Okay, aquí tengo uno nuevo.


¡Dos panes al vapor! La locura de Akko. Esponjosos, humeantes y con un delicioso aroma que jamás pensó que Sucy pudiese lograr. Pero allí estaban, los dos frente a ella y puestos sobre una bandeja de madera. Un recordatorio constante de su procedencia. E iba a tomar uno, cuando su mano se detuvo en medio del aire, echándole un vistazo escudriñador. La sonrisa y mirada imparcial de Sucy no le prometieron nada bueno.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué no sacas uno? – Le preguntó ella, comenzando a impacientarse. Akko tomó distancia, con las cejas juntas.

- ¿Acaso este es un nuevo intento de envenenamiento experimental? – Manbavaran sacudió la cabeza con pereza, rodando los ojos.

- Por supuesto que no. Sólo toma uno.

- ¿Y qué relleno tienen?

- Hongos…

- ¡Ah, Já!

La chica asiática la apuntó acusadoramente, tomando una distancia aún mayor. Casi no se reponía de la última vez que tuvo que probar las posiciones de Sucy, y ciertamente, no quería a volver a pasar por ello. Ni que le creciera la nariz o le saliera miel de las orejas, ni ninguna otra cosa. Ya estaba cansándose de eso y de sus métodos para envolverla. En vez, decidió aunar fuerzas y golpear la bandeja.

- ¡No me envolverás en tus experimentos!

Sucy observó la bandeja salir volando en dirección a sus otras compañeras en el comedor, la cual fue a parar en la cara de una chica, quien golpeó a otra que cargaba una torre de libros, quien a su vez, empujó a Diana Cavendish sobre una mesa haciendo que toda la comida, sus bandejas y sus cubiertos, le cayesen encima uno tras otro. El espectáculo fue un escándalo inmediato. Y unos metros más allá, Akko salía con cuidado de no ser atrapada, acompañada de Sucy y Lotte, a la vez que todas las demás chicas se arremolinaban alrededor de Diana para ayudarla.

- No creo que sea correcto dejarlo así – Murmuró Lotte, sintiéndose ajenamente culpable, mientras escapaba con sus compañeras. Sucy le respondió, indiferente.

- Sí alguien debiese sentirse culpable, esa es Akko. Ella fue la que golpeó la bandeja.

- ¡Y yo qué iba a saber que tu bandeja era voladora! – Se defendió la asiática, volteándose a medio pasillo – ¡Tú tienes la culpa por darme a probar cosas extrañas!

- No, tú tienes la culpa por no aceptarlas, así todo esto se hubiera evitado. Y ni siquiera fuiste capaz de ir a ver si Diana estaba bien… Eso me deja en claro que todavía no son muy buenas amigas.

- ¡Tú qué sabes!

Akko rechistó, siguiendo su camino a través del corredor, sin esperar a sus compañeras de equipo. No quería escuchar que nadie le dijera nada respecto a nada, ni menos si tocaba el delicado tema de su amistad con Diana. Lotte y Sucy se quedaron de pie en medio del pasillo, observándola.

- Quizás fuimos un poco duras – Comentó Yanson, juntando ambas manos sobre su pecho. Manbavaran no se dio ni por aludida.

- Akko a veces es muy grave.


En la recámara de la Profesora Du Nord, luego de media hora transcurrida, ésta misma se encontraba atendiendo las heridas de Diana, mientras le preguntaba cómo es que había sucedido algo como esto. La muchacha respondió insegura, tratando de recordarlo.

- Bueno. No vi exactamente todo, pero… Según entendí, una chica se tropezó y fue a dar conmigo, empujándome sobre la mesa, ésta se volteó y me cayó todo encima.

- Wow, eso debió dolerte – Chariot rió, buscando ya la última curita para un rasguño en la nariz de Diana. Pero no encontró ninguna en su botiquín usual – Mm, ¿Dónde las habré dejado? – Murmuró, poniéndose de pie y yendo a uno de los estantes. Revisó muchos remedios caseros, vendajes, pero no curitas. Ella necesitaba curitas, curitas.

Al cabo de un rato, revisó en otra caja de artículos médicos y encontró un paquete pequeño de color morado, que para su suerte y la de Diana, contenía un último parche. Ella lo cazó y volvió a sentarse frente a Diana, colocándoselo sobre el puente de la nariz. La chica de inmediato se lo tocó, experimentado un extraño calor que comenzó a invadir su cuerpo entero. Chariot sonrió complacida.

