Besos en el Viento.
Primer acto: El dolor de la pérdida.
Hamburgo, Alemania.
Cuando el teléfono sonó, él no pensó que esa llamada cambiaría tanto sus planes a futuro. Al comprobar quién era la persona que lo buscaba, una leve sonrisa asomó a sus labios, la cual habría de desaparecer en cuestión de segundos.
– Genzo, tenemos qué hablar.- dijo Akari, con sequedad.- No mañana ni la siguiente semana, tiene que ser ahora mismo.
Genzo Wakabayashi contempló la pared con cierta preocupación. Se sentía cansado, acababa de regresar de una gira por toda Europa con el Hamburgo y deseaba dormir más que ninguna otra cosa en la vida, pero la urgencia en la voz de su novia le llamó la atención. Genzo estuvo tentado a pedirle que primero lo dejara dormir aunque fuese un par de horas pero sospechó que ella le diría que no.
– Acabo de llegar a Hamburgo pero puedo ir a verte.- respondió él.- Dame media hora para cambiarme e ir a buscarte.
– No será necesario.- replicó Akari.- Voy para tu casa ahora mismo, llego en veinte minutos.
– De acuerdo.- aceptó él.- Te espero.
Tras colgar el teléfono, Genzo Wakabayashi se dejó caer en el sillón. ¿De qué querría hablarle su novia que fuese tan urgente? ¿Habría pasado algo grave? Su voz parecía más de enojo que de angustia así que él no sabía qué pensar. El portero trató de recordar las últimas cosas que le dijo a Aki y no encontró qué pudo haber hecho mal, él estuvo fuera de la ciudad de Hamburgo durante las últimas tres semanas y en ese lapso de tiempo no tuvo problemas con Akari en las llamadas telefónicas que mantuvo con ella. ¿Qué habría sucedido para que ella estuviera tan molesta?
No tardaría mucho en descubrirlo. Fiel a su forma de ser, Aki llegó en menos tiempo del que anunció, cuando Genzo ya se había cansado de formular teorías. Al abrir la puerta, él intentó besarla pero ella lo esquivó.
– ¿Qué rayos sucede contigo, Aki?.- preguntó Genzo, desconcertado.- ¿De qué es lo que quieres hablar y por qué te comportas así conmigo?
– Lo siento.- ella se dio cuenta de que fue descortés y lo abrazó aunque no permitió que la besara.- De verdad lo siento pero es que estoy al límite de mis fuerzas y eso me hace actuar de forma grosera, aún contigo.
– ¿Qué sucede, Akari? Comienzas a preocuparme en verdad.- manifestó el portero.- No entiendo qué es lo que te tiene así.
– Gen, de verdad lo siento.- Aki se veía cansada.- Pero creo que para mí es suficiente. No podemos continuar con esta relación, estoy harta de sentirme sola, de que nunca tengas tiempo para mí y de que mis momentos importantes siempre terminen opacados por los tuyos. Estoy cansada también de que siempre seas tan frío conmigo, yo sé que así es tu personalidad, ¡pero es que a veces te vas a los extremos!
– ¿Estás terminando conmigo?.- Genzo enarcó las cejas, sorprendido.- Bien, eso no me lo esperaba pero estoy seguro de que podemos hablar para resolverlo.
– No, Genzo, no hay algo de qué hablar.- la joven de cabello corto y oscuro suspiró, desalentada.- Es una decisión inapelable, me costó mucho tomarla pero ahora que lo he hecho, no habrá nada que puedas hacer o decir para hacerme cambiar de parecer.
– Siéntate, por favor.- sin saber muy bien qué hacer, Wakabayashi señaló uno de los sillones.- Comprendo que hayas tomado una decisión pero espero que tú entiendas que esto es algo nuevo y desconcertante para mí. ¿Qué hice mal para que tomaras esa decisión? ¿Qué fue lo que te llevó hasta este extremo? ¿Ya dejaste de sentir algo por mí o es que hay alguien más?
– No hay alguien más, Gen, de verdad.- ella lo miró con ternura y le acarició el rostro, negándose a tomar asiento.- No sería capaz de hacerte algo así, tú lo sabes. Y sí te sigo amando, probablemente siempre lo voy a hacer pero ya no puedo seguir con esto. Entre tus viajes y los míos nos vemos pocas veces y en más de una ocasión me he quedado sola en una cama fría debido a los compromisos que tienes con tu equipo. Y tú también has pasado muchas noches solo, no lo niegues. Dime con sinceridad: ¿En verdad crees que ésta es la manera correcta de llevar una relación, tú por un lado y yo por el otro?
