AUTORA:
Hola, este es mi primer fic y soy... JAJAJAJA Okno, esta vez dejare que si hace falta me abucheéis de lo mal que pueda llegar a estar... xD Así que cruzo los dedos. 8
Creo que los que ya leyeron la anterior historia, sabrán perfectamente que esto es la continuación, y para los que no lo saben, es mi obligación mandaros hacía atrás y deciros que primero leáis "Es, fue y sera mi debilidad" :) ¡ES UNA ORDEN!
NO AL PLAGIO:
Los personajes no me pertenecen, estos son exclusivamente propiedad de CAPCOM. Lo único que me pertenece es la historia y su trama.
NOTA IMPORTANTE:
· Letra Normal: Para las acciones.
· Letra Negrita: Para los diálogos.
· Letra Cursiva: Para recuerdos, sueños o pensamientos.
.Cicatrices que marcan.
.Chapter 1.
¿Por qué construimos sueños? ¿Por qué solo, y únicamente, cuando dormimos? ¿Puede ser porque sabemos, de ante mano, que nunca se cumplirán, o porque tenemos una pizca de esperanza?
...
Cerró la puerta detrás suyo, produciendo una ola de aire helado que le causo un escalofrío. Se envolvió entre sus propios brazos e intento contener algo de calor, pero hacía demasiado frió y la casa, por mucho que estuviese habitada, siempre parecía estar vacía, porque aún siendo de carne y hueso, algo dentro de su corazón había cambiado.
Se sentó encima de la cama, llevándose con ella no solo su propio peso, sino también el de todo el largo y duro día. Suspiró cansada y se dejo caer de espaldas contra el colchón. Se tapo el rostro con las manos y recordó como siempre lo hacia. Desde aquel día, cuando todo, por muy duro que pareciera de asimilar había ocurrido... Después de tanto tiempo, había aprendido lo que era de verdad una perdida, lo que significaba que realmente alguien se le escapase de entre las manos, o puede, que realmente, su corazón hubiese aprendido no a olvidar, pero si a no recordar, porque era doloroso, porque estaba sola, y por mucho que pensara en pasar pagina, nadie lo igualaba.
Se frotó los ojos con cansancio, se quitó los zapatos de una forma que nunca jamás había utilizado y sin quitarse la ropa, subió hasta recostarse en la cama. Se encogió tanto de brazos, como de piernas, formando una especie de bola, y cerró los ojos. Estaba muy cansada, y ya no tenía fuerzas… No para recordar, no para sentir culpabilidad ni estúpidos reproches. No quería porque aunque fuese una mujer fuerte y luchadora, el dolor de los años se acumulaba y sopesaba en la consciencia, sabiendo que lo tenía vivo, pero a la vez muerto... El peor dolor que jamas había vivido.
...
Despertó al escuchar un leve sonido, y es que a pesar de los años, nunca bajaba la guardia, y no le importaba, puesto que más de una vez, este instinto, le había salvado el pellejo.
Se frotó los ojos, acostumbrándolos a la poca luz que había en el lugar y se levantó con velocidad. Una vez en pie, miró fijamente la puerta de su habitación, no era de crearse fantasías, pero algo dentro de ella quería encontrarse a alguien tras esa puerta. Podía parecer tonta e incluso boba, pero nunca nadie, tendría el derecho de restregarle por la cara el pensar en él.
Caminó descalza por el suelo un par de metros y decidida, tomó en su mano izquierda el pomo de la puerta. Sin perder mucho tiempo y lentamente, a causa del cansancio, empezó a abrir la puerta. Su corazón inevitablemente se aceleró, sus pupilas cobraron un tamaño considerable, su respiración empezaba a ser preocupante, pero ¿como podía estar así, tan nerviosa? Lo más probable es que no lo encontrara, y ella lo sabía, pero algo dentro suyo, una pequeña luz llamada vida, se aferraba a su recuerdo porque era imposible negar que sufría. Su expresión cambio por completo al acabar de abrir la puerta del todo. No había nadie y lo peor era, que tampoco estaba esa persona a la que estaba esperando, y seguiría esperando...
Cerró los ojos cansada, haciéndose la idea de que su mente la engañaba continuamente y le había hecho imaginarse ruidos, o quizás no se lo estuviera imaginando y solo hubiese sido el viento contra la ventana. Fuera lo que fuera, nunca lo sabría.
Abrió nuevamente los ojos, encontrándose con el pasillo, al fondo se encontraban las escaleras. Movió sus ojos hacía la derecha, justo a un par de metros de distancia de donde se encontraba y observó detenidamente una puerta. Cambió de ángulo y ahora había fijado la vista en otra puerta igual, pero que se encontraba al lado izquierdo, justo delante de la anterior. Suspiró aliviada al ver que todo estaba en orden y es que desde hace unos años, aprendió algo nuevo.
Se tranquilizó y empezó a cerrar la puerta lentamente, pero no pudo acabar con su tarea porque unas manos la tomaron por detrás atrayéndola salvajemente a la vez que le tapaban la boca y la ponían de cara.
La persona que la había apresado, la sujetó con fuerza sin dejar de soltarla y en un acto reflejo, la empujó hacia atrás hasta hacerla chocar contra la puerta y cerrar esta al instante. Sonrió victorioso y soltó a la mujer del agarre. Suspiró aliviada al ver de quién se trataba, al final de todo, si que era él.
— Besa... — Empezó la mujer decidida, pero no pudo concluir con lo que iba a decir, puesto que unos dedos le habían sellado los labios.
— Shh... — La hizo callar al momento porque sabía perfectamente lo que la mujer quería y podría arriesgar a decir que el hombre había escuchado sus pensamientos.
