Konishiwa~ ¿Cómo les va personas terrestres y otras no tanto[?]? Pues me va relativamente bien. Lo sé, lo sé, ¿por qué carajos subo otro fanfic y no termino los que ya tengo? Ni idea. No puedo conmigo misma TToTT Hable con una de mis autoras favoritas hace unos días, le pregunté cómo podía seguir colgando tantos fics sabiendo que tenía otros sin terminar... Y aquí estoy yo, siguiendo su malos pasos... Okay no.

Este fic no debe tener muchos capítulos, tal vez, aunque es un amuto... creo que tendrá los que tenga que tener.

Espero reviews con quejas, críticas constructivas* y tomatazos si queréis. Sólo déjenlos please~

Voy a estar colgando algunos otros que sólo son oneshots o three shots... maybe. Y de ahí otras creaciones y actualizaciones sobre todo, espero me de el tiempo para u.u

Rated: T

Advertencia: Universo alterno

Parejas: AmuxIkuto-centric-, KukaixUtau

Declaimer: Shugo Chara © PEACH-PIT (#Respect)


Capítulo I: Cuando no te lo esperabas

Su vida en la preparatoria no era aburrida, tal vez no la más emocionante de todas pero no aburrida. Tenía buenos amigos, se mantenía una buena reputación así nadie se metía con ella. Sus calificaciones no eran perfectas ni mucho menos era la primera de la clase, pero estaba bien. Tenía ya en la cabeza que quería estudiar artes en una escuela en Kyoto y sus padres parecían apoyarla. Lo único que no le cuadraba era la razón por la cual no duraba mucho en sus relaciones.

Es decir, no tenía mal carácter, tampoco era fea y era bastante comprensiva y condescendiente. ¿Por qué no podía conseguir un chico para el resto de sus días? Obviamente esa pregunta era exagerada, ella sólo quería poder lograr salir con alguien por más de una semana.

Sí, era raro… sólo quería estar con alguien por un buen tiempo para asegurar que ella no era el problema en las relaciones. Porque obvio no lo era. Los chicos eran los que se complicaban en esta vida y ellos creían que ella era la complicada. Cuando realmente sólo le gustaban las cosas sencillas.

Hinamori-san, are you paying attention?

La delicada voz de su profesora de inglés la sacó de sus pensamientos.

—Hai~

You mean: Yes?

Sus compañeros rieron ante la pequeña broma de la maestra. Solía hacerlas sólo con ella, parecía que le divertía molestarla.

La alumna sonrió algo incómoda por ser el centro de atención. Pero no dijo nada más, sólo miró al frente para ver a la mayor. Aseguraba que esa mujer debía tener éxito en el amor era bellísima y para que negar que muy inteligente y divertida. Rubia, de ojos lilas y un cuerpo por el que ella mataría. Todas las rubias son lindas en esta escuela. Ese pensamiento surgió al pensar en su mejor amiga, quien también era rubia y la adoración de su escuela o tal vez la compañera de intercambio que vino de Francia. Todas lindas. Pero su profesora parecía una modelo, una idol… ella aseguraba que si no fuese profesora estaría cantando en algún escenario. Porque eso encajaba más con ella. Aunque como profesora de inglés no se veía mal.

El timbre el almuerzo resonó en todos los pasillos de la preparatoria y todos soltaron exclamaciones de disgusto. En especial el público masculino, que parecía disfrutar mucho de la clase.

Please do your homework and read the book. Have a nice weekend~

Algunos respondieron con la misma emoción y otros simplemente se despidieron de ella.

Hinamori sólo se dirigió a la cafetería, no había llevado almuerzo ese día y se negaba a comer un sólo pan en todo el almuerzo.

—Amu-chi~

La infantil voz de su amiga provocó que se detuviera y volteara con una sonrisa.

—Siempre te vas sola, Yaya-chi se siente olvidada.

—Discúlpame. Sabes que ando con la cabeza entre las nubes.

—Como de costumbre.

Ambas rieron y fueron a la cafetería a hacer su típica cola. Amu sonrió de alegría al ver chickenkatsu… al fin algo comestible, gracias a Dios es viernes. Solamente los viernes servían algo así.

Ambas se acercaron a la mesa en donde se encontraban un par de rubios.

—Así que el príncipe le tiene miedo al rechazo.

—No-o hables así y baja la voz—dijo el rubio abochornado con un dedo en la mitad de sus labios.

