Disclaimer: Twilight y sus personajes pertenecen Stephenie Meyer y su Editorial. La historia que leerán a continuación me pertenece a mí.
Capítulo Beteado por: Shades
Báilame por Gis Cullen
Capitulo 1: Mi Bella Bailarina
Iba en mi Volvo por la carretera a una velocidad alarmante, quería desaparecer, quería escapar, simplemente quería olvidar.
Dolía, dolía como la mierda. Sabía que ya no la amaba. Pero por un momento pensé que tanto años de amistad significaría algo de lealtad para ella, pero no, la muy desgraciada se había enamorado de mi hermano, dejando todo atrás y solo diciéndome "lo siento, pero jamás podría ponerte por sobre encima de tu hermano, te quiero, pero no más que a Emmett".
¿Como había podido hacerme eso?, aunque ambos sabíamos como era nuestra relación, él era mi hermano y ella era mi novia, mi chica.
Sin darme cuenta me estacione frente a un lugar llamado Utopía, donde las mujeres bailaban sacándose la ropa en una tarima de pole dance. Sabia que era exclusivo, con solo ver la fachada del lugar no dejaba duda que era un lugar caro.
Aun así, mire dentro de mi billetera y tenia un par de billetes. Eran para la comida de esta semana, pero… que más daba, ya vería como me las apañaba.
Me adentre al lugar, donde luces de color rojo me daban la bienvenida. Una música lenta se escuchaba de fondo mientras buscaba una mesita, al encontrarla me senté y una muchacha vestida con una falda demasiado corta de cuero y en la parte de arriba llevaba un brasier color negro y una camiseta de red anudada a un costado dejando al descubierto su abdomen plano; se me acerco y dijo…
—Bienvenido a Utopía cariño, ¿en que te puedo servir?
—Un tequila por favor… no… mejor tráigame la botella —me miró alzando una ceja
—Ok —se dio media vuelta y se fue hacia el sector de las barras dejándome solo.
Unos minutos más tarde volvió con la botella de tequila, un vasito, sal y limón; lo dejo todo en la pequeña mesa y se fue.
Me serví un vaso y quemo, quemo toda la extensión de mi garganta, volví a servir otro y esta vez fue mas leve esa quemazón.
Me estaba por servir otro cuando todas las luces rojas se apagaron y las del escenario principal comenzaron a bajar hasta que todas las luces blancas formaron un círculo alrededor del caño que estaba situado en medio del escenario y una luz roja ilumino a este desde arriba.
Una música suave de acordes atrapante comenzaba a sonar, conocía esa canción, era Purple Rain de Prince.
De la parte de atrás del escenario se corrieron unas cortinas y… caminando descalza como si estuviera caminando sobre nubes se acercaba una mujer. Dios era hermosa… llevaba un culoté de encaje negro y un brasier también de encaje negro que se anudaba en la parte de no me podía estar pasando, no aquí, no en este momento… no con alguien como ella.
Que demonios estaba pensando. Miré a mí alrededor y me di cuenta la gran cantidad de audiencia que tenia, en especial masculina.
Si, se veía a leguas que ella era la reina de este lugar, ella mandaba sobre ese escenario.
Caminó hasta la punta del escenario e hizo unos movimientos circulares con sus caderas. En ese momento su mirada se encontró con la mía y juro por Dios, que mi cuerpo vibro por la química que desprendimos los dos. Sin dejar de mirarme camino hacia atrás, se dio la vuelta y tomo el caño de acero, giro alrededor de el ágilmente agarrada de una sola mano. Sus movimientos eran gráciles, delicados… eró cabello se movía de manera sensual al bailar alrededor del caño, su cadera era filosa, eso hacia que en mí bajo vientre se arremolinara un remolino de sensaciones que ya sabía a donde me llevaría eso.
Sus piernas eran largas y estilizadas, de un color blanco perlado.
Simplemente perfecta.
Yo no dejaba de mirarla, mi bebida había pasado a segundo plano, en ese momento solo existía ella. Esa bailarina erótica que hacia que mi cerebro se desconectara de todo, se olvidara de todo y mi corazón latiera acelerado y con fuerza.
Bailó y en un momento quedo frente a mí de espalda al caño pero sosteniéndolo con una mano por encima de su cabeza.
Ella se había percatado de mí, y me miraba. Podría sonar soberbio, pero estaba seguro que al igual que para mí, para ella en este momento no existía nadie.
Ella estaba bailando para mí.
Me movía su cadera, su pelvis. Con su mano libre se acariciaba su vientre plano y el costado de sus pechos. Todo sin dejar de mirarme.
Ella bailaba para mí.
Subió al caño ágilmente e hizo un par de figuras que la hacían parecer una contorsionista profesional. Simplemente hermosa.
