Los personajes pertenecen a Hajime Isayama y su respectiva obra.
Ambientado en un "Alternative Universe (AU) universitario". Antes iba a ser en high school, pero cambié eso. Aclaro que, al ser un AU, los personajes tienen una personalidad ligeramente diferente, pues no han pasado lo mismo que en la historia original —o por lo menos no todas— y como sabemos, algunos acontecimientos fueron los que los marcaron. Aunque, obviamente trataré de acercarme lo más canon posible a cada personaje.
Advertencias: spoilers disfrazados | Muchas parejas, y cuando digo muchas ¡son muchas! | Lenguaje vulgar | Posible contenido o, insinuaciones sexuales | Citas y referencias de música y otras cosas | La narración es cambiante, cada que haya un nombre en negritas será otro narrador, en este caso Mikasa y Eren.
El funcionamiento de la playlist estará en las notas finales. El enlace podrán encontrarlo en mi perfil de FF, Twitter o podrán tipearlo como: [bit . ly] [/ RedRover_Spotify]
Hola, qué tal. Primero que nada, he de decir que ésta historia la empecé a escribir en verano del dos mil quince [2015]. Desde entonces no he avanzado tanto, esto se debe a que, todo este tiempo he estado "perfeccionando" —por así decirlo— la ortografía, gramática y en especial, la historia en sí. Y ha valido la pena pues antes, enserio, era toda una mierda —disculpen la palabra—. Lo publiqué en Wattpad cuando lo comencé, pero al darme cuenta decidí borrarlo y mejorarlo antes de volver a publicarlo. Yo, dudé mucho si hacerlo o no ahora. Pero después de todo lo que estuve trabajando en esto, creí que ya era tiempo de publicarlo. Así que, espero que a alguien le guste... Antes de que continúen, por favor, les pido que se queden hasta el final, pues en las notas de autor estaré dejando aclaraciones y comentarios acerca de cada capítulo — correspondiente—. Sin más que decir, los dejo con el primer capítulo de Red Rover(1).
PLAYLIST:
Canción master: Polaroid
Álbumes master: Smoke and Mirrors, Evolve, Witness, Cry Baby y Lust For Life.
CAPÍTULO I: Primer día
Eren
La pantalla de mi celular se encendió por sí misma, unánime comenzó a reproducir la melodía Rolling Tone.
Me desperté, somnoliento. Girándome sobre mi cama, traqueteando a mi lado en busca de mi celular. Tras alcanzar este, deslizando mi dedo por la pantalla. Acabando con la molesta alarma.
Entonces, tomé asiento de golpe, propiciándome un instantáneo dolor de cabeza. Y al calmarse este, intenté enfocar mi visión, teniendo como punto de apoyo uno de los rincones de la habitación, pero lo único que logré fue que mis ojos se volvieran a cerrar ante el esfuerzo.
Sigo adormilado. No pude dormir bien anoche; la impaciencia no me lo permitía.
De repente me ladeé, cayendo accidentalmente de la cama, recibiendo un duro golpe.
— ¡Joder!— grité, y mantuve mi pierna pegada al pecho, tratando de calmar el dolor—. Maldición…— me levanté, cojeando hacia el escritorio, donde tomé las toallas que había dejado en la silla la noche anterior.
Salí de mi habitación, aún con la pierna adolorida y recorrí apenas unos dos metros del pasillo de la segunda planta para llegar al baño —o incluso menos, ya que el baño queda justo en frente de mi habitación—.
Traté de abrir la puerta, pero parecía cerrada. Llamé varias veces, pero nadie contestó. Por lo que empujé con fuerza la entrada y logré abrirla, pero tropecé en el acto.
Me erguí, para acto secundo entrar de lleno al baño, cerrando la puerta con pestillo. Y comencé por desvestirme, dejando escapar el agua de la regadera tras abrir la llave de esta, esperando a que se regule la temperatura.
Mientras tanto, cubro la parte inferior de mi cuerpo con una de las toallas que traje conmigo y me observo en el espejo buscando algún desperfecto. Acariciando mi rostro con la yema de mis dedos.
Tomé el rastrillo, y me deshice del vello que había comenzado a crecer tal como el bigote y barba. Casi inexistente, pero igual molesto. La última vez que recuerdo haber tratado esto, fue hace varios meses, tal vez cuatro. En verdad no me había preocupado por ello.
Después de varios minutos, me acerqué a la ducha, para comprobar el agua, advirtiendo que ésta seguía sin calentar. Y el problema persistió, a lo que me decidí entrar de una vez.
En un movimiento rápido, me coloqué bajo la regadera, esperando a acostumbrarme de inmediato a la temperatura y no sentir el frío del agua, pero, no fue así. Pegué un grito cuando el agua cayó sobre mí.