¡Bésame!
Le dedicó una medio sonrisa y se dispuso a cumplir la petición de la mujer. Apartó el dedo del contacto de los labios de la mujer y lo llevó lentamente hasta posarlo debajo de la barbilla de esta. Le levantó el rostro con delicadeza y directo como una flecha beso sus labios, cumpliendo con su petición.
No pudo reprimir un gemido que escapo de sus cuerdas vocales y que sin intención alguna alentó al hombre.
La beso lentamente, a diferencia de ella que parecía desesperada. Apoyó las dos manos en los hombros de la mujer y deslizó sus dedos por los brazos de esta acariciándola hasta llegar a sus manos. Entró sin permiso y entrelazaron los dedos.
Se separó del tan anhelado beso que su hombre le estaba brindando y respiró varias veces hasta quedar apoyada contra su pecho. Quedó unos segundos pensativa y después de sonreír con dulzura sin importar nada más, lo abrazó; se soltó de su agarre para pasar las manos alrededor del cuello del hombre a la vez que rozaba contra su piel caliente, se acercó a su oreja y le susurró algo.
― Dilo… ― Por alguna razón, quería escuchar su voz, oírle pronunciar su nombre, silaba a silaba, letra por letra, si hacía falta, le obligaría a hacerlo, porque aún teniéndolo a sus píes, aún sabiendo que era su esclavo, quería escucharlo.
Sucumbió a sus encantos –siempre lo hacía-, a su tacto mágico –¿cuando no era mágico?- y dejo devorarse lentamente –como le gustaba-, escuchando, a su vez, la agitada respiración de su amado sobre su cuello a causa de la excitación de ambos.
La sujetó con cierta posesión por las caderas, le dio la vuelta en cuestión de segundos y con desesperación, la puso cara a la pared, acto que fue suficiente para sacarle a la mujer un gruñido. Ansioso, empezó a besarle el cuello, humedeciendo, no solo este, sino otras zonas del cuerpo tanto de ella como de él.
Llevó sus dos manos directas contra la superficie de la pared estabilizándose y se estremeció solo de notar como ahora, las manos traviesas de su amado, buscaban algo más que delicadas caricias, arrebatándole salvajemente, las prendas de ropa que llevaba puestas. Ella no se lo negaría, no lo haría, porque lo deseaba, y lo cierto era que lo quería a cada instante, así que movió su cintura, sensualmente, a la vez que producía un roce, intencionado, entre la zona del hombre y su culo.
― ¡Hazlo! ― Le ordenó Ada sin especificar que. Pero no hacía falta, porque todo lo que ella pensaba, se cumplía y Leon se encargaba de llevarlo acabo.
La sujetó por el pelo, le dio un tirón brusco y le mordió el cuello, como si quisiera hacerle daño, pero el caso era que nunca podría llegar a hacerlo… no sería capaz.
Llevo sus dos manos directas al cuello del hombre y desesperada empezó a suplicar más, a respirar pesadamente y a perder la noción del tiempo pero parecía que el tiempo, cuando permanecían juntos, volase.
Se estremeció nuevamente, pero ahora, acompañándolo con un gemido. Una de las mordidas de su amado, había sido mucho más brusca de lo que se esperaba, pero aún así su cuerpo seguía pidiéndole más dolor físico, seguramente para contrarrestar el dolor de su corazón, para calmar su alma, y para perderse en un sueño.
Podía escuchar sus pensamientos –claro, si era su títere…-, sentir su excitación –la de ambos- y el latir de su pecho –raro si se tarta de un…-, pero no importaba, porque no necesitaba más para saber que la mujer deseaba empezar con la diversión. La soltó del agarre, pero sin dejar de tenerla pegada contra su cuerpo que le estaba dando la espalda, empezó a acariciar cada uno de sus senos por encima, apretándolos a intervalos de tiempo.
Se mordió el labio inferior, y después de estremecerse ante el tacto del hombre, reprimió un sonoro gemido de placer. Sus ojos permanecían cerrados y su mente recreaba la siguiente escena, quería que el juego fuera a más, y como por arte de magia, Leon, dejo los senos de la mujer, para bajar lentamente por su vientre, deteniéndose en cada curva y deleitando a la mujer con su tacto. Ella, que seguía perdida, no dejaba de suspirar pesadamente, sabiendo a donde se dirigían las manos traviesas del hombre, formando un camino sin retorno muy escurridizo, al cual deseaba llegar.
Sus manos tocaron cuero, lo resiguieron hasta dar con la hebilla y muy lentamente, empezó a desabrochar el cinturón de la mujer como si la estuviera poniendo a prueba y a la vez castigándola sexualmente. Tentándola y sacándola de quicio… Pero el caso, es que solo cumplía sus deseos, y ella deseaba sufrir, puede que fuera porque su corazón estaba lleno de sufrimiento y aunque no fuera voluntario, no podía negarlo.
No podía resistir más, y necesitaba ser amada, tocada y sentirse mujer, así que estiró del pelo del hombre bruscamente, queriendo hacerle daño. Lo puso a la altura de su rostro, y sin dejar de estirar de sus cabellos, le susurró algo.
...
Otro escalofrío le recorrió de arriba abajo erizando su piel e inconscientemente, su cuerpo se encogió mucho más, abrazándose a sí misma, deseando ser abrazada y envuelta por unos brazos que no fueran los de sus...
Estaban en Enero, época del año donde el frío, era de notar. Necesitaba volver a su temperatura normal cuanto antes, y ahora lo único que deseaba era entrar en calor, pero esto, la mente podía malinterpretarlo, o realmente le concedería lo que deseaba. Porque dicen, que quién espera, desespera, y ella ya había esperado demasiado tiempo.
