Disclaimer: Hetalia y sus personajes no me pertenecen, todo es obra de Hidekaz Hiramuya.
Nota Autor: ¡Taratan tan tan! Saludos gente, ¿se esperaban por casualidad que publicara este fic? Hasta el momento ni yo termino de creérmelo xD Bueno, la votación ha hablado y la mayoría(?) estaba curiosa por ver cómo abordaría un fic así, ya que ha sido tema de gran polémica en el fandom D: Y…estaría mintiendo si dijera que no entiendo porqué u.u Por eso, estuve un tiempo con la duda si sería buena idea subirlo tomando en cuenta las cosas horribles que se han escrito en relación a esta pareja (cosas que hasta ahora no termino de comprender) Dx En fin, para resumir, este es un fic más independiente de mi trilogía :3 a pesar que cumple el mismo patrón se centra de lleno en la evolución de los sentimientos de Estados Unidos y Vietnam, y no se espanten, que no voy a utilizar la guerra estadounidense -vietnamita como medio para enamorar a los dos Dx Por el contrario, verán por ustedes mismos a que me refiero ;) Espero les guste.
Advertencias: Temas bélicos. Violencia. Participación de personajes históricos.
Quema la página por mí
No puedo borrar aquel tiempo de sueño
No puedo ser amada así que libérame
No puedo entregar tu amor
O acariciar tu alma
Así que voltea la página por mí
Star Sky. Two Steps from Hell(Merethe Soltvedt)
I: La Joya de Oriente
.:Año 1950 Estados Unidos envía $15 millones de dólares en ayuda militar a Francia en su lucha por recuperar IndoChina de las fuerzas del Viet Mihn(1):.
A lo largo de su vida, pocas veces America prestaba atención a los episodios melodramáticos que Francis iba a montarle hasta su casa. Esto debido a que, en su mayoría, el galo exageraba muchas cosas al grado que se volvía insoportable y fácil de predecir; pues en verdad éste sólo quería ser escuchado y consolado por uno de sus tantos hermanitos menores —en este caso, su favorito— ya que eso le ayudaba a superar sus habituales crisis cuando algo grave estaba por ocurrir.
No obstante, el representante de Estados Unidos, se encontraba hacía casi cinco años en casa de Corea del Sur, movilizándose de forma constante entre su casa y la suya para ayudarle a ser una nación independiente a base del capitalismo: Motivo, por el cual, se hallaba ajeno a la situación actual por la que atravesaba uno de sus más cercanos aliados.
Precisamente, era a causa de ello que Francia tenía la urgencia de solicitar su ayuda cuanto antes. Siempre que se encontraba en aprietos (sobretodo si eran de conflicto bélico) Alfred F. Jones era su salvación. De manera que sólo él podría resolver la desastrosa humillación por la que atravesaba en el Sudeste asiático en aquel momento; enfrentándose a tres de sus excolonias que peleaban por defender su bien lograda independencia… En especial una de ellas.
A pesar de que America permanecía bastante ocupado teniendo que proteger a SurCorea de la influencia del comunismo: ideología que, por desgracia, Rusia ya se había encargado de introducirle a su gemelo; (el representante Norte de la península: Hyung Soo), accedió a verse con Francia para averiguar qué era aquello que lo tenía tan angustiado.
Así fue como cierta tarde, Alfred F. Jones recibió a su invitado en una pequeña posada de la capital surcoreana. En vista que el galo era uno de los más allegados al estadounidense, Yong Soo no puso ningún inconveniente para dejarle pasar a su morada. Pese a todas las tensiones que se venían gestando entre él y su hermano desde hacía un tiempo(2) estaba dispuesto a sumarse a la causa.
Tan pronto como abrió la puerta, Francis se arrojó a sollozar y a lamentarse en el pecho del más joven, sobreactuando a tal punto que bien podrían contratarle para actuar en una telenovela.
—¡Oh, Amerique! ¡Es terrible! —se quejaba el representante francés mientras se aferraba al mencionado entre lagrimones y jadeos—. ¡Nunca pensé que esa mademoiselle fuera a darme tantos problemas!
El menor miró a su contrario con asombro. Traía un aspecto deplorable. Agotado, con el rostro lleno de rasguños y moretones, sin contar cómo llevaba de sucias y desgastadas sus siempre pulcras vestimentas. Claro que, aunque no se encontraba ni la mitad de mal que durante la Segunda Guerra Mundial, aquello bastó para cerciorarse que no se trataba de uno de los tantos teatros del rubio para llamar la atención.