Siento cómo recorre todo mi cuerpo, estremeciendo cada centímetro de mí. Tiemblo descontroladamente; me siento como estar en una tina con cubos de hielo. Quizá no tan intenso, pero similar. Sé lo que se siente, pues he estado en una antes.
El agua seguía descendiendo sobre mí, deshaciendo todo rastro de jabón en mi cuerpo. Unánime paseo mis dedos entre mis cabellos, eliminando la suciedad y el sudor acumulado en éstos.
Cerré el paso de agua, estirando mi brazo fuera de la cortina, hasta alcanzar el toallero. Dedicándome a secar mi cuerpo, para de esta forma, al salir, dirigirme a mi habitación para alistarme.
Terminé de vestirme, y continué con mi cabello, dejándolo como de costumbre. Atorando algunos de los largos cabellos en la gorra con el logo de la universidad.
Una vez listo, salí de mi habitación, advirtiendo a Mikasa hacer lo mismo, cargando con sus maletas.
—Eren, ayuda a Mikasa a con las maletas y llévalas a la camioneta— ordenó mi padre, andando por el pasillo hacia las escaleras, acelerado.
Y como mandó, me acerqué a la azabache, tomando el par de maletas grandes, rodando estas hacia los escalones.
—Yo puedo sola, Eren— refutó Mikasa, desde la puerta de su cuarto, cerrando ésta. Pero yo ya había comenzado a bajar.
—Tú ve a revisar si no se te ha quedado nada, estamos por irnos— repliqué, siguiendo con mi andar, dándole la espalda hasta llegar a la primera planta.
Crucé por la cocina, viendo de reojo a mi madre, hasta alcanzar la puerta del garaje. Y al bajar a éste, a la derecha de la puerta, sobre la pared, presioné el interruptor, encendiendo la luz en el cobertizo. Y debajo de éste, con el botón rojo, abrí el portón eléctrico.
Así, dándome el espacio para abrir el maletero de la camioneta, y acomodar el equipaje entre las distintas cajas de cartón organizadas en la parte de atrás; Mikasa está muy bien preparada para su estancia en el campus.
En cambio, yo permaneceré viviendo en casa; hablé seriamente con mis padres hace un tiempo, y veo inútil tener que pagar una residencia para mí, por lo que en su lugar, pedí un auto. Fue difícil convencerlos, pero lo logré.
Lo que habían juntado para mi estadía para los cuatro años de la carrera, son suficientes, e incluso de sobra, para un buen auto.
Volví al interior, divisando ya a mi madre colocar los platos sobre la mesa, y a Mikasa y a mi padre acercándose tomar asiento. Algo que lentamente imité; realmente siento mi cuerpo pesar.
Esta vez el desayuno fue más completo, hay casi de todo. Mi madre se ve un poco desanimada, probablemente por el hecho de que Mikasa se va; la seguirá viendo, a veces. Pero no le será igual a como si estuviera aquí siempre.
Mikasa busca ser más independiente de mis padres, a pesar de que estos le han dicho que no tienen ningún problema en ello. Ha crecido con nosotros, es parte de nuestra familia. Incluso con el tiempo, la acepté como mi hermana. Algo a lo que en los primeros años, me negaba.
El desayuno fue tranquilo, no hablamos demasiado, no había mucho que decir después de la charla que tuvimos anoche en la cena. Empero, mi madre interrumpió de momentos, dando leves comentarios, algo nerviosa. Buscando algo de armonía en el ambiente.
En realidad no presté mucha atención, pues mantenía mi vista baja, a la pantalla de mi celular bajo la mesa, divagando en el blog de la universidad, en el área de deportes. Pero en eso, sentí un escalofrío recorrer por mi cuello. Una mirada.
— Eren aún piensa en entrar al equipo de football…— masculló Mikasa, algo que me alertó.
—Mikasa— refunfuñé, por lo bajo. Y le miré de reojo, instando, con la gorra impidiendo la vista de los otros dos mayores.
—Eren, ¿es eso cierto?— inquirió mi madre, disgustada.
—No…— mentí, llevándome el tenedor a la boca, masticando los trozos de comida. Evitando cruzar mirada con mi madre.
—Eren —instó. Pero seguí en silencio, frunciendo mi entrecejo. Hasta que sentí un jalón en mi oreja.
— ¡Hey!—me quejé, cubriendo la zona pellizcada. Descubriendo la mano de mi madre a tan solo unos centímetros de mí.
— Estás mintiendo — replicó la mayor—. No permitiré-que entres al-equipo de football— dictaminó, amenazante—. Eren— llamó—. Mírame a los ojos— retó—. No lo harás, no entrarás al equipo—decretó.
Entonces alcé la mirada, enfrentándome contra los almendrados ojos de la azabache, firme. Manteniéndola por varios segundos. Terminando de ingerir mi comida—. Lo haré quieran o no— contesté.
—Es hora de irnos— irrumpió mi padre, dando una oteada al reloj en su muñeca, levantándose de su asiento.
