Saludines! DE regreso a los fics con una historia prometida para este mes del terror, me salgo un poco de mi zona de seguridad (Naruhina) y les presento este pequeño proyecto:

"Phantoms" Joe Chapelle, Estados Unidos (1998)

"Naruto" Masashi Kishimoto, Japón (1999-2014)

Adaptación:

"Fantasmas" El gran Kaiosama, Mexico (2015)

Genero:

Terror, suspenso

Reparto:

Sakura Haruno, Sarada Uchiha, Sasuke Uciha, Orochimaru

Fantasmas

Capítulo primero: "Takigakure"

El automóvil de Sakura Haruno era el único vehículo en aquella carretera, después de tomar la desviación de la autopista principal había entrado en aquella bien construida aunque desierta extensión del camino. Mantenía los ojos al frente, desviando cada cierto momento la mirada a sus retrovisores, más que nada para evitar la llamada "vista cansada" y también para darle una pequeña checada a su hija Sarada que permanecía con las piernas recogidas en el asiento del copiloto y no soltaba su teléfono celular.

—Esto apesta. —Dijo la chiquilla de doce años a su interlocutor— Mamá dice que hay un consultorio vacante pero yo no quería… —La voz al otro lado dijo algo inteligible y ella se sonrojó— Tonto… Claro que te voy a extrañar. No es que te hubiera evitado o algo así, solo que… —La chica apretó los labios— Mira, mejor hablemos cuando este ya en ese lugar… Te pasaré mi teléfono y… ¿Boruto?

Justo en ese momento el automóvil entró en un túnel que parecía eterno, el teléfono de la chica hizo algunos ruidos de estática y después murió. Sarada vio incrédula el letrero de "sin cobertura" en la pantalla, lo guardó con un gesto de enfado en la bolsa de su pantalón y le dio una mirada airada a su madre.

— ¡Pudiste esperar a que terminara de hablar con Boruto! —Le recriminó.

—Llevabas más de una hora y media pegada a ese cacharro. No iba a detener el auto para que terminaras de hablar. —Respondió Sakura sin despegar la vista del camino— ¿No has oído eso de "El teléfono acorta distancias no alarga las pláticas"?

La niña hizo un puchero de enfado y se cruzó de brazos resoplando por la nariz.

—Mmmph… Como sea…

Sakura se tomó la libertad de cerrar momentáneamente los ojos y suspirar para controlar su corazón. A veces ella se escuchaba tan parecida a su padre. Eran algunos de esos momentos que le apretaban el corazón y la hacían cuestionarse de las decisiones de su vida.

—Takigakure no es un mal lugar. —Dijo en un tono más tranquilo— "La aldea de la cascada" Es un pueblo turístico, tiene lugares muy bonitos y no esta tan lejos de Konoha. —Miró a su hija— En verano podríamos invitar a tus amigos para que pasen unos días en nuestra casa.

Permanecieron en silencio un rato. Sarada parecía meditar las palabras de su madre, finalmente el auto salió del túnel y el sol del atardecer pegó en sus rostros. Sakura bajó la visera del parabrisas para evitar el brillo.

—Voy a necesitar un traje de baño nuevo. —Dijo finalmente la chica— De dos piezas.

—Ya hablaremos de eso cuando los veamos. —Sakura le dio un vistazo de lado y le sonrió, la chica le respondió y el humor en el auto fue más ligero.

Un par de kilómetros más tarde tomaron una curva muy pronunciada, al salir de ella, colina abajo, se podía apreciar el pequeño pueblo de Takigakure.

—Mamá… —Sarada había sacado su celular de nuevo y lo miraba atentamente— No tengo cobertura.

—Debe de ser por la montaña. —Contestó Sakura sin tomarle mucha importancia— Quizás cuando estemos en el pueblo. Tienen una antena enorme para resolver ese problema.

La niña tan solo asintió con la cabeza y lo regresó al bolsillo de su pantalón, se dedicó a mirar lo que sería su nuevo hogar, tratando de encontrar algo positivo en él.

Lo primero que llamó su atención fue el enorme centro comercial a la entrada del pueblo, por lo menos aquello ya era prometedor, algunas tiendas locales y varias sucursales de negocios que había visto en Konoha. Al menos ya tendría un lugar donde escaparse los fines de semana… Pero notó que el lugar estaba particularmente silencioso, había muchos autos estacionados, pero no distinguía personas moviéndose en el lugar.

Llegaron finalmente a un cruce y el semáforo les detuvo. Sakura miró prudentemente a ambos lados para asegurarse que no había un loco tratando de ganarle a la luz roja, por fortuna la calle estaba desierta. En una consideración más profunda, pensó que quizás estaba un poco más desierta de lo normal. La luz cambio a verde sin que ningún otro vehículo pasara cerca de ellas. Al doblar en la siguiente esquina vio un automóvil estacionado con las puertas abiertas y el motor en marcha. Aquella imagen le preocupo un poco ¿Cuánta prisa tendría el dueño para dejar su carro tan descuidadamente expuesto? Al irse alejando checo varias veces la calle, esperando ver al propietario correr a cerrar su carro.

