Beans apoyó completamente su cuerpo en el edificio de madera roñosa, no importándole manchar su vestido de resina y otros (que identificó un poco más tarde como orina seca, animalillos aplastados e insectos vivos de ocho patas) si así conseguía escuchar la conversación en el interior.

Apretando la cesta llena nada más que de potes contra el pecho, la iguana gruñó al reconocer los tacones de Angelique pasearse por el lugar (probablemente repartiendo copas entre los invitados o participantes), y la voz del metomentodo Snoops preguntar una y otra vez por las incontables vivencias malignas que había logrado vislumbrar el protagonista indiscutible de la velada (o reunión). Quién bebía whisky de diez años y reía internamente frente al Alcalde, que devolvía sus intrincados gestos al reptil.

-Por favor-suplicaba el ratoncillo, casi sosteniéndose el cabello largo por juntar ambas manos tan cerca de estos.

No lograba guardar las formas como cuando un desconocido se agarraba inesperadamente al pueblo.

Jake volvió a reír, aun sonaba enfadado por la insistencia.

-Quizá otro día…

Beans bufó al instante, sintiéndose decepcionada consigo misma y, de igual forma, con el silencio inoportuno de la serpiente. Aunque nunca lo reconociese frente a cualquiera que en la calle la pudiese observar (como cierto cuervo extranjero y serio que zampaba lo que creyó… ¿judías resecas?), deseaba noticias externas que avivasen la llama de la curiosidad que su padre y aquellos seres caminantes, seguidores del agua y la libertad que tanto necesitaba (no solo ella, sino también el pueblo), se llevaron consigo a una tumba profunda que nadie había logrado desenterrar nuevamente.

-¿Pero-se dijo a sí misma, retomando el andar que había dejado para ser una niña inocente otra vez-que estoy haciendo?

Rattlesnake Jake sonrió a medida que sus pasos se hacían extrañamente sonoros a sus oídos diminutos.

-Vuelve cuando quieras-chilló abruptamente, provocando que enrojeciera; se detuviera la muchacha-, iguanita.

Beans evitó un gemido de sorpresa o frustración demasiado sonoro, aun se dignó a girarse hacia el cínico reptil, volando los pliegues de su vestimenta azulada.

-¡Maldito descarado!-respondió entonces, explotando a reír, al tiempo, todos aquellos que los observaban verse ambos personajes a los ojos de manera determinante. Esperando los dos algún movimiento que dijera: "Ven y cuéntame algo interesante".

Pero Beans gruñó e iracunda se marchó.

Jake, en cambio, la maldijo porque no era la valerosa que creía… No del todo, al menos.