— ¿Si tus fans supieran eso qué crees que dirían?

—Mashiro-san, no tienes que ser tan cruel conmigo.

—Rima-tan, ¿otra vez molestando a Tadase-kun?

La rubia volteó a mirarla con una sonrisa malvada, la cual provocó que la pelirroja se inquietara.

— ¿Y tú? ¿Cuándo le dirás a Kairi que lo amas?

— ¿Ehhhh? No, sé de qué me estás hablando.

—Oh vamos, no te hagas la loca, sabes muy bien de qué hablo.

—Rima, no crees que eres muy cruel con ella. Además es sólo un niño.

—Por favor, Amu, nos llevamos un año, no es un niño.

Y esta era mi mejor amiga, la reina de la preparatoria. Mashiro Rima, estaba en el mismo año que yo. Cursaba en una sección diferente. Y era para todos, la joven más educada, refinada, elegante, inteligente, amable y…

—Mierda, ¿hoy era el puto examen?

Sí, todos estaban equivocados.

Rima era diferente a lo que aparentaba. Pero era una buena amiga, muy sincera y directa, sólo con nosotros. Se la pasaba molestando a Yaya y Tadase.

—Así que Tadase-kun aún no le dice que él es quien le envió la carta.

—Pues no, es una niña miedosa.

El rubio se sonrojó notoriamente y se cubrió el rostro con las manos. Claramente avergonzado.

Hotori Tadase, se puede decir que es el príncipe azul de toda la preparatoria. Aunque él en algún momento se autoproclamó rey. Hace mucho. Pero es definitivamente el amor platónico de muchas. Él y Rima parecen la pareja perfecta, porque la fachada los ayuda mucho. Aunque lo único que tengan en común ambos sea que dan a conocer una parte de ellos que en realidad es falsa. O tal vez el mundo cree conocerlos cuando la verdad es distinta totalmente. Mientras que todas piensan que es un valiente caballero en armadura de plata. Que no se enamora de ninguna chica porque no encuentra a la indicada.

—No puedo decírselo… E-es demasiado.

Es tímido, reservado, fácil de engañar, inocente, entre otras cosas que definirían tal vez a una mujer. Cuando esa actitud es la que ven en la rubia.

Todo está al revés.

Y Yuiki Yaya, pues ella está en la misma sección que Amu. Su carácter infantil y su tierna voz hacen parecer que su edad es menor. Bailarina de ballet desde los seis años de edad. Y ahora la danza le ha dado el cuerpo que una joven de dieciséis años puede querer.

— ¿Y dónde está Kukai?

La pregunta de siempre los hace cuestionarse desde cuándo es que el castaño de su misma edad no pasa con ellos todo el almuerzo.

—La verdad es que siempre me lo he preguntado.

— ¿Siempre?—cuestiona Rima.

—Bueno, desde que comenzó a suceder—dijo la pelirrosada rodando los ojos.

La verdad era que desde aquella vez en primer año que se había peleado con uno de los de tercero había dejado de ir con ellos. Sin embargo, eso es algo de lo que no se percatan.

— ¿Qué hay de nuevo viejos?

Su voz inconfundible los hizo voltear en su dirección. Su desordenada cabellera castaña, orejas orapadas, su camisa fuera del pantalón y sin corbata. Sí, tan desaliñado como de costumbre. Ese es Souma Kukai. El As de la preparatoria, todos los clubes deportivos lo querían. Todos los capitanes se peleaban por tenerlo, pero él sólo estaba dispuesto a jugar baloncesto y fútbol. Sus notas no eran las mejores, pero los entrenadores lo ayudaban en ese aspecto.

—Pues no lo sé Buggs Bunny. ¿Tú tienes algo que contar?

El deportista los miró confundido, porque no entendía a qué se podrían referir sus amigos. Era normal para él llegar a esa hora. Al menos él ya se había acostumbrado a llegar a esa hora, creía que sus amigos habían hecho lo mismo.

— ¿Cómo qué? ¿Si voy a hacer una fiesta en mi cumpleaños?

Todos compartieron un mismo pensamiento, y con sólo mirarse decidieron olvidarse del tema anterior.

—Pues sí, diecisiete años se tienen que celebrar—dijo el rubio sonriendo.

—No lo creo niños, mis hermanos me mandaron un pasaje de avión ayer… Voy a terminar yendo con ellos. Tengo que tomar el avión a primera hora mañana.