Al bajar de la forma mas delicada se arrastro en el piso del escenario hasta quedar frente a mí, una cortina de pelo me impedía ver sus ojos pero eso me gustaba, me gustaba su misterio.
Quedo de rodillas aun ocultando su cara, toco sus pechos y voltio dándome una vista privilegiada de su bien formado trasero. ¡Puta madre, ya esta duro de tan solo verla!
Se arrastró hasta el caño y de una forma natural, con una figura se levanto sin el menor percance.
Bailó un poco más al son de Purple Rain hasta que su momento terminó con ella en el piso del escenario boca arriba.
Yo estaba sumido en una especie de burbuja, no escuchaba ni prestaba atención a nadie a mí alrededor que no fuera ella y la música.
Un momento después ella se retiraba del escenario.
No se cuanto tiempo estuve mirando el lugar en donde esa chica estuvo, solo salí de mi letargo cuando una de las camareras se acerco.
—¿Porque estas tan solo? llevo un rato mirándote y espantas a cualquier muchacha que se te acerca —la verdad es que no me había dado cuenta, si alguien había venido hasta mi, o si yo había hablado con alguien.
—¿Quien… quien es la chica que acaba de bailar? —me sorprendí queriendo saber quien era esa mujer. Dirigí mi mirada a la mujer que tenia enfrente y en su cara había un altísimo de burla y enojo.
—Si… me imagine que preguntarías por ella, ella es la atracción de este lugar —dijo inhalando de su cigarrillo.
—¿Cómo se llama? —pregunte interesado.
—Marie —dijo sin darle demasiada importancia.
—Marie… Marie…—me repetía una y otra vez en pequeños susurros.
—Sí, Marie, pero te doy un concejo… no te hagas ilusiones con ella —me miró de arriba hacia abajo —, ella no esta a tu alcance. En realidad no esta al alcance de nadie de por aquí—dijo mirándome con algo en su mirada que parecía no se ¿compasión?
Miré a mi alrededor escaneando con mi mirada el lugar y me di una idea de lo que estaba hablando.
El lugar parecía bastante exclusivo, muchos de los hombres que estaban a mí alrededor iban vestidos de trajes, saco, corbata y pantalones de vestir.
Al mirar como iba vestido yo, comprendí. Estaba con unas simples deportivas, un jeans desgastado y una camisa a cuadros.
Jamás me había desmerecido por quien era o por lo que tenía. Con mucho esfuerzo y sacrificio obtuve mi titulo; yo era maestro en una escuela primaria y aunque mi sueldo no era grande, me era suficiente para vivir y para darme uno que otros gustos. Como mi preciado Volvo, que me lo había comprado con mis ahorros de toda la vida y por eso lo cuidaba con mi vida.
Estaba tan sumido en mis pensamientos que al mirar hacia la barra vi como la misma bailarina que hasta hace unos momentos me habíahecho delirar, ahora se acomodaba en uno de los taburetes que había para sentarse frente a la barra.
No deje de mirarla en ningún momento, apreciando sus piernas, su espalda, esa cintura tan estrecha y ese cabello que caía como cascada lacio por sobre su espalda. Giró sobre su hombro mirando a su alrededor y sus ojos se encontraron con los míos… ¡Dios! era preciosa en todo el sentido de la palabra. Hizo una inclinación con la cabeza a modo de saludo y levantó su copa. Yo no daba crédito a lo que mis ojos veían… ella me estaba coqueteando.
Sin más me levanté de mi asiento, con mi botella de tequila en una mano y el vasito en la otra; camine a paso lento por entre las pocas personas que se me cruzaban y al llegar a la barra me acomodé a su lado. La mire, ella me miró y sonrió.
¿Qué hago, que hago? Tenia que presentarme y ser el caballero que Esme me enseño a ser.
—Hola… mi nombre es Edward Cullen —ella volvió a mirarme y me tendió su mano.
—Encantada, el mío es Marie —miró al barman y le mostró su vaso y le hizo la señal de dos, volvió a mirarme y mordió su labio inferior. ¡Mierda! No debió haber hecho eso.
—Tú no vienes seguido por aquí verdad, es la primera vez que te veo.
— Sí… digamos que fue de casualidad —sonreí para mi mismo mientras me servía otro trago de tequila, me lo tomé y volví a mirarla, ella me miraba de una manera tan profunda que me hacia querer tomarle el rostro y besarla y… por que no algo mas.
— ¡Brindemos por eso!—me tendió el trago, que no se en que momento lo trajo el barman y lo tome por no ser un maleducado.
—Has bailado bien… muy bien, me gusto mucho la canción que elegiste—enserio me gustaba, yo era un fans de Prince.
— ¿Enserio? Vaya, eres el primero que le gusta lo lento, todos piden música mas movida… así que, Gracias — con un brillo especial se me acercó y me dio un beso en la mejilla.
— ¿Qué edad tienes? Y ¿De dónde eres? —pregunté, queriendo saber todo de ella.