—Lo que digas, dude. Por que no dejas de llorar y pasas —le ofreció el estadounidense de la forma más gentil que le fue posible, tras ignorar su lamento "shakesperiano".
El francés hizo caso, sin embargo le costó despegarse de su anfitrión para reparar en el interior del recinto donde éste se hospedaba. Podía ver una acomodada sala, estilo occidental y con varios objetos de origen asiático-coreano, los cuales adornaban la mayoría de estanterías y paredes. Seguramente, a pedido de los jefes de Corea decidieron buscar un lugar más apropiado para que su aliado se sintiera más cómodo, pero lo que ellos ignoraban era que Alfred gozaba de rodearse de cosas nuevas, por lo que hubiera resultado mejor conseguirle un establecimiento más tradicional.
—Disculparás el desorden, pero he tenido que asesorar a este chico… Corea. Y no creerías cuán inquieto es —explicó con cierto hastío mientras movía unas carpetas desparramadas sobre su escritorio, y a la vez trataba de despejar los cojines sobre el piso que entorpecían su camino.
—Oh… ¿Así que continúas instruyéndolo para evitar que caiga en manos de Rusia? —preguntó curioso el francés, dejando de lado su melodrama por un instante.
—¡Pues claro, no olvides que soy un héroe! —repuso éste, retomando su actitud confiada y jovial de siempre—. Es mi deber velar por la seguridad de aquellos que se encuentren a merced del peligro y necesiten una mano amiga.
—¡Oh mon petit, es por eso que tienes que ayudarme! —rogó apesadumbrado Francis, volviendo a sujetarse de los hombros del norteamericano—. ¡Ya no sé qué hacer para detenerla! ¡Si sigo así seré vencido nuevamente y quedaré en ridículo, lo que será un gran golpe para mi autoestima después de recurrir a ese vándalo de Inglaterra(3)!
—Ah… seguro, pero cálmate —expresó el otro, bastante incómodo, alejando al galo de sí—. Mejor siéntate y cuéntame qué es lo que ocurre ¿Quién es esa madeimoselle de la que tanto hablas? —preguntó ahora de lo más curioso.
—Verás… —inició Francis, recuperando la compostura, después de sentarse en un sofá que estaba ubicado frente al menor—. Llevo cerca de cuatro años en el Sudeste de Asia, tratando de recuperar los territorios de Indochina que perdí cuando el movimiento del Viet Mihn logró la independencia de Vietna….
—¡Wow, espera ahí! No estoy muy al día de lo que pasa por allá, al sur de China —le interrumpió Alfred, anteponiendo su mano en señal de pare—. ¿Qué es eso del Viet Mihn?
—¡Sacré Blué, Amerique! ¡No puedo creer que olvides las cosas así de rápido! —reclamó escandalizado el mayor—. Es nada menos que ese partido nacionalista-socialista que fundó Ho Chi Mihn(4) como Frente de Liberación para expulsar a las tropas extranjeras de su tierra.
America rodó los ojos a un costado, esforzándose por recordar a Ho Chi Mihn. Por fortuna, luego de casi un minuto de reflexión, su mente se iluminó, trayendo consigo la imagen del susodicho.
—Oh, sí. Recuerdo haberle dado apoyo para combatir las tropas japonesas que en ese entonces se encontraban ocupando un país al sur de China.
—Vietnam —le aclaró el galo, dando un suspiro de melancolía.
—¿Vietnam? —America sostuvo aquel nombre durante un rato como si le provocara un tipo de curiosidad momentánea—. Como sea… ¿Qué fue lo que hizo para tenerte en ese estado?
—Oh, Amerique. Había estado cuidando de mademoiselle Vietnam desde hacía casi cien años(5) —explicó con cierta añoranza a medida que cerraba sus ojos para rememorarla trabajando en los campos de arroz—. Me proveía de forma tan armoniosa, viéndola trabajar en aquellos vastos campos verdes mientras tenía el placer de admirar su figura fina desplazarse en medio de ese paisaje tan bello y brillar como si fuera una joya… Eso era ella: La joya de Oriente(*)
—Dude! Como te expresas me hace suponer que sentías algo por ella —se burló el menor con una sonrisa socarrona que no pasó desapercibida para el galo.
—¡¿Y eso que tendría de malo?! —se defendió Francis, algo molesto—. Como el país del amor estoy en mi derecho de amar y ser amado hasta que llegue a mis límites, que por cierto, hasta ahora he descubierto son infinitos —alardeaba, envuelto repentinamente bajo un aura romántica, en la cual se abrazaba a sí mismo.
