OVA 1: EL ENCUENTRO.

Tiempo atrás, en Japón más oriental, allá donde el poder confluye en experimentados guerreros, conocidos como ninjas, tiene lugar mi historia, algo que sucedió realmente…todo comenzó una noche de espesa bruma y abundante niebla entre las montañas del país de la roca…

…Aspiro el seco aroma del paisaje que se dibuja en mi mente, capto la multitud de sonidos que me rodea a mi alrededor ubicándolos dentro de mi cabeza en ese paisaje imaginario con total precisión, andando sin miedo a tropezar pues me he acostumbrado a esta oscuridad eterna que lleva viviendo conmigo desde hace unos años, echo de menos la luz pero he aceptado que no existe otra posibilidad más que esta y que por lo tanto me tengo que adaptar a ella como mejor pueda…; aquella nueva técnica aún sin perfeccionar y la sobrecarga que esta provocó en mi cuerpo, originaron esta ceguera irreversible que me atenaza cada vez que abro los ojos.

He odiado esta sensación que me brinda tanta soledad durante miles de noches y sin embargo es aquí donde encuentro consuelo…

Ya puedo oír el entrechocar de jarras de la taberna a la que me dirijo, un nuevo cliente, una nueva misión, nuevas bajas en el bando enemigo y siempre yo…, el escándalo es perfectamente audible a decenas de metros, para ser unos renegados no tienen cuidado con el ruido, les atraparían con escuchar un poco a través del suelo…

Paré en seco al haber notado un cambio radical en el ambiente, había sido algo fugaz pero lo suficientemente palpable para alguien como yo, que tenía los sentidos muy desarrollados; alguien estaba acechando entre los árboles, pero no fue de entre los árboles desde donde me atacaron sino desde el suelo, salió un ninja de ahí con un puño recubierto fuertemente de piedra, que, de no haber sido por mis reflejos me habría golpeado de forma contundente, ascendí a través del aire por el impulso tomado enrollándome sobre mí misma, echando la espalda hacia atrás hasta cogerme los tobillos formando un círculo a través del cual se colaron un par de kunais que quedaron incrustados en un árbol cercano.

Volví a la posición vertical y me posé sobre una rama cercana:

-Parad ya- dije con un deje de resignación.

-Sólo estábamos comprobando tus habilidades y viendo si las leyendas en torno a ti son ciertas- contestó un hombre de unos veinticinco años y fuerte complexión, que había aparecido de entre las sombras, acompañado además de los otros dos atacantes.

-Ya ya…, que esté ciega no significa que sea estúpida- agregué bajando con una voltereta del árbol y cayendo justo enfrente de aquel hombre que me había hablado, y por la sumisión de los otros, supuse que era el líder, extendí los brazos buscándole entre las sombras para crear una imagen mental suya por lo que primero toqué la recia armadura que revestía su cuerpo, así como las extrañas hombreras que lo protegían, hasta llegar a su cara repasando los contornos de la misma y memorizándolos descubriendo con cada roce el sentimiento frío y despiadado que desprendía y que impulsaba a su ser…

-Goyoku…-dije mientras denotaba sorpresa por su extraña complexión así como por sus ropas.

-¡Vaya! ¿Tan famoso soy?- preguntó dejando que una sonora carcajada rompiera el silencio y espantara a todo animal viviente que por allí pasara.

-No te hagas ilusiones, lo llevas escrito en la piel- sentencié mientras me dirigía hacia el chico de su derecha, aquel que había salido del suelo y convertido su puño en piedra.

-Ehhh…a mí ni se te ocurra tocarme, a menos que sea para montarnos una buena juerga tú y yo, muñeca- se acercó a mí e intentó agarrarme de la cintura, pero di un paso hacia atrás, y chasqueé los dedos para evitar que siguiera adelante, su voz además era grave y fanfarrona y traslucía el más puro sentimiento de orgullo.

-Hokori, deberías bajar ese calentón que llevas, ¿qué tal un poco de hielo?- dije a la vez que materializaba hielo en sus pantalones, más concretamente en sus partes más pudientes, de este modo yo también pude devolverle la insolencia y además me reí de su negligencia – y tú debes de ser Envy- señalé al último de ellos, - tenéis los sentimientos a flor de piel chicos- solté irónicamente.