—Veinticinco y soy de Forks, un pequeño pueblo de Washington ¿y tú?
—También tengo veinticinco y yo soy de aquí de Chicago —nos reímos por las coincidencias de la edad.
—Al parecer tenemos muchas cosas en común tú y yo—dijo con una sonrisa media malévola…
—Si al parecer —Juró que esta mujer seria mi perdición.
Estuvimos hablando de todo un poco por un buen rato yo le conté que era maestro en una escuela primaria y como mis niños me adoraban; hasta que en un momento se avisó que se habilitaría una pista de baile. Las personas salían a bailar de la manera más sensual a los compas de Black Velvet de Alannah Myles.
Marie me miró, se levantó del taburete y camino a paso lento hacia la pista de baile. A mitad de camino se dio la vuelta y me hizo una seña para que fuera con ella. Me tomé mi tequila de un sorbo y la seguí.
Abrazó mi cuello con sus brazos y bailó al compas de la música, tan lenta y sensual, hipnótica como ella sola. Mis manos se posaron en sus caderas y rozaban la piel expuesta por ese pantalón de jeans de tiro bajo. Se dio la vuelta y quedo de espalda a mi, puso sus manos sobre las mías que aun seguían en sus caderas y frotó su trasero contra mi pelvis. Estaba seguro que podía sentir mi miembro erecto por sus eróticos movimientos.
Ya no estaba bailando, ella se estaba excitando conmigo y lo estaba simulando muy bien.
Rodeé su cintura con mi brazo y la atraje más a mi, ella jadeo ante tal movimiento y giró su rostro a mirarme. Pasé mi lengua por mis labios, y ella tomó eso como una invitación a besarlos. Y así lo hizo, tomo posesión de mis labios como si fueran suyos, mas yo no me queje, si no que aporte a que el momento se volviese de lo más caliente entre los dos.
La di vuelta y la abrase con un brazo y con el otro rodeé su cuello para profundizar el beso.
Nuestras lenguas luchaban por el dominio de las bocas, nuestros cuerpos se habían desconectado de las mentes de cada uno, haciendo lo que su naturaleza les pedía… excitándose a más no poder.
Se separó de mí y jadeando me besó la mandíbula con pequeños besos húmedos hasta llegar a mi oreja y morder mi lóbulo haciéndome estremecer.
—Vayámonos de aquí, esta por comenzar la música electrónica —sin mas me tomó de la mano y me guio hasta la barra, le hizo una seña al barman y este salió por una puerta y a los segundos salió con una chaqueta roja y una cartera tipo sobre, se los entregó e hizo un asentamiento de cabeza hacia ella, volvió su mirada a mi y me di cuenta que yo no había pagado mi botella de tequila.
Saque mi billetera y tomé unos cuantos billetes ¡Adiós almuerzo de esta semana! Cuando le tendí los billetes al muchacho que me miraba con una sonrisa engreída en su rostro y negando. Marie tomó mi mano y me alejó de allí.
Al pasar por unas mesas, la chica que me había dicho el nombre de Marie me miraba con una sonrisa, pero asombrada al parecer por el accionar de Marie.
—Espera, debo pagar…—quise hablar pero me cayó con un sonoro beso en los labios.
—No importa, una botella de tequila no quebrantara mi imperio —estupefacto por sus palabras me deje guiar hasta fuera de Utopía, donde nos esperaba un flameante Aston Martin Vanquish en color negro… ¿De que imperio hablaba? mi Dios, esta mujer además de ser hermosa era ¿Millonaria? ¿Me preguntó cómo pudo hacer para comprarse semejante auto? De pronto recordé algo… mi Volvo. Jamás desmerecería a mi Volvo, pero vamos, un Volvo no se puede comparar con un Aston Martin.
—Espera yo… yo vine en mi auto, no lo puedo dejar aquí —mierda, sentí como el calor del momento se instalaba en mis mejillas.
—Oh… uhm… ya se, le pediremos a algún chico de seguridad que lo guarde en el deposito que esta detrás y mañana lo pasamos a buscar— ¿Qué? Oh no.
—No se… nunca me eh separado de mi auto, ¿Qué tal y si me lo roban?— no esta seguro de dejarlo.
—Oh vamos, si yo les doy tus llaves, nadie se atreverá a tocar tu auto, créeme— no muy convencido le entregue mis llaves. Ella se alejo un poco y le entrego las llaves a un muchacho moreno muy robusto, parecía un nativo americano, el chico asintió a algo que ella le dijo y luego se alejo.
—Todo solucionado… ¿nos vamos? —me miró y arrasó con mi nerviosismo, esa mirada me ponía más caliente de lo que estaba.
Me tomó de la mano y me guio hasta el auto que nos esperaba altivo y ostentoso frente a nosotros.
