Hola! Bueno, este es mi primer fic así que sed buenas. Espero que os guste y depende de vuestros comentarios seguiré actualizando o bien me dedicare a escavar un túnel jajajajajajaja XD. Pues nada, eso... ¡A LEER!

Los personajes esta claro que no son míos, sino no habría nadie que fuera el amor de verdadero de Regina salvo Emma :)


CAPITULO 1

Lunes

Ya estaba ahí, estaba a punto de llegar, sus tacones la anunciaban. Dentro de mí crecía un fuego interno que por más que lo intentase me era imposible de apagar. Vestía unos ajustadísimos pantalones negros y una camisa blanca y escotada, con tranquilidad se paseo por entre nosotros hasta que llegó a su mesa, Regina Mills, nuestra profesora de biología, ya estaba ahí. Había estado todo el verano deseando que empezara el nuevo curso, y eso que adoraba las vacaciones de verano, solo por ella, solo por dar aquella clase. Me había agenciado el mejor lugar de la clase, al menos el que estaba más cerca de ella aunque a veces solía moverse de su sitio, la primera fila en el lateral izquierdo. Me quedaba embobada mirándola des de que me la crucé por primera vez en uno de los muchos pasillos de mi escuela y eso que aún no sabía ni quién era, de eso ya hacía más de dos años y medio.

- Vamos a hablar de la reproducción – "ya me gustaría a mí, ya" pensé – de las células.

La clase entera tomaba apuntes como loca, no querían saltarse ni una sola coma de su explicación, Regina Mills era la profesora más temida de todo el Instituto, decían que a la hora de puntuar era la más malvada, que te quitaba puntos hasta si en la fecha había algún fallo. Podría ser todo lo malvada que quisiese pero tenía una voz demasiado sexy, una mezcla entre aterciopelada y ronca a la vez, era única. Y allí estaba yo mirándola de nuevo como si ella fuera la única criatura en la Tierra mientras que mi mano, que debía ser mágica, escribía casi por si sola dado que yo no tenía ni idea de que iba la lección. Mis ojos estaban fijos en sus labios, parecían tan carnosos y aquella cicatriz le daba un aspecto todavía más apetecible, sus manos sujetaban firmemente el libro mientras que su pecho subía y bajaba a cada respiración, ojala pudiese ver lo que escondía detrás de aquella camisa escotada, suspiré. Lo hice demasiado alto ya que por una milésima de segundo sus ojos miraron en mi dirección, o tal vez me lo había imaginado.

Las clases nada más duraban sesenta minutos y dábamos dos a la semana, una los lunes y otra los viernes. Los otros días de la semana tenía que conformarme con cruzármela de casualidad o a veces aguantarme hasta el viernes. El martes, el miércoles y el jueves eran un suplicio. Metí las cosas en la cartera y salí del aula poco después que ella pero ya había desaparecido, resignada bajé las escaleras de mármol para salir a la calle, tenía hora y media para comer y luego volver.

- ¿Cómo te ha ido el día rubia? – preguntó mi hermano Henry. Este era mucho mayor que yo, nos llevábamos siete años y casi siempre estaba en casa, solo iba a la Universidad los viernes y algún que otro sábado, el chollo de hacer Máster o eso decía yo.

Encogí los hombros y entré en mi habitación tirando las cosas sobre la cama, tenía un hambre voraz, seguramente podría hasta comerme a la abuelita de Caperucita. Henry, al igual que toda mi familia, era un buen cocinero, no sé a quién había salido yo, se me quemaba hasta la más simple de las tortillas. Engullí todo mi plató y fui directamente hasta el de mi hermano pero este, conociéndome, lo apartó antes de que pusiera mis manos en el. Lamenté haber comido tan rápido, ahora tenía todavía más hambre que antes y eso que por más que comía no engordaba ni un ápice.