– Hasta el momento nos había funcionado bien.- en ese instante, Genzo se dio cuenta de que ya no habría marcha atrás.
– Lo siento.- musitó Aki.- Quizás funcionó en un principio pero ahora ya no. Estoy cansada, ya te lo he dicho, quiero un hombre que esté ahí para mí todo el tiempo y no sólo cuando el fútbol se lo permite.
– Aki, lo siento.- Wakabayashi se puso serio al notar qué tan profunda era la depresión de ella.- Sé que no he estado muy presente últimamente y en verdad me gustaría decirte que las cosas van a cambiar pero hay una alta probabilidad de que eso no suceda, así que sólo puedo prometerte que voy a esforzarme por hacerte sentir que estoy a tu lado.
– Precisamente porque sé que la situación no va a cambiar es que he llegado a la conclusión de que lo mejor es que dejemos esto aquí.- replicó Akari, con resignación.- No quería decírtelo hasta hoy, justo cuando acabas de regresar a la ciudad, pero no tuve la oportunidad de decírtelo antes y no quería contártelo por teléfono: voy a volver a Japón en un par de días.
– ¿De manera permanente o temporal?.- el portero se sorprendió.
– De manera permanente.- contestó Aki.- He vendido mis muebles y objetos no indispensables y entregué el departamento. Mientras estabas de viaje con el Hamburgo, mi padre me habló para decirme que quiere que me haga cargo de la sucursal de nuestra empresa en Okinawa. Mi primera intención fue decirle que no porque eso significaría que tendría que separarme de ti pero entonces lo recapacité mejor y concluí que no tiene caso que me quede en Alemania por algo que a la larga no va a funcionar. En el fondo lo sabes, Genzo, que lo nuestro no tiene futuro y no veo la necesidad de sacrificar mi trabajo por algo que no lo vale. No me odies por ser yo quien tome la decisión y por decirlo de esta manera.
– No tengo por qué odiarte porque yo habría hecho lo mismo estando en tu lugar.- Wakabayashi estaba molesto.- Pero, ¿de verdad tu padre acaba de ofrecerte el puesto en Okinawa o no quisiste decírmelo antes?
– Juro que es verdad que me hizo esa propuesta hace poco.- respondió Akari, con honestidad.- Es cierto que había escuchado rumores pero él no quiso confirmar ninguno, hasta hace un par de semanas.
– Entiendo.- Genzo apretó la boca en un gesto agrio.- Supongo entonces que esto es todo. Lo único que me desagrada es que no me has dado la oportunidad de decir ni una palabra, Aki.
– ¿Para qué?.- replicó Akari, con una sonrisa triste.- Tú mismo me lo acabas de decir, no puedes prometerme que estarás más presente en mi vida y yo quiero estar con alguien que no sea un fantasma.
– Discúlpame, de verdad.- Genzo agachó la cabeza.- Siento que todo ha sido culpa mía y no sé ni siquiera en dónde estuvo el error.
– Yo no te estoy culpando de nada, al menos no directamente.- replicó Aki, con tristeza.- Si alguien tiene la culpa, es el fútbol.
No había más por decir, ella estaba determinada a no cambiar de parecer. A pesar de su entereza y de no tener la costumbre de mostrar sus sentimientos a los demás, Akari pudo darse cuenta de que Genzo estaba destrozado por dentro y trató de consolarlo por última vez.
– No todas las historias de amor tienen un buen final.- dijo ella, a manera de despedida.- Ni en todas habrá una tercera persona que se interponga. A veces simplemente es la misma vida, o la rutina, la que acaba con todo. Siempre tendrás un lugar especial en mi corazón, Genzo Wakabayashi.
Él dejó que Akari le diese un beso en la mejilla antes de marcharse. Cuando ella cerró la puerta tras de sí, el portero se dejó caer en el sillón, sin saber muy bien a cuál de todos los sentimientos que experimentaba en ese momento debía de hacerle caso. Por encima del resto, sin embargo, flotaba el enojo y la frustración.
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París, Francia.