¿Iba a tener sexo con una desconocida? Al parecer si, y no me importaba, no sí era esta hermosura que majeaba como un demonio enojado.
Manejó hasta un complejo de departamentos residenciales que estaban en las afueras de Chicago. Era un departamento sumamente sencillo por fuera, pero al entrar, la impresión fue mucho más impactante. La sala era enorme pero acogedora, el piso era todo de parquee, había un sillón de tres cuerpos en cuero blanco y una amplia alfombra de gruesa lana blanca frente a un hogar de leña moderno. Grandes ventanales y al ver una escalera supuse que había un entre piso. Nada muy ostentoso. A demás de todo, ella era sencilla.
Lo que si me llamo la atención pero, no me sorprendió en lo absoluto fue ver un caño dorado de Pole Dance en medio de la sala. Sonreí ante esto. Me la imaginaba bailando solo para mí.
— ¿Quieres tomar algo?—me preguntó quitándose su chamarra roja y arrojándola al suelo en alguna parte. Me preguntaba ¿porque me había traído a su casa? Acaso ¿ella era de esas personas que se entregaba a cualquiera? De primera impresión no me lo parecía, pero al invitarme-secuestrarme a su casa me dio que pensar.
Ella pareció darse cuenta de mi disputa mental y se rió.
—Edward… por si te lo estas preguntando, yo nunca eh traído a nadie aquí, no soy de esa clase de mujeres —dijo esto último con un sonrojo en las mejillas.
—Es que… ¿no te da miedo que yo sea un ladrón o un asesino serial? Tener tanta confianza en un extraño no es bueno.
—Pero si tú no eres un extraño. Me has contado tu vida, por lo tanto eso ya nos hace conocidos y por lo ultimo, confiare en ti… no aparentas ser un ladrón o asesino serial —dijo ya media relajada…
— Toma asiento y ponte cómodo… buscare algo para tomar—se alejó y deduje que fue hacia la cocina. Estaba nervioso pero disfrutando de l momento. Mi vista se paso por el departamento y en sus paredes colgaban pinturas-acuarelas. Eran principalmente acuarelas de muchos colores que plasmaban a parejas abrazándose o simplemente mirándose. Esta mujer era especial.
A los minutos se acercaba sonriendo y con las mejillas medias sonrojadas. Traía dos copas en una mano y una botella de vino rosado en la otra.
Hablar con ella era fácil y hasta divertido, era una persona sumamente inteligente.
Al parecer Utopía era una cadena de negocio con varias sucursales en distintas ciudades, que fueron dadas a ella por su padre. El magnate Charlie Swan.
— ¿Tu eres hija de Charlie Swan? —pregunté asombrado.
—Sí. —admitió media ofuscada por mi pregunta.
—Lo siento, no era mi intención…—no me dejo terminar.
—Yo soy hija extramatrimonial de mi padre, él tuvo una relación con mi madre Reneé, estando casado con Sue Swan, ella no podía tener hijos y eso al parecer a él le jodia. Cuando mi mamá se enteró que estaba embarazada se lo contó, pero el muy hijo de puta no le creyó, le dijo que ella le quería meter un hijo de otro para obtener mas comodidad y economía, la trató como una fulana, no tuvo compasión ni siquiera cuando mi mamá le juro que ella jamás había estado con otro hombre. Mi madre estabaprofundamente enamorada de él, y él la hirió tanto que ella tuvo que irse de la cuidad con tres meses de embarazo…
— Él no se hizo cargo…—afirmé. Como una persona podía ser tan cretino para rechazar tal regalo de Dios. Yo jamás haría una cosa así.
—Así es, mi madre tuvo que luchar con uñas y dientes por salir adelante conmigo a rechazo de sus padre por saber que yo era fruto de una bajeza como acostarse con una persona casada… supongo que para ellos fue demasiado. Al pasar el tiempo yo fui creciendo y mis demandas se hacían mayores, Reneé tuvo que entrar a trabajar en un cabaret de mala muerte. Había veces que no tenía para pagar una niñera y terminaba llevándome. Ahí fue donde aprendí Pole Dance, siempre como un juego, yo apenas y tenía doce años; pero era buena, muy buena bailando. Así que a los dieciocho años y sin que Reneé se enterara comencé a bailar en un club nudista.
Al principio era sin quitarme la ropa, pero una vez el encargado del lugar me exigió que debía hacerlo y lo hice, esa vez me sentí tan mal y sucia que nunca más baile. Hasta que a los veintidós años, vi un anuncio donde se necesitaban bailarinas de Pole Dance para una importante cadena de clubes. Como yo nunca supe quien era mi padre jamás supe que entraría a trabajar en uno de sus clubs nocturnos. Audicioné y todavía recuerdo la primera vez que Charlie me vio, su cara se había descompuesto, pensé que mi actuación no le había gustado pero creo que mi parecido con Reneé fue lo que mas lo impresiono. Desde esa vez comencé a trabajar bailando en Utopía, solo una vez a la semana, pero la audiencia me pedía así que Jasper el encargado, me pidió que aumentara a tres veces a la semana. Yo estaba encantada hasta que otra vez me pidieron quitarme la ropa. No lo iba a permitir, había jurado que jamás lo volvería a hacer y cuando intente presentar mi renuncia Charlie me preguntó el porqué, yo le explique y él lo acepto. Acepto que yo bailara sin desnudarme.