A última hora teníamos a Elsa, esta nos daba lenguas o al menos lo intentaba, con el ruido que le hacíamos le resultaba del todo imposible. La verdad es que me caía bien, se la veía bastante simpática aunque muy tímida, no se había sabido imponer des del primer día, no como Regina, con ella no se podía jugar, al menos que quisierais que una de sus miradas te dejaran frito ahí mismo.


Miercoles

"Llego tarde, llego tarde", eso era todo lo que había en mi mente cuando corría como una loca por las aceras dirección al instituto. Me había despertado algo más tarde de lo habitual, Archie, el profesor de ética no había podido impartir la primera hora y nos habían retrasado nuestra hora de entrada. Me habían dejado fuera de clase, no era la primera vez que eso me pasaba y era un asco, estaba bien saltarse una clase entera pero el aburrimiento de estar ahí sola y sin casi nada que hacer era algo insoportable. Me asomé a una de las ventanas y dejé que me diera el aire, des de ellas se veía todo el patio, era bastante grande y a esas horas estaba desierto, sin contar claro las palomas que bajaban a descansar un rato. Cogí una de mis libretas y me puse a dibujar el boceto que tenia a medio empezar de aquellas vistas, eran ya muchos días los que pasaba fuera de clase, y la verdad es que el dibujo no se me daba nada mal. Casi lo tenía acabado, a lo sumo otro día más de castigo no me iría mal para acabarlo pero ahora tenía que volver a entrar, entre trazado y trazado la hora se había pasado volando.

Ahí estaba, dos pisos más debajo de dónde estaba yo, tenía que darme prisa si quería cruzármela, intentaba hacerlo todas las veces que podía. Bajé las escaleras de dos en dos aprovechando que la gente se quedaba en los pasillos de las aulas en los descansos y nadie podía verme bajar como una completa idiota enamorada, porque sí, estaba completamente enamorada de Regina Mills, mi profesora. Iba tan absorta en ella que mi pie bajó una escalera de más, mi cuerpo cayó como si nada bajando de golpe otro tramo de escaleras que tenía más adelante hasta que acabé literalmente a sus pies.

- ¡Señorita Swan! – exclamó ella algo conmocionada ante mi repentina aparición casi debajo su tacón derecho - ¿Está bien?

Estaba claro que no era tan mala como la pintaban, si hasta se preocupaba por la gente. Estaba tan metida en mis pensamientos que no vi como ella se había agachado hasta quedar a mi altura y movía la mano delante de mis ojos frenéticamente.

- Señorita Swan, señorita Swan, ¿me oye? – des de aquella posición le podía ver las rodillas y parte del sujetador negro que llevaba - ¡Le sangra la nariz!

Intenté levantarme como pude del suelo, me dolía muchísimo la cabeza, ayudada por ella, estaba cogiendo de la mano a mi profesora, caerme había valido la pena. Estaba preocupada por mí, era taaaaan feliz. Me sentó en una de las sillas que había en ese rellano y sacó un pañuelo de su bolsillo y empezó a secarme la sangre que recorría parte de mi boca, aunque tenía casi dieciocho años me sentía como una niña pequeña feliz con su golosina favorita, olía a manzana, su perfume era de manzanas. Tenía que conseguirme uno lo más rápido que me fuese posible.

- ¿Dónde tenía los ojos para caerse así señorita Swan?

- En ti – se me escapó -. Digoooo que en usted señorita, quería preguntarle una duda sobre la materia – mentí descaradamente.

- Mejor que deje esa duda para cuando este mejor señorita Swan – que bien quedaba mi apellido en sus labios, ese Swan -. Y ya debería saber que mis horarios de visita son los viernes después de su clase de biología.

"Oh sí, lo sé muy bien", se relajó bajó los toques suaves que su profesora todavía daba en su nariz.


Dejadme saber que os ha aparecido, el rumbo que creéis que tendrá esta historia y todo tipo de sugerencias (también si queréis darme alguna idea para añadirla al fic por mi encantada!)

Mil gracias por leerla.