Hola! Me place publicar el nuevo capítulo de mi anterior fanfic, "Yes, my lord". Como ya había puesto en el aviso anterior, he empezado de nuevo esta historia, pues lo que había escrito hasta ahora no me había gustado para nada ( a parte de que era el primer fanfic que escribía xDD).
Espero que os guste, he intentado hacerlo lo mejor posible.
YES, MY LORD.
CAPÍTULO 1:
-Bien. Esto es todo por hoy, pueden retirarse. – expulsando sus manos, dejando ir la imperceptible capa de polvo de tiza que se había acumulado en la yema de sus dedos, el pelinegro se giró dándole la espalda a la pizarra, anunciando el fin de la clase.
El aliento que habían estado conteniendo los alumnos se fue en un suspiro de alivio, mientras se levantaban rápidamente para irse a casa.
Rivaille daba clases de francés en la universidad Trost. Su madre era de Francia, y su padre de Japón. Ambos se conocieron gracias a que el padre del azabache estaba de viaje de negocios. Se enamoraron y decidieron casarse. Hasta que llegó Rivaille al mundo. Cuando lo tuvieron a éste, su matrimonio empeoró, se separaron unos meses después de que él naciera. Su padre se volvió a Japón, así que su madre se hizo cargo de él y le enseñó hablar francés y japonés. Quince años más tarde su madre murió, y no tuvo más remedio que irse a Japón con su padre. Des de entonces no ha vuelto a ir nunca más a su tierra materna.
Aún sentado en su mesa, el profesor fue viendo cómo sus pupilos salían del aula. Todos y cada uno de sus alumnos aprobaban su asignatura. Incluso el estudiante con más dificultades en el idioma, pasaba de la nota media. ¿La razón? Temían lo que podía llegar a hacer el profesor si suspendías la materia.
Aunque, dejando aparte su cara de malas pulgas y su dominio del idioma, éste educaba cómo si estuvieran en una academia militar; ellos eran los soldados, y él su capitán. Incluso una vez, a Jean se le escapó y le llamó "Heichou", luego fue expulsado de clase y lo mandó a limpiar todo el centro en el lugar del servicio de limpieza. Después de eso, un silencio sepulcral reinó en el aula, sólo se escuchaba la voz monótona de Rivaille, continuando con sus explicaciones en francés, como si nada hubiera ocurrido.
La verdad es que no le había disgustado mucho que le hubiesen llamado así. Se sentía superior. Tenía que ganarse el respeto de los alumnos de alguna forma, ya que su físico no lo ayudaba demasiado: era un hombre de baja estatura, llegaba el metro sesenta. Delgado, pero con un cuerpo trabajado. Piel lechosa y con fracciones finas, como su madre.
A medida que la sala se iba vaciando, Levi se levantó de su asiento y se puso su bandolera para volver a su enorme y solitario apartamento. Cuando salió por la puerta, chocó contra alguien, haciendo que el otro cayera al suelo, desparramando todo lo que llevaba entre las manos.
-¡P-perdón!
-Vigilia por donde andas, mocoso.- dijo el pelinegro, mientras observaba al chico que había debajo suyo recogiendo. Eren Jeager, uno de los alumnos que más le fastidiaba su vida laboral. Un pequeño tic en el ojo se hizo presente en Rivaille. Ese chiquillo le sacaba de sus casillas, nunca estaba pendiente en clase, además de que podía escuchar su risa de maricón proveniente del fondo de la clase. Nunca traía los trabajos que pedía, pero aun así, el chico aprobaba con un diez todos sus exámenes. Éste siempre pensó que copiaba de alguien, incluso una vez empezó a investigar buscando alguna prueba de que él estuviera copiando y así poderlo suspender. Pero nada. Aquello lo hacía enfurecer aún más.
Al cabo de unos segundos, el mayor se agachó también para ayudar a recoger todo aquel desorden que se había formado. El chico ojiverde se veía agitado, recogiéndolo todo de cualquier manera.
-O-olvidé mi chaqueta…-balbuceó- Y cuando entré no lo vi… ¡ah! N-no me mal interprete, por favor! No lo vi porque sea bajito, sino porque estaba distraído y… -la cara molesta del francés hizo que Eren se callara.- M-mejor me callo…
-Tsk.
Una vez acabó de recogerlo todo, Eren se levantó rápidamente en busca de su chaqueta y salió de allí como alma que lleva el diablo. Levi se levantó bastante molesto, ya que después de ayudarlo a recoger ni siquiera le dijo ni una miserable palabra de agradecimiento.
Cuando quiso cerrar la puerta, hubo algo que se lo impidió. Bajó la mirada y cogió la causa del motivo: la cartera de Eren. Seguramente se le cayó al cuando chocó conmigo pensó. Y, dejándose dominar por la curiosidad, éste no dudo en abrirla y revolver lo que tenía dentro para encontrar una dirección o teléfono donde poder llevarla. No encontró nada, en su carnet de identidad, sólo había la dirección de casa de sus padres, demasiado lejos para poder llevársela. En cambio, cuando sacó el carnet, sobresalió una tarjeta, donde había una dirección apuntada.