-Muy bien preciosa…-aplaudió a la vez que decía estas palabras – por cierto, me gustan esos sais, terminarán siendo míos- exclamó dándole una sonora palmada en la espalda a Hokori que luchaba por quitarse el hielo de los pantalones para no quedarse impotente de por vida.

-¿Y bien para qué me necesitáis?- sabía que eran ellos los que me habían buscado por el recuerdo del olor de la carta recibida, sino eran ellos siempre podría luchar.

-Verás, hace bastante tiempo que nos enteramos de la existencia de unos pergaminos redactados por los primeros Kages en los que aparecían numerosas técnicas de altísimo poder, uno de las más importantes era poder contraatacar todas y cada una de las líneas sucesorias, cómo comprenderás unos pergaminos de un altísimo valor.

Habrían sido fáciles de robar si hubieran estado custodiados por personas, sin embargo no se les ocurrió mejor idea que guardarlos en una fortaleza hecha de un metal completamente indestructible a manos de cualquier técnica, por lo que no hemos sido capaces de entrar en ella ya que es completamente infranqueable, ni siquiera los Kages pueden entrar en ella, pero el caso es que descubrimos una forma de entrar…hace unos años nos topamos con un tipo solitario con una extraña espada de enormes proporciones que disolvió nuestras armaduras con un mínimo roce; al principio no le dimos importancia pero después descubrimos que esa sería la única solución a lo que buscamos por lo que le espiamos durante un tiempo para averiguar cosas sobre él- se aburrió de estar parado y comenzó a dar vueltas a mi alrededor y agitando la mano en el aire haciendo el mismo ruido de una hoja al cortar el aire, de este modo podía ubicarle.

-Nadie cayó en la cuenta hace tantos años de que existía un clan capaz de destruir esa fortaleza con un simple roce, era poco conocido y vivía bastante aislado del resto por lo que pasaron desapercibidos, para nuestra fortuna él es el último de ellos y nadie sabe de su existencia a parte de nosotros y ahora tú, nuestro objetivo es simple, queremos usar esa extraña pero maravillosa cualidad para conseguir los pergaminos, para ello necesitamos robarle la espada de su familia, pero el problema es que es algo así como una especie de contrato entre ellos, es terriblemente poderoso y no hemos podido arrebatársela porque ese contrato seguía vigente, por lo que sólo hemos podido espiarle durante estos últimos meses en busca de algún punto débil que nos permita conseguirla… y creemos que ya lo tenemos.

El chico se muere de ganas de saber lo que es sentir, esa espada es la única cura a su herida y por eso la guarda tan celosamente, pero…si alguien entrara en su vida y cambiara su modo de ver la vida, si consiguiera deshacer el trato y le obligara a entregar la espada, habríamos conseguido todos nuestros objetivos, pero obviamente nosotros no podemos ser esa persona…tú eres la encargada de romper ese contrato y conseguir la espada…porque…¿quién podría resistirse a tan adorable y frágil cieguita?- dijo con un tono melodramático agarrándome del mentón.

-¿Y ese contrato a romper es?- pregunté interesada.

-A cambio de obtener ese extraordinario poder, ese chakra tan perfecto, ha de sacrificar sus sentimientos para poder mantenerlo, es por eso que si siente disminuirá su poder y será mucho más fácil quitarle la espada…yo utilizaría una habilidad mía que es imitar el chakra y podríamos destruir la fortaleza empuñando esa espada – conforme iba llegando el final de la explicación podía notar como aumentaba el tono de excitación con que pronunciaba cada palabra.

-¿Así que queréis que le seduzca no? pero ¿qué recibiré yo a cambio?-

-Así es, tendrás que dejarlo coladito por tus huesos, y a cambio…recuperarás…la…vista…- susurró en mi oído provocando en mí el efecto deseado, un ferviente deseo de lograr lo que tanto deseaba en este mundo.

-¿Cómo es posible eso?, la ceguera es irreversible- no podía creer lo que me estaba diciendo.