...
― ¡Ahora…! ― Le medio susurró y regaño a la vez por no cumplir con su labor de hacerla gemir incontroladamente como mujer que era.
El hombre, por un momento, dibujo una sonrisa maliciosa en su rostro, dejando ver sus dientes, que por un momento parecieron brillar con… nada, no había luz, pero aún así resplandecieron. No perdió el tiempo y al momento, introdujo su mano en el interior del pantalón de la mujer. Acarició por encima de la prenda interior la feminidad de la mujer.
Ada, nuevamente, y sin poderse contener ni reprimir el sonoro gemido, incitó a que Leon se adentrara más en ella. Demandaba sexo, por alguna extraña razón, se comportaba distinta, estaba ansiosa... y ella no era así, si tenía algo es que era paciente.
Levantó con sus dos dedos y mucha sensualidad la prenda de la mujer e introdujo sus dos dedos dentro suyo, lentamente, dejándola disfrutar al fin, del placer que hace tanto que no presenciaba y… -seguía sin presenciar-. Su rostro dibujo una sonrisa maliciosa y empezó a mover sus dedos dentro de ella, deteniéndose en ese pequeño botoncito, acariciándolo y dibujando pequeños círculos, masajeándolo y excitándolo, porque eso era lo que ella quería y él solo obedecía.
Su feminidad empezaba a sentir lo que exigía desesperadamente sentir, porque siempre que dormía, acababa haciéndolo. No se conformaba con un simple toque, pedía y rogaba más, porque ella era la única que sufría día a día y si en algún momento podía desconectar, era su obligación disfrutarlo al máximo sin importar lo que conllevase.
Cogió la otra mano libre de Leon y la situó justo encima de su seno derecho, porque ya no podía resistir más. Pero otra vez, Leon escuchó los pensamientos de la mujer y empezó a jugar con los pezones, produciendo que de la boca de esta, escaparan gemidos. Después de divertirse un rato, empezó a mover hábilmente los dedos dentro suyo, y a acariciar cada zona erógena de la mujer. Penetro velozmente los dedos en el interior de ella y no la dejo descansar aún notando su respiración, porque sabía que ella deseaba más, y él no debía detenerse, simplemente, no podía.
Su organismo se encendía. Empezaban a producirse pequeños espasmos y se encogía sobre sus formas como le era posible, porque el placer era tan grande, que no podía soportarlo mucho más, así que empezó a moverse hábilmente con sus caderas, para llegar a presenciar más placer del que era capaz de soportar, pero por alguna razón, nunca era suficiente, porque siempre faltaba algo… -o alguien- como si fuese un fugaz sueño.
Intentaba de alguna forma mantenerla en pie y no dejar que se escurriera entre sus brazos, porque sabía que la estaba llevando al límite, más bien, debía llevarla al límite. La sujetó con más fuerza y aceleró el ritmo de sus dedos, hasta que Ada, involuntariamente gimió, dando el acto por finalizado. Se volvía loca cuando Leon le hacía gemir solo con tocarla, porque la dominaba y la sometía de la manera más ridícula, aún así, era excitante.
Respiró varias veces recuperando el aliento, pero no le costó mucho volver a su estado. Se dio la vuelta y sin pensarlo dos veces, beso los labios del hombre desesperada. Cerró los ojos tan fuerte como le fue posible, y atrajo al hombre contra su propio cuerpo. Desabrochó la camisa de este y ansiosa la tiró contra el suelo, queriendo sentirlo, notar su calor, su tacto, recorrer cada centímetro de su piel expuesta y rociarse de su aroma.
Después de haberse quitado la camisa, sin poder contenerse mucho más, atrajo a la mujer hasta pegar sus cuerpos por completo y notar el roce de los recién endurecidos pezones de la mujer chocando contra su torso desnudo.
¿Porque no sentía nada estando a su lado, al lado de un hombre –su hombre-? ¿Porque aún y besándolo, no recordaba el sabor de sus labios? Le daba igual, porque nunca se paraba a pensar.
...
Una sala vacía y un monitor que controlaba sus constates empezó a cambiar. Durante mucho tiempo había permanecido "durmiendo", pero ¿seguiría durmiendo o despertaría de una vez?
Siempre supo de alguna forma su destino, pero ¿era culpable de ser consciente de esto, de no hacer nada para impedirlo? No, pero él fue el que decidió seguir a su lado, aún sabiendo que conllevaba muchos riesgos, por no mencionar que no era nada fácil de domar. Pero creo, que de todas formas hubiese aceptado el precio, porque no había nadie más. Fue entonces que algo dentro no solo de él, sino también de ella, cambió.
El intento de arrebatar un corazón y sanar este, es imposible, siempre quedan secuelas y daños que repercuten tarde o temprano.
...
La tiró de un empujón encima de la cama, como ella deseaba. Se subió encima de Ada y empezó a devorarla. Comenzó plantando delicados besos sobre la piel de su pequeño cuello, que se tornaban más hambrientos y salvajes a cada suspiro de la mujer, haciéndola estremecer y aferrándose a su cuerpo, exigiendo más.
Quería probar sus besos nuevamente, esos que ya había olvidado, era extraño, en teoría los había saboreado hace tan solo unos minutos. Levantó el rostro de Leon, sujetándolo con ambas manos y lo beso desesperada. Él correspondió e introdujo la lengua, recorriendo el interior de la boca de la mujer.
