Hola a todos! He vuelto y con un one shot algo cursi pero lindo (?) así que espero les guste xD y bueno puedo decirles que tenía años que tenía en mente esta historia (de la cual también debo agradecerle a Andy mi prima y a Ed amigo de mi prima XD) que fueron lo que me hicieron pensar y darle forma a la historia que no logre escribir nunca hasta el sábado pasado (mientras estaba una fiesta familiar y aburrida comencé a escribir y por fin salió) también quiero agradecerle a Rory (también conocida como Yuitainaka por estos lugares de la fanficqueada xD ) por ayudarme a darle forma al escrito para que quedara más bello xD y pues por ultimo quiero agradecerle a la persona que me sirvió de inspiración para hacerlo y pues no sé si me lea pero por si lo hace solo quiero decirle que le amo mucho.
Por ultimo pues este fic igual se lo dedico a todas las personas que me ayudaron a construirlo y muy en especial para las personas que me han ayudado a seguir adelante. A mis amigos del grupo de Elsanna en WhatsApp (puro pariente) a Mindy y a todos los que me leen mil gracias, espero disfruten la lectura
Bueno pues los personajes de esta historia no me pertenecen pero la imaginación, perversión y tonterías implicadas a lo largo o corto de esta historia si, espero la disfruten y si pueden dejen un comentario, espero los disfruten y nos leemos.
Atte. Sr. Tímido. (Elsanna)
-¿Entonces qué puedo hacer?- pregunto la rubia mientras veía como el hombre canoso con sombrero viejo, traje sucio gastado y verde, abría y cerraba una y otra vez el cofre de su auto mientras aun revisaba el motor.
-Nada- fue lo último que respondió antes de acercar misteriosa y dudosamente al motor de la mujer una cuchara con azúcar para después lanzar la cuchara lejos de ahí mientras negaba con la cabeza y tomaba una llave en forma de cruz ignorando la cara de horror de Elsa al ver semejantes cosas.
-¿¡Nada!?- carraspeo la rubia
-¡Nada de nada!- respondió el ayudante del hombre con sombrero, que de igual manera parecía estar solo haciendo disparates con su auto. Elsa cerró los ojos un momento mientras resoplo suavemente haciendo que el cabello que caía sobre su frente se moviera ligeramente hacia arriba -Ok, ok entiendo, entonces ¿Cuánto tendrá que quedarse en reparación?- dijo poniendo su mano en el puente de su nariz mientras cerraba sus ojos.
-Mmmm 5 días- dijo mientras miraba el auto
-¿¡5 días!?-
-Bueno mujer ¡¿Estas sorda o que te sucede?! ¡¿Porque cuestionas tanto?!- dijo nuevamente el asistente.
-¡Marzo! ¡Cállate!- dijo el hombre para después aclarar su garganta, acomodar su traje y dirigirse a Elsa -Lo siento señorita Arendelle, hacía años que no traía su automóvil a reparar o a algún servicio, tarde o temprano algo debía fallar y puedo decirle que mínimo necesitamos 5 días- la rubia suspiro.
-Creo que puedo sobrevivir sin auto 5 días-
-Muchas gracias señorita Arendelle-
-Al contrario gracias a ustedes, solo iré por algunas cosas al auto y me voy-
-Claro que si señorita recuerde que estamos para servir- la chica de cabello aperlado se dirigió a la cajuela del auto para tomar su abrigo largó y gris junto a la bufanda turquesa que alguna vez alguien le había obsequiado, por último tomo su mochila de cuero café y colocándosela agradeció estirando su brazo izquierdo y moviendo su mano despidiéndose -Muchas gracias, hasta luego- "par de locos" pensó mientras salía y comenzaba a reírse, camino una, dos y tres cuadras bajo el clima que era casi otoñal, frío y con un ambiente casi viejo al ver las muchas hojas que parecían oxidarse gracias a su color anaranjado, unas en los árboles otras crujiendo con cada pisada que daba, pero aun con toda esa belleza Elsa solo pudo concentrarse en su celular.