Lily Del Valle subió las escaleras de buen humor. El elevador del edificio llevaba descompuesto tanto tiempo que ya ni se acordaba de que alguna vez sirvió; en ese día, sin embargo, nada podía hacerla molestar, las cosas le habían marchado de maravilla en el trabajo y había salido temprano, lo que le permitiría cenar en compañía de su prometido. ¿Qué más podía esperar?
Esa tarde era preciosa como pocas. Lily daba gracias porque, tras varios meses de sufrir y extrañar su país natal, por fin le había cobrado el gusto a vivir en una de las grandes metrópolis de Europa. Valía la pena estar ahí, después de todo estaba trabajando en el área de Urgencias de uno de los mejores hospitales del mundo, era difícil lamentarse de la decisión de abandonar México cuando le estaba yendo bien en el trabajo y también en el amor. Era cierto, a Lily le había costado mucho el adaptarse a vivir en Francia pero Elliot Shanks había puesto todo de su parte para ayudarla y eso contribuyó en gran medida a que ella pudiera aceptar a París como su nuevo hogar. Era bueno saber también que, después de años de indecisiones, ahora ellos podían considerarse como una pareja estable que había dado el enorme paso de irse a vivir juntos. Ninguno de los dos hablaba de matrimonio pero quedaba claro que ese pensamiento rondaba la mente de ambos jóvenes, tan deseosos de continuar construyendo una vida en común.
Conforme iba acercándose al apartamento que compartía con su novio, a Lily le llegó el aroma de una deliciosa cena que alguien preparaba; el olor se hizo más intenso cuando ella abrió la puerta y no pudo evitar reírse cuando vio a Elliot bailando al compás de una movida melodía de los noventas.
It´s a beautiful life, oh, oh, oh, oh, oh!
– ¡Ari! ¡Llegas justo a tiempo!.- dijo Elliot, acercándose a ella sin dejar de bailar.- La cena estará lista en menos de cinco minutos.
– ¡Eres un loco!.- Lily rio, dejando que él la guiara hasta el comedor.- ¿Has preparado esto para mí?
– Por supuesto, ma belle.- asintió él.- Quiero que pruebes una nueva receta que aprendí. Sólo siéntate y espera, yo me encargaré del resto.
– ¡Pero déjame ayudarte en algo!.- Lily se resistía a sentarse.- Aunque sea a traer la comida.
– De ninguna manera.- negó Elliot, dándole un beso en la frente.- Debes estar cansada de tanto trabajar en el hospital, tú sólo déjate consentir.
Lily volvió a reír mientras dejaba que su novio regresara a la cocina por la comida. Él estornudó y ella le deseó salud, como suele decirse en México cuando alguien estornuda. En ese momento, Lily recibió un mensaje de Whatsapp de Elieth, la hermana de Elliot quien además era su mejor amiga, y se distrajo leyéndolo, de manera que no supo el por qué él dejó caer la olla al piso, causando un estruendo que hizo saltar a Lily en su silla.
- ¿Estás bien, mi amor?.- preguntó Lily, preocupada.- ¿Te lastimaste?
No obtuvo respuesta. De hecho, Elliot no se veía por ningún lado; Lily no tardó en entender que eso se debía a que él debió de haberse caído al suelo junto con la olla. Ella se puso en pie y rápidamente acudió a la cocina, en donde Elliot yacía sobre un montón de ravioles desparramados. El cuerpo del hombre se retorcía violentamente y Lily supo de inmediato que estaba convulsionando.
– ¡Elliot!.- gritó ella, al tiempo que su instinto médico entraba en acción.- ¿Puedes escucharme?
La joven lo colocó boca arriba y le despejó la vía aérea para que no se ahogara, preguntándose si tendría en el departamento algún medicamento que ayudara a cortar la convulsión. No tuvo tiempo de averiguarlo pues el cuerpo de Elliot no tardó en dejar de moverse, quedando completamente inmóvil sobre el frío azulejo a cuadros de la cocina.
- ¡Elliot, reacciona!.- Lily se dio cuenta de que él no estaba respirando y se dispuso a darle resucitación cardiopulmonar.- ¡Vamos, despierta!
"¿Es una broma, verdad? ¡Vamos, Lily, eres médico! ¡Puedes sacarlo de ésta, se supone que eso es lo que sabes hacer!".