-Bueno…no resulta tan imposible si posees todos y cada uno de los pergaminos, personalmente tengo el placer de poseer uno de ellos, el cual robamos en su traslado a la fortificación, este pergamino te enseñará lo que es capaz de hacer, pero esto no es nada comparado con lo que los siete pueden lograr, será unos instantes pero seguro que servirán para que aceptes mi propuesta – dijo colocando sobre mis manos un pergamino que desprendía un olor ancestral y místico que se colaba a través de mi nariz, inhibiéndome de cualquier problema momentáneo que tuviera y dedicándome a saborear aquellos dulces instantes de gloria que se me iban a brindar; sus manos frías como el hielo dibujaron un kanji en mis ojos para después posarlas sobre el pergamino que comenzó a irradiar un fuerte chakra.

Un pequeño remolino de aire se fue formando hasta llegar al lugar marcado por los kanjis, y entonces sucedió…

La espesa niebla que cubría mi mirada se fue disipando como si sólo se tratara de una cortina de humo, las sombras que antes no distinguía iban siendo cada vez más nítidas y tomaban formas definidas, así como colores, podía observar las relucientes armaduras de oro y bronce que protegían sus cuerpos, pero no les presté mucho más atención salvo que me sorprendió el aspecto animal de uno de ellos, yo tan sólo estaba absorta en contemplar el astro plateado que se encontraba sobre mi cabeza e iluminaba con una tenue luz mi nívea piel, perdiéndose de nuevo sus finos rayos en la neblina de mi oscuridad, una gota cristalina recorrió mi rostro, en un camino descendente hacia el suelo, que congeló el momento de esperanza que me habían brindado, y la compostura suficiente para tomarme aquella misión con la calma que correspondía.

-Acepto vuestro trato- afirmé rotundamente convencida de que saldría bien de ésta y que recuperaría la visión.

-Bien…esta piedra esta labrada con chakra, te indicará en todo momento el lugar en el que se encuentra el chico para que puedas encontrarlo, nosotros nos vamos, pero te estaremos vigilando- dijo finalmente mientras desaparecían en una voluta de humo dejando caer sobre mis manos el instrumento ya dicho, ahora comenzaba una nueva etapa…

Lejos en un páramo del bosque, un hombre de complexión fuerte devoraba ávidamente un par de conejos que había cazado en su camino y que ahora le servían de cena, absorto en comer apenas se fijaba en lo que sucedía a su alrededor por lo que se echó a dormir en cuanto hubo terminado de comer y dormitó sumido en pensamientos que finalmente desaparecieron en cuanto el sueño cayó sobre él.

Mas no mucho tiempo tuvo de descanso, porque un grito de terror escapó de entre los árboles, seguido de una muchacha algo más joven que el chico, y que huía a toda prisa, de un ninja de oscura vestimenta y sin ningún identificativo de ninguna aldea, en su mano un enorme shuriken con el que amenazaba a la chica que había quedado acorralada contra un árbol y no podía hacer más que sufrir la acometida de este, que hizo una herida en el muslo de la chica con la afilada cuchilla del shuriken, fue deslizando la hoja a través de la pierna dejando un reguero de sangre en su camino mientras la chica pedía auxilio desconsoladamente y tratando inútilmente de zafarse de su cazador.

El hombre abrió los ojos visiblemente molesto por la interrupción de su sueño pero olvidó aquel "enfado" cuando vio a la muchacha siendo atacada; era un espíritu noble aún a pesar de que sus sentimientos fueran casi nulos, por eso se levantó del suelo y alzando por encima de la cabeza el arma, una enorme espada de grandes proporciones y cuya cuchilla tenía un morado intenso, arremetió contra el ninja, convirtiendo al shuriken en apenas unas motas de polvo y a su dueño en un puñado de cristalitos que se esparcieron por el suelo, entremezclándose con la sangre de la chica.

Observó los cristales y posteriormente a la chica que yacía inconsciente en el suelo y con una herida importante en la pierna.

-"Parece muy frágil"- pensó mientras levantaba su liviano cuerpo y lo llevaba sin ninguna dificultad hacia el arroyo que había cerca, lugar donde sanó sus heridas, vendándolas cuidadosamente y limpiando su inmaculada piel de cualquier matiz rojizo, la volvió a coger pasado un tiempo y habiéndola curado del todo la dejó descansar en la hierba hasta que se despertara…

…Me desperté en la oscuridad de mi ceguera y agudicé mis oídos para averiguar lo que había sucedido, y por lo que notaba el plan trazado había surtido efecto, había creado un bunshin de hielo que me había servido como coartada para acercarme a él sin causar sospechas pese a haber tenido que herirme a mí misma…

Me incorporé simulando miedo pero finalmente lo tuve de verdad, era esa presencia fría lo que me desconcertó; podía sentir su calor a través de mis sentidos pero no había ningún sentimiento que captar, siempre se podía saber algo de una persona a través de las emociones que desprendía, sentir lo que sienten, pero de él no puede sacar nada, era el mismo vacío gobernado y rodeado de un inmenso poder.