Que extraño, esto está en medio del centro. Entonces cayó en que en un día, escuchó mientras recogía sus cosas comentar a su odiosa y perfecta alumna Mikasa, que Eren tenía un trabajo de media jornada. Quizás esa era la dirección del trabajo del chico. Sin perder ni un segundo más, cogió su lujoso coche y fue hacia el centro de Trost, donde, si tenía suerte, podría encontrar al chico y devolverle lo que le pertenece. Ni si quiera sabía la razón del porqué estaba haciendo tal acto, ya que no era nada propio de él. Quizás imaginarse la cara de angustia del muchacho al saber que había perdido su cartera era algo que Rivaille quería presenciar, pues odiaba la sonrisa de cada mañana que tenía dibujada en su boca. Sí, quería ver a Eren en apuros. Quería que se arrodillara ante él una vez le hubiera entregado la cartera.
A medida que se iba a adentrado en la ciudad, observó que en el barrio donde se encontraba era uno de esos para gente aficionada a los cómics y serie de animación japonesa. ¿Qué haría Eren trabajando por aquella zona? Aparcó y salió del coche. No estaba muy lejos del lugar donde esperaba encontrar al chico. Quizás trabajaba en una tienda de cómics… Debía ser lo más probable.
Mientras andaba, miró su reloj con impaciencia. Todo este lio le estaba llevando demasiado tiempo, si no se daba prisa no podría ir al supermercado y comprar los ingredientes para su cena, a pesar de que es un cocinero pésimo.
Una vez llegó a su destino, el profesor tuvo que comprobar un par de veces el papel con la dirección, pues no estaba muy seguro de encontrar a Eren en… ¿Un Maid Café? Había oído hablar de ellos, eran cafeterías donde los camareros estaban vestidos de sirvientas y mayordomos y te trataban como si fueras su amo. Costaba de imaginarse al joven frecuentar en un lugar así. Después de mirar por tercera vez el papel, respiró hondo y abrió la puerta, sin tener la menor idea de lo que había detrás de ésta.
-Buenas tardes, Goshujin-sama.
-… .
Rivaille no podía creer lo que tenía en frente de sus narices. Nada más que al mismísimo Eren Jeager, apuesto, con una voz seductora y con determinación, vestido de mayordomo. ¿Qué diablos estaba pasando? Cuando Eren lo miró después de su reverencia sus ojos se abrieron como platos, sus mejillas se tornaron de un color carmín y la inseguridad volvió en él en un segundo. -¿P-profe…sor? –dijo con un hilo de voz.
Por otra parte, el azabache estaba sin palabras. Eren Jeager. Vestido de mayordomo. En un maid café. ¿Qué coño estaba pasando? Parpadeó un par de veces, antes de que se le escapara algo de su "refinado" vocabulario. En su mente estaba debatiendo que hacer; por una parte, quería coger su teléfono y hacer una fotografía al muchacho, vestido de aquella manera, pero por otra parte sentía curiosidad por saber cómo había acabado en este lugar.
-¡Eren! –una voz femenina llamo al chico- ¿Podrías atender la mesa cinco? –una figura delgada y bajita apareció detrás de éste, también vestida de sirvienta. La chica tenía el pelo anaranjado, la verdad es que era bastante atractiva. Su mirada, que antes estaba puesta en el ojiverde que parecía que se le había comido la lengua al gato, pasó al azabache y mostró una agradable sonrisa.- Oh, parece que estás atendiendo a alguien. ¿Quiere que le acompañe hasta su mesa?
La chica se interpuso entre Eren y Rivaille, dándole la oportunidad perfecta para que se escapara de ese momento tan incómodo. Abrió la boca para decir alguna cosa, pues había recordado que aún tenía su cartera, pero una mano agarró su brazo y lo arrastró dentro del local. Era un lugar bastante acogedor, había tanto chicos como chicas. Lo guiaron hasta una mesa individual, al lado de una bastante grande llena de chicas de instituto. La pelirroja le preguntó que deseaba tomar, éste sólo pidió un café con leche.
-En seguida le traeremos lo que ha pedido, amo. –hizo una pequeña reverencia y se alejó de la mesa para ir atendiendo a otras.
Cuando se alejó, buscó con la mirada al castaño que se había escapado. No tuvo que buscar demasiado, pues se estaba aproximando a la mesa que tenía al lado donde estaban esas chicas.
-¿Hay algo más que pueda hacer con ustedes? – dijo, con una sonrisa que a más de uno le habría dado una hemorragia nasal. Todas ellas soltaron un pequeño grito, como si de una estrella del pop se tratase. Una de éstas le pidió que si se podía hacer una foto con él, pero, de una forma muy educada le dijo que no podía, pues iba en contra de las normas del local. Rivaille miraba la escena con el ceño fruncido, dejando ir pequeñas maldiciones inconscientemente.
Unos minutos después, cuando acabaron de conversar con Eren, las chicas se fueron, y el muchacho se fijó en él. Y de nuevo, la inseguridad volvió con él. Mantuvieron la mirada unos segundos, pero que para Rivaille habían sido minutos u horas. Eren fue el primero en desviarla e irse hacia otro lugar del establecimiento con paso apresurado.
¿Qué mierdas estaba pasando? Había ido para darle la cartera al mocoso… Y acabó en un maid café, donde su asquerosamente sexy alumno trabajaba vestido de mayordomo. Pero claro, eso era algo que él nunca reconocería.
Bueno, y hasta aquí el primer capítulo, ya reformado ;_;
Espero que os haya gustado~ Se aceptan reviews con críticas constructivas :P