—No lo harás, Eren— reiteró mi madre.
—Eso no tiene por qué importarles— espeté—. Nos vemos más tarde— me despedí, y tomé mi mochila, siguiendo a mi padre.
— ¡Eren!—exclamó—. ¡¿Qué no puedes escucharme aunque sea una vez?!—vociferó—. ¡Grisha, ayúdame a convencerlo!— clamó mi madre, andando en nuestra dirección, hasta bloquear nuestro paso. Pero el castaño sólo besó su mejilla y caminó al cobertizo, dejándole pasmada por momentos—. ¡Grisha!
—Carla…— comenzó, tomando sus hombros, con delicadeza. Buscando confortarla—. Eren ya tiene dieciocho años, debe hacerse responsable y tomar sus propias decisiones— menciona, entre otras cosas.
Pero a pesar de ello, mi madre se siguió negando. Algo que mi padre decidió no pelear más, saliendo a preparar la camioneta.
Pero antes de alcanzarle, logré escuchar parte de la conversación entre Mikasa y mi madre.
— Eren sigue siendo demasiado testarudo y nunca quiere escucharme, por lo que te pido que no dejes que haga tonterías— dice mi madre.
El resto ya no logro escucharlo bien, pero sé que se está despidiendo de Mikasa.
Y después de que la Suburban fuera sacada del garaje, caminé hasta la pendiente, donde me permití entrar a la cabina, en los asientos de atrás. Pues mi padre no ha dejado que ninguno se coloque en el asiento del co-piloto además de mi madre.
Incluso desde que recuerdo, hace tiempo que no subíamos en ésta. Siempre hemos utilizado la de Mikasa —la cual, a pesar de que mis padres ya metieron demanda, el seguro sigue sin querer pagar—, y el Chevrolet Cruze azul que eligió mi madre.
El único inconveniente, no sabe manejar. Siempre ha tenido miedo de hacerlo; lo ha intentado, pero no le es fácil. Entonces el que conduce es mi padre, por lo que él la lleva a su trabajo o en veces toma el transporte público.
Yo ya tengo mi licencia de manejo. Pero, mi madre no me quiere dejar conducir ni a la esquina, aún después del acuerdo, dice que sigo siendo muy joven.
— ¿Cuándo veremos lo del auto?— pregunto, después de haberlo formularlo en mi cabeza, soltándolo de repente.
Un pesado y exhausto suspiro se hizo provenir de mi padre, esperando a detener en el semáforo.
— Lo del auto podemos verlo en estos días— respondió, sin más.
El resto del camino no hablamos ni una sola palabra, era un silencio incómodo, pero a su vez placentero. Durante unos minutos estuve mirando los alrededores y en otros dormí arrullado por la camioneta.
Tras dos horas y media de viaje, llegamos al campus. Mi padre parqueó la camioneta, y entre los tres bajamos las maletas y cajas de Mikasa. Y un grupo de personas que se encontraban cerca se arrimaron, y nos prestaron un tipo de carrito de carga, y una vez que Mikasa les reveló la habitación se lo llevaron.
Después de intercambiar un par de palabras con nuestro padre, nos despedimos de él. Viéndolo alejarse unánime nosotros nos alejábamos. Y tras caminar unos minutos, una persona se acercó a nosotros y nos indicó a dónde debíamos ir.
Llegados al lugar señalado, y haber estado en la fila, una chica nos entregó a cada uno un paquete de orientación—una carpeta grande color azul con varios documentos— y pidió que entráramos al edificio detrás de ella.
Dentro, nos tomaron foto individualmente e hicieron una credencial. Una vez hecho esto nos asignó un guía, el que nos mostró unas cuantas zonas. Terminado esto, al traer Mikasa un mapa de la universidad con ella, nos dirigimos al edificio correspondiente a buscar su habitación sin ningún problema.
Hoy es mi primer día en la universidad. Estoy emocionado; nervioso y un poco asustado. Nuevos maestros, nuevos compañeros y, con pocas probabilidades: nuevos amigos. Mi padre me lo ha dicho, e incluso yo mismo sé, que no me es fácil hacer amigos.
En cuanto Mikasa, se ve tranquila, aunque realmente está nerviosa. O eso quiero pensar. No es que lo demuestre, pero suele tener pequeños tics o verse algo alterada cuando lo está, así que no es difícil identificarlo. Lo ha hecho ya muchas veces.
— Es en el tercer piso— menciona, acelerando un poco.
Subimos varios conjuntos de escaleras, hasta haber llegado a la tercera planta. Y después de pasado ya unas cuantas habitaciones, encontramos la asignada. «Habitación 401». La puerta se encuentra abierta, pero aun así Mikasa golpeó la puerta.
Mikasa
Pasados los segundos seguían sin responder, hasta que se escuchó cómo varias cosas cayeron dentro del lugar, acompañado del sonoro grito de una chica.