Alfred volvió a rodar los ojos, esta vez con fastidio de escuchar semejante cursilería. No obstante, conociendo las superfluas razones de su aliado, ya no se sentía motivado en seguir prestando atención a todo el asunto de Indochina.
—Ok, dude. Así no creo que lleguemos a ningún acuerdo —determinó en voz y gestos despreocupados, cambiando de posición a una que se echaba para atrás con sus brazos por encima del sofá y cruzaba su pierna con la otra.
—¿Qué quieres decir? —preguntó confuso el representante europeo, saliendo de pronto de su ensoñación.
—Siento decírtelo, France, pero no veo ninguna razón para intervenir en este conflicto.
—¿C-Cómo dices, Amerique? —inquirió el aludido, mirando con los ojos como platos al de lentes.
—Lo que oyes. Si esa Vietnam fuera una conspiradora, o de algún modo sus acciones estuvieran poniendo en riesgo el bienestar de los demás… ¡Yo, el hero, estaría ahí para detenerla! —afirmó el norteamericano, acompañado de una pose heroica aún estando sentado desde el sofá—. Pero como sólo se trata de una nación que no quiere estar bajo tu tutela, no veo razón para impedírselo.
—Pe-pero, mon petit… —mascullaba nervioso el de apellido Bonnefoy a medida que trataba de buscar una excusa con qué cambiar de opinión a su contrario—. Es que… no lo entiendes, puede que…
—Vamos, supéralo, France. Es hora que tú y England aprendan a aceptar la independencia de los demás —apostilló el menor con una sonrisa algo maliciosa mientras se preparaba para ponerse de pie.
—¿Ah sí? ¡Porque supe que Rusia y China empezarán a ofrecerle una gran cantidad de armas para sustentar su reciente gobierno comunista! —soltó de súbito.
Enseguida, como si hubiera recibido una descarga eléctrica, el cuerpo de Alfred se paralizó y giró lentamente su rostro hacia el de Francia, ahora con una expresión totalmente cambiada; tanto así que éste se estremeció al contemplar aquel rostro sonriente tornarse en una sombría mirada.
—¿Qué-has-dicho? —preguntó con la voz grave y entrecortada, clavando sus ojos en los del galo.
Tal entonación provocó un ligero temblor en Francis, haciéndole sentir una experiencia parecida al horror de cuando se activa una bomba de tiempo. Aún así, pudo recobrar la compostura debido a que eso significaría el apoyo de su hermano pequeño, que a fin de cuentas era lo que esperaba conseguir.
—¿Qué no lo sabías? Madamoiselle Vietnam está en la mira de esos dos —afirmó con más convicción puesto que no se trataba de ninguna mentira—. Además, gracias a su cercanía con China podrá contar con todo el arsenal soviético que disponga Rusia. Va a ser un problema, mon petit.
Aquello bastó para romper todo el buen humor que hasta ese minuto el norteamericano trataba de conservar desde que inició la Guerra Fría.
—Damn! Esos cerdos comunistas están decididos a complicarnos la vida —casi murmuró Alfred mientras volvía a sentarse y apretaba sus puños contra sus rodillas—. Fui descuidado al concentrarme sólo en esta parte de Asia… Ahora veo que ambos no descansarán hasta conseguir que todos seamos rojos.
Sin saber qué decir, Francis se le quedó observando preocupado durante varios segundos, hasta que, para su fortuna, llamaron a la puerta de la posada a fin de quebrar ese silencio incómodo.
De mala gana, Estados Unidos se paró y se dirigió a abrir la puerta, nada más que para encontrarse con Im Yong Soo, quien al ver que el galo continuaba dentro, figuró una mueca de decepción.
—Disculpe, señor America… No sabía que seguía ocupado —se disculpó defraudado el surcoreano, listo para retirarse cabizbajo del lugar.
—¡Espera, Yong! ¿Qué es lo que te pasa? —preguntó preocupado el estadounidense, haciéndole detenerse al instante, dado que había notado un halo de pena e incertidumbre en sus facciones.
—Oh, bueno… no es nada muy importante —mintió éste, tratando de recuperar su ánimo de costumbre, y por supuesto, de sonreír.
—Vamos, muchacho, dime. Estamos en confianza —insistió el rubio de lentes, colocando su mano sobre el hombro del asiático y viéndole de forma más penetrante al interior de sus ojos.
El representante Sur de la península pegó un suspiro. Y como si éste hubiera dejado caer una máscara, el rostro del menor de los Im se transformó en una expresión abatida, cansada y llena de pesar, en la que casi parecía que fuera a quebrarse en llanto al más mínimo tacto.