-Sí, si te he dicho que llegare tarde se ha descompuesto mi auto, no... Sabes que no me he quedado dormida... ¿Que como es que lo sé?, Hans llevo hablando contigo desde que el sol salió!... En fin dale los documentos que tengo sobre mi escritorio al jefe y espera a que llegue, te veo en un rato entrare al Sub- Decía mientras comenzaba a bajar las escaleras haciendo resonar sus tacones color azul que hacían juego con su bufanda, se dirigió a la parada y solo entonces espero, "desgraciado medio de transporte público" se dijo mientras veía como todos, incluso los que habían llegado después de ella, ya habían subido a sus destinos, tomo entre su dedo pulgar e índice el puente de su nariz de nuevo y bufo, antes de que las bocinas, que parecían nunca funcionar, lo hicieron justo en ese momento anunciando la llegada del último tren de la línea, el cual apenas se detuvo para recoger a solo 5 personas.
Elsa entro y miro el vagón casi vacío, con solo una o dos personas sentadas por hilera, camino hasta casi el final del vagón y un asiento antes de llegar a topar pared, la vio... Su cabello era rojizo como las fresas, casi llegando a un tono anaranjado parecido al de las tardes perfectas de verano, era casi totalmente liso y estaba acomodado en media coleta dándole un poco de caía a los lados de sus hombros por encima de su bufanda gris y su cazadora verde, el tren arranco y el impulso hizo que la rubia cayera de golpe en el asiento lateral al de la pelirroja, ocasionando que sus ojos escondidos tras sus lentes dejarán a un lado el periódico del día y se dirigieran hacia ella.
-¿Estás bien?- pregunto un tanto preocupada por el ruido que había hecho la acción, la chica de cabello aperlado solo pudo asentir, mientras sentía el calor apoderarse de sus mejillas, después de su casi respuesta la pelirroja regreso a su lectura. "Vamos Elsa se nota que ella en realidad se preocupó por este pequeño accidente, ni siquiera pudiste darle las gracias por eso" la ojiazul suspiro y comenzó a alentarse mentalmente para darle las gracias, sin darse cuenta del tiempo o espacio, solamente sumida en lo que diría e imaginando la plática que quizás podrían tener si la pelirroja accedía a platicar con ella.
-Disculpa podrías...- dijo la pelirroja mientras el tren comenzaba a detenerse y señalaba sus piernas, Elsa la miro un momento, para luego ver al lugar que señalaba la linda chica y después ver la estación, fue hasta ese punto, que aunque no había escuchado a la pelirroja entendió el mensaje, asintió nuevamente y en una voz casi inaudible dijo -Pasa- a lo que la pelirroja agradeció y dedicándole una sonrisa tomo su mochila y se dedicó únicamente a bajar de ahí, los segundos fueron un momento pequeño para Elsa en comparación a los que había pensado en decir nada y había quedado muda mientras el tren comenzaba a avanzar, solo el sonido de las viejas bocinas anunciando su destino pudieron sacarla de su trance donde dos ojos verdes aceituna no la dejaban concentrarse en nada mas, bajo y caminando lentamente, comenzó a ir por los pasillos para luego subir una a una las escaleras hacia las calles de la ciudad, mientras pensaba únicamente en la chica sentada en el último asiento del último vagón de la última línea del tren. No tardo más de 5 minutos en llegar al edificio donde trabajaba hacía ya varios años, tomo el ascensor y subió hasta su oficina.
-Pensé que llegarías tarde- dijo el pelirrojo que estaba del otro lado de la oficina tecleando la vieja máquina de escribir, mientras veía a la rubia ver a un punto al vacío –Si- fue lo único que logro responder la rubia mientras se sentaba y comenzaba a acomodar poco a poco su escritorio.