— ¡Hola!— clamaron. Y de repente, una castaña salió debajo de nosotros, logrando causarnos un sobresalto a ambos.
— ¡¿Qué demonios te pasa?!— bramó Eren, molesto.
— ¡Perdón!— se arrodilló la chica, suplicando clemencia.
— Eren— lo regañé.
— ¡Pero fue ella quien-!— exclamó Eren, quedando atascado en sus palabras, frustrado.
—Mikasa Ackerman— me presenté—. Supongo que seremos compañeras de habitación, ¿no?— pregunté, ofreciéndole mi mano a la chica, la cual se sorprendió ante mi acción. Mientras que por otro lado, Eren me miró con cara de es-obvio.
—S-sí— afirmó, y le ayudé a levantarse—. Mi nombre es Sasha Braus— se presentó, intentando esbozar una sonrisa, algo insegura.
A mi lado, escuché a Eren resoplar, y finalmente se despidió, marchándose del edificio en cuanto lo hizo.
Me adentré en la habitación, dando una larga oteada por toda la estructura, guardando cada detalle de esta.
El carro que nos prestaron hace rato se encuentra aquí, junto a otras cajas de las que no tengo conocimiento, supongo de mi ahora, compañera de habitación.
A mi izquierda, encontrando dos puertas; una correspondiente al baño, mientras que la otra da a un pequeño cuarto anexo, el cual sospecho, es de la cocineta; y frente a mí, derecho, la única ventana disponible en la habitación.
El lugar se siente acalorado, quizá por la poca circulación de aire en el lugar, y el hecho de que no hay ni un solo ventilador disponible, además de un split del cual no parece haber control, y tendremos que pedir con el encargado del piso.
Aunque me alegra que por lo menos no esté tan caluroso como en temporada alta; gracias a eso pude traer puesta la bufanda roja que me regaló Eren en nuestra primera navidad como familia.
Aparte de la bufanda, llevo puesta una camiseta blanca sencilla y unos shorts de mezclilla —no muy cortos—, y unos sneakers negros con dos cremalleras color plata a cada costado del lado correspondiente.
Lo que me da comodidad, y la oportunidad de no pasar demasiado calor.
— ¡Yo pido la litera de arriba! —exclamó Sasha, corriendo en dirección a ésta. Subiendo a sentarse para marcar su territorio.
— ¿Y esta? — inquiero, señalando la queen individual a mi derecha.
—Ya está ocupada— informa Braus—, ella llegó antes que yo, así que la tomó. Tal vez puedas negociar con ella, sino, puedes quedarte aquí abajo y compartir conmigo— comentó, casi farfullando.
Y ensimismada, asentí, reconociendo la información proporcionada.
— ¿Ya has visto el área de bienvenida? — me preguntó, a lo que negué—. Ven, vamos— invitó, animada, dando un salto desde la parte alta. Se acercó a mí, y tomó mi muñeca sin previo aviso, jalándome con ella.
Pero fue hasta que íbamos a mitad de pasillo que me miró, y ante mi semblante de extrañez, provocado por su acción, me soltó, nerviosa.
Pero después de todo, llegamos al área de bienvenida.
Hay montones de stands a lo largo del campus con letreros llamativos; algunos anunciando fraternidades, clubes, y otros actividades extracurriculares de diferentes áreas, tal como: deportivas, culinarias, culturales o de gobierno estudiantil, entre otras.
Mientras que en otra parte, están los stands donde brindan apoyo a los estudiantes de ingreso. Y después de este punto, fue que perdí a Sasha de vista.
Examiné el área, y me acerqué a uno de los últimos stands mencionados. El cartel con el nombre se encuentra pegado a la manta de la mesa y arriba unos letreros de bienvenida. Todo escrito en mayúsculas, pero de manera elegante.
Estuve esperando alrededor de tres minutos en la fila hasta que tocó mi turno, algo que me sorprendió en parte, ya que por lo regular, suelen tardar bastante; ahora entendiendo por qué la fila iba rápido. Pues tienen a dos personas ayudando a los estudiantes.
Entregué el comprobante de pago, y me entregaron mi itinerario —según las clases que elegí— y un par de libros muy grandes, junto a ello, un mapa nuevo en el que indica las localizaciones de las facultades y de las clases impartidas en éstas.
— ¡Mikasaaa!—escuché a Sasha gritar, alertándome. Me giré hacia ella, advirtiéndole a unos metros—. ¡Correee!— me jaló con ella al alcanzarme.
— ¡Hey, vuelve aquí!— gritaron a nuestras espaldas. Aparentemente, una chica y un chico rubios y altos del área culinaria.
Miré a Sasha, no lo había notado. Trae consigo una bandeja llena de comida y tiene una galleta en la boca.
Me siguió halando con ella durante varios metros, evitando a cada persona que cruzaba por enfrente de nosotros, hasta que topé con alguien, y por inercia, me soltó.
