Introducción

La noche estaba al caer en la ciudad de New York y en un lugar de las alcantarillas de la gran manzana,en una vieja estación de metro abandonada, vivía una extraña familia formada por cuatro tortugas y su padre adoptivo que antaño fue un hombre corriente. Las tortugas estaban realizando sus acciones cotidianas antes de prepararse para su patrulla nocturna de la ciudad. Leonardo estaba perfeccionando alguna de sus katas, Rafael estaba practicando con el maniquí el cual habían decorado para que se pareciera a Shredder, Michelangelo estaba en la cocina ideando nuevas recetas para pizzas, Donatello se encontraba en su laboratorio intentando recrear el antídoto que devolvió al señor O'neal a su aspecto humano. A pesar de que Splinter se había negado a usar el antídoto en sí mismo para volver a ser humano, aun había otros mutantes en la ciudad que necesitaban la cura para volver a su apariencia original. Mientras sus hijos se dedicaban a estas actividades, Splinter se encontraba en su habitación sumido en una meditación profunda.

Pero de repente, un rostro apareció fugazmente ante él, aunque sólo fueron milesimas de segundo, Splinter reconoció al instante el rostro que había divisado, abriendo de golpe los ojos, se precipito fuera de la estancia sólo para asegurarse que estaban bien. Llegó a la sala justo a tiempo para ver cómo sus hijos se estaban preparando para la patrulla.

"¿Debería decirles lo que he visto?" Pensó Splinter, pero desestimando la idea se dirigió a despedir a sus hijos, desearles buena suerte y advertirles de los peligros que podían encontrarse.

"Hijos míos procurad tener cuidado, protegeos los unos a los otros y no os metáis en batallas a no ser que sea necesario"

"No te preocupes Sensei, tendremos cuidado, cómo siempre" dijo Leonardo muy seguro que que nada malo les pasaría.

"Y en caso de que nos pase algo siempre podemos llamar a su teléfono Sensei" Bromeo Mikey que aun le hacía gracia el hecho de que el teléfono de Splinter tuviera la forma de un queso.

"¡Yame!" Saltó Splinter sobresaltando a todos los presentes. "lo que digo es serio Michelangelo, en los últimos meses os habéis encontrado con muchos enemigos nuevos, así que por favor tened cuydado"

"Entendido Sensei" Dijeron las cuatro tortugas a coro.

Después de dar las debidas advertencias, las cuatro tortugas saltaron por encima de los torniquetes dirección a la superficie. Splinter vio como desaparecían en la oscuridad de los tuneles luego se dio la vuelta y se dirigió de nuevo al Dojo para reanudar su meditación.

"Quizás hayan sido todo imaginaciones mías"Pensó para si mismo. Lo que él no sabía era lo equivocado que estaba respecto a eso.

En uno de los túneles de las alcantarillas más profundas, una sonrisa malvada apareció en un rostro deformado. El momento estaba cerca.


Esta es mi primera historia, espero que os guste. Intentaré actualizar tan pronto como sea posible.