Cap. 1 Un gran valor.

-Candy, baja los codos de la mesa y siéntate bien…

-Sí, mamá.

-Únicamente tomaré té – Dijo Ely sin mirar a George, nuestro mayordomo.

-Sí, señorita

-Buenos días, ¿cómo están mis princesas?

-Buen día, papá, yo estoy bien –Dije abandonando mi lugar para depositar un beso en la recién afeitada mejía de William Andry, quien es nuestro padre adoptivo.

-Candy, recuerda que es el varón quien tiene que saludar y en caso de creer conveniente hacerlo con un beso

-No la retes tan temprano, Rose, Candy es una niña

-Amor, deseo formar en nuestras hijas el buen ejemplo de la educación y los buenos modales, los años pasan muy rápido y pronto serán unas señoritas

-¿Por qué no te sientas, papá?

-Annie, no debo hacerlo mientras una dama, que me acompañe a la mesa, se mantenga en pie

-En ese caso, es necesario que te sientes Candy, para que papá pueda ocupar su lugar.

Crecí los primeros años de mi vida en un orfelinato junto a Annie y Ely quienes ahora forman parte de mi familia.

Aunque nuestra niñez fue formada por las mismas personas me siento la antagonista de mis propias hermanas.

Nos adoptaron cuando cumplimos los ocho años de edad. Es muy difícil que una pareja se interese en niños mayores de cinco años, pero los Andry tuvieron tanto amor por nosotras que nos hicieron sus hijas sin importarles que no nos pareciéramos una a las otras. Annie es blanca de ojos azules y larga cabellera color negra, Ely es castaña con grandes ojos almendrados y yo, yo soy rubia con bucles que no se quedan quietos y en su lugar, mis ojos color esmeralda y el color de piel son semejantes a los de papá que la gente duda si soy o no adoptada.

-Lo siento, papá, pero prefiero que seamos personas normales, personas que no necesiten todo esto para comer –Dije señalando la exagerada cantidad de cubiertos a mi derecha e izquierda – sino que podamos comer así- Tomé con mis manos un trozo de fruta y lo metí a mi boca provocando la risa de papá y el disgusto de mamá, que Ely rodara los ojos y que Annie agachara la cabeza.

Así fue mi niñez, no me cabía por ningún lado el protocolo de la sociedad a la que pertenecíamos.

Recuerdo que al cumplir los trece años, en el tiempo de verano quería, por sobre todas las cosas, un hermoso y fino abrigo para el invierno, sabía que si se lo pedía a mis padres no dudarían en comprarme hasta diez, pero yo quería hacer un esfuerzo extra, así que fui a una fuente de sodas y solicité el empleo comentándolo con mis padres.

-¿Por cuánto tiempo es el empleo?

-Por las tardes, al salir del colegio

-No tienes necesidad de trabajar, ¿A caso te hace falta algo?

-Mamá, es algo que deseo pagar con mis esfuerzos

-Tienes tu mesada, no necesitas trabajar.

-Rose, apoyemos a Candy, trabajar le hará bien-Dijo papá con una enorme sonrisa que cubría la mayor parte de su rostro. Me miró y me dio su permiso firmando la hoja que me dieron en Recursos Humanos, también me dijo que si en algún momento pensaba en tirar la toalla recordara este momento y las ilusiones de ganar mis propios recursos.

-Gracias! Muchas gracias! -Dije saltando de emoción, seguida por la mirada de mamá reprobando mi comportamiento y la sonrisa de papá apoyándome en todo.

