¡Hola! Ayer estaba caminando y escuchando música, y esta idea saltó a mi cabeza de pronto como una iluminación. No es una historia muy larga, yo creo que en total tendrá el largo de lo que para mí usualmente son dos capítulos.
La historia, como habrán notado, habla de ángeles y ese tipo de criaturas, para fines prácticos es una interpretación personal de cómo son. En este caso, considero a los ángeles como criaturas que "cuidan" a los humanos, pero no necesariamente están ligados a una divinidad, más bien en sí mismos son divinidades. Está basado principalmente en la canción "I'm not an angel" de Halestorm, siendo bastante literal con respecto a la letra.
One Piece no me pertenece, solo a Oda Sama (*-*)
I'm not an Angel
Parte 1: In this cage.
Levantó la cara al escuchar los ruidos provenientes del oscuro pasillo. Miró a través de los barrotes pero aquello fue un movimiento hecho por pura inercia, pues en realidad no vería nada; se encontraba rodeada por tinieblas… desde que podía recordar.
Pero aun así, hizo un esfuerzo por comprender los sonidos que llegaban a ella a través del húmedo eco. Sonaba como si se abrieran todas esas celdas…una por una, con rapidez.
Luego se escucharon pasos veloces en el suelo, pasando por encima de los charcos y superando por mucho el constante goteo al que sus oídos ya se habían acostumbrado hace tiempo. Los lamentos dolorosos se convirtieron de pronto en gritos de júbilo y los cansados cuerpos se movieron por el pasillo –o al menos fue eso lo que le pareció a ella. De todas maneras no se movió. No era que estuviera muy cómoda de todos modos, pero moverse tampoco era una opción demasiado tentadora. No tenía ganas de nada desde hacía mucho tiempo, tanto que casi no conseguía recordar. A decir verdad, estaba dormida hasta que esos sonidos la despertaron.
Se dejó caer una vez más. Había pasado tanto tiempo desde que podría decirse qe le dolía algo… A estas alturas todo le daba perfectamente lo mismo, solo deseaba dormir, porque en sus sueños al menos había algo de inconsciencia, de paz. En su sueño no tenía recuerdos ni dolor, y cualquier cosa que le pasara realmente no la sentía. En sus sueños no era feliz, pero al menos podría decirse que su vida era mucho más soportable que en la realidad.
Había llegado a un punto en que no le importaba ya nada lo que ocurriera con ella. No le importaba pasar sus días en el suelo mojado, no le importaba que su vestido no fuera ya más que un trapo que muy apenas cubría su cuerpo ni que su cabello estuviera sucio y revuelto. Tampoco le importaba llevar tanto tiempo sin probar bocado, estar prácticamente en los huesos ni las llagas que tenía en la piel ni muchísimo menos los dos desgarrones sangrantes que tenía en la espalda y que parecía que jamás iban a cerrarse.
De hecho rara vez se acordaba de todas esas cosas por que lo último que había hecho los últimos días (¿semanas, meses, siglos?) había sido dormir.
De haberlo intentado ni siquiera estaba segura de que pudiera aproximarse a los barrotes que la encerraban.
Pero tuvo que levantar la vista: algo se acercaba a ella rápidamente. Alguien corría hacia allí, escuchaba sus pasos, fuertes, pero a la vez ligeros en el piso de tierra mal aplanada. Lo ignoró pensando que no llegaría hasta ella, pero contra todo pronóstico, lo hizo.
Levantó su mirada y se encontró con lo último que se hubiera esperado encontrar. Aún así, no le sorprendió mucho, no reaccionó y ni siquiera se movió.
-Vamos, levántate, te sacaré de aquí.
Ella no reaccionó.
En otros tiempos aquello quizás la hubiera animado un poco, pero tal como estaban las cosas ahora, no tenía ningún motivo para querer salir… realmente no tenía motivos ni siquiera para continuar viviendo.
Había maldecido su inmortalidad tantas veces que hasta había perdido la cuenta.
-Vamos mujer…tienes que salir de allí.
El sujeto que estaba parado afuera de su jaula buscaba por todos los medios cómo abrirla mientras la llamaba para que se pusiera de pie y se preparara para salir de allí. Al parecer, él lo veía como una verdadera emergencia, así que ella sonrió un poco, aún pensando que aquello no iba a servir de nada.
-No te molestes- le dijo, y apenas se impresionó un poco de que su voz, antes profunda, femenina y bella, sonara más bien como un silbido rasposo que le arañó la garganta, recordándole cuán seca estaba y cuánto tiempo hacía que había dejado de sollozar y había agotado todas sus lágrimas.
-¿Qué no me moleste?- él parecía fastidiado- Estoy cumpliendo mi misión. Te sacaré de aquí cueste lo que cueste.
Parecía que hasta ese momento no había reparado del todo en ella.
Frente a su pecho había una luz blanca y reluciente que le ayudaba a ver y a guiar su camino en la oscuridad, pero no había aún levantado la vista hacia la mujer dentro de aquella jaula y en cuanto la miró bien pareció extremadamente sorprendido, pero después de un par de segundos de observarla, volvió a su tarea con mayor ahínco, buscando cómo abrir la jaula y sacarla de allí. Ella continuaba sin reaccionar.
-No quería llegar a esto- comentó, más bien para él mismo, y ella vio que sacaba algo de un cinturón que traía puesto. Dos líneas de luz pasaron frente a sus ojos y la reja cayó al suelo, despedazada. Ella continuó agazapada al fondo de la cueva que había hecho las veces de prisión, acurrucándose contra sí misma.
-Lárgate- pidió, dándose cuenta repentinamente de que tenía miedo de salir, pero él no la escuchó.
-No digas idioteces, te sacaré de aquí.
Él se adentró allí y contra sus deseos, la tomó en sus brazos y salió de allí corriendo con tanta fuerza que ella sintió náuseas por el movimiento tan repentino.
Hacía un buen rato que el resto de los sonidos no se escuchaban. El lugar estaba desierto, y conforme avanzaban ella pudo comprender que los había liberado a todos.
Luego de lo que a ella le pareció habían sido varias horas de recorrido, pudo distinguir que se acercaban a la salida.
Lo supo por la luz que llegaba de afuera por la puerta, por el calor que hacía mucho que no sentía y por el aroma a…exterior, que también hacía mucho que no percibía.
Antes de salir, él corrió mucho más rápido, y una vez que llegó al final de aquél túnel dio un salto que debió tener varios metros de distancia.
Debieron caer diez o veinte metros antes de que ella viera que de esa espalda a la que ahora se aferraba con la poca fuerza que le quedaba salían dos enormes alas, que se extendieron y comenzaron a moverse, levantándolos en vuelo, recuperando la altura que habían perdido.
También miró hacia atrás y vio cómo dejaban la montaña en donde había estado encerrada durante ya tanto tiempo.
Continuará….
Supongo que el siguiente cap lo publicaré la siguiente semana.
El último capítulo de "Por Instinto" quedará listo dentro de una semana más o menos también. Está siendo difícil escribirlo pero…confíen en mí.
Besos!
Aoshika October