—¿Y como se enteró que eras su hija?…
—Bueno… yo me había hecho muy famosa en todos sus clubes. Recorría todas sus instalaciones bailando, pero la mía era donde hoy me viste bailar. El caso es que un día al salir tarde de Utopía un hombre me siguió hasta mi auto e intento violarme, Charlie quien en ese momento también salía con un grupo de empresarios lo vio todo y corrió como loco para ayudarme, al hombre que había intentado atacarme lo molió a golpes, parecía transformado, hasta que los demás que estaban con él lo separaron, llamaron a la policía y se lo llevaron. Charlie me preguntó si yo deseaba llamar a alguien para avisarle de mi estado, ya que estaba histérica. Llame a mi madre y le conté todo lo que había pasado, ella tan loca como es me exigió que le dijera donde estaba, cuando le dije donde trabajaba comenzó a llorar y me pidió que no me moviera de ese lugar, ella llegó llorando hasta el lugar y vio cuando justo Charlie se despedía de mi, recuerdo que cuando me abrazo me dijo al oído "mi hijo tendría tu misma edad, por favor cuídate bien".
Mi madre llego hasta nosotros y nos separó de un empujón.
Charlie al ver a mi madre, unió unos cuantos cables y comprendió que yo era su hija, tan parecida a mi madre, pero también tan idéntica a él. Charlie no lo podía creer, luego de que mi madre se hubo ido hacia tanto tiempo, él contrato a un investigador y mandó a investigar si mi madre estaba con una persona aparte de él. Por supuesto que el investigador le mostró lo obvio de la historia, mi madre jamás lo había engañado. Charlie nos busco por cielo y tierra a nosotras, pero jamás pudo encontrarnos. Su esposa, Sue había muerto de cáncer de útero, dejándolo viudo y sin hijos. Así que él estaba solo en el mundo, y cuando nos encontró esa noche juro que jamás volvería a dejarnos ir y que a mí y a mi madre nunca más nos faltaría nada.
Fueron semanas de disputas con Reneé, ella se negaba a que yo recibiera el apellido Swan, hasta que al fin cedió.
Charlie intento de mil maneras que yo dejara de trabajar bailando, para que pasara al mando del club Utopía de Chicago como dueña y de los demás como gerente, me negué absolutamente, hasta que no me quedo de otra que aceptar lo que él me daba siempre y cuando Charlie aceptara mi condición, de que yo siguiera bailando como figura principal de Utopía Chicago, solo bailaría en ese. Le sugerí que cada vez que yo bailara él no estuviera presente, y lo acepto, le costo pero lo hizo. Con mi madre fue otra historia, ellos son "amigos con derechos" aun no me lo dicen, pero se que ellos hasta ya están viviendo juntos. En fin, así fue que pase de ser una simple bailarina a ser dueña de Utopía en Chicago y gerente de los demás clubes.
—Wow vaya vida y vaya suerte —me sorprendió por todo lo que tuvo que pasar. A pesar de que aparentaba ser una mujer muy independiente se podía ver que era una chica solitaria.
Escucharla hablar de su vida, de su pasado y de sus vivencias hacia que quedase prendido de sus labios cuando se movían sincronizados ¡Maldición! Su rostro era perfecto, me llamaba a tomarlo entre mis manos y besarlo completo.
Ella era una chica muy sufrida, y pude apreciar que a pesar del cambio de vida que tuvo, su esencia se mantuvo intacta. Esto era lo que yo realmente buscaba en una mujer. Su autenticidad para cada cosa que hacia en la vida, sin dejarse manchar por el entorno en donde estaba.
Ella era perfecta para mí.
—No te confundas… yo jamás desee ser la heredera de todo eso, mi vida se simplificaba a poder llegar a fin de mes y tener un plato de comida en la mesa, pero esto ya no tiene vuelta atrás y eso es lo lamentable, la gente que me rodea o que se acerca a mi lo hace por conveniencia no porque le agrade mi amistad…—a lo mejor ella pensaba que, tal vez yo…
—Eso piensas de mí…—no se porque, pero sentí temor de lo que ella respondiera.