—Bueno, entonces hoy la pasarás con nosotros—aseguró la más infantil con un puchero mientras se sujetaba posesivamente a su brazo.

—Al karaoke de siempre—dijo segura la rubia.

Souma los miró sorprendidos por un momento, sin poder creérselo. Soltó una risa seca antes de mirarlos sonriente.

—Si no se puede evitar.

—Maloooo~—dijo infantilmente quien aún sujetaba su brazo, mientras movía su cabeza en su brazo de la misma forma.

—Ay niños…

—Kukai, tienes nuestra edad—le recordó Rima.

—Pero soy el mayor del grupo, sin contar que alguien a veces parece tener retraso mental—dijo con obvias intenciones de molestar a quien lo tenía preso.

—Oiiii~—dijo comenzándolo a golpear con sus pequeños puños.

—Descontándola—aclaró Rima divertida, recibiendo una mirada resentida—, creo que somos igual de maduros que tú.

Él se quedó pensándolo un momento, parecía que el tema se lo había tomado enserio. Cuando todos seguían creyendo que era una de las bromas que nacían de sus comentarios. Algo usual.

—Lo dudo—dijo con una sonrisa extraña.

Todos se quedaron mirándolo extrañados, el ambiente se había tornado algo tenso. La campana que anunciaba el último bloque de clase provocó sacarlos de aquel momento.

El rubio se aclaró la garganta captando la atención del grupo.

—Después de clases, ¿entonces?

—Karaoke, sí—asintió el oji esmeralda.

Todos se pusieron de pie y se dividieron. Rima y Tadase se fueron juntos al igual que Amu y Yaya, Kukai también se fue por su lado, con un grupo de amigos. Les comenzaba a comentar que no estaría en su cumpleaños, al parecer era oficial.

Rosa y naranja estaban por salir de la cafetería como todos, como siempre las últimas. Porque alguien se demoraba mucho en comer y estaba acostumbrada a no dejar arroces en su plato.

Dispuestas a salir ya comenzaban a hablar de qué torta le comprarían al cumpleañero. Cuando una risa captó su atención. Mejor dicho, quien reía captó la atención de ambas. Quienes lo miraron curiosas sin ningún disimulo.

—Así que también sabe reír.

—Parece que si—dijo mirándolo fijamente la bailarina—, o tal vez sólo lo haga con ella.

—No lo culpo—admitió Hinamori—, Hoshina-sensei es hermosa.

Después de este comentario, ambas se retiraron de la cafetería caminando a paso rápido al aula en la que tenían arte.

Sus dos últimas horas, como la misma Yaya había declarado, era el bloque artístico. Primero tenían arte con un profesor de masculinidad dudosa y luego, con otro profesor, música, la diferencia era que de este último nadie dudaba.

—Amu-chi~ Quiero moverme ya~

—Espérate un momento…

Ese comentario sólo significaba algo para su amiga: Amu estaba concentrada. El tono frío que usaba cuando dibujaba significaba que se lo estaba tomando muy enserio. El profesor había decidido que hicieran parejas, para que uno de los dos dibujara al otro. Era algo espontáneo, así que tenían que estar vestidos diferente. Yaya se había cambiado fugazmente, después de todo, le gustaba estar vestida así. Aunque algunos de sus compañeros ya habían comenzado a mirarla más de la cuenta.

—Yaya, no te muevas.

—Pero me está doliendo el cuerpo~

La artista la ignoró, siguió aplicando las sombras en el cuerpo de su amiga. Había elegido un buen lugar para dibujarla dentro del aula. Porque la luz se ubicaba donde le era más sencillo de resaltar el brillo y difuminar las sombras también. No es que le gustara lo sencillo, ni mucho menos porque estuviese acostumbrada a ir por ese camino. Pero una hora no le alcanzaba para darle cuanto detalle cruzaba por su cabeza y era percibido por sus ojos. Así que, para que ambas tuvieran un 100 necesitaban algo perfecto. Le gustaba que la -ahora- modelo hubiese elegido el traje del lago de los cisnes para que la dibujara. Ya que se ajustaba a su fino y delgado cuerpo, además de estilizarlo. Le gustaba dibujar el cuerpo humano cuando todas las curvas se acentuaban en el lugar correspondiente. No es que fuera una pervertida, pero sólo había dos formas de hacer eso… O bien se ponían algún tipo de malla como la pelirroja o a la antigua: sin ropa. Ya que eso era una clase de preparatoria no podía darse el lujo de exigir a una de sus mejores amigas ese detalle.