Pero mi felicidad no duró tanto como creí ya que tampoco mis hermanas estaban de acuerdo que yo trabajara y menos en un lugar como una fuente se sodas Papá, nos pondrá en ridículo, ese lugar es muy concurrido y…

-Papá, yo casi nunca te pido nada, pero en esta ocasión estoy de acuerdo con Ely, nosotras vamos seguido a ese lugar con nuestros amigos, y sería incómodo que Candy nos atendiera como mesera…

-Todo trabajo es digno y si su hermana desea trabajar debemos apoyarla, es digno de admiración y no lo contrario

-Papá! Por favor… mamá, te lo ruego, seremos el hazme reír del colegio

-Ely, tu padre tiene razón, Candy tendrá la oportunidad de iniciar su experiencia laboral y deseo que ustedes sean un apoyo para su hermana, no quiero críticas ni cosas que la puedan dañar…

-No es justo, mamá, por favor, comprendan

Me cambié de colegio para no avergonzar a mis hermanas ya que mi empleo de un verano se convirtió en un empleo de varios años, tuve que sacrificar semanas vacacionales, recreaciones pero cada centavo valía la pena el sacrificio- No podré ir con ustedes, tía Elroy porque tengo que cubrir el turno de una compañera que está incapacitada.

-Eres muy responsable, hija y eso habla bien de ti, pero no estaré tanto tiempo de visita

-Prometo ir a verte a Inglaterra en mi próximo periodo vacacional, he pedido que me lo den en verano para que no se interpongan las clases.

-Tus hermanas deberían aprender de ti, eres muy valiosa.

Nuestra tía era conocida como la pariente estricta y difícil de complacer, no éramos las únicas a las que tenía algo que reprochar, aunque admiraba mi ímpeto y disciplina laboral, al igual que mamá reprobaba mi falta de interés en los buenos modales a la mesa y en la sala de estar... y en cualquier otro lugar –Quiero que Candy viva conmigo, William

-No, no quiero que Candy se vaya tan lejos de nosotros, esta es su familia, aquí están sus hermanas y sus intereses

-Es por su bien, Candy ya es una señorita, pronto dejará de ser una chiquilla y las cosas que hace dejarán de causar gracia. Sé que Rosse y tú desean lo mejor para ellas y que han planeado su futuro en la empresa familiar y no sería justo que Candy pasara por situaciones desagradables por no tener el comportamiento adecuado.

-Elroy, tu ofrecimiento nos honra, pero Candy, aunque es de la misma edad de Ely y Annie es … Candy es nuestra niña, es tierna, amable, intransformable… la amamos tal y como es

-Les entiendo, créanme…pero sé que lo que les propongo es lo mejor para Candy, estará en el mejor colegio de Inglaterra, es por el bien de ella.

-Elroy, no queremos ser ofensivos con nuestra negativa, pero…

-¿Por qué no le preguntamos a Candy?

-Es muy pequeña para tomar una decisión tan importante

-Amor, Candy nos ha demostrado ser madura y firme en sus decisiones, si ella desea irse con Elroy y tener esta grata experiencia le apoyaremos, pero si no desea irse, es importante respetar su decisión y no insistirle…

Cuando mis padres me compartieron el deseo de la tía Elroy me sentí halagada y confundida, no quería por nada del mundo separarme de mi familia y también meditaba en la oportunidad de tener como mentora a mi tía… nadie, nunca en la familia había tenido tal honor, pero sabía lo que eso en verdad significaba: comer con todos los cubiertos puestos a la mesa, la copa de agua, la copa de jugo o vino… el entremés, la sopa o crema… el platillo principal… usar la servilleta, bajar los pies de la silla, sentarse erguida, no sentarme sobre una pierna en el sillón, quitarme los audífonos al estar en compañía, no revisar tantas veces el móvil delante de las personas, no mirar el reloj durante una reunión, no hablar con la boca llena, no contar chistes en la sobremesa… -Les prometo pensarlo y les daré una respuesta lo más pronto posible.

-Hija, es una gran oportunidad pero no pienses que deseamos tenerte lejos de nosotros y si accedes será por el tiempo que tú determines… recuerda que te amamos

-Lo sé mamá, yo también les amo y soy feliz, complemente feliz por ser parte de esta hermosa familia.

Por largos ratos durante el día pensaba en la propuesta, el día de dar mi respuesta se acercaba con cada segundo que marcaba el reloj, en momento me emocionaba y por otros me invadía la nostalgia, ya pronto cumpliríamos 16 y si mi respuesta era sí me iría al término de la gran fiesta que nuestros padres harían para nosotras.