-¿Si? Llegaste 3 minutos tarde al trabajo, yo creí que llegarías una, quizás dos horas más tarde para que fuera algo fuera de lo habitual- replico el pelirrojo mientras miraba a la caucásica mujer con un toque de alegría y torpeza naciente de la nada a sus ojos, –¿Ha pasado algo? ¿O debo pensar que te encanta haber descompuesto tu auto?-
-No lo descompuse, solamente tuvo una pequeña falla pero no importa un poquito de azúcar y todo estará como nuevo- dijo mientras de la nada comenzaba a sonreír a la par que colocaba una hoja sobre la máquina de escribir de su escritorio de madera -¿Un poquito de azúcar?, Elsa… ¿Estás loca? ¿O ya te afecto convivir con la gente en el subterráneo?-
-Ninguna de las dos Hans, yo… solamente estoy… estoy feliz ¿Acaso es un delito eso?- dijo mientras sus labios se curvaban en una sonrisa hacia el papel en blanco que poco a poco comenzaba a llenarse de letras –Ahora deja de hacer tantas preguntas y comienza a teclear que todos estos papeles no se llenaran solos-
La mañana pasó de manera rápida y la tarde se le fue en suspiros hasta la hora de salida y con pasos rápidos pudo apenas despedirse de su compañero y salir de ahí para entrar a su medio de transporte favorito desde esa mañana. Espero y después de unos minutos subió camino hasta donde se había sentado esa mañana y de la chica lo único que había quedado era el recuerdo y un aroma a fresas que parecían impregnar el lugar que ella ocupo ese día, "no puedo creer que de verdad creí que la encontraría de nuevo" se dijo mientras tomaba asiento y miraba su reloj, "quizás es la hora, quizás ella estudia, o tiene alguien que la lleve de regreso por las tardes, quizás yo no debería armar tanto lio por una chica que ni siquiera conozco, quizás no debería pensar tanto en la chica sentada en el último asiento del último vagón de la última línea del tren" pensó mientras soltaba un suspiro de frustración que chocaba contra la ventana la cual causo que un dibujo trazado con un dedo apareciera, solo era el rastro de un dedo formando dos puntos y una d mayúscula, la rubia sonrió ante la acción y pensó en la pelirroja dibujando eso mientras sonreía al hacerlo "yo… definitivamente debo conocerla" pensó y sin dudarlo un solo momento tomo la mochila de cuero entre sus manos y se dirigió a casa.
A la mañana siguiente despertó antes de lo habitual y se dirigió al baño, tomo una refrescante ducha y al salir miro el ropero para usar su ropa de trabajo usual, tomo su cabello y lo hato en una coleta dejando caer solo un poco su fleco sobre su rostro, se miró al espejo pensando en si la vida podría jugarle una broma y encontrar nuevamente a la joven, tomo un poco más del maquillaje de lo usual y lo uso dándole un realce a sus ojos, pestañas y rostro, utilizo quizás el doble del perfume habitual y solo entonces se dedicó a salir de su casa. Camino casi desesperada por llegar al lugar, entro al subterráneo, espero y entro al último vagón, respiro ansiosa y solo cuando miro hacia atrás lo vio… un asiento como el de la tarde del día anterior… un asiento vacío, comenzó a caminar y más pronto de lo que quisiera llego a sentarse en el que había adoptado como su lugar, dedicándose a ver por la ventana, el vagón, la gente que iba y venía de un lado al otro, mientras el tren comenzaba a avanzar lentamente, solo hubo algo que logro sacarla de sus pensamientos y eso fue ver a lo lejos las hebras naranjas volar por la rapidez en que una joven corría para después quedarse parada detrás de la línea amarilla intentando recuperar el aire, tan solo para ver como el tren partía.
Elsa llego al trabajo, tecleo y sello miles de hojas mientras escuchaba a Hans preguntarle sobre porque cada día ella llegaba más arreglada y con una sonrisa que cada vez era menos probable de ocultar bajo su serio rostro.
