Título: Momentos inconexos del día

Pareja: Ban Midou x Ginji Amano

Sumario: Tres momentos sin relación alguna, esenciales en la vida de los Get Backers.

Disclaimer: Get Backers es propiedad de sus respectivos autores.


1. Momento de la comida.

Ban observa fijamente aquel travieso pedazo de queso que se ha quedado pegado alrededor de los labios de Ginji y, sin quererlo, sonríe suavemente. El idiota, por supuesto, no nota su mirada y sigue comiendo, porque es consciente (de eso sí, claro) de que no tendrán otra oportunidad como esa en mucho tiempo. El castaño se cuestiona muchas cosas, pero todas ellas van perdiéndose en algún rincón de su mente mientras observa el movimiento que realiza la mandíbula de su compañero al masticar. El verlo atiborrarse hasta ahogarse y, de hecho, hacer lo mismo, son pequeños gestos que le traen más calma de la que deberían. Él es consciente de la situación: no cambiaría esos momentos por nada. Porque esa burbujita que los envuelve cuando disfrutan de algún platillo es cálida y feliz, más que nada porque están juntos, y no por la comida en sí, pero eso es algo que no debe ni siquiera pensarse. O no con tanta frecuencia, por lo menos.

Así que le da un manotazo a Ginji, y le roba la última porción de pizza.

2. Momento en el auto.

El auto es pequeño, pero acogedor. Huele a pino y, más importante aún, tiene condensadas mil y un situaciones que Ginji recuerda a la perfección, como una película que se repite a diario frente a sus ojos. Sospecha que Ban también recuerda, pero sabe (ambos saben) que nunca lo aceptará, o al menos no en voz alta. El auto es su propio santuario, su lugar feliz, el más cálido y el más seguro. El auto los ha visto desbordar pasión y sufrir hambre, los ha cobijado cuando no tienen donde dormir, y, sobre todo, los ha acompañado en las buenas y en las malas (sobre todo en las malas). El auto siempre tiene las puertas abiertas para ellos y para esos momentos de silencio que les son tan necesarios.

Esos momentos en medio de la oscuridad en que no se miran a los ojos, pero que se sienten, entrelazando sus dedos de forma traviesa por encima de los asientos.

3. Momento de ir a la cama.

Ginji es siempre el primero en entrar en la cama. Se acurruca entre las sábanas y, cuando está a punto de quedarse dormido, Ban se acomoda a su lado y le espanta el sueño con una lluvia besos traviesos en la mandíbula, que lentamente van acortando el camino hasta sus labios, que le esperan siempre gustosos. El rubio, aunque prefiere las cosas dulces, está seguro de que no hay mejor sabor en el mundo que la esencia de Ban entremezclada con el agrio cigarrillo; especialmente a altas horas de la noche.

Después de los besos, sus manos se buscan con la certeza de encontrarse, y se desvisten en una especie de lento ritual que sólo ellos entienden. Casi al instante de haber terminado ese paso, Ginji retira del rostro de su compañero los lentes que ocultan sus ojos (que a partir de entonces, no volverán a abrirse por el resto de la velada hasta la mañana siguiente, en que lo primero que pensará al despertar, al ver el tranquilo rostro del rubio frente a él y al sentir su cuerpo entre sus brazos, es que es en verdad afortunado), para después dejar que sus dedos tracen figuras amorfas por todo su rostro.

Y así, con los ojos cerrados, valiéndose de su prestigiosa memoria, Ban recorre su cuerpo entero. Su tacto es suave, y quema ahí donde toca, sus besos son agridulces y hacen que Ginji se deshaga en gemidos y jadeos, y pida por más y se aferre a él como si no hubiese un mañana. Ban le hace el amor de una forma enloquecedoramente lenta, deliciosamente tranquila, compensando con sus acciones todas las palabras no dichas. Ban se toma su tiempo, porque a él no le gustan las prisas.

Y sabe, al sentir los besos dulces que Ginji deja sobre su boca, que nunca las ha habido.