— ¡No! Yo… cuando tú te acercaste supe que jamás habías frecuentado el lugar, por lo tanto no me conocías, te acercaste a mi solo por que te gusto mi baile y por un interés genuino, pero ahora me conoces… por cierto, mi verdadero nombre es Isabella Swan. Isabella Marie Swan. Pero dime Bella, me gusta mucho más—lo ultimo lo dijo con un prominente sonrojo en sus mejillas, al parecer era mucho mas tímida de lo que mostraba arriba del escenario
—Bella… suena bonito—un calor intenso sentí desde la punta de mis pies hasta la última hebra de cabello de mi cabeza, al ver como mordía su labio inferior.
Ella fijo sus ojos en los míos y la conexión duro tanto que ninguno de los dos nos percatamos de cuanto nos acercamos. Estábamos tan cerca que pude sentir su aliento dulce acariciando mis labios.
—Bella… no sabes el deseo que siento de besarte —mis dedos temblorosos acariciaron sus labios, sin dejar de mirarla.
— Yo lo deseo, desde el primer momento en que te vi —y sin mas preámbulos tiro de mi cuello hacia ella y me beso con pasión y ferocidad.
Su lengua hacia estragos en mi boca y en ese instante deje de pensar. Me olvide de Rosalie, de Emmett, de si llegaría a fin de mes con el dinero, de todo. Simplemente deje de pensar.
Tiró de mí e hizo que me sentara sobre la alfombra de la sala, frente al hogar a leña que estaba encendido.
Comenzó a desabotonar mi camisa y a retirarla. La acomode a horcajadas de mí y la bese como un jodido poseso, hambriento de sus labios. Devorándolos como si de eso dependiera mi vida.
Comenzó a hacer un suave balanceo sobre mí, frotándose, excitándose a más no poder.
Mis manos fueron hacia el botón de su pantalón y arrastrándolo por sus piernas se lo fui sacando, ella se levanto un poco para poder darme espacio y así quitarlo fácilmente, pero tome más osadía y se los retire con bragas y todo.
¡Jodida mierda! Su centro estaba todo depilado sin un bello. Mi miembro palpito de anticipación. Y juro que dolió.
Se hecho hacia atrás un poco y pude apreciar de primera mano lo húmeda que estaba.
Atreviéndome a más, acaricie sus labios vaginales, maravillándome de lo mojada que estaba. Introduje un dedo dentro de ella moviéndolo lentamente, introduje otro y eso pareció llevarla a la gloria. Arremetió contra mi mano, desesperada, sin piedad. Quite mis dedos y chillo de frustración.
—Edward… por favor — mi bailarina estaba ansiosa. ¡Oh si!
La recosté sobre la mullida alfombra y despacio sin apuros le retiré las prendas de arriba, deje todo a un lado y me alejé todo lo que pude para observarla como Dios la trajo al mundo, tan hermosa y prefecta. Bajo su vista lujuriosa, me quité mi pantalón y bóxer, bajándolos hasta mis rodillas y ayudándome con una de mis piernas para poder quitármelo. Ella me miraba con un brillo soñador, relamiéndose los labios, tocándose a ella misma sus pechos, su centro. Abriendo y exponiéndome toda su intimidad, dejándose a mi merced. Mi mano se movió ansiosa sobre mi miembro erecto y duro, tanto que palpitaba. Al verme cerro sus ojos gimiendo y arqueando su espalda. Mierda, era la visión más erótica que alguna vez pude apreciar de una mujer.
La necesitaba, y ella a mi.
Me arrodille entre sus piernas y con mis manos comencé a acariciar desde sus tobillos, pasando por sus gemelos, rodillas, por debajo de sus muslos, tomándolos y atrayéndola hacia mi, haciendo que jadeara. Tomé mi hombría y con la punta acaricie su sexo, de arriba hacia abajo esparciendo su humedad. Ella estaba tan mojada que con facilidad me introduje, en ella logrando que casi gritara de lo apretada que era; fue tanta la conmoción para ambos que su respiración se alteró y yo tuve que obligarme a quedarme quieto para no embestirla de manera salvaje. Puse mis manos debajo de sus brazos y de forma lenta pero firme comencé a penetrarla, moviendo mi pelvis contra la de ella. Sus gemidos no tardaron en salir; se humedecía los labios y me tentaba a morderlos, a indagar con mi lengua su boca a luchar con su lengua y ¿quién era yo para negarme?
Me apoyé en mis antebrazos sosteniendo mi propio peso y la bese, tan desesperado y hambriento como jamás me permití hacerlo con ninguna mujer. Mi lengua le hacia el amor a su boca, mordía sus labios y los succionaba dejándolos hinchados y rojos. Sus piernas me envolvieron dejándome apresado en ella, impidiéndome moverme, enterré mi rostro en su cuello y ella acarició mi espalda pasando sus uñas hasta mi cuello; tomó mi cabello y halo. Eso terminó de desarmarme.
Tomé posesión de su boca y la embestí de manera dura. Pequeños gritos me dejaron saber que ella tampoco aguantaría mucho tiempo.