Ella no fue consciente de cuánto tiempo pasó aplicando compresiones en el pecho de su novio ni de cuántas veces insufló aire en su boca, pero hubo un momento en el que se dio cuenta, con mucho dolor, que no importaría cuántos minutos más gastara en eso porque Elliot se había ido ya y nada lo haría volver…
It´s a beautiful life, oh, oh, oh, oh, oh!
I just want to be here beside you…
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La tarde era cálida y hermosa, congeniaba poco con el funeral que estaba por llevarse a cabo. A lo lejos, Genzo vio a los Shanks abrazados entre sí mientras caminaban rumbo al mausoleo familiar. Para él fue sorprendente el enterarse de que uno de sus más cercanos amigos, Elliot Shanks, había fallecido de manera abrupta y repentina. Karl Heinz Schneider no le había dado muchos detalles, quizás porque no los conocía, así que Wakabayashi no sabía el por qué uno de sus amigos había muerto tan joven. Elliot era tan sólo un año mayor que él así que no podía achacársele su muerte a alguna enfermedad.
Elliot era una de las pocas personas a las que Genzo podía considerar como un amigo de verdad. Lo conocía desde que ambos eran niños, cuando Rémy Shanks llegó con su familia a Japón para tomar el puesto de embajador francés en ese país. En aquél entonces, Elliot, Leo, Erika y Elieth fueron lo más cercano a unos hermanos que Genzo llegó a tener, personas con quienes llegó a intimar más que con sus hermanos verdaderos. Elliot y Leo congeniaron bien con Wakabayashi a pesar de las trabas culturales e idiomáticas, quizás porque se conocieron en una época en la que hacer amigos era lo más sencillo del mundo. El portero habría de conocer después a otros niños japoneses, con los que jugaría fútbol y ganaría muchos torneos, pero ninguno llegó a tener el nivel de amistad que él consiguió con esos niños franceses. Cuando los Shanks se marcharon de Japón, Genzo siguió en contacto con ellos y llegó a reunirse con los cuatro en Europa en diferentes momentos de su vida, incluso Elliot acudió a varios de sus partidos contra el Hamburgo y le consiguió apoyo médico cuando Genzo se lesionó las manos, previo al Mundial Sub-19. El francés lo acompañó a algunas rehabilitaciones y consultas, siendo quien le presentó al doctor Stein, ese médico alemán que tanto sabía de medicina deportiva. Wakabayashi sabía que Elliot era alguien con quien siempre podía contar, sabía que él acudiría a ayudarlo si llegaba a necesitarlo y sabía también que jamás lo traicionaría sin importar las circunstancias. Ahora, Elliot se había ido de manera repentina, causando en el portero la sensación de haber perdido, una vez más, a alguien importante en su vida.
– Siempre te preocupaste por los demás pero nunca lo hacías por ti mismo.- murmuró Genzo, mientras se acercaba a los dolientes.- ¿Qué fue lo que sucedió contigo, viejo amigo?
Entre el cortejo fúnebre iba Gino Hernández, portero italiano que además era la pareja actual de Erika, la mayor de las hermanas Shanks; Elieth, como Genzo esperaba, iba acompañada por Karl Heinz Schneider y Leo, quien ahora era el único hijo varón de los Shanks, estaba en compañía de una mujer rubia a la que Wakabayashi no conocía. Delante de ellos caminaban Rémy y Susan Shanks, los padres de los jóvenes, llevando en las manos una urna dorada, la cual seguramente contenía las cenizas de Elliot. Elieth, al ver a su amigo, se dirigió hacia él, seguida muy de cerca por Schneider.
– Gracias por venir, Genzo.- le dijo ella, con los ojos húmedos.- A Elliot le habría gustado saber que viniste a despedirlo.
– ¿Qué fue lo que le pasó?.- Genzo le dio un fuerte abrazo a la chica.- Apenas hablé con él hace tres semanas y se escuchaba bien.
– Tenía un aneurisma en el cerebro y se le reventó.- Elieth movió la cabeza.- No entiendo bien todavía qué es eso, sólo sé que era un defecto de una de sus arterias en el cerebro y al romperse lo mató. Fue casi instantáneo, no había manera de poder hacer algo para salvarlo.
– Entiendo.- contestó Genzo, aunque lo cierto era que no lo comprendía todo.- Supongo que era algo que nadie sabía que tenía. ¿O había alguna manera en la que él se hubiese dado cuenta antes de que estaba enfermo?
