Disclaimer: nada de American Horror Story Coven me pertenece.


Cenizas a las cenizas

Las tres mujeres y el joven se encontraban alrededor del ataúd. La más alta de ellas, una mujer rubia, miraba al ataúd mientras decía unas palabras. Las otras dos, dos chicas más jóvenes, observaban sin mucho interés. El chico estaba al lado de una de las jóvenes.

―¿De verdad tenemos que hacer esto? ―preguntó una de ella a la otra.

―No necesariamente, pero Cordelia ha insistido tanto.

―Sí, chicas, debemos hacer esto. Madison era nuestra hermana. Merece que la enterremos al menos.

―Madison era una zorra, Cordelia. E iba a vendernos a la prensa. ¿Por qué debemos enterrarla? Deberíamos quemarla y tirar sus cenizas por el desagüe ―soltó una de ellas, una chica negra y obesa.

―No, Queenie, Madison no merece eso. Estaba equivocada, nada más. Anheló la Supremacía y el Aquelarre, pero estaba equivocada.

Queenie bufó, pero no dijo nada más.

―Esto es una gilipollez. Además, ¿cuántas veces el asesino de la víctima está presente en el entierro?

La joven que estaba a su lado, Zoe, tomó la mano de su novio Kyle. Ambos sonrieron por lo bajo.

Cordelia, por su parte, terminó de hablar.

―Cenizas a las cenizas… ―sentenció Queenie.

Las tres brujas y el mayodormo de la Academia Miss Robichaux se marcharon, dejando el ataúd atrás, para que los operarios del Ministerio lo enterrasen.

―Si me disculpáis un momento, querría ver a alguien ―comentó Queenie.

―Claro, Queenie, ningún problema. Os veré luego en la mansión. Yo también tengo que ver a alguien ―dijo Cordelia.

Queenie se fue por un lado y Cordelia por otro. Zoe y Kyle permanecieron en su lugar, aunque terminaron por seguir a Queenie. Esta llegó hasta un ataúd. Llevaba una rosa en la mano, la cual depositó en una lápida.

―Ojalá hubiese sido Madison quien hubiese muerto aquel día y no tú, Nan.

Zoe se acercó por detrás.

―Nan era una gran bruja, Queenie. Estoy segura de que habría conseguido ser la Suprema.

―Venga ya, tía. Nan no habría intentado hacer finalmente las Siete Maravillas. Habría hecho lo posible por estar con Luke.

―Tienes razón. Espero que ahora, esté donde esté, Luke permanezca a su lado.

―Yo también lo espero.

Las dos brujas, las dos amigas, se tomaron de la mano y abandonaron la tumba de su amiga y hermana bruja Nan, seguidas por Kyle.

Por su parte, Cordelia llegó hasta una tumba. Sabía que esta estaba vacía, apenas unas cenizas que pudo salvar a tiempo. Aún así, Misty Day pudo tener el entierro que se merecía.

―Todos pensábamos que tú serías la siguiente Suprema, Misty. Tenías tantas posibilidades… No pasa un momento sin que me pregunte qué viste o qué viviste para que, finalmente, no pudieses volver del Inframundo ―se acercó a la tumba y deslizó su mano por la lápida, por las letras que conformaban el nombre de Misty ―. Adiós, Misty…

Se apartó de la tumba y puso rumbo, de vuelta, a la Mansión. Madison, Misty, Myrtle, Nan, Fiona… Grandes brujas, algunas que hicieron grandes hazañas o cometieron grandes errores, pero hermanas brujas que se habían perdido para siempre.

Cenizas a las cenizas, polvo al polvo.