— ¡Por Dios… ya no… más… más fuerte! —las incoherencias me dejaban ver lo perdida que estaba al igual que yo. Picoteé sus labios y mordiéndolos me incorporé sobre mis rodillas llevándola conmigo, quedando ella sentada a horcajadas sobre mí.
Tiró su cabeza hacia atrás y su cabello rozaba mis muslos ¡Dios, era hermosa!
Hice que me mirará mientras ella se movía sobre mí en círculos. Sus ojos eran penetrantes. Me tenían mal, muy mal. Serian mi perdición, de eso estaba seguro.
La química que había entre los dos era palpable, jamás me había sentido de esta forma con una mujer, mis sentidos estaban todos despiertos y entorno a ella, sus movimientos eran todos y cada uno capturados por mi.
— ¿Qué estás haciendo conmigo Bella? —logre decir, antes de que ella me empujara hacia atrás y quedara sobre mi.
Comenzó a moverse, sin dejar de mirarme a los ojos.
—Lo mismo te pregunto… ah… ¿Qué me… haces? —tiró la cabeza hacia atrás y sus caderas eran sincronizadas en cada movimiento hacia atrás y hacia adelante, arriba y abajo. Coloco sus manos en mis muslos y se movió hacia adelante y atrás.
Ya no aguantaba más. La tomé de las caderas he hice que aumentara el ritmo, la ayude con mis movimientos, yendo a su encuentro, dejando todo en este lugar. La tome de la cintura y de su cabeza y la abrase llegando a mi orgasmo cuando ella me apretó deliciosa y dolorosamente, llevándonos a la cima del nirvana.
Bella quedo encima de mí jadeando, tratando de acompasar su respiración al igual que yo.
No quería soltarla, tal vez, si lo hacía despertaría del sueño en el que estaba. Ambos estábamos sudados, ella tenía cabellos sobre su frente perlada en sudor. Le quite esos mechones rebeldes y ella me miró con sierto brillo en los ojos que no pude distinguir. Le sonreí y ella me devolvió la sonrisa de igual forma.
—Eres hermosa Bella, y quiero que nos volvamos a ver. Temó que me has hecho adicto a ti —ella me miró a los ojos como buscando algo dentro de ellos, y si buscaba, bien lo iba a encontrar, ella me tenia agarrado, ya no podía dejarla escapar, pero al ver su expresión sin sentimiento alguno, me di cuenta que ella pensaba que yo era como los demás—, no me crees ¿verdad? Piensas que yo soy como los demás que se han acercado a ti ¿no es así? —Ella me seguía mirando, sin decir nada—. Di algo por favor —se quito de encima mío, y cuando pensé que se iba a levantar, se volvió a acomodar a mi costado, dejando su cabeza sobre mi pecho.
—Quédate a dormir… por favor —una sonrisa se formó en mi rostro. Por ahora tomaría esa respuesta como un: mas tarde hablamos.
Acaricié su espalda desnuda, con mis dedos, despacio. Hacia demasiado tiempo que no me sentía tan tranquilo. Solo hacia horas que conocía a Bella, sin embargo el sentimiento que se instalo en mi pecho fue instantáneo. Solo me basto verla bailar para dejarme atado a su cuerpo, a sus ojos. Sentía un poco de miedo, esto que me estaba pasando estaba yendo demasiado rápido.
Volví a mirarla y vi que estaba dormida, su respiración era calmada y pausada. ¡Mierda! Era hermosa, y estaba seguro que si llegaba a pasar algo más yo seria el que saldría perdiendo de los dos…
—Preciosa… tengo miedo… estoy seguro que me seria muy fácil, enamorarme de ti —susurre más para mí, hablando casi sin aliento.
La acomode a Bella sobre la alfombra y tome un almohadón del sofá; se lo acomodé debajo de su cabeza para después tomar la manta que estaba también sobre el respaldar del sofá y la acomode de tal manera que quedáramos los dos acobijados, ella se acoplo a mi pecho y yo la rodee con mis brazos. Suspire y me deje ir en los sueños, ya mañana seria otro día, ya mañana vería que sigue después de esto.
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.
Un olor intenso a café entró por mis fosas nasales. Me agrado, y por un momento me olvide donde estaba. A mi nadie me preparaba café cuando me levantaba ¿entonces?
Club. Bailarina. Sexo. Bella.
Entonces todo lo vivido la noche pasada comenzaba a refrescarse en mi cabeza, me incorporé y muy lentamente comencé a abrir los ojos. ¿Había sido verdad todo lo de anoche o fue solo un sueño? Cuando los tuve abiertos, pegue un respingo al verme observado por Bella. Mierda, no había sido ningún sueño, había tenido sexo con un hermosa mujer. Un calor intenso se instaló en mi rostro y traté de acomodar la manta con la que me tapaba.
—Hola —Dijo ella sentándose en mis rodillas.