- Muy bien, ahora sí estás lista. Yo creo que tus heridas sanarán rápido… Lamento no ser experta en magia medicinal, pero eso es más un arte que les pertenece a los Cavendish…

- No se preocupe, profesora – Diana la tomó de las manos y la vio directamente a los ojos, de una forma en que nunca se le había visto. Chariot se sintió extrañamente intimidada por ello – Ha sido muy amable de su parte tratarme con tanta dedicación, no sé cómo pagárselo. Si yo pudiera…

- Haha, no tienes que preocuparte por ello – Le dijo su maestra, soltando sus manos y dándole dos palmadas en la cabeza – Lo hago porque eres mi alumna y te tengo bastante cariño.

- Cariño…

- Ahora, si me disculpas… Tengo una clase que dar, así que será mejor que nos apresuremos.

Diana asintió, poniéndose de pie y marchando a la puerta.

- Por supuesto. Después de usted, maestra – Chariot se rió nerviosa y se lo agradeció.

- Nos vemos luego.


Amanda tocó a la puerta del equipo rojo por dos minutos seguidos, sin que nadie le abriese. Pero estaba segura de haber escuchado a Akko adentro, así que no se iría hasta que le respondieran. Tenía un notición de esos, que no podía mantenerlo en secreto. Lotte y Sucy llegaron después de ella, para su suerte.

- Amanda ¿Qué pasa? – Le preguntó Lotte, parándose junto a ella. O'Neill le sonrió con suficiencia.

- ¡Ah, qué bueno verlas! Supongo que ya se enteraron de la nueva noticia.

Las dos chicas se miraron entre sí, pero no entendieron a qué se refería.

- ¿Por qué lo dices? – Ahora la cuestionó Manbavaran intentado abrir la puerta, pero estaba con seguro. Akko debió cerrarla para estar a solas. Detestaba que hiciera eso.

- ¡Es Diana! Está actuando súper raro.

- ¿Raro? – Lotte frunció los labios.

- Sí. Dicen que ha estado coqueteando con todas las chicas de la academia. Y yo la vi con mis propios ojos. Es muy gracioso, pero realmente a veces creo que le funciona.

- ¡¿Qué Diana está haciendo qué?!

La voz estrepitosa y alharaca de Akko sobresaltó a todas, haciéndolas retroceder un paso, excepto a Sucy. Ellas se mantuvieron a la expectativa del siguiente movimiento de la castaña.

- ¿Qué fue lo que dijiste Amanda?

La americana levantó una ceja, sin el interés de contárselo. Ya lo había intentado y ella se había negado ¿Por qué hacerlo ahora?

- Si lo escuchaste, bien por ti. Yo ahora debo ir con el chisme a otro lado… Bye Bye.

Akko se quedó con el intento de detenerla en medio de la garganta. Si lo que había escuchado era correcto, quizás esto se debía a los hongos de Sucy, alguna espora o aroma tal vez había tenido un efecto en Diana, y eso sí que debían detenerlo ellas. Así que se giró a la joven Manbavaran para cuestionarla, pero ella sólo se encogió de hombros.

- El efecto de los hongos era para dar órdenes y que las obedezcas a través de un solo estimulo. No tiene nada que ver con coquetearle a las personas.

- Y yo no creo que Diana realmente esté coqueteando con las chicas – Agregó Lotte, con la mirada en el techo – Debe ser una confusión. Ella suele ser muy atenta…

- Pero Amanda…

- Amanda dice muchas cosas – La interrumpió Sucy, entrando a la habitación – Y muy pocas de ellas son verdaderas o inteligentes.

- Sí, despreocúpate Akko – Lotte la siguió, con una sonrisa tranquilizadora – Deben ser sólo rumores.

Akko giró sus ojos por el pasillo, tirando sus labios a un costado. No estaba muy convencida del todo y la idea no se le salía de la cabeza. Diana coqueteando con chicas, eso debía comprobarlo ella misma.

- Debo ir a hacer algo ¡No me esperen!

Dentro de la habitación, y luego de escuchar a Akko gritar, Sucy y Lotte intercambiaron miradas, pero prefirieron mantenerse al margen.