Caí sentada y mis libros cayeron alrededor, por lo que me apresuré a recogerlos, esperando que no hubieran sufrido maltratos. Y a punto de asir el último de ellos, alguien lo tomó. Por lo que de inmediato alcé mi mirada.
— ¿Mikasa?— me preguntó, ofreciéndome ayuda. Algo que refuté, irguiéndome yo misma hasta encararle.
Hecho ello, dudé, inspeccionándole. No reconociéndole al instante—. ¿Jean? —consulté.
— ¡Hola! ¿Cómo estás?... No creí volverte a ver— dijo Jean, animado, y nervioso—. Es genial, ¿no crees?— preguntó, sonriente.
— ¡Mikasa!— escuché a Sasha, volviéndose hacia mí—. ¡Perdón! No me había dado cuenta...—excusó, pausando repentinamente. Le miré, y ella nos observó a los dos—. ¿Se conocen?— preguntó, con curiosidad y picardía. Pero entonces miró detrás de mí y exclamó, acto segundo escondiéndose detrás del alto.
— ¡Hey!— exclamó Jean.
— ¡Devuelve lo que tomaste!— exigieron los dos rubios de hace rato.
— ¡No!— gritó Sasha, haciendo puchero y colocándose de cuclillas. Y cuando trataron de acercarse a ella, se metió a la boca varios de los postres y algunos los escondió bajo su blusa.
— Tadaaa— exclamó Braus, triunfal —escupiendo betún al tener la boca llena—, levantándose y alzando los brazos, haciendo que algunos de los postres se resbalaran por debajo de su blusa y cayeran al suelo.
Los rubios se mostraron indignados, y molestos. Por lo que antes de retirarse, le advirtieron a Sasha el que ya no le permitirían el acceso. Pero la castaña se encogió de hombros, dimitida.
— No importa. Al fin y al cabo estudiaré gastronomía y podré comer todo lo que quiera— manifestó, restándole importancia.
— ¡¿Eres idiota?!— indagó Kirschtein, tratando de alcanzarle. Provocando una discusión.
Empero de la situación, buscando regresar a mi habitación, no me lo permitía, no sin antes de que Jean me devuelva mi libro.
— ¡Hey, chicos!— gritó una voz familiar a lo lejos, llamando mi atención; Armin se acerca a nosotros, alegre.
— ¿Armin? ¿Tú también?—preguntó Jean, estupefacto. Recibiendo la afirmación por parte del rubio—. Entonces supongo que Eren también está aquí…—masculló, con desdén.
— Jean— lo llamé. Pero seguía alegando varias cosas junto a Armin y Sasha—. Jean— lo volví a nombrar. Esta vez logrando captar su atención.
Me examinó con la mirada, y se dio cuenta del por qué lo llamaba. Colocó el libro encima de los demás, pero antes de que pudiera terminar de decir gracias, tomó el montón de libros y comenzó a andar.
—Vamos, te ayudaré con tus libros— dijo Jean.
No tuve tiempo de reaccionar, absorta en mis pensamientos, sintiéndome nerviosa ante ellos. Y resignada, acepté su ayuda. Necesito descansar un poco, no me siento en mis cinco sentidos.
Tras andar un rato por el campus, rumbo a mi edificio, nos encontramos cerca de los stands de deportes.
Y caminando entre estos, al verle, no creí que fuese él en un principio, hasta que le comparé.
Con rapidez, me acerqué hasta su posición, jalándole del brazo, algo que lo alarmó al tomarle por sorpresa.
Por más que forcejeara, tiré de Eren conmigo, hasta finalmente tenerlo contra una pared, apartado de los demás—. ¿Qué demonios estás haciendo? ¡Carla te lo prohibió, Eren!
— ¡¿Qué te pasa?!—replicó, molesto. Irguiéndose, enfrentándose a mí—. Yo puedo hacer lo que quiera. Nadie tiene por qué meterse en mi vida. ¡No son quién para ello!— manifestó, golpeando su frente contra la mía.
Algo que provocó que una punzada recorriera por mi cabeza, dando paso a un gran dolor de cabeza. Invadiéndome. Por consecuente, ante el mareo, perdí el equilibrio, y caí arrodillada al suelo.
— ¡¿Qué carajos crees que estás haciendo, Jaeger?!—intervino Jean, furioso.
Mi vista comenzó a volverse borrosa, desubicándome. De esta forma, obligándome a descansar sobre la yarda.
—Estará bien— oí decir a alguien—. ¿Cómo dijiste que se llama? —la voz cobró nitidez.
—Mikasa Ackerman— respondió Sasha. Mi vista aún es borrosa. ¿Acaso estoy viendo dos Sasha? No… Una tiene anteojos.
Al fondo, se escucharon unas cajas abrirse—. ¡Deja ahí, esas son mis cosas!— gritó Braus, y se levantó.