Ocupada con el beso, quiso tocarlo, porque hasta el momento solo había sido él el que se divirtiera y gozara de su suave tacto, así que bajo una de sus manos, pasando primero por la mejilla de hombre, notando a su paso los pequeños pelos de la barba de hace dos días que raspaban ligeramente, cosa que la excitó mucho más. Continuó acariciando el cuello del hombre hasta llegar a tocar los pectorales. Resiguió lentamente con la yema de los dedos las líneas de su pecho, haciéndose la idea que tenía a un perfecto dios delante suyo, sonriendo para si misma y disfrutó.
Mordió con lujuria y desesperación el labio del hombre notando como los dos estaban, y sin excusa alguna, calientes tanto por dentro como por fuera. Cortó el beso salvajemente y respiró pesadamente.
Se separó de ella y volvió a escuchar sus pensamientos, al instante, le levantó el rostro con violencia y la miro por unos segundos fijamente y dubitativo. Se acercó de nueva cuenta a sus labios, pero antes de actuar, se detuvo y le lanzó una mirada a la mujer que pedía permiso para actuar. Ella, en respuesta le dedico una sonrisa seductora. El hombre rió para sus adentros y después de sonreír y confirmar su permiso, se acercó a los labios de esta y en vez de besarlos, los lamió de arriba abajo, saboreándolos y manchándolos de su saliva.
Dejo devorarse lentamente por la lengua de Leon, siendo testigo y victima de como enloquecía frenéticamente cuando el hombre le hacía el amor... esa forma que tenía para excitarla y sus minuciosas técnicas de excitación. Cuando Leon acabo de divertirse, lo vio retirarse lentamente mientras le regalaba una sonrisa coqueta. Sonrió maliciosamente, deseando la llegada de su turno y sin esperar mucho tiempo, ahora siendo ella la que siguiera, lamió los labios de Leon de arriba abajo, manchándolos de igual manera que él. Se detuvo un segundo a respirar, pero ya era demasiado tarde, ahora Leon también luchaba con su lengua por dominar la batalla.
Acabo muy exhausta por ese beso tan apasionado. Se separó de Leon y quedo pensativa unos instantes. Era de noche y el lugar estaba oscuro, no les hacía falta luz para hacer el amor, pero, de todas formas, siempre quería una pizca de luz, para poder perderse en esos preciosos ojos, que aún no había visto, y seguramente no vería, al menos no hoy. Dejo de pensar y actuó, paso su manos por el cabello de este, y de un tirón brusco, lo jalo, hasta tenerlo a menos de cinco centímetros. Se acercó lentamente a su oreja para susurrarle algo.
― Dilo… ― Le exigió con tono sensual mientras dejaba escapar lentamente el aire sobre su oreja.
Por alguna razón y a diferencia de las otras veces, Leon no hizo caso alguno, seguramente porque ahora no podía escuchar sus pensamientos, porque Ada, ya no recordaba su voz, porque la había olvidado, porque la nostalgia de su voz era sumamente dolorosa.
El hombre no dijo nada y sin hacer caso de su orden, con mucha habilidad, se escurrió de su agarre. Le sujetó ambas manos, las puso por encima de ella y de su cabeza, y de esta forma la aprisionó.
No opuso resistencia, únicamente, gruño frustrada, no era su estilo perder, por eso dibujó una sonrisa maliciosa en sus labios y envolvió sus piernas alrededor de la cintura de este. Se movió lentamente produciendo un roce entre sus sexos, cosa que hizo que Leon gruñera excitado y esto, la enloqueció a más a más a ella. Cada vez estaba más desesperada, y por alguna razón no podía detenerse, nunca podía… no era suficientemente fuerte, la mente siempre ganaba y la sumergía en un mundo de ensueño.
Chocó sus labios contra los de la mujer, esta soltó un gemido tras otro de placer. Dejó de aprisionarla y la soltó del agarre con delicadeza, se separó de ella y empezó a bajar por su cuello, dejando a su paso, pequeñas marcas. Llegó a los pechos de esta y empezó a succionarlos con sensualidad, endureciéndolos al momento y provocando que de la boca de la mujer saliesen palabras que exigían más.
Resiguió la figura de Leon con las manos, mientras se retorcía del doloroso placer que notaban sus pezones, paso sus manos por la espalda del hombre y clavo sus uñas salvajemente. El dolor era intenso, pero el placer lo compensaba, y era por esto, que le gustaba que el sexo fuese salvaje, porque las marcas demostraban que se entregaban al máximo. A diferencia del hombre que la dominaba, ella no hacía nada, solo dejaba hacerse, lentamente, como si fuese esclava del sexo, pero lo que no sabía era que realmente si lo era, esclava de Leon.
Se dio la vuelta, tocándole a ella divertirse. El hombre quedo sorprendido, se había subido encima de él en cuestión de segundos, con una habilidad innata.
Tan pronto como hizo este movimiento, y sin poder resistir mucho más, beso furtivamente los labios del hombre, a la vez su pequeña mano traviesa se dirigía al pantalón de este. Desabrochó el cinturón e introdujo la mano en el interior. Pudo comprobar que su miembro ya palpitaba de excitación y demandaba sexo, seguramente ya era ahora de pasar a la acción, pero antes se divertiría un poco más.
Se apartó de él, bajo hasta su cuello y lo mordió salvajemente como a él le gustaba, dejando una marca a su paso. Continuó por su pecho, pero no se detuvo, bajo hasta la cintura de este, y justo en la pelvis, planto un delicado, pero sexy beso, cosa que hizo que el hombre gruñera de placer. Sonrió victoriosa ante ese acto y velozmente saco, tanto los pantalones como los boxers de Leon dejando al miembro expuesto al aire libre. Como no le gustaba devorarlo de una vez, empezó lamiendo cada pequeña sección de las partes del hombre, succionando cada pequeño rincón y plantando salvajes, pero pequeños besos, a la vez que tomaba el miembro entre sus manos, para empezar con la diversión.