—Se trata de las tropas de mi hermano —contestó el de hanbok, casi con un hilo de voz—. Las han visto cerca de la frontera y al parecer planean atacarme.
—Oh, boy… —sólo pudo expresar el más alto, sintiendo un vuelco en el estómago ¡Necesitaba actuar y ya!—. Dame un minuto, ¿sí?
El europeo apenas había logrado escuchar la conversación entre Alfred y Yong Soo, sin embargo no había que ser adivino para darse cuenta que se trataba de algo bastante serio. Por un momento se sintió mal de estar ahí, hablando de sus problemas cuando el representante asiático pasaba por una situación aún más complicada y dolorosa que la suya.
—Tengo que ver esto primero, Francis, pero cuenta conmigo para lo que sea —le aseguró el menor, acercándose a él con cautela pero al mismo tiempo mostrándose con una fuerte determinación.
—¿Lo dices en serio?
—Claro. Hay que buscar la forma de alejar a esos commies de Vietnam, y de quien sea que esté expuesto a ellos —respondió mientras sacaba su chequera y anotaba con su lápiz—. Por el momento sólo puedo aportar con algo de dinero, pero confío en que hagas un buen uso de este —Terminado de anotar la cifra, extendió el cheque a su contrario, quien no podía creer tal acto.
Una vez Francis vio la suma de dinero, no supo qué cara poner. Balbuceaba en su lengua cosas que sólo después de unos segundos se hicieron medianamente entendibles.
—Amerique, esto es…
—Mantenme al tanto de cómo evolucionan las cosas —le interrumpió el de lentes, sin darle al otro tiempo de agradecerle, o quizás de decirle que no sería suma suficiente—. Si en un par de años la situación no mejora iré personalmente para ver qué más consigo hacer.
Sin tener palabras en la boca, el galo asintió, aunque de tanto en tanto se dedicaba a mirar al surcoreano por el rabillo del ojo, esperando preguntarle a Alfred que le sucedía sin que éste se diera cuenta.
—Por cierto, ¿qué pasa con Corea? ¿Acaso su gemelo planea algo malo? —preguntó en voz baja, con una preocupación sincera, a lo que el estadounidense retomó su buen humor.
—No te preocupes por eso, dude, pronto lo resolveremos —contestó en una sonrisa confiada al tiempo que también levantaba uno de sus pulgares—. Ya verás como esos dos hermanos volverán a estar juntos, viviendo en paz en su hogar una vez saquemos las sucias manos de Russia y su equipo.
Pero America se equivocaría. Al igual que con los ideales de justicia que tan firmemente defendía y los cuales estarían destinados a cambiar en aquella remota zona del Sudeste asiático, marcando su historia como país para siempre.
(1) El Viet Mihn es conocido por conformar un grupo de vietnamitas nacionalistas y comunistas bajo el liderazgo de Ho Chi Mihn, el cual fue fundado en 1940 con el objetivo de liberar a la nación de los japoneses y franceses. Tuvo el apoyo de Estados Unidos durante la segunda Guerra Mundial y logró su independencia el 2 de marzo de 1945.
(2) Conflicto armado de la península de Corea que enfrentó al Norte y al Sur desde 1950 hasta 1953 en base a las ideologías de la Unión Soviética y Estados Unidos respectivamente.
(3) Durante la Guerra de Indochina (1946-1954) Francia tuvo algo de apoyo por parte de Gran Bretaña ya que una parte de sus tropas fue a pelear al Sudeste asiático.
(4) Ho Chi Mihn fue un político comunista que llegó a la presidencia luego de lograr la independencia a través del frente de Liberación vietnamita (Viet Mihn) que sacó a japoneses y a franceses del Sudeste Asiàtico.
(5) Imperialismo francés en Vietnam que empezó desde 1858 hasta finalizar en 1945.
(*) Título concedido a Vietnam por el gobierno de Francia durante su período de colonia.
Notas Finales: Bueno, espero este inicio les haya gustado :3 La verdad es complicado escribir hechos tan intensos como éstos y darles ese toque hetaliano inocentón y cómico que tanto me gusta del show x3 en serio, don HH es un genio xD Bueno, como verán Francia se encuentra en plena guerra de Indochina, y Estados Unidos se encuentra ocupado ante un posible conflicto en Corea (mi pobre Yong Soo T.T) Es una etapa muy dura para Asia aún después de la Segunda Guerra Mundial ¿Qué destino les espera a Alfred y Kim Ly en todo esto?... Bueno, ya deben saberlo u.u Cualquier duda, pregunta o crítica es bienvenida ;) Besitos.