El día siguiente comenzó de una manera similar al anterior, con la única diferencia de que la rubia solo hato su cabellera en una sola trenza cayendo por encima de su hombro mientras adornaba su rostro con solo un poco de maquillaje, rubor y delineador negro, además de darle un toque extra a su cuerpo, usando aquel perfume que su padre le había regalado tiempo atrás y que solo usaba en situaciones especiales, tomo sus cosas y esta vez llego solo un poco más tarde que el día anterior, camino hasta la estación y después espero, espero y espero, pero no hubo si quiera rastros de la chica, entro al tren resignada a quizás nunca volver a verla, las puertas comenzaban a cerrarse y la gente comenzaba a tomar sus respectivos lugares, Elsa apenas entro cuando escucho las furiosas pisadas de una joven corriendo a toda prisa hasta aquel último vagón, "jamás podría confundir ese rostro", la rubia coloco la mano entre uno de los sensores de la puerta y esta se detuvo rosando con la pelirroja para después cerrarse –Muchísimas gracias, casi no llego, es decir siempre llego tarde pero hoy llegue más tarde de lo normal, pero debí correr y si usted no lo hubiera detenido esos segundos seguro no lo hubiera logrado jaja- la pelirroja sonrió y miro a la rubia que estaba atónita ante sus palabras –Gracias- fue lo último que pudo decir al percatarse de que la rubia ni siquiera alcanzaba a digerir todo lo que había dicho, camino hasta su lugar y como si Elsa la acompañase camino detrás de ella hasta llegar a sentarse a su lado, la chica de piel nívea suspiro intentando tomar valor, pero nuevamente solo espero hasta llegar a la estación donde la pelirroja bajaba, y así pasaban los días con sus intentos falllidos.
Una vez, intento hablar preguntando por el clima que ese día la cuidad enfrentaba, pero lo único que pudo decir fue silenciado por los frenos del transporte en el que iban, evitando que su tenue voz fuera distinguida por ella, otro día pensó en comenzar una plática ofreciéndole una de sus muchas pastillas de menta que a diario cargaba en el bolsillo, pero sus manos temblorosas acompañadas por el nerviosismo que enfrentaba hizo que simplemente todas las pastillas salieran volando por todos lados y el rubor de sus mejillas se hiciera tan presente como la atención que la chica le dio dejando su periódico a un lado para mirarla un tanto extrañada por sus torpes acciones de diario, día a día e intento tras intento, todos y cada uno fallaron.
-Entonces ¿ya tienes tu auto?- pregunto Hans mientras se acomodaba sus lentes y comparaba dos papeles -Así es- respondió Elsa mientras tecleaba en la máquina de escribir –¿Y porque si lo tienes no vienes al trabajo en el?- dijo mientras miraba a Elsa por encima de las gafas demandando su atención con su mirada fija en ella – ¿Debemos hablar de esto ahora?- dijo Elsa mientras dejo a un lado la máquina de escribir y devolvió la mirada al pelirrojo –Si eso quieres podemos hacerlo quizás pueda ayudar-
-¿Ayudar a que?- dijo la rubia mientras el rubor subía a sus mejillas intentando negar todo –Vamos Elsa, desde el incidente con tu auto llegas en transporte público, vienes más arreglada y con un brillo en los ojos que no había visto desde niños, no puedes engañarme así que dime ¿Cómo se llama?, ¿Cómo se conocieron?- pregunto el hombre mientras recargaba su cabeza sobre su mano derecha –Su nombre es Anna y algo así como conocernos pues no nos conocemos solo viajamos juntas en la última línea pero tengo la esperanza de algún día pueda conocerla- dijo la rubia mientras miraba levemente hacia el suelo –¿Alguna vez han hablado durante el trayecto?- pregunto el joven.