– No realmente.- negó la muchacha.- Era casi imposible de saber que él tenía ese problema, por eso es que su partida ha sido tan repentina…
Wakabayashi saludó a Schneider con un gesto de cabeza, tras lo cual los tres se incorporaron al cortejo fúnebre. Cuando el grupo llegó al mausoleo de los Shanks, un sacerdote ya los estaba esperando para dar una pequeña misa en honor al fallecido, tras lo cual Rémy colocó la urna en el sitio destinado para ella. Al concluir el evento, Wakabayashi se acercó a los Shanks restantes y les presentó sus respetos, para después salir del mausoleo y darles privacidad a Rémy y a Susan. Elieth y Karl se encontraban afuera, ella llorando mientras él la consolaba, aunque se separaron al escuchar a Genzo.
– Lo lamento.- dijo él.- No quería interrumpir.
– No lo haces.- negó Elieth, limpiándose las lágrimas.- Gracias de verdad por venir, sobre todo considerando que tú no estás pasando por un buen momento tampoco.
– ¿De qué hablas?.- el portero enarcó las cejas, sorprendido.
– Bueno, de lo tuyo con Akari.- respondió Elieth, con cautela.- No tiene ni un mes desde que te separaste de ella…
– Ésas son tonterías, no compares la muerte de alguien importante con terminar una relación, Peque.- replicó Genzo, frunciendo el ceño.- Lo que yo pude sentir en su momento no se compara con lo que estamos pasando ahora.
– Sí, lo siento.- se disculpó ella.- Tal vez tengas razón pero no quería que sintieras que te estoy haciendo de lado.
– Nada de eso.- negó él, sonriendo a medias.- De todos modos ése es un tema que no quiero tocar con nadie.
En otras circunstancias ella lo habría regañado, le habría dicho que no estaba bien que él se guardara sus sentimientos, pero en ese momento Elieth no se sentía de humor para pelear por un tema que, como el mismo Genzo había dicho, no era tan importante.
– Después hablaremos de eso.- fue lo que respondió Elieth, resignada.- Gracias por venir, en cualquier caso, de verdad que a todos nos ha hecho sentir mejor el verte aquí.
– Esperaba que hubiese más gente.- confesó Genzo, ciertamente asombrado.- Elliot tenía muchos amigos.
– Organizamos una misa para que todos los que lo conocían se despidieran.- aclaró Elieth, mientras Karl la tomaba de la mano.- Pero decidimos que venir al mausoleo sería algo estrictamente privado, sólo para la familia y parejas…
– Hablando de parejas.- Wakabayashi se acordó repentinamente de un detalle.- ¿No tenía Elliot una prometida? ¿No está aquí?
– Sólo era su novia aunque ya vivían juntos.- respondió Eli.- Ella… no pudo venir, tuvo un colapso nervioso severo y el médico le prohibió que asistiera, creyó que su salud mental no lo resistiría. ¿Sabes? Ella estuvo con Elliot cuando falleció y no pudo hacer algo para salvarlo… Creo que eso la va a perseguir por el resto de su vida porque ella es médico…
Al escuchar esto, Genzo sintió mucha compasión por esa chica a quien no conocía y esperó que, a pesar de todo, sí fuese capaz de seguir adelante con su vida. No pudo evitar pensar que Aki tenía razón y que no todas las historias de amor estaban destinadas a tener un buen final.
Notas:
– La canción que Elliot baila es "It's a beautiful life", de Ace of Base.
– El nombre de Aki es simplemente "Aki", pero con mi tendencia a alargar los nombres cortos de las chicas de Captain Tsubasa, hice que su nombre completo en esta historia sea "Akari".
– Elliot no es hermano biológico de Elieth, es su hermano adoptivo ya que en realidad ellos son primos.
– Este fic es el que escribo todos los años para conmemorar el cumpleaños de Genzo Wakabayashi, que como ya muchos saben es el 7 de diciembre. Es una tradición que hago desde el 2004 y deseo seguir continuándola mientras pueda hacerlo. La canción base es Kiss on the Wind, de Mario Frangoulis, y los títulos de los capítulos fueron tomados de los lyrics de esa canción. Este año el fanfic será diferente ya que la historia quedó larguísima como para dejarla de un solo capítulo así que decidí partirla en varios, los cuales iré publicando cada determinado tiempo.