Akko llegó a la biblioteca luego de pasar por la habitación de Diana y que Hannah y Bárbara le dijeran que no se encontraba allí. Extraordinariamente, ninguna de las dos mencionó que sucediera algo raro con la joven heredera, así que ella ya estaba comenzando a dudar. Tal vez Amanda sólo se confundió, pero para estarse segura, siguió adelante. Al entrar y tirar de la puerta con algo de esfuerzo, Akko se introdujo con cuidado y miró los alrededores. Había un par de chicas rondando por ahí, pero nada de Diana. Continuó aventurándose entremedio de los estantes, revisando pasillo tras pasillo, hasta toparse con la silueta enmarcada por la luz de la ventana de la persona que estaba buscando. Ella estaba leyendo un libro, concentrada, y no parecía diferente de lo de siempre. Entonces Akko aprovechó para acercársele y saludarla.

- Hey, Hey – Exclamó, elevando una mano. Cavendish alzó la vista y la miró sin ninguna expresión específica. Hasta ahora todo normal – Supe que te lastimaste en el comedor y… quería saber si estabas bien.

- Bueno, se puede decir que he estado mejor.

Ya estando a centímetros de ella, Akko pudo notar los múltiples parches en su rostro y manos, y sintió algo de vergüenza de estar frente a ella y no pedirle disculpas. Después de todo, ella lo había provocado. Pero no encontró prudente mencionarlo, mejor seguir como si nada.

- Así que lees un libro ¿Eh? ¿Cuál es?

- Realmente estoy buscando información que me sirva para practicar un par de hechizos de curación, pero en la academia es difícil encontrarla ¿Te importaría ayudarme?

- Oh, bueno – La asiática se sacudió de hombros – No tengo nada mejor qué hacer.

- Perfecto.

Akko la observó cada segundo que estuvo a su lado, analizando hasta el más mísero detalle. Pero no había nada, a lo sumo y muy ocasionalmente, una sonrisa amistosa cuando la sorprendía escrutándola. Nada certero, al cabo que pensó que Amanda verdaderamente estaba loca. Akko tomó un libro, siguiendo con su actuación para ayudarla, y pasó las páginas una tras otras, sin leer nada. Pero al voltearlas con tanta rapidez, una de ellas le raspó un dedo, haciéndola quejarse.

- ¡Ouch! Eso dolió – Dijo, llevándose el dedo a la boca. No sangraba, pero sí ardía mucho.

- ¿Te encuentras bien?

Diana se acercó y tomó su mano para ver el corte nada profundo. Suspiró aliviada al notar que no tenía nada, y parsimoniosamente la abrazó, recargándole la cabeza sobre su hombro como también acariciaba su cabello.

- Perdón, Akko. Eso fue mi culpa… No debí pedirte que me ayudaras – La asiática rió confundida, apoyada en el cuerpo de Diana.

- No es para tanto – Le contestó, con la voz temblándole – Ni siquiera sangró.

La joven británica la miró a los ojos y buscó algún signo de falsedad en su rostro y en la forma de decir las palabras. Como no lo encontró, la soltó, y prosiguió a decir.

- Me alegro, siempre eres tan linda, que a veces me siento mal por no ser igual contigo.

- No digas tonterías – Akko reía con más torpeza ahora – Tú eres amable conmigo también, no siempre, pero sí en muchas ocasiones me has ayudado.

- Me gustaría hacer más cosas por ti – Diana la tomó por las mejillas y las rozó con un tacto dulce – Puedes pedirme lo que sea, Akko, y te lo daré. Por favor.

- N-no, no hace falta, en serio.

- Por favor – Diana se le acercó, invadiendo su espacio personal. Akko ni se movió.

- En serio, Diana – Sonrió, sonrojándose lentamente – No necesitas hacer nada más por mí, esto ya es suficiente.

- Eres muy importante para mí ¿Sabes? y si yo pudiera…

- ¿Diana?

Hannah y Bárbara aparecieron para cortar el momento inesperadamente. Tanto así, que Akko llegó a saltar apartándose de la joven Cavendish, quien respondía con naturalidad. Las otras dos chicas se mostraron confundidas, pero ignoraron el tema.

- ¿Qué sucede chicas? – Les habló Diana para romper el hielo. Ellas reaccionaron con dificultad.

- Ahm, te estábamos buscando para realizar una tarea ¿La recuerdas?

- ¿Para la clase de la maestra Badcock? Claro que sí, voy enseguida.