—Ho-hola —fue todo lo que pude decir.
Ella se acerco y beso muy suavemente mis labios. Se levanto de mi regazo y yo apoye mi espalda en el sofá, quedando frente al caño de Pole Dance. No me había percatado de su vestimenta ¡Mierda!
Bella llevaba puesto un culoté azul que se anudaba a los costados y en la parte trasera tenia dos alas estampadas en color fucsia y en la parte de arriba llevaba un brasier deportivo blanco con bordes negros. Ella estaba descalza y su cabello le caía suelto por la espalda.
—Te tengo una sorpresa… espero que te guste —dijo para luego lanzarme un beso por el aire.
Tomo el mando de un reproductor de música y la inconfundible balada Stay de Rihanna se comenzó a escuchar en todo el departamento.
Ella camino hasta tomar el caño y caminar a su alrededor, desprendiendo sensualidad, como solo ella sabia hacerlo. Hizo una figura parándose en la punta de sus pies pero apoyando su busto en el caño, para luego girar hábilmente.
Mierda, estaba realmente jodido, ella estaba bailando solo para mi y mi miembro lo agradecía.
Tan desesperado como me tenía, metí mi mano por debajo de la manta y comencé a frotarlo mientras veía como mi hermosa bailarina bailaba solo para mí. Ella me vio y sonrió, cerrando sus ojos.
Se subió al caño y giro en el con las piernas abiertas, para luego situar el tubo entre ella y sujetarse con sus muslos, se tiro hacia atrás dando giros y moviendo sus manos, hasta que quedo boca abajo, sosteniéndose solo con su antebrazo. Era magnifica, toda ella era perfecta, cada movimiento, cada latigazo que pegaba con su cabello, sus piernas esbeltas y perfectamente tonificadas me hacia querer morderlas, lamerlas, pasar mi lengua por ellas hasta llegar al ultimo rincón de su anatomía.
La música la transportaba, la poseía haciéndola ver una diosa. Cada movimiento la hacia ver como si estuviera levitando, caminando en el aire sin ningún esfuerzo.
En un momento quedo sostenida con una pierna doblada y la otra perfectamente estirada sobre el caño. Su cuerpo giraba hacia atrás danzando con sus manos. Tomo el tubo con ambas manos y se deslizo hacia el piso, donde quedo recostada boca abajo. Se arrodillo y tiro su cabello hacia atrás.
Gateo como un bebe hasta donde yo estaba, moviendo sus caderas. Mierda, ella me había puesto muy caliente.
Quite mi mano de mi miembro y la coloque sobre la manta, ella tomo la abrigada tela y jalo hacia atrás dejando desde mi cintura hacia abajo todo descubierto. Miro donde mi virilidad yacía despierta gracias a su sensual baile y por supuesto a mi mano.
Se relamió los labios y juro por todos los santos que casi más me vengo por ese simple gesto.
Bella se arrodillo entre mis piernas y se quito por encima de su cabeza el brasier deportivo. Se sentó a horcajadas de mí y froto su centro contra mí, logrando que ambos gimiéramos. Acaricie sus muslos, llevando mis manos a su espalda y hacia adelante, llenándolas con sus pechos. Los amase y un gemido lastimero salió de su boca.
Delineo mis labios con su caliente lengua para luego depositar un casto beso.
—Quiero que nos volvamos a ver, quiero que me conozcas y conocerte, quiero que salgamos… quiero volverte a ver —definitivamente, nada me iba a costar enamorarme de ella.
—Lo que tú digas hermosa… lo que tú digas —
Y sin más devore sus labios con hambre y devoción a la vez. Tumbándola contra la alfombra la bese a toda ella, su boca, su cuello, sus pechos, su vientre… sus manos.
Quite la última prenda que me separaba de poseerla, de tomarla y hacerla mía como a mí y a ella le gustaba. Sin preámbulos pero con delicadeza y majestuosidad me sumergí en ella y tuve que quedarme quito permitiéndome disfrutar de tal sensación envolvente y placentera, que ella me brindaba.
No era momento de pensar, solo era momento de sentir.
No desperdiciaría mi momento con ella, tomaría sin decir nada lo que ella quisiera darme, simplemente para estar a su lado. Solo pedía, que esto no se terminara aquí y que ella cumpliera con lo que pedía y juro por Dios que si así lo hacia, nadie me quitaría de su lado.
Lucharía por ella hasta la muerte.
Bueno aquí el primer capitulo de este fic, que a mi en particular me encanta por la temática del mismo, espero que también les haya gustado. Quiero comentarles que este primer capitulo del fic estará participando en un concurso como Os... en este se llamara MI BELLA BAILARINA. solo espero que puedan ayudarme sera mi primer concurso por lo tanto no me gustaría llevarme una decepción...
ok no las molesto más y nos estamos leyendo en el próximo capitulo.
***Gis Cullen***