—Pero que hermosa, Yaya-chan te ves divina —dijo el profesor con una sonrisa—. Pero creo Amu-chan que hubieses podido observar mejor cada detalle si estaba en paños menores… Así como su compañero.

Ambas se atrevieron a desviar sus miradas hacia cierto castaño que aseguraban estaba en el club de baloncesto con Kukai. Kirishima Fujuki parecía entretenido por como el público femenino le prestaba atención. Claro que el par que recién se daba cuenta había sido excluido por estar metidas en su propio mundo.

—Pues si Yaya estuviera igual, dudo que los chicos se limitaran a alagarla.

—Tal vez~

La clase de arte terminó, Amu recibió un 100 y la mayoría de féminas se atrevió a tomarse selfies con un ya avergonzado Fujuki. Los chicos parecían no tener el valor suficiente para pedirle a Yaya que se quedara a tomarse una foto con ellos. Ya que en ese mismo momento ya regresaba la bailarina con su uniforme bien arreglado.

—Apuren, chicos, ya comenzó su siguiente clase y no quiero que Tsukiyomi-sensei se moleste conmigo~

Las alumnas se fueron apresuradas, excluyendo al par que había obtenido la nota más alta. Los masculinos también se estaban tomando su tiempo.

—Hinamori-san—, llamó alguien detrás de ella, al voltearse vio al que también había sido modelo pero en paños menores.

—Kirishima-san.

— ¿Sabes si Kukai estará en su casa hoy?

—Departamento—corrigió Yaya.

—No, saldrá con nosotros…

El castaño se lo pensó por un momento y luego sonrió dudoso.

—Queríamos hacerle una fiesta sorpresa, los del equipo de baloncesto. Pero necesitaríamos ayuda.

—Nosotros también lo íbamos a hacer… pero Kukai se va de viaje mañana en la mañana.

El deportista pareció confundido y suspiró rendido, parecía que realmente los de su equipo querían celebrar su cumpleaños.

—Pero, pueden acompañarnos, si quieren claro.

Le cambió la cara en unos segundos.

—Genial, nos encargamos de la torta entonces—dijo sonriendo, mientras caminaba al lado de ella.

Comenzaron entonces a hablar los tres de los detalles de la tarde. Tenían bastantes ideas. Parecía que el equipo había planeado todo excepto asegurar que el As estuviera presente.

Llegaron entonces al salón de música, los tres parecían ser los últimos en llegar. Porque nadie venía detrás y porque la puerta estaba cerrada. Para la pelirrosa era algo típico, al igual que para su amiga, la diferencia era que la primera no se llevaba bien con su profesor. El joven que las acompañaba ese día observó cómo se sentaban en el suelo. Hizo lo mismo cuando el sonido del piano comenzaba a sonar. Parecía que ambas estaban acostumbradas.

—Ahora que lo pienso, nunca las he visto en clase de música.

—Eso es exagerado—dijo la oji miel.

—Amu-chi siempre se queda hablando con el profesor de arte—dijo su amiga—. Y no se lleva bien con el de música.

Pestañeó sorprendido al escuchar el comentario.

—No es como si fuera mi profesor favorito, pero no es malo… Además, creí que todas sus alumnas morían por él.

—Créeme que encabezó la lista de las que no.

—Aunque esa lista es muy corta—aseguró Fujuki—. Creo que tiene un club de fans.

—Pues sí. Es el profesor más pedido para ser tutor de algún salón—dijo la pelirroja estirando sus piernas.

—Si fuera el mío no podría seguir en la preparatoria.

— ¿Tanto lo odias?

Torció el gesto antes de contestar.

—No lo odio, sólo no me gusta la forma en la que disfruta ser el centro de atención. Parece creer que todo gira en torno a él y que todos sus alumnos harán lo que él diga. Porque se lleva bien con los chicos y ni hablar de las chicas.

—Yuiki-san, ¿también es tu caso?

Ella ladeó la cabeza mientras lo pensaba.

—Creo que me gustaría poder tener una clase se música normal, en la que el profesor te enseña teoría y aprenden a tocar algún instrumento. Mientras que tus compañeras no están babeando ni mucho menos hablando de por qué el profesor es seme y no uke.

