Es un día de invierno. Unos tímidos rayos de sol iluminan Hogwarts, los jardines blancos, el gran lago cubierto con fina capa de hielo, las torres nevadas... Se acercan las vacaciones y los alumnos hacen impacientes los últimos deberes del trimestre.
Sirius no.
Sirius no tiene ganas de hacer nada relacionado con las clases después de haber sufrido el estrés de los últimos exámenes. Está tirado encima de la cama de Remus -la suya está deshecha y cubierta de ropa sucia, como siempre- con las botas puestas y el gramófono encendido. Bob Dylan inunda la habitación de los merodeadores. Se aburre (mala señal), pero la tranquilidad que se respira hace que el chico dormite después de la comida y los tres trozos de pastel de manzana que se ha metido entre pecho y espalda. Todo es paz,... hasta que ese desgraciado de Potter irrumpe en la habitación con su puta manía de berrear todas las canciones que escucha.
Heeeeeey Mr. Tambourine Maaan, play a song for meeee... I'm not sleepy and there is no place I'm going to...!!!
- Joder Potter, joder. Enserio, ¿nunca te han amenazado con arrancarte las cuerdas vocales y ahorcarte con ellas?
- Uhm... no. Veeenga Canuto, no me jodas. Cada día te pareces más a Quejicus, estoy empezando a pensar que esa obsesión que tienes con él no es por el gusto de amargarle la vida, sino porque crees que es un modelo a seguir.
- Retira eso o te...
Sirius se lanza sobre James como un perro rabioso y Remus -que obviamente viene de la biblioteca- entra en la habitación para encontrarse con los dos jugadores de quidditch con más prestigio del momento, y los dos chicos más guapos y populares de todo Hogwarts, revolcándose por el suelo como unos animales. La imagen de ese Sirius despeinado, sin camiseta, con su tatuaje de la luna escondida entre nubes que se hizo en Camden en ese hombro musculoso, con los vaqueros desabrochados... en definitiva, ese Sirius salvaje, hace que le tiemblen las rodillas y sienta que algo le late fuertemente entre las piernas.
- ¿Queréis dejar de revolcaros como si estuvierais en celo?
- ¡No nos estamos revolcando! Es que Sirius está mal de la cabeza, aunque no sea nada nuevo, y se ha lanzado sobre mí sin razón alguna... y por cierto, este perro siempre está en celo, no me puedo creer que no te hayas dado cuenta.
- Cállate, Potter -ladra- ¡Ha empezado él, Lunático!
- Dios, sois peores que los niños de primero... ¿se puede saber que te pasa, Sirius?
- Que me aburro.
Remus entorna los ojos con esa expresión de otra vez no, porfavor y se dirige a su cama, cambia el disco del gramófono por uno de ese jazz desgarrador que se le pega al cuerpo y entra en su interior, hasta lo más profundo de su alma, y hace que algo se retuerza en su pecho. Ese jazz que tanto le gusta. Saca un libro viejo del cajón de la mesita y se dispone a evadirse.
- ¡¿Qué coño haces, Lupin?! Encima qué pretendes... ¿TORTURARME?
- Sirius, intento buscar algo de tranquilidad. El gramófono es mío. Por cierto, ¿se puede saber dónde está Peter?
James encoge los hombros mientras que Sirius sonríe de lado, con esa sonrisa de pillo que tanto le gusta a Remus.
- Le he encargado algo.
- ¿Qué tramas, Black? - pregunta Remus arqueando una ceja mientras que James empieza a acompañar a Sirius en esa sonrisa picarona.
- Qué impaciente el empollón. A ver, Lupin, se acercan las navidades. Me aburro y este sol me inspira. Las vacaciones están a la vuelta de la esquina, habrá que celebrarlo, ¿no?
- Prefiero no saber más para que cuando Dumbledore me pida explicaciones no tenga que mentir una vez más para salvaros el pellejo.
- Qué exagerado, Lunático. Chico listo, eso sí.
A Sirius Black le gusta mirar a Remus Lupin cuando lee. Le gusta ver como hunde esos largos dedos de pianista en el pelo, mirar su ceño fruncido, en esa expresión de concentración, de que está en otro mundo. A él también le gustaría estar con Remus en ese otro mundo, nadar en sus pensamientos, por alguna extraña razón. Sonríe cuando le pilla en un arrebato de movimiento de los dedos al ritmo histérico de los saxofones. Es como que a veces, el perfecto estudiante Remus Lupin pierde un poco el control, un poquito. Y eso, no tiene precio. Sirius sonríe, travieso... de momento se conforma con nadar en sus propios pensamientos.