...
Un leve sonido escapo de sus finos labios, se movió sobre si misma y agitó la cama de tal manera que las sabanas quedaron algo revueltas. Lentamente, pero a un ritmo considerable, su corazón y su pecho, empezaron a latir con más intensidad.
Nadie se había dado cuenta, puede que fuera porque era un detalle poco importante, pero la luz de la luna que entraba por el pequeño hueco de la ventana, producía un efecto de luces muy poco común que casualmente enfocaban e iluminaban el rostro de la mujer. Podía apreciarse sus labios finos, su pequeña nariz y finalmente sus dos ojos cerrados, pero si se miraba detenidamente, podía observarse como justo encima de su ojo izquierdo, caía un poco de su flequillo, de un color negro muy intenso, inconfundible e incapaz de olvidarse.
Por un instante, se retorció sobre si misma, dolorosamente, y aunque su expresión parecía calmada y tranquila, muy en el fondo su dolor aumentaba a cada segundo.
...
Sus movimientos aceleraban, y su miembro cada vez palpitaba más y se endurecía considerablemente. Era sorprendente, pero Ada era una diosa del "chupar". Cerró los ojos disfrutando del sabor de su sexo y la excitación que desprendía, a ella no le molestaba la situación, es más, podría decirse que disfrutaba llevando al límite al hombre, siempre le había gustado y nunca dejaría de hacerlo… si es que se daba el caso.
De la boca de Leon, escapo un pequeño sonido de satisfacción, cosa que Ada escuchó y solo pudo reír maliciosamente declarándose victoriosa entre la batalla del gemir, pero es que ella deseaba oír su voz, oírle pronunciar su nombre mil veces, de todas la formas posibles, hasta gastarle el nombre, rogarle más, porque ya no era capaz de recordarlo.
El ambiente empezaba a sofocar, la agitación y el ejercicio por parte de ambos, los excitaba no solo a ellos, sino a todo el ambiente, después de todo, es lo que producía el sexo, ¿no?
Sacó el miembro de su boca, relamiendo todo el contorno y succionándolo a la vez. Sonrió como siempre lo hacía, de esa forma, tan característica y después de incorporarse y subir hasta quedar a la altura del hombre, lentamente y de una forma sensual le susurró algo en el oído.
El hombre se estremeció solo de sentirla tan cerca, a menos de cinco centímetros y de poder presenciar el roce de sus pechos contra su torso desnudo, pero lo que de verdad le hizo perder la razón completamente fue su voz, que no solo le exigía sexo, gemidos y pasión, sino que sin escuchar nada de sus palabras, haría todo lo que ella le pidiera, porque era esclavo, porque él no existía sino era por ella y únicamente para ella. Llevó sus manos alrededor de la cintura de Ada e inconscientemente, bajo hasta posarsarlas sobre sus glúteos y mientras los sujetaba con fuerza y empezaba a ejercer presión, continuó escuchando la voz de la mujer.
Se separó del hombre lentamente, sonriendo de lado y quedando cerca de él. Sujetó con fuerza su rostro y le cuestionó si todo le había quedado claro.
— ¿Esta claro? — Susurró cerca suyo medio furiosa. El hombre no respondió, pero seguramente, este acto dejo claro que Leon lo entendió perfectamente. Aunque de todas formas, Ada no quedo satisfecha, así que lo sujetó con más violencia y lo sometió. — ¡Dilo! — Le exigió.
Leon, rió con maldad y le dio la vuelta muy hábilmente, de tal forma que la mismísima Ada Wong quedó sorprendida. Una vez encima de la mujer, y antes de que esta pudiese rechistar o resistirse, le sello los labios con su dedo índice.
— Shh... — Nuevamente, fue lo único que salio de la boca del hombre, obligándola a obedecer en contra suya y a ceder.
La mujer sin darse por vencida y harta de la situación, quiso divertirse aún más. Sonrió con maldad y saco su lengua para empezara juguetear con el dedo de hombre. Comenzó lamiendo este por los lados, resiguiendo el contorno y dibujando pequeños círculos que incitaban a más, mientras, no dejaban de mirarse fijamente a los ojos, tentadoramente y con cierta gracia.
Leon, excitado y perdiendo la cabeza, introdujo -culpable de sus actos-, su dedo índice en el interior de la boca de la mujer exigiendo más e incitándola a que siguiera, porque el inició de este juego le gustaba y seguramente lo mejor, vendría dentro de poco.
Abrió la boca, dando permiso y paso al dedo, dejándolo introducirse en el interior. Cerró sus labios y jugó con su pequeña, pero traviesa lengua y el dedo del hombre, que desesperado, se movía velozmente en todas direcciones. Gimió intencionadamente de una forma que excitó a Leon a más no poder, pero que causo que el hombre dejase de mover su dedo.
Ada aprovechó este acto involuntario para lamer y acabar de chupar el dedo, para luego sacarlo lentamente de su boca dejándolo impregnado de saliva.
Sonrió maliciosamente mientras observaba al hombre que le devolvía el mismo tipo de sonrisa. A continuación y con el mismo dedo, que acababa de ser chupado, empezó a bajarlo por el vientre de la mujer formando un camino. Llegó y se detuvo justo encima de la feminidad de la mujer, acariciando tentadoramente la fina prenda de ropa que vestía.
...
Un espasmo la hizo temblar sobre de la cama, pero solo duro unos segundos, pues dicen que los buenos momentos son los que menos duran. Puede que después de todo, si fuera verdad, porque si repasamos los buenos recuerdos que posee... son realmente muy pocos. Volvió a estremecerse sobre la cama aforrándose lo más que pudo a las sabanas, pero al momento, se relajo, y por suerte, volvió a su estado normal.
