó tímida Kate
-Claro. Lo tenía en mente – sonrió el joven.
-¿El puente de San Francisco?- exclamo sorprendida en ese momento la joven sin poder dejar de mirar a través de la ventanilla del taxi - ¿qué hacemos aquí?
-Es mi último regalo antes de que tengamos que separarnos – le explicó Tom mirándola a los ojos al bajar.
-Guau… yo… yo no sé qué decir – respondió está echándose al cuello de su novio.
-Vamos todavía estamos a tiempo de volver – dejo caer Martha mientras acompañaba a su hijo en el desembarque.
-No pienso dar la vuelta madre, creo que se lo he recalcado una serie de veces desde que planee cómo pasar el verano. Sabes a todo lo que tuve que enfrentarme, insultos, bromas, desprecios, lástima, estereotipos… no quiero que esos niños pasen por lo mismo que me toco pasar a mí. Quiero demostrarles que las personas como nosotros también podemos tener una vida como el resto, que podemos estudiar, ir a la universidad, un buen trabajo…
-De acuerdo, de acuerdo, creo que mejor me callo – contestó Martha.
En el fondo admiraba la fortaleza de su hijo. Rick había sido objetivo de burlas y desprecios durante años. Lo que más le sorprendía es que incluso en las peores etapas, no había dejado de ser el niño alegre y risueño que acostumbraba a ser.
Sin duda lo de este verano iba a ser uno de los mayores retos para él, apuntarse como voluntario en un centro de verano para niños con necesidades educativas especiales podía levantarlo del todo o hundirlo durante 3 largos meses y es que todos saben cómo puede ser un niños rebelde o que presente signos de violencia con un joven invidente.
Una vez que llegaron al centro, Martha lo ayudó a deshacer la maleta y acondicionar su cuarto antes de partir rumbo a Marsella dónde le esperaba una de sus supuestas actuaciones de teatro con su grupo de amigas.
Richard se despidió de ella. No la culpaba. Nunca había sido esa madre entregada a sus hijos, y lo cierto es que había pasado buena parte de su infancia al cargo de una u otra niñera.
Una vez solo se las apañó para buscar a Margaret en ese enorme edificio, la persona responsable de todos los voluntarios apuntados ese año.
-¿Richard Castle? – lo saludo una voz dulce y melódica
-El mismo – respondió con un tono alegre
-Yo soy Margaret Evans. Estaba a punto de llamarte. Ando recordándoos que mañana tenemos una charla en la sala de conferencias en la que os explicaré el funcionamiento que seguiremos durante estas 11 semanas y las diferentes instalaciones del centro.
Como veo, tú eres el más puntual de todos.
-Debería decir que así es y llevarme el mérito, pero supongo que instalarme en una de las habitaciones del centro es lo que tiene.
Margaret rio divertida - ¿tienes planes?
Rick se sorprendió. En la facultad tenía buenas amigas, pero pocas chicas le hacían esa pregunta y mucho menos lo incluían en sus planes.
Bueno, seguramente sólo estaría intentando ser amable con él.
-La verdad es que ya me ha costado localizarla. Así que supongo que me vendría bien alguien que se conozca este sitio.
-Tutéame – escucho decir a la joven – apenas nos separa años. ¿Te apetece salir a pasear por el patio interior? Podemos empezar por allí…
-Me parece perfecto – contesto el joven ávido de historias que poder contar a su vuelta a su cuadrilla de amigos.
-En ese caso déjame que le mande un mensaje a la última de las voluntarias sobre la charla que tendremos mañana y salimos… Katherine Beckett, Katherine Beckett –escuchó decir a la mujer acompañado de un ruido de papeles – aquí está el número.
Y entonces se paró a pensar en ello, ¿cómo serían sus compañeros?...
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