Enero.
Otro vacilante año de por medio.
Podía recordar cada uno de los últimos 4 años a la perfección, desde el día en que lo conocí. Altivo, atlético, arrogante y endemoniadamente irresistible, así podía definirlo. ¿Cómo no buscar esa socarrona sonrisa, su profunda mirada o el tierno abrazo? Todo él me resultaba completamente encantador. No había sido así siempre. Admito que me sentí atraída a él desde el primer momento, pero no de una forma demasiado fuerte ni digna de novela. Nada de aquel flechazo a primera vista.
Estaba ahí, completamente sola esperando unos documentos para finalizar mi inscripción al colegio, entonces lo ví llegar; el cabello completamente desordenado, un caminar confiado y despreocupado, la sonrisa socarrona de siempre y una linda chaqueta negra de piel.
"¿Nueva eh? Me parece que seremos compañeritos… Kinomoto" Para complementar el paquete, una voz varonil y juguetona. Que me parta un rayo si no era el chico más sexy que había visto en mis 15 años.
"Yo… ¿cómo sabes mi nombre?"
"¿Tenemos gafetes de presentación? Dahh…"
Sentí mi rostro incendiarse ¿tenía que ser tan rudo?
"Ya…" La mañana siguió sin mayores precedentes, con aquel nuevo extraño a mi lado, platicando de cosas que no tenían mayor relevancia, pero que en esos momentos parecían sostener mi patética existencia.
"Muy bien Kinomoto, eres mi primer y única amiga en este lugar."
"¿La única?"
"La única."
"Pero si aun no conoces a nadie…"
"Me basta así. No suelo tratar mucho con chicas ¿sabes? Así que eso te hace 'especial'. Aprovecha."
Y sin más, dio la vuelta y se fue.
¿Era un maleducado? Lo sé, pero aun así no pude borrar esa estúpida sonrisa de mi rostro durante las siguientes 36 horas, y eso que era la primera vez que lo veía..