Advirtiendo otras dos siluetas. Una de ellas más alta que Sasha, y otra una pequeña rubia que trataba de apartar a la de piel trigueña de Sasha. Y por otro lado, la castaña de anteojos desapareció.
— ¡Qué tal, ¿Ackerman?!— clamó, apareciendo justo encima de mí. Al instante, cubrí mis labios, dejando mi grito ahogado—. Tranquila, no te voy a hacer nada— rió.
Momentos después, pude apreciarla mejor.
Es de piel broncínea clara, cabello castaño, éste recogido en una coleta, dejando algunos cabellos a los costados de su rostro. Sus ojos son de color café, y utiliza gafas. Parece ser de mi misma estatura y tiene un cuerpo… medio voluminoso y bien definido—cosa que puede notar por su ropa tipo deportiva—, y encima lleva puesta una bata de laboratorio.
— ¡Hanji Zoe, un gusto!— se presentó, con una gran sonrisa. Extrovertida, con mucha confianza y energía…
Por alguna razón, recuerdo haberla visto antes, probablemente por la página de la universidad o los stands…
Se sentó y me ayudó a hacer lo mismo. En el acto, topando con el techo. Estoy en la parte baja de la litera.
Sentí un punzo en la frente, y por reflejo acaricié la zona—. ¿Qué pasó?— pregunté, aún absorta.
—Pues… recibiste un gran golpe en la frente y después te desmayaste— soltó, como si lo que dijo no hubiera tenido importancia, con la mano en su barbilla, como si estuviera especulando.
Tras pensar un poco, logré recordar lo que pasó los últimos instantes antes de mi desmayo. Por lo que puedo rememorar, Eren me golpeó en la cabeza, y él y Jean iniciaron una pelea.
— ¿Y Eren? — inquirí.
La expresión de Zoe cambió de pronto, a una de sorpresa, formando una O con sus labios—. ¿El castaño que te golpeó? — consultó, y afirmé—. Pues, llegó un profesor y se lo llevó a él y al de cara larga— respondió Hanji.
— ¿No crees que sería justo que me lo dieras? — se escuchó detrás—. A fin de cuentas yo te ayudé a traer a "Mikasa" hasta aquí—dijo la más alta, mientras admiraba uno de los objetos que Sasha traía consigo, y una pequeña rubia saltaba a su lado.
— ¡Ymir, basta!— gritó la rubia—. ¡No seas abusiva, es de ella!
Ymir exhaló y abrazó a la pequeña—. ¡Tú siempre tan correcta! Ehh…— respondió, burlona.
La rubia volteó detrás y me miró, enajenada—. ¿Ya estás mejor, Mikasa?— me preguntó, y se acercó a la cama, hincándose frente a ésta.
—Sí… eso creo— respondí, acariciando mi rostro con las palmas de mi mano. Empero, al reconocer la voz, alcé la mirada—. ¿Krista? —pregunté, extrañada.
— ¿Se conocen?— preguntó Ymir, sorprendida al respecto.
Krista apoyó sus brazos y cabeza en mis piernas—. Qué bien. Seremos compañeras de habitación— sonrió.
Eren
Martes. El viernes terminó la semana de inducción, y ayer las clases se regularizaron.
Estoy en momento de descanso, y el área de comida es agradable, hay mucho de dónde elegir. Tal como McDonald's, Starbucks, Subway, etcétera. Fritz tiene un grande convenio con diferentes franquicias, para la comodidad de los estudiantes.
También, normalmente se reúnen aquí la mayoría de los equipos y las frats, por lo que si se tiene oportunidad, te puedes acercar a charlar con ellos.
Por otro lado, ya he visto a varios realizando cosas de la semana de prueba para la admisión a las hermandades. Y en verdad, algunas cosas me parecen realmente ridículas; algunos han paseado por el campus en ropa interior ya. Es algo inaudito.
— ¿Ya han visto a las porristas?—preguntó Connie, risueño.
— ¿Qué tienen?— inquirí, terminando de masticar mi hamburguesa.
— ¿Cómo que qué tienen, Eren? ¡Míralas bien!— clamó.
Todos en la mesa les están mirando el culo a las porristas, por lo que aprecio — a excepción de Bertholdt y Marco, quienes parece, son los únicos educados aquí, ja—.
—Y ni hablar cuando estén en entrenamiento— agregó Connie, riendo—. Son muy sexys…
— ¡Eren deja ese plato y mira esto!— exclamó Jean, obligándome a levantar la mirada. Girando mi cabeza.
Las faldas de los uniformes de las porristas son extremadamente pequeñas. Maldición.
Me llevé tal asombro al ver a una en particular, que por accidente, escupí lo que tenía de comida en la boca, encima de Jean —se lo merece de todas formas—.
Quedé igual de sorprendido que los demás. Creo que deberían comprar uniformes un poco más largos… Mierda. Connie estaba en lo correcto.
