Título: Por la crisis

Fandom: Axis Powers Hetalia

Pairing: España/Italia del Sur

Clasificación: K+

Advertencias: Utilizo los nombres humanos. Antonio para España y Lovino/Lovi para Italia del Sur. Mención de Rusia.

Palabras: 376

Notas: Siete meses después de escribir esto, supongo que cambiaría más de una cosa. Pero ya que he decidido colgar todos los drabbles de LJ de España y Romano, no importa la calidad, aunque ya veréis cómo mi concepción de estos dos va evolucionando. Por cierto, esto lo escribí más o menos en aquella época donde hubo aquellos incendios tan crudos en Rusia, de ahí su mención.


—Lovi... Ayúdame...

Fue lo último que dijo Antonio antes de caer al suelo de su casa, visiblemente enfermo. Lovino no supo qué hacer; tampoco se encontraba tan bien como parecía. Hacía semanas que no se quejaba como siempre... y nadie, excepto el español, se había percatado de ello.

—Serás estúpido... —gruñó el italiano, llevándoselo a rastras hasta su habitación.

«¡Dio, tan flacucho como parece y lo que pesa en realidad!», pensaba el castaño sin darse cuenta de las diferencias de tamaño entre su país y el de su carga. Arrancó las sábanas de la cama de la habitación de invitados, le quitó las deportivas y lo tapó tan bien como pudo. De pronto escuchó un hilillo de voz que parecía venir de muy, muy lejos.

—Gracias, Lovi... te quiero.

—¡No digas eso! ¿Pero por qué estás así de mal?

—Es la crisis... mi jefe es un inepto... un mentiroso. Dice que todo irá bien, cuando hay un montón de gente que está en el paro y sin poder pagar las hipotecas... y para postres, creo que ha habido otro incendio.

—Al menos no estás como en Rusia... ese idiota grandullón debe estar tirándose a la piscina a la mínima, si es que no está intentando apagar todos sus fuegos. Decían en la televisión el otro día que las temperaturas allí no eran tan altas desde hace 71 años.

—Sería gracioso verlo nadando en un lago, ¿verdad, mi Lovi querido?

No quiso imaginarse esa abyecta visión. Iván en calzoncillos y con la bufanda prendida en el cuello... uh. Puaj. Horrible. No era para nada gracioso, y lo mismo susurró cuando se echó junto a Antonio en la cama; los mareos eran cada vez peores... asco de economía, de jefe y de mundo.

Notó que unos brazos lo aprisionaban y que el español le obligaba a apoyar la cabeza en su pecho, mientras acariciaba sus cabellos tan, tan lentamente que se puso nervioso a los pocos segundos.

—¿Qué haces?

—El jefe te protege. Fusososo... —murmuró, durmiéndose de pronto y sin haber desaparecido todavía su fiebre.

Y Lovino clamó al cielo, suplicando a algún ente invisible que lo ayudara a entender la mente del hombre al que amaba.


Y hasta aquí lo que se daba. La próxima semana colgaré otro :3

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