Pero no fue necesario esperar tanto tiempo, ya que una tarde mis hermanas y un grupo de amigos ingresaron a la fuente de sodas donde trabajaba –Candy, ¿podrías atender la mesa 10?

-Sí –Todos mis compañeros se encontraban ocupados y aunque era la mesa que ocupaban mis hermanas, eran clientes….

Al principio me ignoraron por completo y me trataron como tratan a cualquier persona que les brinda un servicio, aunque nuestra madre nos había educado correctamente las palabras por favor y gracias jamás se escuchaban de los labios de Eliza, Annie como siempre, con la cabeza abajo sin levantar la mirada -… enseguida les traigo sus alimentos

-Eh! Candy con cubiertos por favor – Nos quedamos heladas viéndonos fijamente porque Eliza se dirigió a mí por mi nombre

-¿De dónde la conoces?

-¿Eh?

-No nos conocemos, aquí dice mi nombre –Dije enseñando mi gafete, el tiempo que estudié con ellas en el mismo colegio no fue lo suficiente para que sus amistades me recordaran ya que cuando frecuentaban la casa yo casi nunca estaba. Sonreí y me retiré.

No se mencionó nada de lo acontecido en casa sino hasta días después cuando Ely organizó una pequeña reunión y uno de sus invitados ingresó a la cocina pidiendo hielos -¿Tú eres la chica de la fuente de sodas?

-¿Disculpa?

-Ahora me explico por qué Ely te llamó por nombre… sé buena y llévanos hielos hasta la piscina que ya no tenemos…

-Les haré llegar sus hielos… ¿Algo más? – Dije con enfado

-Anthonie ¿Por qué demoras tanto?

-Le pedía a tu mucama que nos atendiera mejor

Ely me miró, su rostro se puso colorado luego rojo y me dijo –Apúrate con los hielos… perdón Anthonie, ella es hija de nuestra nana Ponny y yo sentí pena de que supieras que nos conocíamos –Lo tomó del brazo y salió a prisa de la cocina, Ponny presenció todo y se hizo cargo, lloré con mi nana sintiéndome humillada pero no porque Ely mencionó la posibilidad de ser la hija de ella sino por negarme como su hermana.

Cuando papá llegó a casa nos encontró en una situación incómoda en su despacho, aunque mamá nos retaba no parábamos de gritarnos -¡Basta! ¿Qué pasa?

-Ella me negó como su hermana

-Es que más que una Andry pareces una… una…

-¿Una qué? –Le dije con los ojos inflamados de tanto llorar por la impotencia que sentía

-Basta, Eliza –Dijo enérgico papá y las dos nos callamos; sin esperar más me salí enojada, dolida y frustrada con rumbo a mi habitación, lo que pasó en el despacho y lo que papá haya dicho no lo supe, esa noche no bajé a cenar, y al día siguiente me fui temprano al colegio sin desayunar.

Al salir de mi turno mi tía esperaba en uno de los autos de la familia. Me llevó al centro de Nueva York, a una gran torre –Esto es lo que tu padre ha construido para cada una de ustedes –Siempre me sorprendía que nadie de la familia de papá y de mamá mencionaban el tema adopción aunque agolpara en la mente de Annie, Ely o mía. – Buenas tardes, Sofía –Dijo al ingresar a la recepción, aunque conocía la empresa de papá, mi tía se dio a la tarea de explicarme en qué consistía cada área, apoyaba cada paso en su bastón firme sobre el duro piso de mármol, escudriñaba todo a su paso y sonreía de vez en vez a las personas. Al término de nuestro recorrido me había convencido de la importancia de honrar el apellido que portaba, y no únicamente en términos morales sino en términos empresariales -… por eso te pido, te ruego que vengas conmigo, una corta temporada, irás al mejor colegio, Candy, tienes lo que tus hermanas no tienen, el valor por el trabajo, eres la persona indicada para hacerte cargo de las empresas de los Andry.

-Está bien, acepto. Me iré con usted.

Pude ver la tristeza en la mirada de mis padres el día cuando me despedí de ellos… hace ocho años.