— ¡Eren, maldito asqueroso! — protestó Jean.
—Fue tu culpa — replicó Reiner, burlón. Siendo apoyado por el grupo.
Parece que este año tengo suerte. Ya que en menos de una semana ya he hecho varios amigos, supongo.
Es genial. Connie puede ser un retrasado pero es divertido—aún me pregunto cómo fue que pasó el examen de admisión—.
Marco y Bertholdt son muy tranquilos; mientras que Reiner es como el hermano mayor de todos. Jean…, él sigue siendo el cara de caballo que odio desde preparatoria.
— ¿Quiénes aplicaron para la capacitación del equipo de football?— consulta Braun, dejando de lado su basura. A lo que en la mesa todos respondieron lo mismo. «Yo». La respuesta, sorprendiendo a algunos.
— ¿Qué Mikasa no te reclamó por eso, Eren? Según lo que ha dicho, tu madre no quiere que estés en el equipo— comenta Marco.
— ¿Tiene que importarme lo que quiera ella o lo que quiera yo?— inquirí, con un ligero desdén. La respuesta siéndoles obvia, por lo que nadie objetó a mi pregunta.
No obstante, el silencio se vio interrumpido por una voz ajena.
—Lo que quiera ella— intervino Mikasa, quien tomó asiento a un lado mío, haciéndose lugar por su cuenta.
— ¡Mikasa!— grita Armin, a lo lejos. Acercándose hacia acá, junto con Sasha. Al llegar, Bertholdt haciéndoles espacio.
— ¿Te vas a comer eso? — me preguntó Braus, señalando lo restante en mi plato. Por lo que negué, algo hastiado, deslizando lo restante hacia ella. Quedé sin apetito.
— ¡Hey!— se situó Hanji, sorprendiendo a toda la mesa—. ¿Quién me llamaba?
—Disculpe—interrumpió Armin, alzando el brazo, llamando la atención de la castaña al instante—. F-fui yo— confesó, poniéndose de pie.
—Está bien, ven, vamos— invitó Zoe, haciendo ademán. Y Armin me hizo una señal con la cabeza, para que le acompañara.
Conversaron un rato acerca de una propuesta de club que hizo Armin y de qué iba. Aunque yo solo quedé de apoyo, ya que en verdad no tengo nada que decir.
— Trataré de conseguir a aprobación— dice la mayor—. No es totalmente seguro, pero lo intentaré— dice, sonriendo para ocultar la posible decepción—. ¿Y tú, Eren, vas a entrar en algún equipo o club? — le preguntó a Eren.
— Entraré al equipo de football— solté, decidido.
Hanji se pasmó por un instante, y resopló—. Hm, ya veo— pensó durante un momento—. Solo ten cuidado con el capitán, je— pellizcó mi cara, juguetona.
— ¿Qué tiene con mis mejillas?— protesté, acariciando la mejilla pellizcada.
— No sé. Es que son muy moldeables, me dan ganas de apretarlas, pellizcarlas…— mordió mi mejilla.
— ¡Hey! —protesté, dando un pequeño empujón. Y ante eso, Armin y Hanji rieron—. Por cierto, ¿dónde está el capitán? —cambié de tema.
—Eh…—Hanji miró a todas partes, buscado al capitán Erwin—. Ahí— señaló.
— Ya lo veo— afirmé, admirándole.
El capitán volteó a vernos, al parecer, notó que lo observábamos.
Es de gran estatura y musculatura media. De tez blanca, y utiliza un undercut; por encima el cabello es rubio y está cepillado minuciosamente hacia los lados, mientras que la parte de abajo es más oscura.
Usa una camiseta negra debajo de la chaqueta azul del equipo de football americano de la universidad, y unos pantalones de mezclilla oscuros, más un par de deportivos blancos.
—Hmph— se quejó Hanji, y tiró su cabeza inmediatamente al suelo, pareció molestarle algo. Pero entonces, su semblante cambio a ser triste.
— Disculpe, ¿puedo preguntarle algo?— consulté.
— Bueno. Creo que ya me iré— interrumpió—. Los veo luego chicos— se despidió de nosotros, alejándose rápidamente.
Se dirigió a una mesa junto a un grupo de personas; junto a Mike Zacharius y, un chico y una chica también de cabellos rubios, de los que no tengo idea de quiénes podrían ser. Pero seguramente, son sus amigos.
Volví a mirar en la dirección al capitán, pero ya no se encontraba ahí.
Mikasa
Otra vez estoy llorando. Me siento mal. He estado muy sensible durante toda la semana. Reprochándome de muchas cosas, de éstas la mayoría ya tienen tiempo de haber pasado. Supongo que estoy por entrar en esos días.
— Probablemente, Marco —escuché a voz de Jean entrando al aula, amortiguando el volumen de su voz. Percibiendo los pasos acercándose a mí. Se detuvo—. ¿Mikasa? — inquirió, sentándose en la butaca a lado de mí—. ¿Por qué lloras, alguien te hizo algo?— consulta, preocupado.