—Oh. Creo que comparto el sentimiento.

Los tres rieron y las risas fueron interrumpidas por el sonido del violín. Melancólico, perfectamente afinado, intrigante y hechizante.

—Pero deben admitir que es bueno en lo que hace.

¿Para qué negarlo?

La hora terminó, los tres jóvenes se pusieron de pie y comenzaron a caminar en dirección a su aula. Tenían que sacar sus mochilas.

Rima y Tadase se encontraban en la entrada del aula, parecían esperarlos. Les contaron entonces que los del equipo de básquet iban a formar parte de la fiesta. Así que se decidieron por ir los dos rubios y tres más del equipo al karaoke. Yaya, Fujuki y dos más iban a comprarle la torta de cumpleaños. Mientras que la pelirrosada era la encargada de buscar al objetivo y llevarlo al karaoke. Así que después de encontrarse con los demás del equipo y dividirse, la mejor amiga se dirigía al aula del joven. Estaba pensando en cómo se tomaría el hecho de que su equipo también celebrara, de hecho que no se esperaba a tantas personas.

Impossible.

El perfecto acento inglés era fácil de reconocer, ese perfecto, delicado y femenino tono de voz era demasiado conocido.

—Why?

Y ese tono también era reconocible. Lo que la sorprendió un poco.

Souma-kun, I need to concentrate.

—Why?

Kid, is enough.

—Why?

La pelirrosa estaba sorprendida, pues si ella no conociera a Kukai diría que estaba ligando con la profesora de inglés. Pero aseguraba que él no haría eso, después de todo ella era mayor que él y eran maestra-alumno. El castaño podía ser loco pero no tanto.

Entonces se preguntó por qué no los interrumpía y enteraba al aula como una alumna normal lo hubiese hecho. Sí, era una buena pregunta. Pero una parte-muy pequeña hay que aclarar- de ella aseguraba que la forma en la que el menor la miraba era diferente a como un alumno miraría a su maestro. Y sentía que un estudiante no podía tener tanta confianza como para tomarse la libertad de tomar un mechón de su cabello.

Tal vez en ese momento se hubiese ido corriendo. Y se hubiese limitado a mandarle un mensaje a su mejor amigo para encontrarse en la entrada de la preparatoria. Pero alguien más los interrumpió.

—Haber niños, limítense a jugar después del horario de clases.

La espía pudo reconocer ese tono de voz, el mismo tono que usaba para llamarle la atención a ella.

No se sorprendió mucho puesto que se rumoreaba que ambos profesores estaban casados. ¿Por qué? Pues todos conocían ya a Hoshina-senpai, pero a principios del año ella dijo que era Tsukiyomi. ¿Su apellido cambió al mismo que el de su profesor de música o sólo era un rumor? Aunque ella aún recordaba haberlos visto muy animados al salir de la cafetería.

— ¿No tienes alguna niña a quién atormentar?

El tono sarcástico era usual en Utau-sensei, pero el hecho de no hablar en inglés la sorprendía. Si creía que su voz en inglés era perfecta, entonces no sabía que decir ahora.

— ¿Qué crees que hago?—dijo con el mismo tono sarcástico.

—Creo que es mi señal para retirarme.

La puerta del aula se corrió un poco más y ella no supo si esconderse o salir corriendo. Lamentablemente su cuerpo no reaccionó a tiempo.

— ¿Amu, qué haces aquí?

Si en algo podía ser rápida, aunque no se enorgullece de ello, era haciendo escusas.

—Venía por ti—dijo sonriéndole, acto seguido tomó su brazo y se apresó de él—. Rima pensó que tal vez intentarías huir, así que aquí estoy~

Él sonrió divertido.

— ¿Pero por qué estabas escondida?

—Escuché su horrible voz, ya sabes, no fui a su clase hoy—dijo para después percatarse de que alguien más se acercaba—. Corre.

Esa era la palabra clave para él, era lo mismo desde primaria.

Su sonrisa se ensanchó, la haría correr pero no como de costumbre. Por razones que ella francamente desconocía.

—E-esperaa… No te atrevas a-

La sujetó de las piernas y la apoyó en su hombro.

— ¡Kukai!—gritó claramente avergonzada—. Estoy con falda, idiota—le susurró lo más bajo que pudo al mismo tiempo que miraba a todos lados para percatarse de que nadie la miraba. Y a pesar de que no estaba ningún alumno por los pasillos, habían dos pares de ojos mirando atentamente.