Dio vuelta en la esquina y este nunca apareció.

Finalmente se detuvieron frente a la puerta del jardín de una casa estilo occidental, Sakura bajó primero mientras oprimía el botón del maletero. Sarada salió después y sacó su celular, miró la pantalla y con un gesto de fastidio lo volvió a guardar y le giró los ojos a su madre, exasperada; esta simplemente se alzó de hombros mientras sacaba las maletas del compartimento.

—El roaming debe de estar fallando. —Fue todo lo que se le ocurrió decir.

Cruzaron el pequeño jardín y entraron a la casa. El lugar olía a pastel y comida recién hecha. Sarada sintió un brinco en el estomagó y recordó que no había probado bocado desde la cena.

—Debe de ser la señora Tamiya. —Dijo Sakura dejando las maletas en la entrada y quitándose los zapatos— Me dijeron que ella era el ama de llaves del doctor anterior. Mejor entremos a saludar.

Madre e hija cruzaron el pequeño vestíbulo y pasaron a la cocina, desde el quicio de la puerta pudieron ver la estufa y las ollas saltando alegremente al ritmo del vapor, pero no estaba la persona que buscaban, Sakura también notó el grifo chorreante del lavabo, meticulosa como era, fue a cerrar la llave cuando sus pies tocaron algo blando que sobresalía por debajo de la mesa de la cocina.

Era una mano, una pálida mano de anciana que sujetaba entre sus dedos fríos un cucharon sopero. Sakura se llevó rápidamente una mano la boca para no gritar pero el gesto llamó la atención de la niña quien vio el resto del cuerpo bajo la mesa y gritó a pleno pulmón. Sakura alcanzó a su hija y la sacudió un poco de los hombros, aquello la calmó pero no podía quitar los ojos del cuerpo bajo la mesa.

— ¿Está muerta?

Sakura se puso en una rodilla y en un primer vistazo supo que no tenía que checar el pulso, todo el cuerpo de la anciana estaba amoratado y su cuello estaba torcido de una forma imposible, como si le hubiesen dado varias vueltas, aun así lo tocó y sintió la piel fría, aunque aún no se presentaba el rigor mortis. Miró la estufa, se levantó y apagó las hornillas, la comida dentro de la cazuela casi estaba lista. El ataque había sido reciente ¿Pero fue un ataque? no había signos de lucha, pensó en una reacción alérgica, aunque jamás en su vida había visto algo así ¿Un virus, un veneno? la mujer parecía que nunca supo que le pasó ¿Habían querido robarla? En ese caso solo podía significar una cosa.

"El asesino sigue en la casa" Sakura caminó lentamente hasta su conmocionada hija y la tomó de la mano, la niña en un primer momento no quiso moverse, no quería hacer nada. Pero vio el rostro atemorizado de su madre y comprendió que TENÍAN que salir de ahí. Comenzaron a caminar lentamente a la salida cuando Sakura se detuvo conteniendo la respiración. Había oído algo, fue un murmullo extraño y quedo, como un lamento plañidero. Una voz de hombre que provenía de algún sitio de la planta alta. Apretó el brazo de su hija y la empujó lentamente a la puerta, la chica obedeció sin decir ni una palabra y caminó lo más aprisa que pudo sin correr al automóvil estacionado, Sakura entro justo detrás de ella y sin más puso la llave en el encendido y la giró.

El silencio del motor fue una ominosa sensación en sus cabezas. Sakura giró desesperada varias veces el interruptor pero no obtuvo ninguna reacción.

Sarada levantó la vista y vio una figura desdibujarse contra la ventana del segundo piso de la casa, era una imagen extraña, como un poster mal colocado, demasiado unidimensional, pero sin embargo daba la sensación de algo vivo… Parpadeó confundida y la figura desapareció.

—Tenemos que llegar a la comisaría. —Sakura abrió la puerta del auto— Está a unas pocas manzanas de aquí. —Miró a Sarada— Si algo pasa, entraremos a algún local y pediremos ayuda ¿Me entendiste?

La niña asintió y rápidamente siguió a su madre. Avanzaron por varias calles, siempre mirando sobre su hombro, esperando ver en cualquier momento a misterioso asesino. Pero la calle estaba desierta. Al llegar a la avenida principal Sakura se detuvo totalmente y miró en derredor cada vez más consciente de lo que estaba pasando en el lugar.

— ¿Dónde está todo mundo? —Se puso las manos en la boca para hacer mejor eco y gritó— ¡Hola!