El reloj de la mesita de noche marcaba las 8:00 a.m. Ya era uno de enero y no es que esperara nada nuevo, porque la verdad, llevaba una vida bastante monótona con algún que otro cambio importante, pero desde lo sucedido... que no volvió a ser la misma.
Toda la gente que conocía había pedido regalos, incluso el perro del vecino, pero a ella... ¿a ella quien le regalaría algo? Ella no pedía ni lo más caro, ni lo más lujoso, ni lo más exótico del mundo, como otras personas que no apreciaban lo que tenían, sino que a diferencia de estas, ella se conformaba con algo especial, algo que llevaba pidiendo desde hace cinco años.
Y esperaba que por una vez en su vida, algo saliera bien... No se arrepentía de nada, pero si que es verdad que cada día se maldecía por no haber actuado de otra manera.
...
Dibujo una sonrisa maliciosa y a continuación soltó una pequeña risa juguetona y alentadora. Leon era consciente de la desesperación de la mujer, y por eso, era su obligación llevarla al máximo y hacerla sufrir, porque aunque ella lo negara, le encantaba torturarse sexualmente. Bajo su dedo y sin introducirlo en el interior de esta, empezó a dibujar pequeños círculos y a acariciar toda la zona, pero sin penetrar sus dedos.
Ansiosa y sin poder contenerse ni un segundo más gruño molesta, lo que estaba sintiendo era con diferencia una sensación totalmente nueva, que nunca antes había experimentado y que por supuesto, odiaba con toda su alma, el crearse una fantasía al lado de Leon, era algo excitante, pero a su vez… odioso.
Su cuerpo se estremeció ligeramente e inconscientemente por su desesperación levantó ligeramente las caderas buscando placer, porque el hombre parecía divertirse con la situación, y ella cada vez estaba más impaciente. Llevó, harta del juego, una de sus manos directa al pelo de Leon y como había hecho anteriormente lo estiro bruscamente sin piedad hasta tenerlo pegado contra su rostro.
Leon se anticipo y besó los labios de la mujer con pasión, seguramente para distraerla. Y así fue, la distrajo con el apasionado beso mientras no dejaba de tentarla con el dedo que seguía sobre la feminidad de esta, jugando al "entro… no entro".
Aunque pareciera muy concentrada con el beso que estaba presenciando, no podía dejar de desesperarse a cada segundo. Así que molesta por el jueguecito del hombre, mordió su labio inferior salvajemente produciéndole un intencionado dolor, pero que lo único que consiguió fue hacer el "acto" más apasionado y extremadamente excitante… para los dos.
Se apartó de golpe como acto reflejo y notó como el dolor palpitaba en su labio inferior por el reciente mordisco.
— ¡Ups! — Espetó Ada a la vez que sonreía de lado sin intención de ocultarlo. El hombre gruño y al momento penetro de golpe sus dedos en el interior de su vagina, seguramente para vengarse.
Soltó un pequeño gritó producto del dolor, pero el abundante placer la hizo acabar el gritó con un gemido. Aunque hubiese sido tan brusco, le daba igual, deseaba ser tocada por… Abrió ligeramente los ojos después de haber gozado completamente y lo primero que se encontró fue con la enorme sonrisa burlona de Leon que reflejaba, claramente, deseo. Enloqueció al instante por el acto salvaje del hombre, le encantó y además, ahora, ella tampoco sería nada delicada. Cerró sin previo aviso los ojos, nuevamente Leon penetraba sus dedos en el interior y como era de esperar se retorció sobre la cama levantando inconsciente sus caderas.
La vio estremecerse sobre si misma, retorciendose placenteramente y aguantando el control sobre si misma, porque ya no era capaz ni de controlar su propio cuerpo que se movía a causa de pequeños espasmos. Bajo lentamente hasta llegar a su cuello sin dejar de penetrarla lentamente. Beso su cuello acompañándolo con pequeñas mordidas que a su paso, dejaban ligeras marcas, y al instante, escuchó como la mujer había dejado escapar excitada el aire sobre su oreja. Sonrió sin dejar de penetrarla a un ritmo constante ni de plantarle pequeños mordiscos sobre su cuello.
Sus manos ahora, acariciaban delicadamente el pelo del hombre, perdidamente loca por sus, ahora, húmedos besos y totalmente fuera de sí. Suspiró de nueva cuenta sobre la oreja del hombre y gimió sensualmente producto de la excitación. Lentamente se fue aferrando más al pelo de este; sus dedos pasaron entre la fina cabellera rubia, entrelazándose y cerrando los dedos, produciendo un leve tirón, por culpa de lo que ahora su feminidad empezaba a sentir. Movió con torpeza su rostro, aún con los ojos cerrados, buscando apoderarse de los labios de Leon, este se separo de su cuello y entendiendo muy bien las intenciones de esta, la beso de lleno, esta vez, sin torturarla.
Retiró los dedos lentamente de su interior aún sin haberla hecho llegar al orgasmo y subido su mano acariciando a la mujer por el costado hasta sujetarla por la espalda. Dio un ágil giro sobre sí mismo quedando debajo y ella sobre su cuerpo.
Sonrió para si misma sin dejar de besarlo al presenciar el cambio de posiciones que había llevado acabo Leon. Sabía que ya era hora de pasar a la acción…
...
Un médico, se acercó a la camilla del hombre y lo examinó, no había mucho que hacer, pero era la rutina, y sin tener esperanzas de que despertara, era su obligación y por eso mismo cobraba.
