Disclaimer: Glee y sus personajes no me pertenecen. Escrito sin ánimo de lucro.


DEL LADO IZQUIERDO

¿Qué... qué rayos sucede…?

No ve más que humo y nubes de tierra mezclándose en una densa capa de material que cubre ciertas partes del cielo. Siempre claro, siempre brillante. No escucha nada más que un molesto pitido en sus oídos. El sol le quema implacablemente los pocos trozos de piel expuesta que tiene bajo su casco y el pañuelo francés que Kurt le regalara para su cumpleaños. Apenas si puede distinguir las formas de aquello que lo rodea. Sabe que son edificios, recuerda que se encontraba en una calle aparentemente desierta junto a algunos compañeros.

¿Chicos… capitán?

Nadie parece estar cerca.

Algo calido que le comienza a correr por el pecho, de consistencia líquida. Le hace sentir una gelidez desgarradora, que se abre paso a través de él de manera lenta pero segura. Sabe cual es su propósito y eso lo llena de una oscura desesperanza. Quiere detenerla, debe detenerla. Alguien tiene que ayudarlo pronto.

¡¿Qué diablos pasa…?! Respondan… ¡Hey!

El maldito pitido sigue dejándolo sordo. Sus sentidos se ríen de él.

Abre su boca un par de veces y grita, aunque no está seguro de emitir sonido alguno. Entonces, se atraganta un par de veces con un líquido que sube por su garganta. Maldice a quien sea que haya ideado el plan de avanzada. Chasquea la lengua ante la sustancia invasora: conoce el sabor demasiado bien. Rememora con claridad las tantas veces que Puck consiguiera engancharle uno de sus famosos derechazos directo a la mandíbula. Como esas peleas siempre lo dejaban hablando como idiota por casi una semana.

Sí, el mismo sabor.

La gente dice que provee una sensación metálica, pero no es así. Eso lo dicen para salir del paso. La verdad era que el sabor de la sangre era una de las pocas cosas para las que no existe palabra que la describa.

La he jodido…

Lentamente lleva una de sus manos a su pecho, al lugar de donde proviene el dolor. Su mano tiembla y demora más de lo previsto en situarse donde quiere. Solo puede sentir humedad y el uniforme pegado a su piel. Intenta gritar nuevamente y esta vez puede sentir el sonido resonando en su boca, saliendo al exterior en una explosión de dolorosa agonía. Se da cuenta de que la bala ha penetrado mas de lo recomendado.

Mamá… Burt, Kurt…

Quiere llorar. Tal vez lo está haciendo. Sabe que no tiene muchas oportunidades.

Recuerda su segundo año en McKinley, esa tarde en el auditorio cuando Rachel lo invitó a practicar y él le dijo cuan conmovido se sentía por su voz. Nunca había sido ni sería un chico muy elocuente, siempre sacó calificaciones regulares en las exposiciones y solo conocía las palabras mas simples y cortas del diccionario. Por eso se había sentido tan avergonzado aquella vez, intentando explicar como el sonido de aquella voz llenaba su pecho de un extraño y desconocido júbilo… intentando explicarle justamente a una chica, que sabía, era mucho más inteligente que él; señalándole el lado derecho de su pecho, el equivocado.

Rachel… la he jodido, Rachel…

Sabía que no tenía muchas oportunidades de salir de aquella encrucijada.

La bala se había incrustado justo sobre el lugar en que Rachel había posado su delicada mano aquel día, al corregirlo. La vida se le escapaba del lado izquierdo de su pecho, del correcto… de su corazón.

FIN