El rostro avergonzado de Hinamori Amu, nadie, que no fuera Rima, Tadase, Yaya o Kukai, lo había visto. Por lo que los docentes se veían sorprendidos, más aún cuando vieron como la estudiante ocultaba su rostro. Sonrojada, tanto, que hacía juego con su extraño cabello rosado pálido.

—Te odio—le dijo fulminándolo con sus ojos.

—Awww~ Yo también te amo, amor mío.

—Idiota—susurró antes de que comenzara a correr.

Obviamente era un idiota, tanto o más que ella quien ahora sonreía. Porque obviamente no lo odiaba, sino todo lo contrario. Eran hermanos, no necesitaban un lazo de sangre para tener que asegurarlo. La confianza entre ambos era única.

—Amu, subiste de peso.

No había filtros entre ellos dos y tal vez eso sea algo que a ella le molestaba.

El mayor la bajó al suelo cuando ya estaban en la entrada y ella se permitió golpearlo en el hombro. Aunque ese golpe de seguro sólo le había hecho cosquillas. Ambos comenzaron a caminar entonces al karaoke donde iban cada fin de mes. Hablaban ahora de cualquier trivialidad, como que por qué los viernes eran los mejores días de la cafetería…

— ¡Feliz Cumpleaños!

Serpentinas cayeron en la cara del castaño y el cabello de ella. Y por la expresión de él, era obvio que no se esperaba tantas personas. Pero la idea era esa.

Los del equipo de baloncesto se divirtieron cantando con el cumpleañero. Cantaron hasta quedarse sin voz, eso incluye a Yaya también. Mientras que Tadase se limitaba a tomar fotos, hasta que su mejor amigo lo atrajo hacia él y lo obligó a cantar.

La tarde estuvo muy animada, ese era el sentimiento que compartían todos los presentes.

—Oh, vamos, aún no es mi cumpleaños… no era necesario un pastel—dijo cuándo habían encendido las velas.

—Pide tu deseo, estúpido—gritó uno del equipo.

El castaño sonrió por un momento y luego sopló las velitas.

Todos se comenzaron a poner de pie, después de haber comido y demás, ya no había más que hacer. Se juntaron para dividirse el costo y luego de pagar se fueron separando. Por lo que Kukai y Amu terminaron juntos al final, junto a Fujuki quien vivía también cerca. Este último se separó antes al llegar a su destino y el par siguió solo.

Ella le hizo prometer que les mandaría sus saludos a sus hermanos. Él sonrió enternecido y luego se separaron.

El edificio en el que él vivía quedaba al frente de la casa de Amu. La diferencia era que ella vivía con su familia y él no. Sus hermanos estaban todos por muchas partes de Japón y el mundo. Los cuatro mayores se habían encargado prácticamente de cuidar al último, cuando este entró en preparatoria todos sintieron que podían dejarlo solo. Dejaron la casa en donde crecieron toda la vida, le compraron un departamento a Kukai y el resto es historia.

–Ya llegué.

–Bienvenida–dijo su madre desde la cocina junto con su hermana de 9 años–, ¿invitaste a Kukai a comer mañana?

–No, va a viajar–dijo dejándose caer rendida en el sofá de la sala.

– ¿Ehh? Es una pena.

Minutos después la cena estaba lista y la familia completa. Transcurrió como de costumbre, tan animada como los Hinamori podían, tan vergonzosa como Amu temía siempre.

–Qué lindo su cabello~

La expresión de su hermana le llamó la atención, estaba acompañándola en su habitación, aunque realmente estaba lejos de ella. Desde el balcón se veía sorprendida mirando hacia el edificio. La hermana mayor se asomó también pero sólo desde el ventanal del balcón. Y encontró en la entrada del edificio una rubia, sus cabellos eran largos y lisos. Realmente era muy lindo su cabello. Se preguntó cómo se vería su maestra de inglés con el cabello suelto, ya que siempre lo llevaba amarrado en un moño alto. Seguro tenía tan hermoso cabello como ese. Sabía que aquella joven que ahora miraban vivía en el mismo edificio que su amigo, pues siempre la veía entrar en el edificio. Parecía estudiante universitaria, no la veía en las mañanas, aseguraba que estudiaba en las tardes. Nunca la había visto acompañada, sólo una vez pero fue con Kukai. Cuando ella trató de molestarlo al día siguiente, él se defendió diciendo que era su vecina. Ella sintió que no quería tocar el tema aquel día, tal vez influía que por primera vez en su vida había terminado en la enfermería. Lo peor es que Amu se sentía culpable de eso. Días más tarde dio el tema por olvidado, ya que no los había visto nuevamente juntos.