-¿Se podría considerar hablar… al pedir permiso para salir de su lugar e ir a la salida?-
-No… ¿En serio nunca han hablado?… ¿cómo rayos sabes su nombre?- pregunto Hans mientras miraba a Elsa hacerse un ovillo en vergüenza intentando responder –Un día mientras viajábamos ella intento sacar una libreta sin soltar el periódico que leía, no pudo con ambas tareas y su libreta cayo, la levante y se la di fijándome antes en la etiqueta que mostraba su nombre-
-En verdad eres una acosadora profesional-
-Vez porque no me gusta hablarte de esto, tonto-
-Ya ya lo siento- dijo el hombre mientras esquivaba las bolas de papel que la rubia lanzaba –Pero tengo la solución a tu problema- dijo para luego sonreír y mirarla.
-¿A sí? ¿Cuál?- pregunto la rubia mientras se contenía de aventar la última bola de papel entre sus manos –Dices que ella lee todos los días el diario de la ciudad ¿No?- Elsa asintió y puso atención a las palabras de Hans, y siguiendo su plan al pie de la letra, al terminar su día de trabajo acudió hasta la imprenta de periódico y después de arreglar algunas cosas fue a su casa a esperar otro día.
A la mañana siguiente, siguió con su camino habitual, mientras en el tren una pelirroja comenzaba a leer el periódico como de costumbre, sin prestarle más atención a la rubia que como todos los días se sentaba a su lado, leyó sobre algunas cosas de política y sobre otras de espectáculos pero no fue hasta que llego a la zona donde la gente solía poner anuncios que encontró un mensaje escrito que llamo su atención.
"A la chica pelirroja sentada en el último asiento del último vagón de la última línea del tren:
Hola espero se encuentre bien.
Atte. Sr. Tímido"
La pecosa volteo hacia todos lados y miro el tren semivacío con solo unas pocas personas dentro de él, sonrió por un momento y después siguió leyendo, y así como todos los días bajo una estación antes y el día siguió su curso de siempre.
"Sabía que firmar como un anónimo no serviría... Si tan solo fuera menos cobarde" pensó la rubia mientras después de un laborioso día pegaba sus sienes a la almohada y de esa manera otra luna paso bajo sus ojos. Al despertar, como todos los días lo acostumbraba, tomo su ducha, se arregló solo un poco y tomo sus cosas, salió por la puerta principal, miro de reojo el periódico que dejaban en la entrada de su casa a diario, se encontraba frente a ella, bajo lentamente y lo tomo del piso mientras sus ganas de abrirlo y verlo crecían cada vez más con cada segundo que pasaba, sin embargo justo cuando estaba a punto de mirar lo que había dentro se detuvo y con un movimiento rápido y casi lleno de furia lo coloco al lado de los paraguas que tenía en la entrada, inmediatamente cerró la puerta y por primera vez hacia un buen tiempo no contemplo las 3 cuadras para llegar subterráneo ni tampoco quiso encontrarse con los hermosos cabellos cobrizos y ojos aceituna que la enloquecían "hoy no" pensó. Camino hasta su auto e insertando la llave en su lugar se abrió paso conduciendo hasta su trabajo como lo hacía siempre antes de conocerla.
"No puedo creer que en verdad pensé que quizás ella podría fijarse en mí, en alguien como yo... Que va" la rubia estaciono su vehículo y después se dirigió hasta donde estaba su compañero de oficina -¿Leíste el periódico?- pregunto inmediatamente que la rubia puso un pie dentro del lugar -No Hans no lo he leído y creo que no pienso leerlo-
-No digas tonterías Elsa debes hacerlo-
-Hans seguramente ella ni si quiera respondió el mensaje y yo no quiero desanimarme en vano, prefiero quedarme con esta duda a saber que ella me rechazo en el primer y último mensaje por no mencionar el cobarde intento por comunicarme con ella...-
-¡Elsa ella respondió!- dijo el chico de cabello cereza mientras le dedicaba una sonrisa y se levantaba de su escritorio para poner sobre la máquina de escribir de la rubia el diario de ese día.