- Bien, nos adelantamos a la habitación o…

- Voy con ustedes – Diana caminó, persiguiéndolas, mientras Akko se quedaba de pie mirándola – ¿No les parece que es un muy bonito día?

Hannah y Bárbara lo afirmaron a través de sonrisas traviesas.


- Estaban retozando.

- No es cierto.

- ¡Qué sí, lo estaban!

- ¡Que no! ¡No es cierto!

- A ver ¿Por qué discuten ustedes dos?

Sucy llegó a entrometerse en la discusión entre Akko y Amanda, puesto que ambas estaban en su habitación y ella requería un poco de paz por el momento. Las dos se voltearon para responderle, pero sus gestos amargados no le dieron buena espina a Sucy y se arrepintió de haber preguntado ipso facto. Lotte riendo, sentada en su camarote.

- Amanda dice que vio a Diana retozando con una chica en el patio y yo le digo que es mentira – Explicó Akko, a lo que Amanda se apresuró en contradecir.

- Pero si yo las vi. Diana estaba retozando con ella.

- Y yo te digo que no es cierto, porque ella no es así.

- ¿Y alguna de las dos se ha preguntado qué es lo que significa retozar?

Manbavaran preguntó y ninguna supo responderle. Así que la ignoraron y siguieron con su discusión. Sucy pasó directamente a su cama y decidió ponerse a leer en vez de escuchar más tonterías. Akko a los pocos segundos echó a O'Neill de su cuarto diciendo que ya estaba harta de sus mentiras.

- Que no lo quieras creer, es problema tuyo, pero es lo que vi.

La asiática le aventó una almohada y la despidió nuevamente.

Retozando, ni siquiera sabía a qué se refería con eso, pero estaba segura de que Diana no retozaría con nadie más. Cosa que la hizo levantarse del suelo e ir a por su almohada, para acostarse sobre su cama, con un carácter de muy pocos amigos.

- Estúpida Amanda – Murmuró al final.

- Pero es cierto lo que decía – Profirió Sucy desde su lado, sin despegar la vista de su libro. La castaña levantó la cabeza para mirarla – Diana si estaba retozando con una chica. Y retozar significa coquetear.

Akko mordió la almohada, completamente frustrada.


Los rumores finalmente fueron ciertos. Como nadie nunca lo creyó, Diana cada vez que tenía la oportunidad, se paseaba con alguna de sus compañeras en aires no muy santurrones y las engullía en un aterradoramente coqueto aroma. Parecía tener un magistrado en el arte del galanteo, y sus facciones serias y agraciadas, le otorgaban puntos extras, ya que la falta de hombres en la academia, así, no era tan difícil de suplir. Al final, que muchas de sus compañeras en tan sólo un día, habían caído en las redes de Diana Cavendish como moscas a la hiel. Pero sólo una persona permanecía suspicaz a este comportamiento tan surreal. Akko no se tragaba que de la noche a la mañana Diana se estuviera comportando como… Amanda. Ni mucho menos, sin una explicación clara. Ora, algo tramaba, ora bien, algo le ocurría y no tenía nada que ver con su propio ser. Se balanceó más por la segunda opción, conociendo a la joven Cavendish. Y por ello, no le quitaba la vista de encima en el almuerzo.

- Ya hasta para comer está rodeada de chicas – Gruñó la pelicastaña, mordiendo su tenedor con fuerza. Sucy, acostumbrada ya a sus celosos comentarios, no le respondió y esperó en silencio a que Lotte se apareciera pronto – Algo me dice que Diana no está bien y nosotras debemos ayudarla.

- ¿Cómo por qué?

- Porque es nuestra amiga…

- No considero a Diana tan cercana. Más bien ¿Qué ganaría yo con ayudarla? – Akko se giró instantáneamente hacía su compañera y gruñó por lo bajo.

- Quizás, nada. Pero Diana no puede estar saliendo con tantas chicas a la vez.

- ¿Te pone celosa? – Akko se atragantó.

- ¡Por supuesto que no! Sólo pienso que es raro y anormal. Si quiere salir con alguien, está en todo su derecho… pero no con tantas chicas a la vez.

- ¿Y qué me dices de Lotte?