–Ami, a dormir.

–Pero mañana no hay clases–reprochó la menor–. No seas malita~

–Mama y papa deben estar ya durmiendo…

A la menor se le iluminó el rostro, bajaron las escaleras con cuidado. Ya que no habían encendido las luces. Ambas se sentaron frente al televisor y la castaña eligió un canal donde siempre encontraba buenas películas, a su hermana le gustaban las comedias románticas. Mientras que ella pensaba que estaban muy usadas, no es que le disgustara verlas, pero la mayoría de veces se aburría cuando se imaginaba el final de la película. Más aún cuando su hermana misma era la primera en caer dormida, se preguntaba por qué la consentía tanto, claro que su mejor amigo era quien la engreía más.

Otra vez le llegaba a su mente la posibilidad de tener a su mejor amigo como algo más. ¿Estaba mal haber rechazado la oferta cuando él se la propuso? Tal vez estaría divirtiéndose en una saludable relación, después de todo en él confiaba ciegamente, ¿debía preguntárselo ella ahora?

No, era imposible, eran hermanos, estar juntos significaría cometer incesto, se sentiría raro. Es por esa razón que ella dijo que mejor que como estaban no podían estar, no fue rechazo puesto que él tampoco se lo preguntó directamente. Fue como si hiciese una hipótesis y ella recreó en su mente tantas imágenes que su rostro tomó tanto o más colores que un arcoíris.

—Amu~ Ve a tomar tu desayuno, yo te aviso si Kukai sale por esa reja—dijo su madre sonriente en la mañana.

Había logrado llevar a su hermana a la cama y ella misma había logrado cambiarse de ropa para poder dormir tranquila en la suya propia. Se había levantado temprano, para poder despedir a Souma, quien hasta ahora –nueve horas y quince minutos de la mañana- no salía. Hinamori Midori sabía lo importante que era ese joven para ella, sabía también y la ponía triste el hecho de saber que tal vez nunca serían pareja. Es un buen chico y ella lo aprobaba, pero al verlos juntos no podía sentir la química que ella sentía con su esposo, aunque le gustaría equivocarse. Mientras que su esposo agradecía que así fuera, era muy egoísta con sus dos tesoritos. Le caía bien el chico, era inteligente, amable, caballero y se notaba a legua que le importaba su hija mayor, pero ella estaba muy joven para casarse. Sí, la sola idea que ella tuviera un enamorado significaría matrimonio para la cabeza de la familia y él no estaba dispuesto a dar bendiciones. A pesar de que muchas veces fuese el menor de los Souma quien se encargaba de traerla sana y salva en las noches que se quedaba hasta tarde fuera de casa. Él seguía siendo feliz mientras sus esposa no le dijera que había sentido química con alguno de los chicos que ella les presentaba.

Amu se dirigió nuevamente a la ventana habiendo terminado ya su desayuno, ni señal del castaño por ninguna parte. La progenitora entonces le dijo que mejor lo fuera a buscar, después de todo no sería la primera vez que entraba en el edificio, aseguraba que tampoco la última. No fue difícil convencer a Tsumugu, pues no estaba. Gracias al cielo. Amu pudo respirar tranquila antes de salir de casa con sus propias llaves sin tener a su padre llorando o discutiendo el tema de que fuese sola en la mañana al departamento de un adolescente que vivía solo.

Agradeció el hecho de que una familia saliera en ese momento y no tener que llamar al timbre que seguro se demoraría en atender, por consiguiente se demoraría en abrir la reja. Se internó en el edificio después de agradecer a la familia y cerrar la puerta detrás de sí misma. Se dirigió a las escaleras, puesto que el ascensor seguía en reparación desde hace unas semanas y se dio fuerzas para subir los diez pisos que tenía arriba de ella.

Cabía la posibilidad de que el castaño se hubiese ido en la madrugada y la batería se le hubiese muerto, ya que sonaba apagado cada vez que lo llamaba. Pero lo podía comprobar entrando en su departamento con la llave de repuesto que esconde en el bolsillo de la parte de atrás de la alfombra en el piso. Si todo estaba apagado y "ordenado" significaría que ya no se encontraba allí.