Acabó de comprobar su estado, y cuando se aseguro de que todo estaba correctamente, salió de la habitación como de costumbre y llamó a una enfermera para que se encargase de lo demás.
La enfermera se adentró en el lugar, se detuvo y observo al hombre encima de la cama; como siempre, en el mismo estado y sin cambio alguno. Suspiró pesadamente compadeciéndose del pobre hombre, de su familia y amigos, no era nada fácil tener que vivir con ello. Además, sabía que el hombre recibía muchas visitas de muchas personas, algunas más que otras, pero aunque todos tuviesen aspecto diferente o vidas completamente distintas, compartían la misma expresión. El primer y el segundo año la gente era lo más positiva posible, incluso traían flores continuamente, pero luego, más concretamente en el tercer y cuarto año, las cosas se volvieron diferente y la gente empezaba no a darse por vencida, pero si a perder la esperanza, ya no habían tantas visitas, pero a pesar de esto, había unas cuantas personas que por mucho que pasasen los días, nunca dejaban de venir, es más, una mujer, se encargo personalmente de pagar el mejor tratamiento y médico, pero no fue suficiente. No para este caso.
Cogió las sabanas, las dobló y guardó, luego y como cada miércoles, trajo las flores. Las ordenó de mayor a menor tamaño y las puso por toda la sala, pero se dejo la más grande todas para el final. Cogió el último jarrón de tulipanes rojos y como siempre y a petición de una mujer se dirigió hacia la mesa que había justo al lado del hombre, pero no sin antes volver a detenerse e intrigada se puso a su lado y lo observó nuevamente, viéndolo tranquilo, parecía descansar en paz, pero no lo sabía a ciencia cierta, pues siempre parecía el mismo.
Un acto involuntario hizo mover al hombre acompañándolo de un espasmo. La mujer se asustó al momento y saltó hacia tras. Después de ver que no pasaba nada, se calmó pero muy en el fondo suyo, sabía que algo cambiaba... Puede que fuera únicamente la curiosidad o el susto del momento... Fuera lo que fuera la mujer, convencida de sí misma y sobre todo curiosa, se acerco más de lo normal al hombre. Casi, podría decirse que su intención era besarlo, aunque seguramente lo había pensado más de una vez... ¿Quien no?
Fue todo muy rápido, sus pupilas se dilataron, a cámara lenta, su boca empezó a abrirse como si intentara gritar, pero por más que lo intentaba, simplemente no podía. Sus manos, efecto del shock, torpes dejaron caer el jarrón de tulipanes rojos contra el suelo, inclinándose 25º a la izquierda y tomando un efecto más impresionante. Todo había sido muy rápido pero a la vez parecía ir a cámara lente, al menos para la mujer. Se llevó las ahora desocupadas manos contra su boca, tapándosela al acto como si no creyera lo que estaba viviendo y reprimió un sonoro grito. Tan pronto su mente reaccionó retomando el control en su propio cuerpo, empezó, con pasos lentos y hacia atrás, a retroceder con mucho cuidado, pero sobretodo pánico.
Su mente la hizo reaccionar y corrió como loca cerca de los monitores, avistó un gran botón y sin dudar ni un instante lo pulso decidida. Rápidamente salió de la habitación esperando la llegada del medico encargado.
...
Se separó del beso y a la vez que acariciaba con la yema de los dedos el completo torso desnudo del hombre de debajo suyo, abría los ojos. Acabó de ponerse en un ángulo de noventa grados sobre Leon y de un movimiento de cabeza, retiró sus propios cabellos que caían sobre su rostro, impidiéndole una vista perfecta, y así dejándola disfrutar al máximo. Sus pelos estaban algo revueltos, y por la agitación y el ejercicio de ambos, parecían más oscuros de lo normal, al igual que los de Leon, seguramente producto del sudor.
Se levantó un poco sobre Leon, buscando la perfecta penetración y este, se movió debajo facilitando el trabajo. Subió el rostro cara al techo y disfrutó al máximo del inicio de la penetración. Respiró un par de veces y después de volver cara al hombre, fue directa a sujetar sus manos y las planto sobre sus senos, dando no solo permiso, sino demandando más placer.
Se movía lentamente sobre el miembro, introduciéndolo al máximo y notándolo con sus propias paredes eran las que limitaban la penetración. Mientras, el hombre disfrutaba de su tacto, acariciando los senos, y apretando con los pulgares los pezones de esta, que a cada segundo se endurecían más.
Sus sexos palpitaban excitados, producto del ahora, movimiento de sube y baja que realizaban, alternando en algunos instantes, movimientos de caderas circulares intentando producir de alguna manera más placer. Gimió sonoramente a la vez que notaba como Leon la sujetaba por las caderas para acompañara, pero a ella no le era suficiente. Lo levantó y lo atrajo hasta dejarlo apoyado contra sus pechos, seguramente para sentirlo aún más; su tacto, su piel y su calidez… pero el hombre lo interpretó de otra forma y paso sensualmente los pezones -recién endurecidos- por sus dientes, jugando con ellos, mordiéndolos y succionándolos y de esta forma produciéndole un enorme placer a la mujer en el cual deseaba perderse.
Sus labios pronunciaron palabras, acompañadas por un gemido alentador y rápidamente sus manos se aferraron al cuello del hombre a la vez que alzaba, nuevamente, su rostro al aire excitada.
El movimiento de sube y baja ya había tomado un ritmo razonable y Ada, era capaz de sentir como sus paredes se contraían involuntariamente y de cómo por arte de magia, se empezaban a notar los calambres, seguramente para la llegada del orgasmo.
