Nada me pertenece, excepto ideas. El resto le pertenece a JK Rowling.
Scorpius miraba a una pequeña de cinco años. ¡Era muy tremenda! No encontraba forma de calmarla. Era muy hiperactiva. No dejaba de hablar sin parar, de gritar y de correr por todas partes. Su esposa y él no hallaban qué hacer.
¡Comenzaban a enloquecer!
— Samantha, trata de calmar a Suseth. Está insoportable.
Su esposa lo miró y frunció el ceño. Si él como padre no podía calmarla, cómo iba a conseguirlo ella. Suspiró fuertemente y miró a Suseth la pequeña. Iba de un lado al otro y sostenía una botella de ketchup entre sus manos.
— ¡Suseth suéltala, te puedes lastimar!
— Mamá mia la... mia... ¡Mamá!
— Sí, es Ketchup lo sé. Ahora devuélvela a su sitio.
Pero cierto día, Scorpius perdió la paciencia. La pequeña Suseth lloraba, cuando Draco Malfoy y Hermione Granger, llegaban de visita. Samantha explicaba que había colmado la paciencia de su padre y que no saldría de su habitación, puesto que estaba castigada.
Pero ella quería ver a sus abuelos.
— Oh, Scorpius. No puedes ser tan duro con una niñita. Apenas tiene cinco. Es tu hija y no sabe lo que hace.
— Ya no puedo más— dijo él.— me duele mucho tener que hacer eso, pero necesita aprender a comportarse. Un poco.
Hermione suspiró cuando Scorpius no atendía a razones y se levantó del sofá, por galletas y un par de bebidas. Hermione miró a Draco, que a su vez, la miró a ella. Estaba haciendo una sugerencia con la mirada, que él ya conocía muy bien.
Se levantó sin decir nada y caminó hasta la habitación de la pequeña Suseth. Estaba echada en la cama, sin parar de llorar. Al verlo, se cruzó de brazos y le dio la espalda.
— Entonces, no hablarás conmigo.
— ¡No! ¡Papá no!
— Pero yo no soy tu papá, soy tu abuelo.
— No.
Draco sonrió, hurgándose los bolsillos de la túnica y sustrajo un caramelo. Ella no se dio la vuelta, aún cuando él desenvolvía el paquete ruidosamente. Luego de unos segundos, lo sostuvo entre sus manos y lo miró como tonto. Ella seguía sin darse la vuelta.
— Un rico caramelo, solo para mí. No te daré ninguno. Ni siquiera un pedacito. Como tú no lo quieres, yo me lo voy a comer.
Draco simuló llevarse la mano a la boca y en poco tiempo, su nieta se dio la vuelta y lo miró con atención. Él "sonrió".
— ¿Lo quieres?
— Dame dame... ¡Papá!
— Soy tu abuelo, Suseth. Entonces... ¿lo quieres?
— Sí.
— ¿Te vas a portar bien? Así le pido a tu papá que te deje salir y ves a la abuela Hermione.
— ¡Sí!
Masticó el caramelo y se lo puso en la boca. Se comió la otra mitad, mientras ella masticaba aquel placer dulce. Se bajó de la cama, sosteniendo su mano y Hermione la miró con una sonrisa. Scorpius sin embargo, negó con la cabeza.
— Ella se portará bien. ¿No es así, Suseth?
— ¡Sí papá!
— Soy tu abuelo, Suse...