La chica asiática levantó una ceja sin entender, hasta que vio el dedo de Sucy señalando algo detrás de ella y se tuvo que voltear para verlo. Unos metros más allá, Lotte caminaba cerca de los puestos de Diana trayendo su bandeja de comida hasta donde se encontraban sus amigas, pero por el revuelo que había con la señorita Cavendish, una de las chicas de su club de fans, la empujó y casi terminó botándola al piso, si no fuera por los agiles movimientos de Diana que impidieron su pronta venida al suelo. Ella la sujetó de la cintura, inclinadas ambas hacia un costado, casi como en una escena de película romántica donde se aproximaba un beso, pero sin el casi. Diana efectivamente parecía tener la intención de besarla.

- L-lo siento, creo que me tropecé – Intentó zafarse la joven Yanson, pero la acción parecía inminente.

- Discúlpalas, Lotte. Algunas veces la gente no sabe comportarse ante una hermosa dama como tú, pero déjame recompensártelo.

Le susurró luego, acercándose peligrosamente a la boca de Yanson, quien empezaba a sudar de los nervios y quedaba inmóvil ante su proximidad. Esto encendió las alarmas de Akko y saltó como fiera a su rescate.

- ¡¿Qué crees que estás haciendo?!

Empujó a Diana con fuerza y rodó por el piso con ella, hasta poder encaramársele encima y sujetarle la camisa por el cuello, sacudiéndola constantemente.

- ¡Ya debes reaccionar! ¡No puedes sólo acosar a las chicas sin su consentimiento! – Le gritó y Diana la miró molesta, intentando zafarse.

- ¿Y a ti qué te pasa? ¿Por qué actúas tan raro?

Para ese momento, ya un círculo de chicas se formaba a su alrededor. Akko continuó sacudiéndola, en un intento desesperado para hacerla reaccionar, pero dentro de su cabeza, y a la par que a sus ojos, que la curita en su nariz se despegara un poco de su herida, la estaba molestando. Así que se detuvo y señaló a Diana.

- Tu parche se despega – Terminó diciéndole. Y ella lo arregló de inmediato, volviendo a sentir un calor especial dentro de su pecho.

- Oh – Reaccionó de pronto y volteó a Akko debajo de ella, comenzando a entenderlo – Ya sé porque actúas así.

La castaña se sintió extrañamente intimidada. ¿Cómo es que ahora no le quedaban fuerzas para sacarla de encima? La joven Cavendish se acercó a ella y le sonrió muy de cerca. Akko apenas pudiendo respirar con normalidad.

- ¿D-de qué ha-hablas? – Sus ojos giraban exhortos y su cara estaba totalmente roja.

- Discúlpame por ser tan ciega. Estabas celosa ¿No es cierto? Pero no te preocupes, sabes que tú eres la única para mí.

- A-ayúdenme… No, no te atrevas a besarme.

Las espectadoras estaban inmóviles, deseosas de ver como terminaba todo. ¿Diana besando a Akko? Eso era digno de la portada de todas las noticias en Luna Nova, Wangari debía estar revolcándose en su propio jugo. Al cabo que, la asiática pensó que ya nadie la salvaría, así que se debía resignar a lo que fuese, cerrando los ojos y cortando la respiración. Esperó a Diana, y la esperó y la esperó. Pero nada ocurrió, y en vez, al abrir de nuevo los párpados, Sucy mantenía sujeta a Diana de la mandíbula, arrodillada en el piso, y la observaba con aires impertérritos.

- ¿Quieres una novia? – Le preguntó entonces, fijando su mirada a la mirada azul de la señorita Cavendish, quien sacudió los hombros.

- Si deseas ser mi novia, estaría encantada de concedértelo – Manbavaran rodó los ojos y se puso de pie, cruzándose de brazos. Diana imitando su accionar.

- Bien, pues felicitaciones Diana Cavendish, eres la nueva novia de Sucy Manbavaran.

Akko se levantó con la boca abierta, pero no era la única. Todas, absolutamente todas las demás chicas, estaban igual de anonadadas. Vaya giro argumental de la trama. La británica sonrió con suficiencia y asintió.

- Me siento honrada con ello.


Estoy teniendo una lluvia de ideas esta última semana... Por eso tanto fanfic.

Y respecto a las otras actualizaciones pendientes, tengo una duda tremenda, porque estoy en plan: "Quiero actualizar Reverso, pero tengo una idea para Diez pasos hacia ti, aunque todos me piden que siga Un beso"... Si usted es una de esas personas que quiere guiarme, se lo agradecería bastante, dándole una actualización inmediata a esta historia, si es que les gusta, porque si no...