Llegando a su puerta entonces, primero tocó tres veces y cansada ya de esperar se agachó para sacar la pequeña llave color bronce. Giró la llave, empujo la puerta, y encontró su celular, lo había dejado en el bar de la cocina. También sus llaves estaban ahí, sus zapatillas favoritas, pero las luces apagadas, excepto la de la lámpara de la sala. Que daba un tono anaranjado a la habitación y alumbraba muy poco la cocina, el comedor y el pasadizo por donde se llegaba al baño y a las dos habitaciones.

— ¿Kukai?—llamó ella acercándose al pasadizo, él solía asustarla cuando entraba a su hogar de esa manera. Así que esta vez tomó precauciones y entró en el cuarto del muchacho con una de sus ballerinas en la mano. — ¿Kukai?

Bajo la cama, detrás de la puerta, en el armario… no había señales de vida, de lo que si, era su ropa. Toda su ropa –supuso- colgada. La maleta que usaba cuando viajaba estaba ahí dentro también, suponía que no tenía cosas adentro pues no pesaba nada. Se extrañó bastante. ¿Se había ido sin nada? No, su celular y llaves de segura las necesitaría.

Se dirigió al baño, cepillo de dientes, toallas, champú, jabón… no había llevado nada realmente.

Caminó a la cocina y se fijó que había traído bolsas de compras… lo que obviamente significaba que cocinaría aquel día. Él siempre compraba verduras frescas cuando quería ensalada para eses mismo día. Estaba también una botella de champagne y una torta pequeña… ¿Puede comprar licor?

Nada concordaba, ¿qué pasaba aquí?

Suspiró rendida y se dirigió a la puerta, tal vez alguien vendría a vigilar su morada mientras estaba fuera y ella estaba pensando mal. Estaba a punto de abrir la puerta cuando escuchó voces… su voz. Se empinó para llegar a ver por el ojal de la puerta y asegurarse de que su maquiavélica mente no le jugaba una mala pasada. Pero efectivamente era él, sin camisa, con unos jeans rotos, descalzo, piercing en la oreja y cabello desordenado. Era Kukai y estaba sonriendo, demasiada felicidad en esa expresión. Vio entonces a quien tenía presa de la cintura. Puerta de al frente abierta, música en inglés se escuchaba hasta donde ella estaba claramente, Coldplay. La cabellera rubia hecha un moño improvisado tal vez no lo hubiese hecho tan evidente si es que la mujer no hubiese estado usando lentes sin montura también.

—Hoshina-sensei…—susurró inconscientemente.

Sonreía divertida y también parecía feliz. Ahora que se fijaba más, la profesora traía solamente un polo y vaya que lo reconocía. Hasta ella lo había usado. Pero fue un día de lluvia que no pudo entrar a su casa por olvidarse las llaves. Aseguraba que la situación que los comprometía a ambos era diferente, muy diferente.

—Si no me baño en MI baño, me voy a demorar más y no hemos comido nada. Necesito hacer el desayuno-

Silence, please—dijo juguetona poniendo un dedo en sus labios—. Se supone que yo cocinaría hoy… por eso hice compras ayer.

— ¿Cómo lograrás eso sin quemar mi cocina?—preguntó sarcástico.

—Creo que tuve un buen maestro—dijo guiñándole un ojo—. Kid.

—Creo que te gusta ese castigo—dijo mientras acercaba su rostro al de ella y sus labios se fundían en un beso.

La expresión del rostro de Hinamori mayor no tenía nombre, muy aparte de que se tornó rojo al distinguir como su mejor amigo bajaba sus manos de su cintura a su-

Apartó la mirada bruscamente y se tomó el rostro con ambas manos. ¿Estoy dormida? Si era así, ¿por qué soñaba con que su amigo y su maestra tuvieran una relación prohibida?


Tenía esta idea desde hace bastante tiempo, tengo los tres primeros capítulos D: Espero terminar el fic lo antes posible y colgar hoy actualización de Un pequeño jueguito y Hitman. Oh-oh. Para las que seguían Autógrafo, las actualizaciones las estoy subiendo a Wattpad xd.

Espero reviews~ Me voy antes de que se me haga tarde, mi clase de dibujo es importante 'A'

Ja ne!