Nunca me detuve a pensar con quién pasaría mi eternidad. Hasta ahora.

Me había resignado a permanecer al lado de mi mejor amigo. Seth realmente me amaba y no se merecía que yo lo hiciera sufrir. Pero llegó él… llegó Alec y todo se desplomó, todo mi mundo fue destruido para ser remplazado por otro al que pertenecería, por mucho que intentara escapar de él.

¿Quién sería la persona a la que realmente amaba?

Alec Vulturi, ese vampiro cuyos ojos son imanes para los míos y logran hipnotizar mi mente y cuerpo, ese vampiro al que debería de aborrecer por el simple hecho llevar el apellido Vulturi, ese estúpido vampiro que alguna vez apareció junto con toda la guardia Vulturi para ayudar a eliminar a mi hermana y a mí sólo por ser algo desconocido para ellos.

Ese vampiro que llegó sólo para complicar aún más mi 'vida amorosa' y confundirme respecto a mis sentimientos.

Seth Clearwater, mi amigo, mi mejor amigo. El metamorfo que me ha querido desde siempre, el metamorfo del que, lamentablemente, soy su impronta.

¿Sería yo capaz de hacerlo sufrir sentimentalmente?

¿Podría yo lastimarlo por no corresponder a sus sentimientos después de haberle jurado que jamás le haría algo así?

La respuesta: Sí.

Pero no sería algo fácil.

¿Alec realmente valía la pena?

¿Qué ocurriría con Seth al enterarse que no fui capaz de corresponderle?

¿Cómo reaccionaría él, su manada, mi familia, los Vulturis, al enterarse de cómo Alec me había cautivado de tal manera casi sin proponérselo y que, además, él me correspondía?

Tal vez, la imprimación era algo más complicada de lo que todos creían, la imprimación no sólo le afectaba a él, también me afectaba a mí. Por mucho que amara a Alec, también amaba a Seth. Estaba atada a él de una manera inexplicable.

Aro aplaudió, fascinado, y Jane se detuvo. El inmenso dolor que le había causado a Seth con su don, de algún modo, me afectó también a mí. Y eso parecía hacerle mucha gracia a Aro.