Aceleró ella misma el movimiento hasta perder la cuenta de cuantas veces había gemido por segundo, pero le daba igual, pues solo pensaba en caer rendida, poder dormir eternamente a su lado y sobre su pecho, escuchando el latir de su… Se separó al instante de Leon, asustada y preocupada, tomándolo por los hombros con brusquedad, el caso es que, ahora que se había parado a pensar tan solo una milésima de segundo, en ningún momento había escuchado el latir de su… Gritó pero no porque estuviera asustada o conmocionada, sino por el típico grito producto de una pesadilla. Parecía algo increíble, pero los miedos que vivía en el mundo real, incluso la perseguían en sus propios sueños… el único lugar que le quedaba para escapar de la cruda realidad.
Sujetó el rostro del hombre con desesperación y lo agitó con violencia hacía adelante y atrás, de manera repetitiva, como si intentara hacerlo reaccionar, pero parecía estar dormido o inconsciente. Sollozó sin saber porque pero puede que su corazón tuviese la respuesta.
No, no podía estar pasando otra vez... Su mente le enviaba dolor y ella no sabía porque pero lo entendía a la perfección, como si llevase viviendo con él eternamente. Lo tambaleó una última vez intentándolo despertar, pero no resulto.
— ¡Leoooooon! — Gritó perdiendo el control de la situación.
De un salto quedó incorporada sobre lo que parecía una cama. Aterrorizada, giró hacia los lados buscando la escena de hace tan solo un segundo... pero parecía haberse desvanecido. Se llevó las manos al rostro y temblando se quitó un poco del sudor de su frente. Cerró los ojos tan fuerte como le fue posible y gruño furiosa; ¿Cuantas veces le había sucedido? ¿Hasta cuando seguiría así? ¿Porque a ella? Y como siempre eran preguntas que ni ella podía resolver.
Y sin contenerse, derramó un par de lágrimas, porque ya no era tan fuerte, ya no podía resistir más, porque aunque dijese que todo estaba bien, no podía dejar de culparse a sí misma... por lo que sucedió.
Riiing Riiing Riiing, empezó a sonar un ruido proveniente de su mesilla de noche. Giró acto reflejo hacia el ruido y lo primero en que fijo la vista fue en una fotografía, cerro los ojos conteniéndose y evitando verla mucho más rato y la paso de largo dolorosamente hasta alcanzar entre sus manos el teléfono fijo de casa que no dejaba de sonar. Se limpió el leve llanto, se acomodo la ropa y se puso firme y preparada para cualquiera que la llamase a su casa. Tragó saliva y atendió la llamada.
Las primeras palabras que salieron por el teléfono, eran demasiado formales, preguntando por la señorita Wong, era ella misma, así que contesto.
— Soy yo... — Contestó algo adormilada pero con la voz temblando. Supo perfectamente quien llamaba, no porque se acordara de la voz del autor, sino porque reconocía la formalidad y su tono de preocupación y en algún caso especial... reflejaba pena.
El hombre que había tras la llamada, parecía nervioso, y por eso era incapaz de comunicarle lo que tenía que decirle. Su pecho se empezó acelerar en el mismo instante en el que escuchó que el doctor la había llamado para comunicarle algo muy importante. Sabía perfectamente que solo podía haber llamado para comunicar dos únicas noticias; las buenas o las...
Su pecho no pudo reprimir y se estrujó al oír sus palabras, para después aferrarse completamente y permanecer en un dolor realmente ahogante y molesto pero que en alguna parte producía algo de placer. Llevó su mano libre -sin el teléfono- contra su boca y reprimió un grito, sus pupilas se dilataron al máximo y su corazón parecía salirse del pecho, su respiración se había acelerado considerablemente y seguía sin ser capaz de asimilar tal noticia, simplemente no podía creerlo. Pero a pesar de esto, no pudo evitar reprimir un gemido que fue ahogado con su propio llanto. Lloraba no de tristeza sino de alegría y no dejaba que el hombre de la línea se diese cuenta de esto, porque fuera por lo que fuera su llanto, ella nunca lo mostraba.
El hombre quedo algo preocupado por el estado de la mujer. Así que se aseguro de que estuviera bien...
— Señorita, ¿se encuentra bien? — Preguntó mientras esperaba respuesta. Pasaron un par de segundos hasta que ella misma se dio cuenta de que no respondía.
— Ha despertado... — No se sabía si afirmaba, reflejaba cierta duda o si incluso era una pregunta a medias a causa de la recién noticia y el estado de shock.
El doctor, sabía perfectamente que esta respuesta no había tenido nada que ver su anterior pregunta, pero sabía perfectamente por que lo había hecho.
Para Ada, significaba que aún y estando consciente en todo momento, su mente le cuestionaba si de verdad seguía en un sueño como hace unos minutos antes o si realmente había sucedido eso que llevada esperando durante tantos años... Porque esta misma escena, se la había recreado cientos de veces llorando de alegría, y ahora que de vedad había sucedido, no sabía como actuar, porque tenía pánico a lo descocido, porque nunca antes le había sucedido nada similar...
...
¿Por qué construimos sueños? ¿Por qué solo, y únicamente, cuando dormimos? ¿Puede ser porque sabemos de ante mano, que nunca se cumplirán, o porque tenemos una pizca de esperanza? Esperanza que calma al corazón…
Continuara...
Bueno, aquí el primer capitulo y espero que os halla gustado :) No tengo mucho más que decir, pero me gustaría comentar que como siempre, intentare actualizar cada semana, aunque siempre habrá alguna vez que me retrase por cualquier cosa (suelen ser exámenes) :(
Así que nada, me despido pero no sin antes desearos buenas noches y que tengáis unos dulces sueños... xD Haber si os pasa como a Ada. :3
