Las dos mujeres estaban sentadas en la mesa del bar. La rubia con una copa de vino y la morena con una cerveza. Hablaban tranquilamente y reían de vez en cuando. Se podría decir que estaban relajadas.
Bueno, Rizzoli no tanto. Veía el móvil una y otra vez, como si estuviera esperando algún mensaje o una llamada. Cosa que no pasó desapercibida por la Dr. Isles.
La decimoquinta vez que Jane tomó su celular, Maura no aguantó y decidió preguntarle.
-¿Alguien te va a llamar o algo? Deja el celular en paz. –dijo antes de darle un trago a su copa de vino. Jane solo la miró de reojo, pero no contestó. Tampoco guardó el teléfono, comenzó a jugar con el, dándoles de vueltas en la mesa.
La ojiverde la miró sorprendida. Jane casi nunca se quedaba callada cuando ella le llamaba la atención o algo así. Pero esta vez se había quedado en silencio. La observaba intentado adivinar que pasaba por su mente, y antes de poder preguntar algo, el bendito móvil comenzó a sonar.
La morena respondió rápidamente, se levantó de la mesa susurrándole un "Disculpa, ya vengo", antes de cruzar la puerta, Maura pudo escuchar a Jane decir "Emily, por fin", y salió del local para hablar tranquilamente. La doctora se había quedado pasmada, Jane jamás había hecho eso.
Mientras lo procesaba, Jane había vuelto con una muy, pero que muy gran sonrisa en su rostro. Cosa que la confundió mucho. Aún asi no pudo evitar preguntar.
-¿Qué ha pasado? ¿Quién era? – intentaba sonar indiferente, cosa que obviamente no consiguió y Jane pudo darse cuenta muy fácil, razón por la cual dejó escapar una sonrisilla.
-Hum, no era nada importante. – se encogió de hombros y tomó su cerveza, dándole un buen trago. Maura la miró suspicaz, Jane estaba rara, y quería saber por qué. Algo le ocultaba, sus gestos, sus respuestas, su actitud eso demostraba.
¿Quién es Emily? ¿La estará viendo? ¿Una chica? ¿Jane está viendo una chica? ¿Le gustarán las chicas? ¿Para qué le habrá llamado? ¿Por qué no le quiso decir? ¿Será alguien conocida? ¿Del trabajo? Su cerebro iba a colapsar sacando conclusiones. Se terminó el vino que tenía en su copa de un solo trago, y se levantó, tomando sus cosas.
La morena le miró confusa. Pero imitó sus acciones y pagó la cuenta. La rubia fue hacia la salida sin esperarla, y directo hacia su auto. Rizzoli salió corriendo tras ella y llamándola a gritos.
-¡Hey Maura! ¡Espera!- cuando llegó hasta ella la tomó por los hombros, normalizando su respiración, y analizando su expresión.
Ambas mujeres se quedaron así, contemplándose la una a la otra, intentando descifrarse. Sentimientos, pensamientos, emociones. Todo estaba revuelto, y se podía notar en aquellos ojos marrones y verdes.
Ninguna sabía que le pasaba a la otra. Fue la italiana quién decidió hablar primero.
–Maura, ¿Qué pasa? – susurró bajito, para que solo ella escuchara, y para no romper el momento mágico que tenían con sus miradas encontradas.
–Es lo mismo que te pregunto a ti. – le contestó la rubia.
Sin pararse a pensarlo, Jane la acercó a ella en un abrazo. Y Maura respondió aferrándose como si la vida se le fuera en ello.
–Vamos a casa. – terminó diciendo la morena. Y ambas recorrieron las calles de Boston, en un silencio intranquilo.
Algo mucho muy cortito. Estaré actualizando continuamente, no será una historia muy larga.