-Tú me estas engañando ¿verdad?, tu solo quieres jugarme una broma hombre zanahoria y eso es muy injusto-
-No estoy bromeando, es solo que eres una mujer de poca de fe, pero vamos copito lo peor que puede pasar es recibir un no por respuesta, sé que tienes miedo pero vamos Elsa a veces para aprender a volar hay que arriesgar todo y saltar al vacío- dijo mientras golpeaba suavemente uno de sus hombros, -Eso no tuvo sentido- dijo Elsa intentando sonreír de lado pero inmediatamente volvió a su cara seria habitual y tomando el periódico entre sus manos con un poco de inseguridad, comenzó a hojearlo mientras el chico se mordía el labio inferior de la emoción de ver a la chica con piel de hielo derretirse ante el rojo de sus mejillas mientras sus delgados y rosas labios comenzaban a curvearse en una ligera sonrisa -Y bien ¿Qué dice?... ¿Elsa que dice?, ¿Que no sabes leer?, ¡Elsa! ¿Qué contesto Anna!?- dijo el pelirrojo mientras tomaba por los hombros a la joven y se asomaba a ver la respuesta
"Sr. Tímido:
Debo decir que me encuentro bien gracias por su interés y usted ¿qué tal se encuentra?
Atte. La chica pelirroja sentada en el último asiento del último vagón de la última línea del tren"
-¡En verdad contesto!- dijo Hans mirando al periódico
-¡Tú me habías dicho que ya lo habías leído!- dijo mientras alejaba su vista del periódico para dirigirla a los verdes de Hans – Mentí, si no lo hacía no lo hubieras visto y mira si contesto-
-Eres un... muy mal amigo-
-Si pero por mi leíste la respuesta así que no soy tan mal amigo-
-Si los escucho seguir parloteando sobre lo que sea que hablen, ¡rodaran cabezas!- grito una mujer gorda de traje rojo con detalles negros y blancos mientras Hans de un salto llegaba hasta su escritorio y Elsa comenzaba a teclear más rápido.
-Debes contestarle- movió los labios Hans para decirle a la rubia en voz baja. Al acabar el día casi corrió hasta donde mandaría el mensaje como en el día anterior.
Día con día lo que había comenzado con un solo hola y una pregunta, se transformó en pláticas sin fin, las primeras semanas aprendieron desde sus colores favoritos y los días de sus cumpleaños, hasta por qué ambas tenían un amor mutuo al chocolate y cuáles eran sus diversos tipos de gustos extraños y únicos, trivialidades de la vida y platicas iban y venían a diario, haciendo de cada conversación para cada una de ellas algo único y perfecto, como si se ese pedazo de diario donde escribían por lo mucho tres líneas, fuera exclusivamente para ellas haciéndolo lo más hermoso que existía.
Pero eso no paró ahí, ya que ahora todos los días había gente pendiente de los diarios esperando a leer las conversaciones de esos dos jóvenes enamorados. Pronto la ciudad comenzó a llenarse nuevamente de flores y cada día era más usual ver a los carteros repartir cartas de amor hechas a mano, de jóvenes que comenzaban a hacerse llamar señores tímidos, por otra parte que mujer no soñaba en algún momento con ser la afortunada chica pelirroja sentada en el último asiento del último vagón de la última línea del tren, soñando que algún día llegaría su Sr tímido por ella, incluso puede decirse que las estaciones de subterráneo y sus vagones no habían estado tan llenos antes como en esos momentos, todos esperando encontrar un amor como el de los que platicaban a diario en el periódico de la ciudad.