-"Gandou"-

-¿Estás bien?- me preguntó sofocando mi miedo con su voz tranquila y apaciguadora, me senté en el suelo y alcé la mirada aunque no pudiera verle como símbolo de agradecimiento ante su pregunta.

-Sí, muchas gracias, ¿quién eres? ¿qué ha sucedido?- el silencio se prolongó entre nosotros, pero no comprendía el porque, era demasiado impredecible por aquella escasez de emociones.

…Centró su atención en ella cuando se despertó, la observó de arriba abajo para comprobar su estado, pero lo que realmente le sorprendió fue su mirada, tan opaca y apagada, sin brillo y sin vida, tan sólo oscuridad…, ojos perdidos sin ningún punto concreto al que mirar, hermosos zafiros que no eran joyas, eso eran…

-No importa quien sea, ya todo ha terminado, aunque aquel tipo no era real, tan sólo era una mera copia, así que eso significa que te perseguirán de nuevo, ¿sabes por qué lo hacen?- preguntó en su afán de comprender a la chica, intentando comprender el corazón humano.

-Yo soy la depositaria de un secreto, por eso me buscan- expliqué a la vez que pensaba que no era más que una mera farsa para conseguir su espada, debía de sonar creíble, afectada…

-Siento los problemas causados, ya me voy, gracias por todo- dije levantándome con gran dificultad, fingiendo una imposibilidad de andar que favorecía mi personaje de chica frágil, aunque debía admitir que la herida verdaderamente dolía y más aún cuando se abrió y sentí correr la sangre por el interior de mis muslos, goteando al suelo y manchando mis ropas.

-Auch…- me dejé caer y me arrastré por el suelo, intentado ponerme de pie una y otra vez y esperando la reacción del chico que parecía no llegar nunca, como veía que no sucedía nada realicé una secuencia de sellos a una velocidad sorprendente y con la máxima cautela que me hizo recordar mi apodo "la katana del silencio" por el sigilo con que realizaba mis misiones, sin dejar huellas, en el máximo silencio.

Un bunshin con forma de medio hombre medio lagartija, apareció de entre los arbustos y me atacó.

-Ahhh- grité al sentir una aguja clavándose en mi brazo y reptando por el suelo intentando escapar.

-Otra vez…- habló cansado el muchacho arremetiendo de nuevo contra mi creación a la que defendí para no ser tan obvio que era una mera treta, el bunshin saltó sobre su cola y arremetió contra el chico dando fuertes golpes al suelo haciendo que la tierra temblase, por su parte el chico no parecía muy dispuesto a luchar pues permaneció exactamente en la misma posición en que había quedado, así que me obligó a utilizar nuevamente a la bestia que me agarró con la cola y me comenzó a llevar lejos.

-Lagartija estate quieta- pronunció irónicamente agarrando con una sola mano la espada y dirigiéndola después hacia delante fijando como objetivo a mi bunshin.

-¿Quieres pelear estúpido? Tan sólo es una pobre ciega, no te servirá de nada, yo la necesito- le obligué a decir con una voz grave y ronca.

-Lo que yo quiera no es asunto tuyo- y de un salto se plantó encima de la copia sesgándole el cuello con un mandoble de espada, recogiéndome en la caída y posándome con cuidado en el suelo.

-No deberías moverte más, te protegeré hasta que estés bien- fueron las últimas palabras que pronunció en toda la noche, volviendo de nuevo a ayudarme con mis heridas y dándome una especie de caldo que me reconfortó pues la noche había caído y el frío se hacía patente.

Media hora después él se encontraba recostado sobre un árbol durmiendo y yo tumbada sobre la hierba, buscando cualquier atisbo de debilidad en él y reconfortándome a mí misma ante su extraña pero a la vez protectora presencia…