Durante un momento no hubo respuesta, de repente un teléfono dentro de un local empezó a sonar, después el de monedas en la esquina, luego otro y otro y otro. La calle se convirtió en un desquiciante concierto de campanillas. Sarada se puso las manos sobre los oídos y apretó con fuerza para tratar de ahogar aquellos sonidos. Miró a todos lados, asustada y casi podía notar sombras, figuras difusas perfilándose en las vitrinas de la calle. Sakura parecía también notarlas y justo cuando aquel mar de ruido parecía aumentar se calló. La avenida quedó envuelta en un repentino y anormal silencio.

—Quiero irme a mi casa. —Susurró Sarada tratando de no llorar— De verdad no quiero estar aquí nunca más.

Sakura la tomó de la mano y comenzaron a caminar ahora con más calma, a lo lejos podían distinguir la estación de policía, no estaba a más de cuatro cuadras de distancia.

Al llegar al lugar, Sarada entro casi corriendo mientras su madre cerraba la puerta tras de sí. Había un silencio sepulcral en el interior, aunque la mujer casi lo esperaba, deseaba de corazón haber estado equivocada.

—Mamá. —Sarada había sacado su celular y miraba la pantalla— No hay señal aquí tampoco.

Sakura tomó el teléfono que estaba sobre el mostrador, lo puso en su oído y esperó un momento antes de oprimir algunos botones, volvió a esperar y con un gesto de desesperanza lo puso de nuevo en su lugar.

—Está muerto, no hay línea…

Se dio cuenta de que Sarada ya no estaba con ella, tras un pequeño momento de pánico la vio parada cerca de una oficina, tenía una expresión de horror en el rostro y se abrazaba a sí misma. Se acercó a ella y entonces vio que aun lado de la oficina estaban unas celdas. Y dentro de una de ellas el cadáver de un hombre.

La puerta de la celda estaba cerrada, así que Sakura solo podía ver el cuerpo desde fuera, pero tenía las mismas señas y marcas que había visto en el cadáver de la casera. Como si algo hubiese aplastado y torcido el cuerpo del hombre. Aquella similitud desdibujo un poco la teoría del asesino y la hizo pensar de nuevo en una muy violenta reacción alérgica, Pero entonces, no sería algo natural tampoco… ¿Un arma química tal vez? Dio un paso atrás y apretó los dientes, eso no explicaba porque solo habían visto dos cadáveres ¿Dónde estaba el resto de la gente? Sobre el escritorio de la oficina estaba una escopeta y una caja de municiones, sin pensarlo mucho fue hasta ella, tomó el arma, la reviso y con naturalidad metió varios cartuchos en la recamara ante la sorprendida mirada de su hija.

—Tu padre me llevaba a sus prácticas de tiro. —Explicó alzándose de hombros— Aprendí solo mirando.

— ¿Crees que vamos a necesitar eso? —Preguntó la niña nerviosa.

—Yo espero que no cariño. —Sakura se aseguró de que el arma no estuviera trabada y mantuvo el dedo lejos del gatillo— Ahora encontremos la manera de pedir ayuda.

La niña asintió y ambas caminaron de regreso a la salida, era obvio que no iban a encontrar a nadie en ese lugar…

Las luces comenzaron a fallar. Aún era de día pero la estación de policía parecía sumirse en una extraña oscuridad. Sakura notó entonces unas figuras moverse cerca de la entrada. Puso a su hija tras ella y comenzaron a avanzar con cautela.

Apenas hubieron cruzado la puerta al recibidor, Sakura percibió un movimiento tras ella y sin dudarlo se giró apuntando el arma, pero alguien sujeto el cañón de la escopeta y lo apuntó hacia arriba. Sarada gritó y al tratar de correr para ayudar a su madre, alguien muy grande la tomó de un brazo y sin mayor esfuerzo la levantó del suelo.

— ¡Auxilio, mamá! —La niña gritó con fuerza y comenzó a patalear— ¡Auxilio!

Las luces parpadearon de nuevo y Sakura vio a tres hombres a su alrededor, todos vestidos con el uniforme marrón de la policía local, el que sujetaba el cañón de la escopeta la miró directo a los ojos y hubo un instante de reconocimiento.

—Dile que se tranquilice. —Dijo el hombre con voz profunda.

—Sarada, amor. Todo está bien. —Dijo ella casi de inmediato— No van a lastimarnos.

La niña aun levantada en el aire miró a su madre con desesperación, pero entonces vio también al hombre que sujetaba el cañón de la escopeta. Nunca lo había visto en persona, pero había memorizado cada línea de su rostro en las fotos que tenían en su casa, el enorme tipo que la sujetaba la soltó al notar que se relajaba, ella camino lentamente hasta su madre , había olvidado momentáneamente todo lo malo que estaba pasando. Se quedó parada cerca del hombre y con voz trémula le hablo.

—Me da gusto de verte… Papá.

CONTINUARA…

Notas adicionales: Pues empezamos con este fic corto para el mes del terror aunado al reto hórrido de Kusubana Yoru :) espero lo disfruten y no se olviden comentar.