Así pasaron los días, las semanas y los meses entre pláticas, risas e ilusiones, pero no fue hasta que un día mientras Elsa intentaba pasar entre toda la gente, que ahora no dejaba ni un espacio vacío dentro del último vagón de la última línea del tren, para llegar con dificultad hasta la parte trasera para buscar a la chica con la mirada, sintió como unos delgados y suaves dedos tomaron su fría mano -Hola amm hola- dijo nerviosa la chica de cabellos cerezas mientras sostenía aquella mano pálida entre una de las suyas -Tu amm eres la chica que solía sentarse siempre a mi lado cuando este lugar estaba desierto… jaja bueno yo… amm como había mucha gente yo... Yo te guarde un lugar- dijo la pecosa mientras el rosa rellenaba sus mejillas -Muchísimas gracias - dijo la rubia mientras tomaba el asiento de al lado y con un poco de nerviosismo le sonreía a Anna, observo el periódico que llevaba como usualmente entre sus manos, comenzó a mirar la conversación de ese día en el periódico -Es una locura todo esto del Sr. Tímido ¿no?- dijo tragando saliva e intentando comenzar una plática entre ella y Anna –Sí, es toda una locura pero a decir verdad me encanta me parece algo muy lindo y misterioso, no lo sé -
-Si te creo, de cierta forma me parece muy tierno, no puedo imaginar quienes serán esos dos- dijo la rubia sonriéndole a Anna -Justo eso estaba pensando porque... ¿Te gustaría tomar un café por la tarde?- decía la pelirroja mientras comenzaba a preparar sus cosas para descender -Me encantaría ¿puedes a las 8 en Olaf´s? He escuchado que tienen muy buenos sándwiches- dijo la rubia mientras veía levantarse a la pelirroja – Eso… suena fantástico, entonces te veo por la tarde- dijo mientras comenzaba a salir de ahí y Elsa seguía camino hacia su trabajo.
De aquel primer mensaje donde habían comenzado a platicar por primer vez hacía ya un poco más de medio año, los abrigos, el frío y la nieve habían quedado atrás y las dos chicas comenzaban a salir y platicar en persona cada vez más, todo iba bien para ellas dos y justo ese motivo fue el que impulso a la pelirroja a terminar lo que meses antes había empezado, fue por eso que la ciudad quedo helada una mañana de mayo al leer los titulares del día anunciado lo que parecía ser el último mensaje de la chica pelirroja sentada en el último asiento del último vagón de la última línea del tren.
"Querido Sr tímido: debo decirle que agradezco su tiempo, espació y palabras, me alegro cuando más lo necesitaba y estuvo conmigo mucho más de lo que nadie había estado, agradezco sus sentimientos y me lamento no poder corresponderlos pero he encontrado a alguien y debo decirle que soy realmente feliz por haberle encontrado gracias a usted, muchas gracias y le deseo lo mejor hoy y siempre.
Atte. La chica pelirroja sentada en el último asiento del último vagón de la última línea del tren"
Al otro día toda la ciudad espero expectante sobre cuál sería la respuesta del Sr tímido ante tal mensaje, ¿Cómo reaccionaría? O ¿De qué manera daría fin o continuidad a todo?. La respuesta no se hizo esperar más que por 24 horas más y solo entonces todo se esclareció.
"Querida señorita pelirroja sentada en el último asiento del último vagón de la última línea del tren:
Al contrario debo agradecerle yo a usted por las atenciones, su tiempo y los mensajes que me ha dedicado, incluso puedo decirle que por impresionante que parezca esta situación nos ha beneficiado a ambos debido a que también he encontrado a la persona que necesitaba, aun con todo y desde el fondo de mi corazón, mil gracias.
Siempre suyo su Sr. Tímido"
La gente se estremeció con tal respuesta, algunos lloraron y otros comenzaron a decir que no era justo lo que la pelirroja hacia pero que sin embargo y a pesar del triste desenlace quizá sería una de las mejores historias de amor que verían en sus vidas. Y así poco a poco la vida de cada uno de los habitantes de ese lugar regreso a la normalidad incluso para las dos chicas del subterráneo, que sin duda, ahora eran un poco más felices que antes y que juntas comenzaban una historia que había empezado desde antes de lo que ellas habían imaginado.
Gracias por leer :D