—No…— susurré, y me detuve a recuperar mi voz.
— ¿Entonces por qué lloras?— insiste.
—Jean, no creo que sea el momento— murmuró Marco, un poco nervioso.
— Me preocupo por ella, quiero saber qué pasa—espeta—. ¿Quién te hizo llorar? ¿Fue Eren?
—Estoy bien, Jean. Gracias por preocuparte, pero enserio no fue nada— farfullé, respirando profundo, y me tranquilicé.
Miré a Jean, sus ojos ámbar irradiando ahora más tranquilidad, aunque no muy convencidos en mis palabras.
Una vez terminadas las clases, logré convencer a Armin de que me acompañara al edificio donde se encontraba Eren, para esperar a que éste saliera. Más tarde, acompañándole a donde se supone, esperaría a un taxi que pidió, el cual le llevará a la estación del metro.
Y durante la caminata, Eren se la pasó hablando de montones de cosas que ninguno de los dos supo de dónde vinieron.
Armin notó que de momentos me volvía muy seria y pensativa, y aunque para ellos fuera normal verme así, trató de animarme.
Después de haber esperado con Eren durante un rato, llegó el taxi, y nos despedimos de él. Viéndole partir.
E instantes después, Armin se quedó fijo en mí. Observador—. Estás triste, ¿no?
—Sí— confieso, dimitida—. ¿Sabes? Eren tiene razón— suspiré.
— ¿Quieres hablar de eso conmigo?— consultó, tratando de buscar mi mirada.
—Sí…— suspiré, cabizbaja.
Armin desde siempre ha sido mi confidente, y es por eso que confío en él para hablar de este tipo de cosas.
Bien, este ha sido el primer capítulo. Esto es solo una pequeña introducción a lo que viene. Ahora, como dije, algunos comentarios y aclaraciones:
1: El título. Si alguna vez jugaron red rover — que no recuerdo su equivalente en México o en español—, y tuvieron infancia —es broma xd— , entenderán el concepto. Pues en verdad es algo "profundo" el significado en cuanto a la historia.
Sí, Hanji tiene un cuerpo —medio— voluminoso y definido. No es por fanservice —o tal vez de repente sí lo sea. Pero no lo hice por eso—, sino que tiene algo que ver.
La línea gris que aparece en ocaciones dentro del capítulo muestra un time-skip. Este puede ser en días, semanas o un mes. Así que pongan atención, porque probablemente puedan confundirse. Y de igual manera en los cambios de narrador que están en negritas.
En cuanto al funcionamiento de la playlist:
Simbología, con ejemplos.
Polaroid— Who We Are [a | hasta. Hay canciones de por medio]
Polaroid, Who We Are [sólo esas canciones]
Polaroid—Who We Are, Witness [de A a B | C — saltar hasta, además-aparte u opcional | puede haber un hasta después de la coma, tomando de referencia el saltar hasta como A a B, C a D]
La canción master es aquella la cual encabezará la parte del fic, tiene una idea o punto general de la parte que se está tratando [en este caso, Polaroid es la canción principal sobre capítulos 1-17]
Los álbumes master son libres a escuchar en cualquier punto del capítulo indicado en adelante, aunque principalmente afectan la cual es indicada, siguen influenciando a futuros capítulos.
Recomds 1. Cuando no indique alguna canción o sean pocas las que ponga para un capítulo, pueden escuchar de los álbumes master de manera libre. [para ello son, principalmente; no afecta pues son base]
Recomds 2. Volumen: yo por lo general para evitar distraerme demasiado cuando escribo o leo los capítulos prefiero mantener el volumen bajo, a manera de ambientación. Y eso se los recomiendo demasiado, sobre todo porque suelo poner canciones que cambian de ritmos de manera brusca entonces así evito el susto.
Recomds 3, trucos 1. Uso de Spotify: esto va principalmente para quienes no tienen premium —como yo—, y es que si tienen la oportunidad-facilidad de ello les será de mucha ayuda.
Si prefieren escuchar en su celular mientras leen en el mismo o en un ordenador, para poder seleccionar la música en orden o libre —que no les mande a aleatorio—, les recomiendo instalar Spotify en su PC-laptop [lo que usen] y desde ahí manipularlo.
Ya teniendo la aplicación abierta y habiendo seleccionado algo, les aparecerá el recuadro de seguir escuchando en el dispositivo o cambiar al celular; le dan cambiar al celular y podrán escucharlo acorde lo reproduzca y tengan configurado en el ordenador.
Otras explicaciones se irán dando más adelante, debido a unos cambios hechos.
Me haría muy feliz que dejaran sus reviews para saber qué les pareció. Espero no les haya parecido muy aburrido :b. Y bueno, creo que eso es todo... ¡Hasta el próximo capítulo!
